Alimento diario y matutino (sabado)

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5 Septiembre 2001
3.029
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Hechos de los apóstoles
Semana 15 --- La iglesia en Tesalónica
Sábado --- Leer con oración: Mt 24:1-21, 40-41; 1 Ts 4:13-17; Ap 10:1; 12:5
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap 3:10)
VIVIR EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR PARA SER ARREBATADOS
Cuando creemos en el Señor, el Espíritu Santo entra en nuestro espíritu y lo regenera; así somos salvos en el espíritu. A medida que el Espíritu trabaja en nuestra alma, expandiéndose, saturándola, llenándola, somos salvos en el alma. Un día, nuestro cuerpo mortal será también transfigurado; de esa manera seremos salvos en el cuerpo.
En Mateo 24 leemos que los discípulos se aproximaron al Señor y le preguntaron acerca de Su venida y de la consumación del siglo (v. 3). El Señor les respondió que habrá guerras y rumores de guerras, mas aún no será el fin: nación se levantará contra nación y reino contra reino, y habrá hambre y terremotos en varios lugares, y vendrá la gran tribulación, en los últimos tres años y medio de esta era (vs. 1-21): allí comenzará la parousía del Señor. En esa ocasión, “estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada” (vs. 40-41). Aquellos dos que fueron tomados serán vencedores. Los vencedores serán arrebatados antes de la gran tribulación (Ap 3:10).
En 1 Tesalonicenses 4:13-17 Pablo dice: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.
Consideremos lo que Pablo dijo en el versículo 15: “Nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor”; y en el versículo 17: “Nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado”. Esto indica que algunos vivos no permanecerán, porque serán arrebatados antes del período de la gran tribulación. Estos que no permanecerán son los creyentes vencedores. Los vencedores, los que no permanecerán, será arrebatados para Dios, hasta Su trono, en el tercer cielo (Ap 12:5). Los vivos, los que quedaren, serán arrebatados al final de la gran tribulación, al sonar de la última trompeta (1 Co 15:52). En el versículo 15, la palabra griega para “venida” es parousía y significa la presencia del Señor. Esta parousía comenzará cuando los creyentes vencedores sean arrebatados para el trono de Dios en el tercer cielo, y continuará con Su venida del trono para los aires, oculto en una nube, por un periodo de más de tres años (Ap 10:1), y terminará con Su venida a la tierra. Durante la parousía del Señor, después del arrebatamiento mencionado en 1 Tesalonicenses 4, Él arrebatará a los creyentes resucitados y a los vivos; juzgará a todos los salvos (2 Co 5:10), y tomará la decisión sobre quien reinará con Él en Su reino durante mil años.
La parousía del Señor nos muestra que Él quiere estar en la presencia de los hijos de Dios. Pero nosotros sabemos que sólo los que viven constantemente en la presencia del Señor hoy, serán arrebatados. Nosotros que anhelamos ser arrebatados antes de la gran tribulación debemos vivir en la presencia del Señor..
Punto Clave: Permanecer en la presencia del Señor
Pregunta: ¿Cuál es el principal requisito para ser arrebatados por el Señor?
Dong Yu Lan
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SEMANA 6 — DÍA 6
Alimento matutino
1 Co. 9:22 Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que de todos modos salve a algunos.
Jn. 15:5-6 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer. El que en Mí no permanece, es echado fuera como pámpano, y se seca; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
Nuestra manera de ser es la razón por la cual no llevamos fruto ni usamos nuestro talento para cuidar de las personas. Todavía somos muy naturales. Algunas personas se conducen lentamente sin importar la situación en que se encuentren o las personas con quienes estén. Da la impresión que ni siquiera echarían agua a una casa que se está quemando sin antes averiguar qué clase de agua echar. Esta clase de personas procuraría justificarse apoyándose en la Biblia, diciendo que Dios es siempre muy paciente y que jamás hace nada precipitadamente…El Señor podrá ser paciente en cualquier otro asunto, pero Él siempre está presto a recibir a los pecadores. Otros, en cambio, actúan muy precipitadamente. Llevan fruto rápidamente, pero después con su misma rapidez ofenden a las personas que han ganado, y al final su fruto no permanece. No tengo interés alguno en reprender ni poner en evidencia a nadie. Todo lo que debemos hacer es acudir al Señor y permitir que Él brille sobre nosotros. Entonces veremos cuán naturales somos. Por Su misericordia, tenemos que cambiar. (The Normal Way of Fruit-bearing and Shepherding for the Building Up of the Church, pág. 41)
Lectura para hoy
Si queremos ser útiles en las manos del Señor y llevar fruto, debemos tomar medidas respecto a nuestra manera de ser. En mi ministerio he visto muchas clases de modo de ser. Algunos son peculiares en su manera de hablar…Cuanto más sea quebrantada nuestra manera de ser, más útiles seremos en el ministerio de hablar por el Señor. Algunas personas nacieron con cierta facilidad para hablar, pero no son verdaderamente útiles. A fin de poder hablar por el Señor, debemos ser reconstituidos en nuestro ser, es decir, experimentar un cambio en nuestra manera de ser.
Si hemos de llegar a ser uno que vigila, es necesario que nuestra manera de ser sea quebrantada en muchos sentidos. De lo contrario, quedaremos descalificados. No debemos ser ni demasiado lentos ni demasiado impetuosos, tampoco debemos ser ni demasiado severos ni demasiado tolerantes. Cuando sea necesario ser estrictos, debemos ser estrictos, y cuando haya necesidad de ser tolerantes, debemos ser tolerantes. Las diversas circunstancias exigen que nuestra manera de ser se acople a ellas de diferentes maneras. Un anciano ciertamente debe ser flexible. Un buen anciano puede hablar severamente con un hermano para corregirlo, y después conversar con él de manera placentera. Sin embargo, esto no significa ser diplomáticos. Debemos ser auténticos…La gente es capaz de discernir si somos auténticos o no … La única manera de poder corregir a un hermano y luego conversar placenteramente con él es que nuestra manera de ser sea quebrantada. A fin de ser quebrantados, lo mejor es aborrecer nuestra manera de ser. Nuestra manera de ser es lo más profundo del yo, y es a lo que debemos negarnos. Si no somos útiles en las manos del Señor para cuidar de las personas, es debido a nuestra manera de ser natural e innata.
En la vida que llevamos con el Señor, el asunto más importante respecto a lo cual debemos tomar medidas es nuestra manera de ser. Debemos aprender a permitir que el Señor quebrante nuestra manera de ser. Si prestamos la debida atención al Señor y oramos mucho al respecto, nos resultará fácil cuidar de otros, llevar fruto y producir ganancias para el Señor haciendo uso de nuestro talento. Así, nuestra situación cambiará de forma radical.
Pablo era esta clase de persona. Él siempre gastaba lo que tenía y se gastaba él mismo. Él tomaba muy en serio los asuntos del Señor, y su único propósito en esta tierra era ganar a las personas. Fue por esto que también dijo: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Co.9:22).Algunos hermanos en la vida de iglesia son muy fuertes en su manera de ser como para ser moldeados a tal grado; pareciera que nadie puede moldearlos de ninguna forma. Pablo, por su parte, parecía que no tenía una manera de ser propia, y que simplemente era como un trozo de madera que podía ser cortado de diferentes formas. Debido a que su manera de ser había sido completamente quebrantada por el Señor, Pablo era tolerante, dúctil y flexible, y se adaptaba fácilmente a cualquier situación. (The Normal Way of Fruit-bearing and Shepherding for the Building Up of the Church, págs. 41-43, 40)
Lectura adicional: The Normal Way of Fruit-bearing and Shepherding for the Building Up of the Church, caps. 3, 5
Witness Lee
¡Jesús es el Señor!