Bajo el Amparo de María

25 Enero 2000
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Me encontré con otro conjuro al espíritu de María. Este rezo dice:

BAJO TU AMPARO

"Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, oh Virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén."

"Oh Dios, cuyo unigénito Hijo, con su vida, muerte y resurrección, nos alcanzó el premio de la vida eterna: concédenos, a los que recordamos estos misterios del Santo Rosario, imitar lo que contienen y alcanzar lo que prometen. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén."

"Por estos misterios santos de que hemos hecho recuerdo, te pedimos, ¡oh María!, de la Fe santa, el aumento, la exaltación de la Iglesia; del Papa el mejor acierto. Que el gentil conozca a Dios. Que todos los pecadores tengamos arrepentimiento. Que los enfermos tengan la salud. Que en el purgatorio logren las ánimas refrigerio. Y que este santo sacrificio tenga efecto tan completo en toda la cristiandad, que alcancemos por su medio, el ir a alabar a Dios en tu compañía en el cielo. Amén."

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Ezequiel Romero analiza BAJO TU AMPARO, párrafo por párrafo:


El rezador engañado por la Secta Idólatra de Roma: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, oh Virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén."


Comentario de Ezequiel Romero: Se repite el título “Santa Madre de Dios” dos veces en este párrafo. En ambos se capitaliza innecesariamente “Santa Madre”. Es cierto que María fue la “madre de Dios” pero al decir esto siempre tenemos que explicar: en la Encarnación del Hijo de Dios que no le otorga ni un ápice de maternidad en cuanto a la divinidad del Trino Dios. De lo contrario se ingresa en un laberinto aberrante. Si María es la Madre Dios, ella es más diosa que Dios. Eso es aberrante.

En esta oración, el piadoso mariólatra, se somete indebidamente bajo la autoridad de un ser humano, y la Biblia establece que el hombre que se somete a la autoridad humana en lo que toca a las cosas eternas es “maldito”. Por lo tanto, los que promueven este rezo al ser humano María están empujando a la maldición a muchos.

En este párrafo se le concede a este ser humano, que representó en la Encarnación a la humanidad perdida y pecadora, características de omnipresencia que la hace inmediatamente divina, y eso es una idolatría condenada por Dios. Observemos, (1) no desprecies las súplicas que te dirigimos, (2) líbranos siempre de todos los peligros, (3) ruega por nosotros. Obviamente el rezador habla con el ánima del ser humano al que se dirigen y específicamente le dice que haga ciertas cosas y espera que el espíritu de la persona fallecida le escuche y cumpla sus pedidos.

Es alarmante la claridad del rezador en cuanro a la participación del espíritu al que conjurando en la frase, “líbranos siempre de todos los peligros”. Este espíritu tiene que hacer algo, tiene que desarrollar una acción. Un caso neto de nigromancia.

Al final, al rezador le hacen decir: “Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo." Esto es otra aberración ya que pone a JESUCRISTO en un lugar de dependencia del ser humano. O sea que del espíritu conjurado nigrománticamente depende que se alcance las promesas de JESUCRISTO. Esto es una apostasía e idolatría de la peor calaña ya que subordina a JESUCRISTO, el HIJO ETERNO DE DIOS a una criatura creada por Dios como cualquiera de nosotros.

El rezador engañado por la Secta Idólatra de Roma: "Oh Dios, cuyo unigénito Hijo, con su vida, muerte y resurrección, nos alcanzó el premio de la vida eterna: concédenos, a los que recordamos estos misterios del Santo Rosario, imitar lo que contienen y alcanzar lo que prometen. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén."


Comentario de Ezequiel Romero: Este “inocente” párrafo tiene un virus teológico que al lector inadvertido se le puede escapar fácilmente. Ese virus es la palabra premio. Hermanos cristianos, (excluyo a los papistas), La vida eterna no es un premio. Es un regalo, pero no un premio. Pero esto no es ajeno a la teología de la Roma papista. Ellos siguen pensando en la ‘bondad” del hombre; por eso le niegan toda sus autoridad a la Biblia porque ella es muy explícita en cuando a la pecaminosidad de la naturaleza humana. Somos estiércol a los ojos de Dios. La vida eterna que El nos da no puede venir como premio porque no hemos hecho absolutamente nada que valga la pena ser premiada por Dios; al contrario, todos merecemos la condenación eterna.

El rezador le dice a Dios que está recibiendo el “premio” de la vida eterna porque se ha acordado los misterios del Santo Rosario. ¿Se ha oído una barbaridad peor que esta? El Señor ofrece la vida eterna a los que creen en el Señor Jesucristo y el rosariuo no tiene nada que ver. También dice que tienen que imitar para ganar la vida eterna. Esta doctrina es de obras, obras, obras y más obras. La salvación que JESUCRISTO da es a base de su voluntad y nada más que de su pura voluntad, de su deseo absolotamente de El y de nadie más.


El rezador engañado por la Secta Idólatra de Roma: En estos misterios santos de que hemos hecho recuerdo, te pedimos, ¡oh María!, de la Fe santa, el aumento, la exaltación de la Iglesia; del Papa el mejor acierto. Que el gentil conozca a Dios. Que todos los pecadores tengamos arrepentimiento. Que los enfermos tengan la salud. Que en el purgatorio logren las ánimas refrigerio. Y que este santo sacrificio tenga efecto tan completo en toda la cristiandad, que alcancemos por su medio,
el ir a alabar a Dios en tu compañía en el cielo. Amén."


Comentario de Ezequiel Romero: En este tercer párrafo de este idólatra rezo, le confieren al ser humano conjurado nigrománticamente todos los poderes sobre todas las cosas; o sea, le atribuyen la omnipotencia que sólo es de Dios y de nadie más, incurriendo en una desastroza idolatría, imperdobale a los ojos de Dios:

(1) que aumente la Fe santa,
(2) que exalte la Iglesia,
(3) que le dé al Papa el mejor acierto,
(4) que los gentiles conozcan a Dios,
(5) que todos los pecadores se arrepientan,
(6) que los enfermos se sanen,
(7) que haya una refrigeradora en el purgatorio para las ánimas (¿será tan caliente como el infierno?,
(8) y que este santo sacrificio (tal vez se refiere al incruento sacrificio de la misa que por lo tanto de sacrificio no tiene nada) tenga efecto en toda la cristiandad (no sé a que se refiere con ese término; tal vez a los que siguen al papa),
(9) que alcancemos por su medio (su medio de ¿quién? es ambiguo, totalmente ambiguo) el ir a alabar a Dios en tu compañía en el cielo."

Como dijo Kepale, estamos “jodidos” los que no adoramos a María. ¿Qué hacemos, hermanos bíblicos?
 
Creo que lo más práctico es que nos olvidemos totalmente de JESUCRISTO Y su obra salvadora, y nos dediquemos a María; ella es mujer, tierna, amorosa, dulce, todopoderosa, omniciente, omnipresente, etc.
 
Si nos olvidamos de JESUCRISTO y lo remplazamos con seres humano impuros por naturaleza, aunque hayan sido santificados por El, caeremos en el pecado de ACAB Y JEZABEL. El Señor levantará sus ELIAS Y ELISEOS para luchar con denuedo la Idolatría, tanto de su pueblo como de los pueblos paganos.
 
Hoy domingo, DIA DEL SEÑOR, esto es lo
único que voy a escribir por lo menos antes de ir a adorar a mi JESUCRISTO, el único ser adorable, venerable, amable. Todos los demás son trapos de inmundicia como yo. Algunos han sido transformados en benditos del Señor, como yo. De los otros, tienen que humillarse primero y sentirse miserables, como yo. ¡Aleluya! ¡Qué lindo y puro es nuestro Dios!
 
Acabo de regresar de la iglesia. Celebramos la Cena del Señor o Eucaristía. Formamos un círculo y nos acordamos de lo que JESUCRISTO hizo en la Cruz, su cuerpo fue quebrantado y su sangre derramada. La invitación fue una invitaciód de pura gracia. Agradecimos al Señor por lo que hizo en el Calvario hace dos mil años: SU SACRIFICIO IRREPETIBLE. ¡ALELUYA!