Apostolitis

7 Enero 2004
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Saludos:

Quisiera saber sus opiniones acerca de un extraño acontecimiento mundial en el ambiente evangelico. Ahora resulta que todos quieren (buen, dicen que los llamaron) ser apostoles. Al menos en mi ciudad que es pequeña hay como unos 7 y hasta hay el apostol de la ciudad (algo asi como apostol de los apostoles). Y son de distintas denominaciones pero con el ya tan común barnniz carismático. ¿Acaso es una nueva categoría?, ¿Habrán seminarios para apostoles?.

Me gustaría saber sus opiniones. ¿Es válido el ministerio de apostolado hoy?

Bendiciones
 
Re: Apostolitis

Bendiciones hermano Esteban, y a todos.

Creo que no, y por falta de tiempo aporto lo siguiente:

APOSTOL
Requisitos
Resulta evidente que el requisito esencial de un apóstol es el llamamiento divino, la comisión dada por Cristo. En el caso de los Doce, esta les fue encargada durante su ministerio terrenal. Pero no es menos evidente este sentido de la comisión divina en el caso de Matías: Dios ya ha elegido al apóstol (Hch. 1.24), aun cuando todavía no se conoce su elección. No se menciona ningún acto de imposición de manos. Se supone que el apóstol será alguien que haya sido discípulo de Jesús desde la época del bautismo de Juan (el “principio del evangelio” ) hasta la ascensión. Sera alguien que tenga conocimiento del curso completo que siguieron el ministerio y la obra de Jesús (Hch. 1.21–22). Y, naturalmente, debe ser específicamente testigo de la resurrección.
Pablo insiste igualmente en que fue comisionado directamente por Cristo (Ro. 1.1; 1 Co. 1.1; Gá. 1.1, 15ss). De ningún modo deriva su autoridad de los otros apóstoles; al igual que Matías, fue aceptado por ellos, no nombrado por ellos. No llenaba las condiciones de Hch. 1.21s, pero la experiencia en el camino a Damasco fue resultado de una de las apariciones vinculadas con la resurrección (cf. 1 Co. 15.8), y por ello podía afirmar que había “visto al Señor (1 Co. 9.1); por lo tanto era testigo de la resurrección. Tenía conciencia de que su pasado –como enemigo y perseguidor más bien que como discípulo– era diferente del de los otros apóstoles, pero se cuenta a sí mismo como uno de ellos y los relaciona con su propio evangelio (1 Co. 15.8–11).

El número de apóstoles
“Los Doce” es la designación normal de los apóstoles en los evangelios, y Pablo lo utiliza en 1 Co. 15.5. El acierto del simbolismo es evidente, y reaparece en lugares tales como Ap. 21.14. El episodio de Matías está relacionado con la necesidad de rehacer el número de los Doce. Pero también resulta igualmente clara la seguridad que tiene Pablo en cuanto a su propio apostolado. Además, hay instancias en el NT en las que, prima facie, otros, fuera de los Doce, también parecen haber recibido este título. Jacobo, el hermano del Señor, aparece como tal en Gá. 1.19; 2.9, y, aunque no había sido discípulo (cf. Jn. 7.5), fue objeto de una aparición privada y personal posterior a la resurrección (1 Co. 15.7). A Bernabé se le llama apóstol en Hch. 14.4, 14, y Pablo lo incluye en una discusión que niega diferencia cualitativa alguna entre su propio apostolado y el de los Doce (1 Co. 9.1–6). A *Andrónico y Junias, por otra parte desconocidos, probablemente se les llama apóstoles en Ro. 16.7, y Pablo, siempre cuidadoso con el uso de los pronombres personales, posiblemente llama así a Silas en 1 Ts. 2.6. Evidentemente los enemigos de Pablo en Corinto pretendían ser “apóstoles de Cristo” (2 Co. 11.13).
Por otra parte, algunos argumentan insistentemente que el título debe limitarse a Pablo y los Doce (cf., p. ej., Geldenhuys, pp. 71ss). Esto significaría darle un valor secundario ( “mensajeros acreditados de la iglesia” ) al término “apóstoles” en Hch. 14.14 y Ro. 16.7, y explicar de otra manera el lenguaje de Pablo con respecto a Jacobo y Bernabé. Algunos han echado mano a recursos aun más desesperados, y sugieren que Jacobo reemplazó a Jacobo hijo de Zebedeo de la misma manera en que Matías reemplazó a Judas, o que, obrando con exceso de premura, Matías fue colocado erróneamente en el lugar que Dios había destinado a Pablo. El NT no ofrece ni la más remota insinuación de tales ideas. Cualquiera sea la explicación, parecería que lo mejor es aceptar que al principio hubo apóstoles fuera de los Doce. El propio apostolado de Pablo contradice cualquier teoría más restrictiva, de modo que habría lugar al lado de él para otros que pueden haber sido llamados por Dios a su servicio. Podríamos ver un indicio de esto en la distinción entre “los Doce” y “todos los apóstoles” en 1 Co. 15.5, 7. Pero todo sugiere que el apóstol debía ser testigo de la resurrección, y la aparición a Pablo después de la resurrección fue evidentemente excepcional. El que, como han sugerido escritores antiguos, algunos de los que posteriormente fueron llamados “apóstoles” hayan pertenecido a los setenta que envió a predicar nuestro Señor (Lc. 10.1ss), es otro asunto. Queda fuera de toda duda la significación especial de los Doce para el establecimiento inicial de la iglesia.
Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.

Que Dios le guarde.
 
Re: Apostolitis

Me temo, Esteban, que eso es la consecuencia de una neurosis religiosa, o un desbarajuste a causa de una forma de culto que se apela solo a las emociones y no al conocimiento de las Escriuturas.
Las emciones, cuando se conforman a la voluntad del Señor, son "la leche" espiritual. Pero ha de llegar, a todo cuerpo de crece y se desarolla, la necesidad de alimento sólido.
La condición imprescindible para ser apóstol fue la de ser testigo de la resurrección de Cristo. Y aun así, no todos los que fueron testigos de ello llegaron a ser apóstoles.
Pablo fué testigo del Cristo resucitado en el camino de Damásco y fué confirmado en el apostolado por el mismo Señor puesto que le llamó para ello.
Asi, nadie que no haya visto a Jesus resucitado de un a manera palpable se puede llamar o creerse apóstol.
Tampoco hay sucesión apostólica porque el "ver" no se transmite.
Nosotros creemos en el testimonio de los apóstoles de que Jesus resucitó y lo creemos por que la pruebas que nos dan son convincentes. Y aún hay otra cosa fundamental. El creerlo mediante la fe, que es un don de Dios. Sin este don de Dios, que es la fe, dificilmente podríamos creerlo de una manera objetiva.
Un abrazo en Cristo.