Árbol de Otoño (la cumbia prohibida)

7 Julio 2015
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Árbol de Otoño
(la cumbia prohibida)


“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito,
pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.”

1 Corintios. 10:23 y 24

¿Puedo darle mi alabanza a Dios
en base a los ritmos y el acento
de la cumbia tropical en estos días?

La respuesta es no,
que tal cosa no es posible.

Aclarando,
que la intención en ningún momento
fue negar el debido uso de los distintos
instrumentos musicales que intervienen
en su composición y melodía.
O por la voz de quien adorando canta
(a sabiendas que la voz es instrumento)

Decimos que no,
por los movimientos corporales
del danzante que a veces despiertan
menudas fuerzas espirituales contrarias.

La cumbia tiene un origen animista
proveniente de aquellas razas africanas
que hacían sonar en los trópicos sus bongos,

y que después pasaron al nuevo continente
embarcados por el tráfico de esclavos
en el golfo de México y el caribe antillano
y cuyo culto de rezos, fetiches y bailes
se emplean hoy para ritos paganos
en la nación haitiana, por ejemplo.

aire caliente al interior

del furioso remolino
bailarín,
centro de gravedad
abierta polaridad,
a extrañas doctrinas

y dioses ajenos

Y así,
el ministerio o los ministros
sensualizados,
que toquen y difundan cumbias
aparte de reportarse con una
conciencia cauterizada, lo dicho
en 1 Timoteo 1:2 y 3,
están como los árboles otoñales;
sin fruto y porque son estériles:

“… los lugares altos de Avén serán destruidos, el pecado de Israel;

crecerá sobre sus altares espino y cardo. Y dirán a los montes:
Cubridnos; y a los collados: Caed sobre nosotros.”
Oseas. 10:8

Imposible les ha de resultar,
realizar alguna clase de milagro.

Entonces David respondió a Mical:

Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa,
para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová.
Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos;
pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado.

Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte.”
2 Samuel. 6:21, 22 y 23