CARTA AL EVANGELISTA MARCOS

11 Diciembre 2007
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Amado Maestro:

Tengo que confesarte que a pesar de haber escuchado infinidad de veces tu Evangelio, en las celebraciones eucarísticas a las que he asistido, he tenido que leerlo por invitación de una persona, que por supuesto me amaba, para entenderlo mejor.

Tu sabes muy bien por tu condición de escritor que leyendo detenidamente, se reflexiona y se comprende mejor todo lo que se ha escrito, por el simple hecho de que se puede perfilar mejor lo que intentas comunicar para que los lectores se llenen de su contenido.

A través de tu prosa sencilla y narrativa llena de vivencia y realismo, decidiste dejar impresos cuarenta años después de la muerte del Maestro y sirviendo de base para Mateo y Lucas, la vida y enseñanzas de Jesús del que según la tradición, ofreciste tu casa para que celebrara su última cena.

En cualquier caso, a mí me ha servido tu evangelio para conocer mejor a Jesús. Me has enseñado expresiones y costumbres judías (5,41.73) que yo desconocía. Me has ofrecido formación catequística y pastoral. He comprendido mejor por tus relatos, a los discípulos de Jesús que fueron los que más cerca estuvieron de Él, desde su vida pública hasta su muerte en cruz.

Que lección hemos aprendido de tu teología cuando nos desesperamos o cometemos fallos y nuestra soberbia nos impide comprender que también los discípulos los cometieron (14,32-40), lo negaron (14,66-72) y lo traicionaron (14,10-12).

Me has revelado la identidad de Jesús como Hijo de Dios en esa frase del centurión a los pies de la Cruz, una vez entregada su vida al Padre: “verdaderamente éste era el Hijo de Dios (15,39).

Por todo ello, he llegado a comprender que en cierto modo debo intensificar mi fe para que me conduzca a una vida interior intensa y fructífera libre de egoísmos, rebeldías y de todo aquello que no signifique amar a los demás.

En definitiva, buscar el evangelio en medio del mundo. De ese mundo pequeño, sencillo y humano que no espera recompensas pero que es feliz y que anda a mi lado diariamente sin que yo apenas me de cuenta.

De este modo te lo pedí el pasado 25 de Abril, día en el que la iglesia celebra tu festividad.

Gracias San Marcos por tu evangelio.