ALIMENTO DIARIO Y MATUTINO (Viernes)

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5 Septiembre 2001
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ALIMENTO DIARIO Y MATUTINO (Viernes)
Hechos de los apóstoles
Semana 22 --- Pablo va a Roma
Viernes --- Leer con oración: Hch 23:6-25; 24:27; 25:11; 26:28-29, 32
“A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma” (Hch 23:11)
EL SEÑOR DICE “TEN ÁNIMO”
En Hechos 23 se registra la audiencia de Pablo con los representantes del Sanedrín que descendieron de Jerusalén para Cesarea a fin de acusarlo. Al percibir que una parte del Sanedrín se componía de saduceos y otras de fariseos, Pablo exclamó: “Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga”. Con estas palabras la multitud se dividió, pues los saduceos declaraban que no había resurrección, ni ángeles, ni espíritu; a diferencia de los fariseos que creían en todas esas cosas. Algunos escribas de los fariseos contendían diciendo: “Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel”. Como la contienda crecía, el tribuno mando bajar a la tropa para que arrebatasen a Pablo de en medio de ellos, y le levasen al cuartel (vs. 6-10).
El Señor entonces le dijo: “Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma” (v. 11). Pablo, finalmente fue a Roma, porque apeló a César (25:11). El Señor le dio la oportunidad de ir a Roma, que en aquella época era el centro del mundo, porque quería que diese testimonio allí.
Cuando estaba en Corinto, Pablo escribió a los romanos, expresando su deseo de ir a Roma (Ro 1:15; 15:24, 28). Dios había dicho a Sus testigos de que deberían predicar el evangelio hasta lo último de la tierra (Hch 1:8). Ahora el Señor le habló a Pablo para que fuera hasta Roma para dar testimonio con respecto a Él, así como lo hizo en Jerusalén.
En su tercer viaje, Pablo actuó mucho por iniciativa propia, siendo lo más grave el proceso de su purificación con el fin de cumplir el voto del nazareato. Si el sacrificio hubiese sido consumado, Pablo estaría totalmente arruinado para su ministerio neotestamentario. Por amarlo, el Señor lo guardó, Él tenía la intención de que Pablo fuese a Roma, porque aún había muchas cosas no concluidas en su ministerio.
Hechos 23:12-25 nos muestra la conspiración de los judíos para dar fin a la vida de Pablo, pero el Señor nuevamente intervino, y él fue rescatado, pues un hijo de la hermana de Pablo oyó lo que tramaban y le avisó. Éntonces, él llamó a uno de los centuriones y le dijo que llevara al joven ante el tribuno, quien llamó a dos centuriones y mandó que preparasen a doscientos soldados, sesenta jinetes y doscientos lanceros para que llevasen a Pablo en salvo hasta el gobernador Felix en Cesarea, donde quedó bajo custodia por dos años (24:27).
En ese ínterin llegó a Cesarea el rey Agripa con su esposa, Berenice, y Pablo otra vez dio su testimonio y contó el episodio de Damasco. Delante del testimonio de Pablo, el rey Agripa llegó a afirmar: “Por poco me persuades a ser cristiano. Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!” (26:28-29). Finalmente el Rey llegó a decir al gobernador que Pablo podría ser puesto en libertad, si no hubiese apelado a Cesar (v. 32). Pero si Pablo hubiese sido liberado en esa hora, la comisión que Dios le diera de ir a Roma podría no haberse realizado, ya que después de liberado tal vez hubiera sido muerto por los judíos. Por tanto, todo estaba bajo la providencia divina: Pablo había apelado a César, y a César fue.
Punto Clave: Permanecer bajo la providencia divina
Pregunta: ¿Cuál era la finalidad del Señor al enviar a Pablo a Roma?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor”
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SEMANA 3 — DÍA 5
Alimento matutino
1 Co. 12:24-26 …Pero Dios concertó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya división en el cuerpo, sino que los miembros tengan la misma solicitud los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.
Fil. 1:8 Porque Dios me es testigo de cómo os añoro a todos vosotros con el entrañable amor de Cristo Jesús.
El Cuerpo orgánico no está dividido y es indivisible (1 Co. 1:13a); no es autónomo. El único Cuerpo de Cristo es expresado en muchas iglesias locales (Ap. 1:11) en la esfera de la unidad divina, tal como se manifiesta con el Dios Triuno (Jn. 17:11, 21, 23), y en la esfera de la naturaleza, el elemento, la esencia, la expresión, la función y el testimonio divinos. Hay muchas iglesias, pero todas ellas comparten una misma naturaleza divina, un mismo elemento divino, una misma esencia divina, una misma expresión divina, una misma función divina y un mismo testimonio divino, debido a que ellas son un solo Cuerpo…Si viéramos el Cuerpo, no habría problemas. El principio y la práctica de ser un solo Cuerpo son guardados por los creyentes al ser unánimes en la práctica (Hch. 1:14; 2:46; 4:24; 5:12; 15:25; Ro. 15:6). (El resultado de la dispensación de la Trinidad procesada y la transmisión del Cristo que lo transciende todo, págs. 99-100)
Lectura para hoy
En la vida de iglesia, debemos aprender a estar conscientes del Cuerpo. Cuando tenemos problemas con otros hermanos, esto indica, sin lugar a dudas, que tenemos problemas con Dios. Algunos cristianos son como las mariposas, que actúan independientemente. Otros son como las abejas, que viven y trabajan juntas. La mariposa vuela de flor en flor, siguiendo su propio camino, pero las abejas trabajan para la colmena. La mariposa vive y actúa individualmente, pero la abeja tiene conciencia colectiva. Todos debemos, como las abejas, tener plena conciencia del Cuerpo para poder convivir con otros miembros en el Cuerpo de Cristo. Cuando hay una revelación del Cuerpo, hay conciencia del mismo, y cuando hay conciencia del Cuerpo, todo pensamiento y acción individual quedan descartados automáticamente. Al ver a Cristo somos libres del pecado, y al ver el Cuerpo somos libres del individualismo. Ver el Cuerpo y ser libres del individualismo no son dos cosas separadas, sino una sola. Una vez que vemos el Cuerpo, nuestra vida y nuestra obra como individuos cesan. No es asunto de cambiar de actitud ni de comportamiento; de esto se encarga la revelación. No podemos entrar en el ámbito del Cuerpo por otro medio que no sea la revelación. Una visión interior auténtica resuelve todos los problemas. (Watchman Nee, El misterio de Cristo, pág. 19)
Debido a que somos miembros del Cuerpo de Cristo, debemos tener cierto sentir con respecto al Cuerpo. Primero, debemos tomar el sentimiento de la Cabeza como nuestro propio sentimiento. En Filipenses 1:8…[vemos] que Pablo tomó el entrañable amor de Jesucristo como su propio amor al cuidar de la iglesia. Esto también significa que él cuidaba del Cuerpo de Cristo al hacer suyo el sentir de Cristo con respecto a los santos. El sentimiento de Cristo llegó a ser el sentimiento de Pablo con respecto al Cuerpo. Todos debemos ser como Pablo, haciendo nuestro el sentir que tiene la Cabeza con respecto al Cuerpo. Esto es imprescindible para llevar la vida que es propia del Cuerpo. Además, no sólo debemos hacer nuestro el sentir de la Cabeza con respecto al Cuerpo, sino que al hacerlo, tenemos que ceñirnos al principio según el cual debemos cuidar del Cuerpo [1 Co. 12:25b-26]…A fin de que llevemos la vida del Cuerpo, debemos preocuparnos por los otros miembros y estar llenos de sentimientos con respecto al Cuerpo.
Si nosotros como miembros compartimos el sentir de la Cabeza en todo y si nos preocupamos por el Cuerpo, tomaremos el Cuerpo como la norma que rige nuestros pensamientos, consideraciones, palabras y acciones. Debemos negarnos a nosotros mismos e identificarnos con el Cuerpo. Al hacer esto, no estaremos separados ni desconectados del Cuerpo. La vida que llevemos será completamente la vida que es propia del Cuerpo, y el Señor obtendrá la expresión que corresponde a Su Cuerpo. (La unidad y la unanimidad según la aspiración del Señor y la vida y el servicio del Cuerpo según Su deleite, págs. 41-42)
Lectura adicional: El misterio de Cristo, cap. 3; La unidad y la unanimidad según la aspiración del Señor y la vida y el servicio del Cuerpo según Su deleite, cap. 3
Witness Lee
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