Lunes
Jn.14:10-11 …Las palabras que Yo os hablo, no las hablo por Mi propia cuenta, sino que el Padre que permanece en Mí, Él hace Sus obras. Creedme que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí…
17:21 Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste.
Debemos ver que en todo el universo Dios desea obtener una sola cosa, a saber: que Él mismo, como Dios consumado junto con los creyentes regenerados conformen una incorporación. En estos días, a cada momento, tengo presente esta gran incorporación universal. El mundo entero irá al lago de fuego. Sólo esta gran incorporación universal permanecerá. Aunque la palabra incorporación no se usa en el Nuevo Testamento, la visión que se revela en realidad en el Nuevo Testamento es esta incorporación universal, la cual tiene su inicio en Dios mismo. Son tres los que se incluyen en el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— los cuales, desde la eternidad, han conformado una incorporación. Esta persona, mediante la encarnación, entró en la esfera del tiempo. Ahora, en esta esfera, todo cuanto dicha persona realiza tiene como finalidad incorporar a todos Sus elegidos a Su incorporación a fin de producir una gran incorporación universal. (El resultado de la glorificación de Cristo efectuada por el Padre con la gloria divina, pág. 41)
DÍA 1 Lectura para hoy
En nuestro ministerio hemos utilizado tres palabras para describir la relación entre los creyentes y el Dios Triuno: unión, mezcla e incorporación … La palabra unión está relacionada con la unidad que tenemos con el Señor en la vida divina. La palabra mezcla alude a las naturalezas divina y humana. El Señor también nos mostró que nuestra relación con Él no es sólo una unión y una mezcla sino también una incorporación. En Juan 14 aparece cuatro veces la palabra en. En el versículo 17 se nos dice que el Espíritu de realidad, el otro Consolador, no estaría sólo con los discípulos sino en ellos. El Espíritu de realidad, quien es una persona, está en nosotros. En términos humanos, podemos tener la vida y la naturaleza de nuestro padre físico, mas nuestro padre como persona no puede estar en nosotros. Pero Juan 14:17 dice que el Espíritu de realidad como persona estaría en nosotros.
Luego en el versículo 20 el Señor dijo que en el día de la resurrección los discípulos sabrían que Él está en el Padre, que ellos están en Él y Él en ellos. El Hijo, quien es una persona, está en el Padre, o sea, otra persona. Y nosotros, los millones de personas, estamos en el Hijo, una persona. Además, el Hijo está en nosotros. Unión y mezcla se refieren a nuestra relación con el Señor en términos de nuestra vida y nuestra naturaleza, pero no en relación con nuestra persona. Desde el punto de vista humano, ninguna persona puede estar en otra. Pero en la esfera divina y mística, el Dios consumado y los creyentes regenerados, que son personas, moran mutuamente el uno en el otro. Ésta es una incorporación. En esta incorporación universal divino-humana, las personas moran mutuamente una en la otra.
La palabra incorporación también indica que estas personas están incorporadas la una en la otra con un propósito, que es llevar a cabo la economía de Dios … Dios necesita, para llevar a cabo Su economía, que el hombre sea incorporado a Él. El hombre y Dios, lo humano y lo divino, como personas, están incorporados entre sí con un mismo propósito, con una sola meta, a saber: llevar a cabo … la economía eterna de Dios.
Esta incorporación divino-humana ilimitada es lo más notable del Evangelio de Juan. La intención de Dios, Su deseo y Su única ocupación consisten en llevar a cabo Su economía. La centralidad y la universalidad de la economía eterna de Dios es Cristo. Por medio de la encarnación, la muerte y la resurrección, Cristo como grano de trigo llegó a ser los muchos granos que serían molidos y amasados en un solo pan. Este pan es la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo (1 Co. 10:17). El Cuerpo de Cristo, al final de los sesenta y seis libros de la Biblia, será la Nueva Jerusalén. Esta ciudad santa es la meta de la economía de Dios, la incorporación universal agrandada conformada por elDios consumado y los creyentes regenerados. (El resultado de la glorificación de Cristo efectuada por el Padre con la gloria divina, págs. 42-44)
Lectura adicional: El resultado de la glorificación de Cristo efectuada por el Padre con la gloria divina, cap. 5; Estudio de cristalización del Evangelio de Juan, mensaje 11
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¡Jesús es el Señor!
Jn.14:10-11 …Las palabras que Yo os hablo, no las hablo por Mi propia cuenta, sino que el Padre que permanece en Mí, Él hace Sus obras. Creedme que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí…
17:21 Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste.
Debemos ver que en todo el universo Dios desea obtener una sola cosa, a saber: que Él mismo, como Dios consumado junto con los creyentes regenerados conformen una incorporación. En estos días, a cada momento, tengo presente esta gran incorporación universal. El mundo entero irá al lago de fuego. Sólo esta gran incorporación universal permanecerá. Aunque la palabra incorporación no se usa en el Nuevo Testamento, la visión que se revela en realidad en el Nuevo Testamento es esta incorporación universal, la cual tiene su inicio en Dios mismo. Son tres los que se incluyen en el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— los cuales, desde la eternidad, han conformado una incorporación. Esta persona, mediante la encarnación, entró en la esfera del tiempo. Ahora, en esta esfera, todo cuanto dicha persona realiza tiene como finalidad incorporar a todos Sus elegidos a Su incorporación a fin de producir una gran incorporación universal. (El resultado de la glorificación de Cristo efectuada por el Padre con la gloria divina, pág. 41)
DÍA 1 Lectura para hoy
En nuestro ministerio hemos utilizado tres palabras para describir la relación entre los creyentes y el Dios Triuno: unión, mezcla e incorporación … La palabra unión está relacionada con la unidad que tenemos con el Señor en la vida divina. La palabra mezcla alude a las naturalezas divina y humana. El Señor también nos mostró que nuestra relación con Él no es sólo una unión y una mezcla sino también una incorporación. En Juan 14 aparece cuatro veces la palabra en. En el versículo 17 se nos dice que el Espíritu de realidad, el otro Consolador, no estaría sólo con los discípulos sino en ellos. El Espíritu de realidad, quien es una persona, está en nosotros. En términos humanos, podemos tener la vida y la naturaleza de nuestro padre físico, mas nuestro padre como persona no puede estar en nosotros. Pero Juan 14:17 dice que el Espíritu de realidad como persona estaría en nosotros.
Luego en el versículo 20 el Señor dijo que en el día de la resurrección los discípulos sabrían que Él está en el Padre, que ellos están en Él y Él en ellos. El Hijo, quien es una persona, está en el Padre, o sea, otra persona. Y nosotros, los millones de personas, estamos en el Hijo, una persona. Además, el Hijo está en nosotros. Unión y mezcla se refieren a nuestra relación con el Señor en términos de nuestra vida y nuestra naturaleza, pero no en relación con nuestra persona. Desde el punto de vista humano, ninguna persona puede estar en otra. Pero en la esfera divina y mística, el Dios consumado y los creyentes regenerados, que son personas, moran mutuamente el uno en el otro. Ésta es una incorporación. En esta incorporación universal divino-humana, las personas moran mutuamente una en la otra.
La palabra incorporación también indica que estas personas están incorporadas la una en la otra con un propósito, que es llevar a cabo la economía de Dios … Dios necesita, para llevar a cabo Su economía, que el hombre sea incorporado a Él. El hombre y Dios, lo humano y lo divino, como personas, están incorporados entre sí con un mismo propósito, con una sola meta, a saber: llevar a cabo … la economía eterna de Dios.
Esta incorporación divino-humana ilimitada es lo más notable del Evangelio de Juan. La intención de Dios, Su deseo y Su única ocupación consisten en llevar a cabo Su economía. La centralidad y la universalidad de la economía eterna de Dios es Cristo. Por medio de la encarnación, la muerte y la resurrección, Cristo como grano de trigo llegó a ser los muchos granos que serían molidos y amasados en un solo pan. Este pan es la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo (1 Co. 10:17). El Cuerpo de Cristo, al final de los sesenta y seis libros de la Biblia, será la Nueva Jerusalén. Esta ciudad santa es la meta de la economía de Dios, la incorporación universal agrandada conformada por elDios consumado y los creyentes regenerados. (El resultado de la glorificación de Cristo efectuada por el Padre con la gloria divina, págs. 42-44)
Lectura adicional: El resultado de la glorificación de Cristo efectuada por el Padre con la gloria divina, cap. 5; Estudio de cristalización del Evangelio de Juan, mensaje 11
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