10 Junio 2014
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#1
CANCIONES PARA LA GUERRA
Yavé es nuestro rey del tiempo antiguo
hay una guerra declarada sobre el enemigo
heme aquí es por consigna;
brujos y hechiceras no verán amanecer.
La guerra no se acaba hasta que el juego termine
porque es el signo del cuerpo tatuado en el fuego
una antorcha encendida por el grito y la noche
es la tierra que en su clamor lanza un bramido.
Ésta es la guerra al final de los tiempos
si tomo en mi mano el arco de bronce
yo mismo seré quien alcance objetivos.
El rojo hervir del aceite en su máquina oscura
por una blanca bandera que al viento se agita
del verde olivo me visto soy nueva criatura.
Oh, levanten los himnos y batan sus alas
que ruja su sol y devores león del castillo
la victoria se proclama a la luz del atalaya.
La guerra y la paz conversó asunto primario
que no temerás porque a toda rodilla él la dobla
ya muerta una música silbará por los aires,
mientras un huevo caliente se hunda en el polvo
el copero tendrá que desaparecer de tu vista
para que inicien los pies una danza magnífica
y puedan el cielo tocar esas manos sedientas.
Así que empujemos al mundo por verlo rodar
(su puerta de piedra es una iglesia dimensional)
y al negro pensamiento del mar lo abrí en dos
aquí viene ya algún bello cadáver pasando,
(su ira el coraje que helaban los dedos del ángel)
que resistir hasta el fin es confianza en la fuerza
si hay una luz muy hermosa al final del camino.
Oh, levanten los himnos y batan sus alas
que ruja su sol y devores león del castillo
la victoria que reina a la luz del atalaya.
...
Una día tu carta se rompió en mil pedazos
y el vino que adquiere su tinte sanguíneo
para que una lágrima cristalice en tu ojo
el amor y la paz, la fe y el honor, la justicia
en el Espíritu Santo. Amén
sea por siempre.
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#1
CANCIONES PARA LA GUERRA
Yavé es nuestro rey del tiempo antiguo
hay una guerra declarada sobre el enemigo
heme aquí es por consigna;
brujos y hechiceras no verán amanecer.
La guerra no se acaba hasta que el juego termine
porque es el signo del cuerpo tatuado en el fuego
una antorcha encendida por el grito y la noche
es la tierra que en su clamor lanza un bramido.
Ésta es la guerra al final de los tiempos
si tomo en mi mano el arco de bronce
yo mismo seré quien alcance objetivos.
El rojo hervir del aceite en su máquina oscura
por una blanca bandera que al viento se agita
del verde olivo me visto soy nueva criatura.
Oh, levanten los himnos y batan sus alas
que ruja su sol y devores león del castillo
la victoria se proclama a la luz del atalaya.
La guerra y la paz conversó asunto primario
que no temerás porque a toda rodilla él la dobla
ya muerta una música silbará por los aires,
mientras un huevo caliente se hunda en el polvo
el copero tendrá que desaparecer de tu vista
para que inicien los pies una danza magnífica
y puedan el cielo tocar esas manos sedientas.
Así que empujemos al mundo por verlo rodar
(su puerta de piedra es una iglesia dimensional)
y al negro pensamiento del mar lo abrí en dos
aquí viene ya algún bello cadáver pasando,
(su ira el coraje que helaban los dedos del ángel)
que resistir hasta el fin es confianza en la fuerza
si hay una luz muy hermosa al final del camino.
Oh, levanten los himnos y batan sus alas
que ruja su sol y devores león del castillo
la victoria que reina a la luz del atalaya.
...
Una día tu carta se rompió en mil pedazos
y el vino que adquiere su tinte sanguíneo
para que una lágrima cristalice en tu ojo
el amor y la paz, la fe y el honor, la justicia
en el Espíritu Santo. Amén
sea por siempre.
