Parece fácil. Sin embargo no siempre se tiene una respuesta adecuada cuando alguien te hace cualquier pregunta. Y si esta pregunta es “¿Qué es orar? la respuesta no siempre es acertada.
Tal vez lo más sencillo que se podría responder es que orar es uno de los modos de relacionarse con Dios estableciendo un encuentro que se realiza mediante la fe.
Para los cristianos nuestra asignatura pendiente, sería descubrir la belleza de la liturgia en este mundo sencillo y gratificante como es el de la oración.
Habría que llevar una vida de oración normal, pero la mayoría nos hemos estancado en una oración que se conforma con repetir fórmulas aprendidas, sin darnos cuenta que lo importante a la hora de orar es establecer un contacto directo con Dios y saber estar a solas con Quien nos ama. Algo que de por sí, es terriblemente sencillo.
Es evidente, que no es fácil orar a menudo porque nos movemos sobre lo superficial y Dios anda sobre lo profundo. Porque vivimos una vida que apenas permite sosiego y la oración requiere concentración y tranquilidad para tener una perfecta relación con el Señor.
Por ello, es cierto que para orar no es necesario decir muchas cosas a Dios ni esperar sentimientos emocionales. Como en nuestra relación con los amigos, se trata simplemente de reflexionar, escuchar y hacer silencios acomodados en una fidelidad ilimitada aunque a veces no encontremos respuestas inmediatas.
Francisco de Asís que siempre se le ha identificado como el amante de los animales, como cantor de la naturaleza y como pacificador del “hermano lobo”, no podemos olvidar que siempre fue un gran orante.
Nos dejó muchos escritos y gran parte de ellos son oraciones que constituían el centro de la vida de este místico que para prolongar su encuentro, para entenderlo mejor saborearlo y cantarlo, fue tocado por Dios.
Y así de este modo, con frecuencia comentaba que orar es aprender a relacionarse y a conversar con el Amigo que nos ama. Ese Amigo a quien acudimos con frecuencia porque con su compañía nos sentimos bien, contándole nuestros proyectos y nuestras preocupaciones teniendo la seguridad de que Él siempre nos escucha.
Así las cosas, yo pienso que quizás lo que nos falta en este tema de la oración, es poner todo nuestro corazón en ello buscando con sencillez la relación y el encuentro con Jesús, con el convencimiento de que con ella, nos acercamos más a Dios y nos adentra a una vida más viva y más santificada.