Alimento matutino
Lectura para hoy
Mt.16:24 …Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Fil. 3:10 A fin de conocerle, y el poder de Su resurrección, y la comunión en Sus padecimientos, configurándome a Su muerte.
1:19-21 Porque sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación…como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo…
Dios envió [al Señor Jesús] para que fuese un hombre y viviese la vida de un Dios-hombre por la vida divina. Él vivió en la tierra por treinta y tres años y medio y produjo un modelo de este vivir. Al final de Su vida fue a morir en la cruz, y luego pasó por la muerte y la resurrección. En Su resurrección Él introdujo Su naturaleza humana en Dios y fue engendrado por Dios como Hijo primogénito de Dios. Además, en Su resurrección todos los que Dios escogió nacieron juntamente con Él en Su alumbramiento. Efesios 2:5-6 dice que Dios “nos dio vida juntamente con Cristo…y juntamente con Él nos resucitó”. Al darnos vida y resucitarnos, nos engendró… Por esto, cuando se cumplió la resurrección, el Hijo primogénito de Dios y los muchos hijos de Dios fueron engendrados. Como tal, Él se hizo el Espíritu vivificante (1 Co.15:45) y produjo a Sí mismo y a los muchos hijos de Dios en resurrección.
El Espíritu vivificante es Aquel que es Dios y al mismo tiempo hombre, el que se encarnó, pasó por el vivir humano, murió y resucitó. El Espíritu vivificante, después de regenerarnos, mora en nosotros y se mezcla con nuestro espíritu para vivir la vida de un Dios-hombre juntamente con nosotros. (La cumbre de la visión y la realidad del Cuerpo de Cristo, pág. 49)
Vivimos como Dios-hombres por medio de la muerte y la resurrección. Cada momento de cada día estamos muriendo, y estamos viviendo cada momento de cada día por el Espíritu que mora en nosotros… La vida cristiana que desea el Señor es una vida en la cual todo el día, cada minuto y cada segundo, estamos bajo la muerte, llevando una vida y un vivir con el Dios Triuno que mora en nosotros, con el Cristo pneumático, con el Espíritu vivificante.
Cristo resucitó, y el Espíritu entró en nosotros. Desde aquel tiempo, debido a que Él vive, nosotros también vivimos. Él vive, y nosotros también vivimos por causa de Él. Esto se debe a que Él y nosotros, nosotros y Él, vivimos juntos. Por lo tanto, en resurrección Él y nosotros, nosotros y Él, estamos unidos y mezclados como una sola entidad. Por esto, Pablo dijo: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Además, dijo: “…Como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo” (v. 20). Pablo era el que vivía, pero Cristo y no Pablo, era manifestado. (La cumbre de la visión y la realidad del Cuerpo de Cristo, págs. 54, 55-56)
El Señor Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mt. 16:24).Negarnos a nosotros mismos equivale a tomar nuestra cruz. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, llevó una vida de diaria crucifixión. Aunque Él era santo y no tenía pecado, aun así se negó a Sí mismo aceptando morir cada día a fin de que Dios pudiese vivir en Él y expresarse en Su vivir.
Cristo tomó Su cruz diariamente al morir a Sí mismo. De igual modo, nosotros, por ser Dios-hombres que van en pos de Él, debemos llevar nuestra cruz y vivir diariamente bajo el efecto de la cruz. Esto quiere decir que debemos crucificar nuestra vida natural al morir diariamente a nosotros mismos y hacer morir todas las prácticas de nuestro hombre natural y de nuestra carne.
No solamente tenemos que conocer el poder de la resurrección de Cristo y ser configurados a Su muerte diariamente, sino que también tenemos que conocer la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo… Dios desea que lleguemos a ser Él mediante la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo a fin de poder morir a nosotros mismos y expresar a Cristo en nuestro vivir al magnificarle [Fil. 1:19-21]. (A General Outline of God’s Economy and the Proper Living of a God-man, págs. 38, 40)
Lectura adicional: La cumbre de la visión y la realidad del Cuerpo de Cristo, cap. 4; A General Outline of God’s Economy and the Proper Living of a God-man, cap. 4; La visión gloriosa y el camino de la cruz, caps. 3-5
Witness Lee
Derechos reservados a:
Living Stream Ministry
Anahaim Ca.
¡Jesús es el Señor!
Lectura para hoy
Mt.16:24 …Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Fil. 3:10 A fin de conocerle, y el poder de Su resurrección, y la comunión en Sus padecimientos, configurándome a Su muerte.
1:19-21 Porque sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación…como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo…
Dios envió [al Señor Jesús] para que fuese un hombre y viviese la vida de un Dios-hombre por la vida divina. Él vivió en la tierra por treinta y tres años y medio y produjo un modelo de este vivir. Al final de Su vida fue a morir en la cruz, y luego pasó por la muerte y la resurrección. En Su resurrección Él introdujo Su naturaleza humana en Dios y fue engendrado por Dios como Hijo primogénito de Dios. Además, en Su resurrección todos los que Dios escogió nacieron juntamente con Él en Su alumbramiento. Efesios 2:5-6 dice que Dios “nos dio vida juntamente con Cristo…y juntamente con Él nos resucitó”. Al darnos vida y resucitarnos, nos engendró… Por esto, cuando se cumplió la resurrección, el Hijo primogénito de Dios y los muchos hijos de Dios fueron engendrados. Como tal, Él se hizo el Espíritu vivificante (1 Co.15:45) y produjo a Sí mismo y a los muchos hijos de Dios en resurrección.
El Espíritu vivificante es Aquel que es Dios y al mismo tiempo hombre, el que se encarnó, pasó por el vivir humano, murió y resucitó. El Espíritu vivificante, después de regenerarnos, mora en nosotros y se mezcla con nuestro espíritu para vivir la vida de un Dios-hombre juntamente con nosotros. (La cumbre de la visión y la realidad del Cuerpo de Cristo, pág. 49)
Vivimos como Dios-hombres por medio de la muerte y la resurrección. Cada momento de cada día estamos muriendo, y estamos viviendo cada momento de cada día por el Espíritu que mora en nosotros… La vida cristiana que desea el Señor es una vida en la cual todo el día, cada minuto y cada segundo, estamos bajo la muerte, llevando una vida y un vivir con el Dios Triuno que mora en nosotros, con el Cristo pneumático, con el Espíritu vivificante.
Cristo resucitó, y el Espíritu entró en nosotros. Desde aquel tiempo, debido a que Él vive, nosotros también vivimos. Él vive, y nosotros también vivimos por causa de Él. Esto se debe a que Él y nosotros, nosotros y Él, vivimos juntos. Por lo tanto, en resurrección Él y nosotros, nosotros y Él, estamos unidos y mezclados como una sola entidad. Por esto, Pablo dijo: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Además, dijo: “…Como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo” (v. 20). Pablo era el que vivía, pero Cristo y no Pablo, era manifestado. (La cumbre de la visión y la realidad del Cuerpo de Cristo, págs. 54, 55-56)
El Señor Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mt. 16:24).Negarnos a nosotros mismos equivale a tomar nuestra cruz. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, llevó una vida de diaria crucifixión. Aunque Él era santo y no tenía pecado, aun así se negó a Sí mismo aceptando morir cada día a fin de que Dios pudiese vivir en Él y expresarse en Su vivir.
Cristo tomó Su cruz diariamente al morir a Sí mismo. De igual modo, nosotros, por ser Dios-hombres que van en pos de Él, debemos llevar nuestra cruz y vivir diariamente bajo el efecto de la cruz. Esto quiere decir que debemos crucificar nuestra vida natural al morir diariamente a nosotros mismos y hacer morir todas las prácticas de nuestro hombre natural y de nuestra carne.
No solamente tenemos que conocer el poder de la resurrección de Cristo y ser configurados a Su muerte diariamente, sino que también tenemos que conocer la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo… Dios desea que lleguemos a ser Él mediante la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo a fin de poder morir a nosotros mismos y expresar a Cristo en nuestro vivir al magnificarle [Fil. 1:19-21]. (A General Outline of God’s Economy and the Proper Living of a God-man, págs. 38, 40)
Lectura adicional: La cumbre de la visión y la realidad del Cuerpo de Cristo, cap. 4; A General Outline of God’s Economy and the Proper Living of a God-man, cap. 4; La visión gloriosa y el camino de la cruz, caps. 3-5
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Anahaim Ca.
¡Jesús es el Señor!