Un conflicto que sigue vivo
Dentro del cristianismo, uno de los choques más profundos no es doctrinal, sino espiritual: amor versus legalismo. No se trata de grandes herejías, sino de actitudes aparentemente piadosas que, en la práctica, terminan frenando la obra de Dios en la propia vida y en la de otros.En Romanos 14, Pablo expone que es posible tener razón en la doctrina y, aun así, destruir la obra de Dios en el corazón de un hermano. Por eso recuerda: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Romanos 14:17
Legalismo: cuando la obediencia se separa del amor
El legalismo no es simplemente apreciar la ley de Dios, sino usarla sin amor. Mide la espiritualidad por lo externo y visible, mientras ignora la obra silenciosa del Espíritu Santo en lo interno.Jesús confrontó con firmeza ese espíritu religioso: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe.” Mateo 23:23 El legalismo produce orgullo espiritual, genera juicio y tropiezo, y termina destruyendo la mutua edificación dentro del cuerpo de Cristo.
Por eso Pablo advierte: “No destruyas la obra de Dios por causa de la comida”. Romanos 14:20 El problema no era lo que se comía, sino la actitud del corazón con la que se juzgaba a los demás.
Amor verdadero: obediencia que nace de dentro
El amor no cancela la obediencia; la purifica y la hace genuina. Quien ama a Cristo obedece, no por presión o miedo, sino por una convicción profunda producida por el Espíritu Santo.Jesús lo expresó con claridad: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” Juan 14:15. El orden es importante: primero el amor, luego la obediencia; no al revés. Por eso Pablo también afirma: “Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres” Romanos 14:18. El servicio que Dios aprueba no nace del temor al castigo, sino de una fe viva que se manifiesta en amor.
Evidencia de la llenura del Espíritu: justicia, paz y gozo
Pablo describe el resultado de una vida verdaderamente guiada por el Espíritu: “Justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” Romanos 14:17. No es teoría espiritual, sino evidencias visibles en el carácter y en las relaciones.Justicia es una vida alineada con el carácter de Cristo. Paz es vivir relaciones restauradas y sanas, no dominadas por el control religioso. Gozo es una estabilidad espiritual que reemplaza la religiosidad tensa y la culpa constante. Por eso Pablo exhorta: “Así que, sigamos lo que contribuya a la paz ya la mutua edificación” Romanos 14:19. El amor edifica; el legalismo desgasta y divide.
Fe madura: libertad responsable delante de Dios
Romanos 14 también presenta un principio clave para la madurez espiritual: "¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios" Romanos 14:22. La fe madura entiende que no todo lo que está permitido conviene, y que la verdadera libertad cristiana siempre se regula por amor al hermano, no por exigencias externas.Pablo cierra con una advertencia seria: “Todo lo que no proviene de fe, es pecado” Romanos 14:23. Dios no mira solo lo que hacemos, sino desde dónde lo hacemos: miedo, presión, apariencia espiritual… o una fe sincera que confía y ama.