Arabia Saudí prohíbe que sus 900.000 católicos recen en casa, tengan biblias y hablen

2 Febrero 2001
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Extraído de La Razón.

Arabia Saudí prohíbe que sus 900.000 católicos recen en casa, tengan biblias y hablen de Cristo

La ley saudí impide cualquier práctica religiosa distinta al Islam Cualquier persona que entre en el país habrá de soportar que policías le retiren imágenes, medallas o textos religiosos, Nuevo Testamento incluido

José Antonio Ullate - Pamplona.-

Arabia Saudí es el corazón del Islam pero, aunque los autoridades locales no quieren reconocerlo, no es un corazón cien por cien mahometano. La población del país es de 21,6 millones de habitantes, casi el 94 por ciento de ellos son musulmanes. Del resto, el mayor grupo lo forman los cristianos: un 3,7 por ciento, 900.000 de ellos son católicos. Las cárceles de Sharafia, de Ruias o de Malaz "hospedan" durante meses a centenares de cristianos por el sólo hecho de practicar una religión que no sea el Islam. Hacinados, en condiciones inhumanas, los inquilinos de los penales saudíes ocupan celdas sin ventilación en las que el calor del desierto alcanza temperaturas de hasta los 50° centígrados y en las que los guardianes usan habitualmente métodos que en Occidente reciben el nombre de tortura.

No pueden rezar

La comunidad cristiana en Arabia Saudí está constituida sobre todo por ciudadanos extranjeros que han emigrado buscando trabajo, la mayoría de ellos filipinos. Los cristianos no pueden reunirse para rezar ni siquiera en casas privadas, está prohibido poseer Biblias y el proselitismo religioso está castigado con la muerte. Los trabajadores extranjeros residentes en Arabia Saudí son cerca de 6 millones. Ya en 1998, una redada de la Policía saudí arrestó a numerosos trabajadores filipinos acusados de "poseer Biblias".

La ley saudí prohíbe absolutamente cualquier práctica religiosa distinta del Islam. Cualquier persona que desee entrar en el país tendrá que soportar que policías locales le inspeccionen y retiren todo tipo de signos, imágenes, medallas o por supuesto textos religiosos. Hasta las carteras son revisadas y ni siquiera una estampa de la Virgen es aceptable para una Policía que sigue fielmente las prescripciones de la secta wahabita dentro del Islam. Los fieles cristianos deben estar siempre en guardia al comunicar la fecha y lugar de sus reuniones.

Las autoridades religiosas locales explican que la prohibición de los demás cultos en Arabia obedece a que la "sacralidad de los lugares santos de La Meca y de Medina se ha extendido a todo el territorio". católicos. En la práctica, la acusación de profesar el credo cristiano se usa con frecuencia como excusa para eliminar a quienes se oponen al gobierno.

En principio, cualquier persona que infrinja esta normativa puede ser acusada de apostasía o de proselitismo y ser condenada incluso a muerte. La "mutawa" (policía religiosa) se encarga con su persuasiva omnipresencia del cumplimiento espontáneo de la ley. Numerosos cristianos residentes en Arabia Saudí han declarado que han sufrido fuertes presiones para que apostataran y abrazaran el Islam. Incluso existen recompensas monetarias (un aliciente espiritual para el celo religioso) para los delatores de cristianos o de sus locales clandestinos.

En la cárcel por Cristo

Recientemente, el católico Ernesto Miranda, fue arrestado por la "mutawa". Todavía continúa en la prisión de Malaz, en Rijadh. Y durante su estancia carcelaria ha sido forzado a abjurar del catolicismo y a abrazar el Islam (catequizado mediante confinamiento solitario y palizas). Otros cristianos han declarado que mientras estaban en prisión se les amenazaba con terribles palizas si no se convertían. Además, si después de salir de la cárcel estos conversos forzados intentan regresar a sus prácticas cristianas son acusados de apostasía del Islam y automáticamente cualquiera puede causarles la muerte.

La ola más reciente de arrestos de cristianos ha sucedido en la ciudad de Jeddah, un lugar que, hasta hace poco pasaba por ser un poco más permisivo hacia los cristianos que el resto del emirato. La noche del 18 de julio seis policías y un "muttawa" registraron la casa de Prabhu Isaac. Tanto él como su mujer, Socilia, son dos indios que llevan 17 años trabajando en un hospital local. Cuando los policías entraron en la casa de Isaac, inmediatamente lo separaron de su esposa y durante tres horas y media los interrogaron en diferentes habitaciones. Después confiscaron su ordenador, varios libros incluidas biblias y todos los vídeos y cintas de casete. Prabhu fue conducido a la cárcel de Sharafia, donde sufrió tortura psicológica hasta que dio el nombre de otros cristianos.
 
Un país en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU

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Extraído de La Razón.

Un país en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU

Según fuentes eclesiásticas consultadas por LA RAZÓN, consideran que «es un sarcasmo consentido por la comunidad internacional que Arabia Saudí sea miembro de la comisión de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Dentro de esa representación macabra, las autoridades del reino wahabita no se sonrojan al decir que en su país musulmanes y no musulmanes disfrutan de la misma libertad de religión. Mientras, numerosos cristianos son detenidos, interrogados, torturados y deportados, dejando a sus familias sin medios de subsistencia y obligándoles en la mayoría de los casos a un destierro forzoso». «Esta extraña interpretación de los derechos humanos, se parece demasiado a la ley del embudo», han manifestado estas mismas fuentes. Y es que la «mutawa» (policía religiosa de la moralidad) atenaza a los cristianos con mano de hierro mientras numerosas fundaciones saudíes encaminan millones de petrodólares hacia la propagación del Islam en todo el mundo. Los cristianos no pueden rezar en público en Arabia Saudí e incluso la oración privada es un riesgo considerable, pero en cualquier país occidental las autoridades políticas y religiosas garantizan con escrúpulo que la más pequeña de las comunidades musulmanas tenga su lugar de culto público.

Reciprocidad

El Papa ha pedido con fuerza, y en muchas ocasiones, que haya una verdadera reciprocidad entre los países católicos que permiten el culto musulman, y estos, que niegan la práctica del cristianismo.