“Busco un hombre”

Bart

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24 Enero 2001
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“Busco un hombre”

Recorred las calles de Jerusalén.
buscad en sus plazas a ver si halláis hombre,
si hay alguno que haga justicia, que busque verdad;
y yo la perdonaré
” (Jeremías 5:1).

Según parece Diógenes, un sabio de la Grecia antigua,
iba por las calles de Atenas en pleno mediodía
con una linterna en la mano.
A quienes les sorprendía ese extraño comportamiento, les decía:
-Busco un hombre (sobreentiéndase: digno de ese nombre).
¿Pensaba descubrir un sabio que fuera igual a él?
¿Podía disipar, por medio de su pequeña lámpara,
las tinieblas morales en las cuales estaba hundido su pueblo?

Dios mismo hizo esa búsqueda sin resultado.
“El Señor miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres,
para ver si había algún entendido, que buscara a Dios.
Todos se desviaron, a una se han corrompido;
no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Sal. 14:2-3).
Fue una dolorosa comprobación para Aquel que pudo decir:
“Mis delicias son con los hijos de los hombres” (Pr. 8:31).

Sin embargo, un día hubo en la tierra de Israel “un hombre”
en el cual Dios halló una perfecta complacencia.
Fue Jesús, quien vino a traer la salvación y el perdón a su pueblo.
Él fue el único justo en el mundo.
Murió “el justo por los injustos” (1 Pedro 3:18).
Pero su misma muerte nos abrió los tesoros de la gracia de Dios,
porque Jesús cargó con el juicio que merecían los culpables.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)


En el amor de Cristo

Mario Contreras T.
Aguas Vivas · Chile
www.aguasvivas.cl
 
Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, di a ella: Tú no eres tierra limpia, ni rociada con lluvia en el día del furor. Hay conjuración de sus profetas en medio de ella, como león rugiente que arrebata presa; devoraron almas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron sus viudas en medio de ella. Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos. Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas. Y sus profetas recubrían con lodo suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado. El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.
Jeremias 22.23-31