ARZOBISPO MILINGO,
¡No le da vergüenza!
La Iglesia Católica reconoce que la prohibición de casarse a los eclesiásticos es exclusivamente una norma disciplinaria. No es ningún dogma. Un hombre en Roma, el Papa, tiene la competencia para en cada momento, cuando el quiera, anular esta ley. Según la propia doctrina esto no es, pues, una ordenanza de Dios, sino un "mandamiento de hombres". Pero, entonces, ¿cómo puede el Papa llamarse vicario de Cristo, si Jesús Mismo ha reaccionado tan enérgicamente contra los mandamientos con los que se carga y se subyuga a los hombres? Y que esta norma es una carga pesada, lo pone de manifiesto los muchos casos de sacerdotes que rompen con su promesa del celibato. ¿Cómo pueden vivir tranquilos los líderes eclesiásticos, después que hayan podido escuchar de Jesús el "Ay de vosotros hipócritas..." en Mateo 23, sobre todo el verso 4, donde Jesús les reprocha: "Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres"?
Espero que los líderes eclesiásticos no se enojen al plantearles tales preguntas. Quiero concentrarme en esas preguntas en referencia al caso reciente que con gran interés ha sido presentado por la prensa mundial y por la televisión.
El caso: Arzobispo Milingo
El arzobispo Milingo en una larga carta abierta había acusado a la Iglesia Católica. En ella compara el celibato obligatorio con un apéndice. Cuando se pudre y pone en peligro todo el cuerpo, y es un peligro para la vida de la gente, se tiene que operar y quitar. Así, según él, también se ha de plantear el celibato. Eso pone en peligro actualmente la vida de la misma iglesia. Pero los líderes eclesiásticos no lo quieren reconocer e intentan ocultar todos los casos y las estadísticas sobre las violaciones del celibato. Esas son, según él, las consecuencias detestables de esa carga que el Papa sigue poniendo sobre los hombros de los sacerdotes: "relaciones sexuales a hurtadillas, hijos ilegítimos, frecuentes relaciones homosexuales entre compañeros, pedofilia, violación de monjas, sobre todo en África, etc." "La iglesia quiere abandonar el cuerpo para poder mantener el putrefacto apéndice, y con ello la posición de poder de los altos cargos eclesiásticos". Así de duro fue su lenguaje.
Y Milingo añadió a esas firmes palabras la valiente actitud. Se casó con la coreana María Sung. Pero lo que en él me parece muy mal es que haya celebrado este matrimonio como protesta contra el celibato obligatorio. Quiero suponer que él, por lo que al celibato se refiere, dice la verdad, ya que él tiene 71.
Pero de esa declaración también se desprende que todavía estaba coartado por una actitud machista, el contemplar a la mujer como un objeto, acorde con la formación que había recibido en el seminario. Evidentemente él no se había percatado de que uno no puede humillar más a una mujer que cuando su marido hace notorio a todo el mundo que él sólo se había casado con ella como protesta por una ley, sin más compromiso.
Y por qué él tuvo que dar a conocer a todo el mundo que su matrimonio era un "matrimonium consummatum"=este termino en la moral de la iglesia católica significa que el hombre y la mujer han tenido relaciones sexuales. ¿No ha tenido, pues, intuición alguna hacia los sentimientos de una mujer? ¿No ha tenido un momento de reflexión antes de contar sus intimidades con esa mujer ante los millones de televidentes que se sonreirían maliciosamente? ¿Y cómo se ha podido sentir ella como mujer?
Carta conmin atoria desde Roma
Roma conminó a Milingo a proceder al divorcio antes del 20 de agosto del 2001. Si se niega a ello, entonces sería excomulgado. Eso significa según Mat. 18:17 que de ahora en adelante debía de ser considerado "como un gentil". Piense por un momento: alguien porque ha contraído un matrimonio civil que él no quiere disolver, debe de ser considerado como un gentil. ¡La trasgresión a un "mandamiento de hombres" se castiga con la muerte eterna!
Y Milingo ante ese puño cerrado de Roma se retorció de angustia. Él tuvo una entrevista con el Papa y a renglón seguido repudió a su mujer. Ella se declaró en huelga de hambre para forzarle a él a sostener una charla con ella, antes de arrojarla para siempre al contenedor de la basura.
Milingo afirma que ha llegado a esa separación porque a pesar de todo sigue amando a la Iglesia Romana. ¿Pero ama realmente a su iglesia? El verdadero amor dice la verdad, incluso contra el amado. No se basa en la iniquidad que se comete. Es contrario a todo falso compromiso. Los amigos se dicen a la cara la verdad, a veces duramente. En amor, sí, pero a pesar de ello la verdad.
Eso lo hacía también Jesús. Él llamó a los apóstoles "Sus amigos" (Jn. 15:15). Y sin embargo Él les hizo ver esta amarga realidad: "He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo" (Jn. 16:32). Y: "Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces" (Lc. 22:34). Por eso:
Milingo, ¡avergüéncese!
Y eso porque ha tratado a una mujer como un vulgar objeto. Usted la ha disparado como una bala de cañón contra el Vaticano para restregar a la cura por las narices su inamovilidad sobre la ley del celibato obligatorio. Avergüéncese de este desprecio a su esposa, de esta terrible injuria a la mujer. Lea por un momento el Cantar de los Cantares e intente canturrear un poco con ese novio la hermosa canción a la belleza, la excelsitud de su novia.
Usted es un cobarde. Ya que apenas había abandonado su proyectil el curso de su artillaría y explotado en Roma y desde allí le devolvieron el fuego cruzado, y salió con el rabo entre las piernas. Después del primer disparo se rindió totalmente.
Usted es un mal educado. Porque usted ha contado a todo el mundo lo que había hablado con su esposa en su alcoba. Pero después de eso usted la ha dejado en un rincón. La ha tratado como un artículo desechable, como a una fulana.
Milingo, ha tomado por un momento una esposa y después de la primera amenaza de los hombres de Roma la arrojó al cubo de la basura. Usted tiene que avergonzarse profundamente. Y a pesar de todo, estimado amigo Milingo, tú me das pena. En primer lugar debo salir en defensa de la víctima que has causado. Pero tú mismo eres también una víctima, una víctima del adoctrinamiento con el que has crecido y que sobre todo durante el tiempo de tu formación sacerdotal has recibido con toda intensidad.
Me puedo imaginar que a tu edad ya no te has podido librarte de eso. Sólo sería posible si conocieses a Jesús como tu único y perfecto Salvador. Entonces con Su poder podrías salir de la ciénaga de miedo que tu iglesia siempre te ha hecho creer, miedos que siempre de nuevo te hacen volver al seno de tu iglesia.
Yo mismo tengo 85 años. Pero Cristo me ha librado de todos los temores, también del miedo al puño amenazante de Roma ante el cual desde mi más tierna infancia me estremecía.
Milingo, tú nuevamente te has entregado al padrecito, Papa. ¿Piensas realmente que esto es lo que quiere Jesús? ¿No sabes lo que está escrito de Él? ¿Cuál fue su actitud con la gente? "Jesús Mismo no se fiaba de ellos (...), pues el sabía lo que había en el hombre" (Jn. 2:24,25). Conoces el proverbio romano: Homo homini lupus= el hombre es un lobo para el hombre.
Por otra parte sabes también lo que Jesús ha dicho del lobo. "Yo soy el buen pastor. El buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa" (Jn. 10:11,12).
Jesús se mostró totalmente misericordioso. Incluso no rechazó a la mujer adúltera. Él le dijo: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más" (Jn. 8:11). Pero tú repudiaste a tu esposa legal. Sería bueno que leyeses la respuesta que da Jesús a la pregunta de los fariseos: "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier cosa?" Les señala la institución del matrimonio por Dios Mismo: "Los dos serán una sola carne" (Gn. 2:24). Jesús añade: "Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre". Léase Mat. 19:1-12. Aunque te lo pida el mismo Papa, como en tu caso.
Quizá tú ahora me des la respuesta tradicional de la iglesia romana: "Pero Jesús ha dado a Pedro y a los papas de Roma el poder de hablar infalible cuando un matrimonio es válido o no". Amigo Milingo, ¿dónde se encuentra eso? En ninguna parte de la Biblia lo he podido encontrar. En cambio Pablo escribe: "Sométase toda persona a las autoridades", luego también el Papa (Rom. 13:1-12). ¿No sería mejor que el Papa diera ejemplo de sumisión a las autoridades civiles, sobre todo en estos tiempos de anarquía?
Amigo Milingo, déjate liberar por Cristo (Jn. 8:36), como Él me ha liberado a mí. Te lo deseo de corazón y oro por ti. Sólo Jesús puede y quiere dar el verdadero reposo, sólo en Él está el reposo.
H. J. Hegger
http://www.epos.nl/ecr/
¡No le da vergüenza!
La Iglesia Católica reconoce que la prohibición de casarse a los eclesiásticos es exclusivamente una norma disciplinaria. No es ningún dogma. Un hombre en Roma, el Papa, tiene la competencia para en cada momento, cuando el quiera, anular esta ley. Según la propia doctrina esto no es, pues, una ordenanza de Dios, sino un "mandamiento de hombres". Pero, entonces, ¿cómo puede el Papa llamarse vicario de Cristo, si Jesús Mismo ha reaccionado tan enérgicamente contra los mandamientos con los que se carga y se subyuga a los hombres? Y que esta norma es una carga pesada, lo pone de manifiesto los muchos casos de sacerdotes que rompen con su promesa del celibato. ¿Cómo pueden vivir tranquilos los líderes eclesiásticos, después que hayan podido escuchar de Jesús el "Ay de vosotros hipócritas..." en Mateo 23, sobre todo el verso 4, donde Jesús les reprocha: "Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres"?
Espero que los líderes eclesiásticos no se enojen al plantearles tales preguntas. Quiero concentrarme en esas preguntas en referencia al caso reciente que con gran interés ha sido presentado por la prensa mundial y por la televisión.
El caso: Arzobispo Milingo
El arzobispo Milingo en una larga carta abierta había acusado a la Iglesia Católica. En ella compara el celibato obligatorio con un apéndice. Cuando se pudre y pone en peligro todo el cuerpo, y es un peligro para la vida de la gente, se tiene que operar y quitar. Así, según él, también se ha de plantear el celibato. Eso pone en peligro actualmente la vida de la misma iglesia. Pero los líderes eclesiásticos no lo quieren reconocer e intentan ocultar todos los casos y las estadísticas sobre las violaciones del celibato. Esas son, según él, las consecuencias detestables de esa carga que el Papa sigue poniendo sobre los hombros de los sacerdotes: "relaciones sexuales a hurtadillas, hijos ilegítimos, frecuentes relaciones homosexuales entre compañeros, pedofilia, violación de monjas, sobre todo en África, etc." "La iglesia quiere abandonar el cuerpo para poder mantener el putrefacto apéndice, y con ello la posición de poder de los altos cargos eclesiásticos". Así de duro fue su lenguaje.
Y Milingo añadió a esas firmes palabras la valiente actitud. Se casó con la coreana María Sung. Pero lo que en él me parece muy mal es que haya celebrado este matrimonio como protesta contra el celibato obligatorio. Quiero suponer que él, por lo que al celibato se refiere, dice la verdad, ya que él tiene 71.
Pero de esa declaración también se desprende que todavía estaba coartado por una actitud machista, el contemplar a la mujer como un objeto, acorde con la formación que había recibido en el seminario. Evidentemente él no se había percatado de que uno no puede humillar más a una mujer que cuando su marido hace notorio a todo el mundo que él sólo se había casado con ella como protesta por una ley, sin más compromiso.
Y por qué él tuvo que dar a conocer a todo el mundo que su matrimonio era un "matrimonium consummatum"=este termino en la moral de la iglesia católica significa que el hombre y la mujer han tenido relaciones sexuales. ¿No ha tenido, pues, intuición alguna hacia los sentimientos de una mujer? ¿No ha tenido un momento de reflexión antes de contar sus intimidades con esa mujer ante los millones de televidentes que se sonreirían maliciosamente? ¿Y cómo se ha podido sentir ella como mujer?
Carta conmin atoria desde Roma
Roma conminó a Milingo a proceder al divorcio antes del 20 de agosto del 2001. Si se niega a ello, entonces sería excomulgado. Eso significa según Mat. 18:17 que de ahora en adelante debía de ser considerado "como un gentil". Piense por un momento: alguien porque ha contraído un matrimonio civil que él no quiere disolver, debe de ser considerado como un gentil. ¡La trasgresión a un "mandamiento de hombres" se castiga con la muerte eterna!
Y Milingo ante ese puño cerrado de Roma se retorció de angustia. Él tuvo una entrevista con el Papa y a renglón seguido repudió a su mujer. Ella se declaró en huelga de hambre para forzarle a él a sostener una charla con ella, antes de arrojarla para siempre al contenedor de la basura.
Milingo afirma que ha llegado a esa separación porque a pesar de todo sigue amando a la Iglesia Romana. ¿Pero ama realmente a su iglesia? El verdadero amor dice la verdad, incluso contra el amado. No se basa en la iniquidad que se comete. Es contrario a todo falso compromiso. Los amigos se dicen a la cara la verdad, a veces duramente. En amor, sí, pero a pesar de ello la verdad.
Eso lo hacía también Jesús. Él llamó a los apóstoles "Sus amigos" (Jn. 15:15). Y sin embargo Él les hizo ver esta amarga realidad: "He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo" (Jn. 16:32). Y: "Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces" (Lc. 22:34). Por eso:
Milingo, ¡avergüéncese!
Y eso porque ha tratado a una mujer como un vulgar objeto. Usted la ha disparado como una bala de cañón contra el Vaticano para restregar a la cura por las narices su inamovilidad sobre la ley del celibato obligatorio. Avergüéncese de este desprecio a su esposa, de esta terrible injuria a la mujer. Lea por un momento el Cantar de los Cantares e intente canturrear un poco con ese novio la hermosa canción a la belleza, la excelsitud de su novia.
Usted es un cobarde. Ya que apenas había abandonado su proyectil el curso de su artillaría y explotado en Roma y desde allí le devolvieron el fuego cruzado, y salió con el rabo entre las piernas. Después del primer disparo se rindió totalmente.
Usted es un mal educado. Porque usted ha contado a todo el mundo lo que había hablado con su esposa en su alcoba. Pero después de eso usted la ha dejado en un rincón. La ha tratado como un artículo desechable, como a una fulana.
Milingo, ha tomado por un momento una esposa y después de la primera amenaza de los hombres de Roma la arrojó al cubo de la basura. Usted tiene que avergonzarse profundamente. Y a pesar de todo, estimado amigo Milingo, tú me das pena. En primer lugar debo salir en defensa de la víctima que has causado. Pero tú mismo eres también una víctima, una víctima del adoctrinamiento con el que has crecido y que sobre todo durante el tiempo de tu formación sacerdotal has recibido con toda intensidad.
Me puedo imaginar que a tu edad ya no te has podido librarte de eso. Sólo sería posible si conocieses a Jesús como tu único y perfecto Salvador. Entonces con Su poder podrías salir de la ciénaga de miedo que tu iglesia siempre te ha hecho creer, miedos que siempre de nuevo te hacen volver al seno de tu iglesia.
Yo mismo tengo 85 años. Pero Cristo me ha librado de todos los temores, también del miedo al puño amenazante de Roma ante el cual desde mi más tierna infancia me estremecía.
Milingo, tú nuevamente te has entregado al padrecito, Papa. ¿Piensas realmente que esto es lo que quiere Jesús? ¿No sabes lo que está escrito de Él? ¿Cuál fue su actitud con la gente? "Jesús Mismo no se fiaba de ellos (...), pues el sabía lo que había en el hombre" (Jn. 2:24,25). Conoces el proverbio romano: Homo homini lupus= el hombre es un lobo para el hombre.
Por otra parte sabes también lo que Jesús ha dicho del lobo. "Yo soy el buen pastor. El buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa" (Jn. 10:11,12).
Jesús se mostró totalmente misericordioso. Incluso no rechazó a la mujer adúltera. Él le dijo: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más" (Jn. 8:11). Pero tú repudiaste a tu esposa legal. Sería bueno que leyeses la respuesta que da Jesús a la pregunta de los fariseos: "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier cosa?" Les señala la institución del matrimonio por Dios Mismo: "Los dos serán una sola carne" (Gn. 2:24). Jesús añade: "Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre". Léase Mat. 19:1-12. Aunque te lo pida el mismo Papa, como en tu caso.
Quizá tú ahora me des la respuesta tradicional de la iglesia romana: "Pero Jesús ha dado a Pedro y a los papas de Roma el poder de hablar infalible cuando un matrimonio es válido o no". Amigo Milingo, ¿dónde se encuentra eso? En ninguna parte de la Biblia lo he podido encontrar. En cambio Pablo escribe: "Sométase toda persona a las autoridades", luego también el Papa (Rom. 13:1-12). ¿No sería mejor que el Papa diera ejemplo de sumisión a las autoridades civiles, sobre todo en estos tiempos de anarquía?
Amigo Milingo, déjate liberar por Cristo (Jn. 8:36), como Él me ha liberado a mí. Te lo deseo de corazón y oro por ti. Sólo Jesús puede y quiere dar el verdadero reposo, sólo en Él está el reposo.
H. J. Hegger
http://www.epos.nl/ecr/
