Árbol de la Vida
Yo soy la Vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de Mí nada podéis hacer. (Juan 15:5)
A r m a s P o d e r o s a s
Conversando con el Lector
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (2Corintios 10:3-5).
Entre otras cosas, estos versículos revelan que Satanás es un perito en construir verdaderas fortalezas en nuestra mente y en nuestro corazón para que nos revelemos contra Dios. Pero, gracias al Señor que nos ha mostrado como destruir esas fortalezas usando armas espirituales.
Lamentablemente, muchas veces, cooperamos con el enemigo de Dios en la edificación de esas fortalezas. En la medida en que caemos en nosotros mismos y razonamos acerca de las orientaciones que Dios nos ha dado en nuestra vida cristiana, en la vida de la iglesia, estamos aportando materiales de construcción para que Satanás ejecute esa obra maligna. Hablando espiritualmente, ¿Cuántas camionadas de piedras, de arena, de ladrillos, bolsas de cemento, e incluso de hierro, le hemos proporcionado continuamente?
Hemos observado que una persona cuanto más tiempo tiene en la vida cristiana y más conocimiento de la Palabra, cuando se revela contra Dios, más pesados son los materiales que ella dona para que Satanás construya sus fortalezas en la mente de la persona. ¡Esto es un hecho!
Ahora, todos nosotros, quienes amamos al Señor, Su Palabra, la vida normal de la iglesia, nos levantamos para hacer uso de las armas espirituales a fin de destruir esas fortalezas que posiblemente han sido edificadas en nosotros a lo largo del tiempo. En verdad, ese es un trabajo que debe hacerse permanentemente, hasta el regreso del Señor, porque el enemigo no se detiene.
¿Qué armas son éstas? A la luz de las epístolas de Pablo a los corintios, a quienes les fueron dirigidas esas palabras, vemos que como ministros del nuevo pacto, necesitamos ejercer nuestro ministerio en tres aspectos: Profetizar (hablar por el Señor para suministrar vida a los demás), servir a los santos en la vida normal de la iglesia y ofrendar riquezas materiales. Estas son tres poderosas “dinamitas” capaces de explotar toda y cualquier fortaleza de Satanás en nuestra vida.
En lugar de quedarnos pensando negativamente, argumentando, razonando, discutiendo con Dios y con los hermanos en la iglesia, avancemos positivamente, ejerciendo el ministerio al cual fuimos llamados. Ese ministerio tiene como meta la edificación de la iglesia y, sin duda, su ejecución apresurará el regreso del Señor Jesús.
Deseamos que durante la lectura de este mensaje, toda rebeldía, indiferencia, frialdad, altivez, que tal vez estén ocupando nuestra mente, sean totalmente destruidas y su pensamiento sea llevado cautivo a la obediencia de Cristo.
¡Jesús es el Señor!
Articulo publicado por: Periodico “Árbol de la Vida” de Editora Árbore da Vida
Yo soy la Vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de Mí nada podéis hacer. (Juan 15:5)
A r m a s P o d e r o s a s
Conversando con el Lector
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (2Corintios 10:3-5).
Entre otras cosas, estos versículos revelan que Satanás es un perito en construir verdaderas fortalezas en nuestra mente y en nuestro corazón para que nos revelemos contra Dios. Pero, gracias al Señor que nos ha mostrado como destruir esas fortalezas usando armas espirituales.
Lamentablemente, muchas veces, cooperamos con el enemigo de Dios en la edificación de esas fortalezas. En la medida en que caemos en nosotros mismos y razonamos acerca de las orientaciones que Dios nos ha dado en nuestra vida cristiana, en la vida de la iglesia, estamos aportando materiales de construcción para que Satanás ejecute esa obra maligna. Hablando espiritualmente, ¿Cuántas camionadas de piedras, de arena, de ladrillos, bolsas de cemento, e incluso de hierro, le hemos proporcionado continuamente?
Hemos observado que una persona cuanto más tiempo tiene en la vida cristiana y más conocimiento de la Palabra, cuando se revela contra Dios, más pesados son los materiales que ella dona para que Satanás construya sus fortalezas en la mente de la persona. ¡Esto es un hecho!
Ahora, todos nosotros, quienes amamos al Señor, Su Palabra, la vida normal de la iglesia, nos levantamos para hacer uso de las armas espirituales a fin de destruir esas fortalezas que posiblemente han sido edificadas en nosotros a lo largo del tiempo. En verdad, ese es un trabajo que debe hacerse permanentemente, hasta el regreso del Señor, porque el enemigo no se detiene.
¿Qué armas son éstas? A la luz de las epístolas de Pablo a los corintios, a quienes les fueron dirigidas esas palabras, vemos que como ministros del nuevo pacto, necesitamos ejercer nuestro ministerio en tres aspectos: Profetizar (hablar por el Señor para suministrar vida a los demás), servir a los santos en la vida normal de la iglesia y ofrendar riquezas materiales. Estas son tres poderosas “dinamitas” capaces de explotar toda y cualquier fortaleza de Satanás en nuestra vida.
En lugar de quedarnos pensando negativamente, argumentando, razonando, discutiendo con Dios y con los hermanos en la iglesia, avancemos positivamente, ejerciendo el ministerio al cual fuimos llamados. Ese ministerio tiene como meta la edificación de la iglesia y, sin duda, su ejecución apresurará el regreso del Señor Jesús.
Deseamos que durante la lectura de este mensaje, toda rebeldía, indiferencia, frialdad, altivez, que tal vez estén ocupando nuestra mente, sean totalmente destruidas y su pensamiento sea llevado cautivo a la obediencia de Cristo.
¡Jesús es el Señor!
Articulo publicado por: Periodico “Árbol de la Vida” de Editora Árbore da Vida