Avivamiento matutino
1 Ts.5:23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Ro.6:19 …Ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia para santificación.
Ef.1:4-5 Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él en amor, predestinándonos para filiación por medio de Jesucristo para Sí mismo, según el beneplácito de Su voluntad.
Ap. 21:2 Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén…
La santificación es un asunto extremadamente crucial en la economía de Dios, pues es el factor que asegura el cumplimiento de la economía divina…Nosotros afirmamos que la santificación es este factor debido a que cada etapa de la economía de Dios, que tiene que ver con la obra que Él efectúa en nosotros, consiste en hacernos santos.
Si alguien es santo, debe tener la esencia santa, y la esencia santa de todo el universo es Dios mismo …La Nueva Jerusalén es llamada la ciudad santa (Ap. 21:2).Ella está edificada con oro, perlas y piedras preciosas sobre la base del oro (vs.18-21).
No obstante, hablando con propiedad, el oro no es el material con el cual se edifica. El oro es la base de la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es edificada sobre el oro. Cuando alguien edifica una casa en un terreno, el terreno no es el material con el cual se realiza la edificación. La base de la Nueva Jerusalén es de oro. La calle es de oro. Sobre la base de este oro son edificadas las puertas. También sobre la base de este oro se echan los cimientos y el muro es edificado. El oro representa a Dios en Su naturaleza divina. En todo el universo, sólo Dios es santo en cuanto a Su naturaleza. (El Espíritu con nuestro espíritu, págs. 113, 114)
Lectura para hoy
Cuando hablamos de la santificación en su sentido más elevado en el Nuevo Testamento, no hablamos de algo que simplemente pertenece a Dios, sino de algo que es Dios. En Efesios 1:4 y 5 se nos habla de ser santos para filiación. Fuimos escogidos para ser santos a fin de llegar a ser hijos de Dios. Puesto que somos hijos de Dios y nacimos de Él, no sólo le pertenecemos. Somos hijos de Dios y tenemos la esencia de Dios, Su vida y Su naturaleza.
Nuestra santificación será consumada cuando se lleve a cabo la redención de nuestro cuerpo, que es la transfiguración de nuestro cuerpo. Por tanto, la obra santificadora del Espíritu primero da por resultado nuestro arrepentimiento y continúa hasta nuestra glorificación. Entre nuestro arrepentimiento y nuestra glorificación, se encuentran la regeneración, la renovación, la transformación, la conformación y la transfiguración de nuestro cuerpo, que es la glorificación de todo nuestro ser. Éste es la línea de la santificación divina que ha de hacernos santos, y por tanto, es el factor que asegura el cumplimiento de la economía de Dios.
Algunos de nosotros estábamos en la escuela cuando alguien nos habló de Cristo. En las palabras de esta persona había un “anzuelo” escondido, y nosotros lo mordimos. Fuimos reargüidos y nos arrepentimos y creímos. Luego fuimos regenerados para continuar en la línea de la santificación divina.
Esta santificación nos “hijifica”, de manera divina, y por ende, nos convierte en hijos de Dios para que seamos iguales a Dios en Su vida y en Su naturaleza (pero no en Su Deidad),a fin de que seamos la expresión de Dios. Por consiguiente, la santificación es el proceso de la filiación divina. Según el aspecto humano, somos hijos de nuestros padres; pero según el aspecto divino, la regeneración nos ha hecho hijos de Dios. Nosotros no tenemos ni podemos tener la posición que le corresponde a Dios en Su Deidad, pero sí poseemos Su vida y Su naturaleza para poder ser la expresión de Dios. En principio, un hijo es la expresión de su padre. Dios el Padre nos santifica para hacernos hijos Suyos a fin de que seamos Su expresión. En la regeneración fuimos “hijificados”, hechos hijos de Dios, pero eso fue sólo el comienzo, el inicio. Después de ser regenerados necesitamos crecer para llegar a la madurez. Alcanzamos la madurez cuando en nuestra alma somos plenamente “hijificados”. Con el tiempo, nuestro cuerpo, que está lleno de debilidad, enfermedad, lujuria y pecaminosidad, será plenamente transfigurado, glorificado. (El Espíritu con nuestro espíritu, 115-117)
Lectura adicional: Estudio-vida de Romanos, mensaje 17;
El Espíritu con nuestro espíritu, caps. 2, 12
Witness Lee
Derechos reservados a: “Living Stream Ministry”
¡Jesús es el Señor!
1 Ts.5:23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Ro.6:19 …Ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia para santificación.
Ef.1:4-5 Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él en amor, predestinándonos para filiación por medio de Jesucristo para Sí mismo, según el beneplácito de Su voluntad.
Ap. 21:2 Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén…
La santificación es un asunto extremadamente crucial en la economía de Dios, pues es el factor que asegura el cumplimiento de la economía divina…Nosotros afirmamos que la santificación es este factor debido a que cada etapa de la economía de Dios, que tiene que ver con la obra que Él efectúa en nosotros, consiste en hacernos santos.
Si alguien es santo, debe tener la esencia santa, y la esencia santa de todo el universo es Dios mismo …La Nueva Jerusalén es llamada la ciudad santa (Ap. 21:2).Ella está edificada con oro, perlas y piedras preciosas sobre la base del oro (vs.18-21).
No obstante, hablando con propiedad, el oro no es el material con el cual se edifica. El oro es la base de la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es edificada sobre el oro. Cuando alguien edifica una casa en un terreno, el terreno no es el material con el cual se realiza la edificación. La base de la Nueva Jerusalén es de oro. La calle es de oro. Sobre la base de este oro son edificadas las puertas. También sobre la base de este oro se echan los cimientos y el muro es edificado. El oro representa a Dios en Su naturaleza divina. En todo el universo, sólo Dios es santo en cuanto a Su naturaleza. (El Espíritu con nuestro espíritu, págs. 113, 114)
Lectura para hoy
Cuando hablamos de la santificación en su sentido más elevado en el Nuevo Testamento, no hablamos de algo que simplemente pertenece a Dios, sino de algo que es Dios. En Efesios 1:4 y 5 se nos habla de ser santos para filiación. Fuimos escogidos para ser santos a fin de llegar a ser hijos de Dios. Puesto que somos hijos de Dios y nacimos de Él, no sólo le pertenecemos. Somos hijos de Dios y tenemos la esencia de Dios, Su vida y Su naturaleza.
Nuestra santificación será consumada cuando se lleve a cabo la redención de nuestro cuerpo, que es la transfiguración de nuestro cuerpo. Por tanto, la obra santificadora del Espíritu primero da por resultado nuestro arrepentimiento y continúa hasta nuestra glorificación. Entre nuestro arrepentimiento y nuestra glorificación, se encuentran la regeneración, la renovación, la transformación, la conformación y la transfiguración de nuestro cuerpo, que es la glorificación de todo nuestro ser. Éste es la línea de la santificación divina que ha de hacernos santos, y por tanto, es el factor que asegura el cumplimiento de la economía de Dios.
Algunos de nosotros estábamos en la escuela cuando alguien nos habló de Cristo. En las palabras de esta persona había un “anzuelo” escondido, y nosotros lo mordimos. Fuimos reargüidos y nos arrepentimos y creímos. Luego fuimos regenerados para continuar en la línea de la santificación divina.
Esta santificación nos “hijifica”, de manera divina, y por ende, nos convierte en hijos de Dios para que seamos iguales a Dios en Su vida y en Su naturaleza (pero no en Su Deidad),a fin de que seamos la expresión de Dios. Por consiguiente, la santificación es el proceso de la filiación divina. Según el aspecto humano, somos hijos de nuestros padres; pero según el aspecto divino, la regeneración nos ha hecho hijos de Dios. Nosotros no tenemos ni podemos tener la posición que le corresponde a Dios en Su Deidad, pero sí poseemos Su vida y Su naturaleza para poder ser la expresión de Dios. En principio, un hijo es la expresión de su padre. Dios el Padre nos santifica para hacernos hijos Suyos a fin de que seamos Su expresión. En la regeneración fuimos “hijificados”, hechos hijos de Dios, pero eso fue sólo el comienzo, el inicio. Después de ser regenerados necesitamos crecer para llegar a la madurez. Alcanzamos la madurez cuando en nuestra alma somos plenamente “hijificados”. Con el tiempo, nuestro cuerpo, que está lleno de debilidad, enfermedad, lujuria y pecaminosidad, será plenamente transfigurado, glorificado. (El Espíritu con nuestro espíritu, 115-117)
Lectura adicional: Estudio-vida de Romanos, mensaje 17;
El Espíritu con nuestro espíritu, caps. 2, 12
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¡Jesús es el Señor!