Alimento diario y matutino (miércoles)

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5 Septiembre 2001
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Alimento diario y matutino (miércoles)
El ministerio orgánico de Juan
Semana 1 --- El ministerio de los apóstoles
Miércoles --- Leer con oración: Gn 3:21; 4:4, 17-26; He 9:22; Jn 1:29, 36
“Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (Gn 4:26)
DIOS ES LA FUENTE DE NUESTRO SUSTENTO, GOZO Y SEGURIDAD
El hombre comenzó a servir a Dios según su propia manera después que llegó a ser carne por causa del pecado y su alma caída. El alma humana tiene una parte mala, llena de la naturaleza satánica, que lleva al hombre a cometer pecados, pero también tiene una parte buena, un deseo de servir a Dios, pero a su manera. El propósito de Dios era que el hombre no hiciese nada; solamente que comiese del fruto del árbol de la vida y la multiplicación se produciría mediante la vida de Dios. Por medio del árbol de la vida, el hombre llegaría a ser fructífero y se multiplicaría de manera muy espontánea. Pero cayó al comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, y así, comenzó a servir a Dios con la parte buena de su alma. De esa manera Dios no la aceptó. Comer del árbol del conocimiento del bien y del mal hizo caer al hombre. Intentar agradar a Dios a su propia manera y no por la manera ordenada por Él, hizo del hombre un ser rebelde.
Caín es un buen ejemplo del intento del hombre por agradar a Dios según su propia voluntad. Abel ofreció sacrificio a Dios según la manera de Dios, es decir, sacrificó a un animal; sin embargo, Caín lo ofreció a su propia manera trayendo el fruto de su labor. Dios aceptó a Abel y su ofrenda, al tiempo que no se agradó de Caín y de su ofrenda. (Gn 4:4- 5). El sacrificio de Abel fue aceptado porque hubo derramamiento de sangre. Por causa del pecado, la sangre necesita ser derramada, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados (cfr. He 9:22) Por eso, Dios aceptó la ofrenda de Abel, pero no la de Caín.
Necesitamos aprender esta lección: antes de agradar a Dios, tenemos que resolver el problema del pecado, y para eso, necesitamos de la sangre de Cristo, el Cordero de Dios (Jn 1:29, 36). Además de esto, tenemos a nuestro viejo hombre, y para él sólo hay una solución: morir con Cristo en la cruz (Ro 6:6). Por tanto, era necesario que el cordero fuese muerto para resolver también el problema del viejo hombre, y así, con la piel de los animales, cubrir la desnudez de Adán (Gn 3:21). El Señor como nuestro Cordero pudo llegar a ser nuestra vestidura y nos justificó. Para cumplir la voluntad de Dios, necesitamos primero de la sangre del Cordero, que fue muerto por nosotros, y después de Su cobertura, que es Cristo como nuestra vestidura, para que seamos justificados y así santificados por el Espíritu.
Caín se apartó de la presencia Dios después que fue rechazado, y creó su propia cultura a fin de suplir sus necesidades (Gn 4:17-24). Dios creó al hombre y supliría todas sus necesidades, para que fuese fructífero y se multiplicase. Para eso, necesitaba de alimento, y Dios sería la fuente de ese alimento. Dios también quería que el hombre tuviese una vida llena de alegría, y Él sería su alegría. El hombre necesitaba de seguridad, Dios sería su seguridad. Las tres cosas que el hombre más necesita son sustento, alegría y seguridad.
Al mismo tiempo que se formaba la cultura humana sin Dios, también había una generación que eligió a Dios mismo como su sustento, alegría y seguridad, invocando Su nombre (vs. 25-26). Esa generación provino del otro hijo de Adán, llamado Set, a quien le nació Enós (que quiere decir frágil, débil). Desde ese entonces se comenzó a invocar el nombre del Señor. Invocar el nombre del Señor trae la unidad y la presencia de Dios al hombre; y Dios también gana su presencia. ¡Aleluya, por el invocar del nombre del Señor!
Punto Clave: Invocar al Señor, a fin de ser suplido en todo
Pregunta: Considerando la posibilidad de que el hombre no hubiera caído, ¿De qué manera el hombre cumpliría el propósito eterno de Dios?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!
SEMANA 8 — DÍA 3
Alimento matutino
Jn. 17:21-23Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste. La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno. Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo conozca que Tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a Mí me has amado.
La historia del Cuerpo de Cristo… es la historia del Dios Triuno en Su obra de mezclarse con nosotros haciéndose uno con nosotros, quienes fuimos escogidos y predestinados. Mucho antes de que el tiempo empezara, en la eternidad pasada antes de que todas las cosas fueran creadas, Dios en Su eterna presciencia nos escogió y puso Su marca sobre nosotros. Luego, en el tiempo, el Espíritu Santo vino a obrar, vino a buscarnos y a regenerarnos. Esta regeneración es el comienzo de la mezcla entre el Dios Triuno y nosotros, y también es el primer paso que dio el Dios Triuno a fin de ser vida para nosotros después de entrar en nosotros. Esto ocurre en nuestro espíritu. Si a partir de ese momento nosotros cooperamos con Él, le amamos y tenemos comunión con Él, Él tendrá oportunidad para extenderse de nuestro espíritu a nuestra alma a fin de que nuestra mente pueda ser renovada y transformada. Este Espíritu que mora en nosotros…nos llena y nos satura de una manera gradual y apacible.Él también se extenderá de nuestra alma a nuestro cuerpo para darle vida a nuestro cuerpo mortal (Ro. 8:11).De este modo, el Dios Triuno y nosotros, los hombres tripartitos, estaremos completamente mezclados como una sola entidad. (Una visión completa del Cuerpo de Cristo, págs. 17-18)
Lectura para hoy
Uno de los aspectos más positivos de la revelación que presenta el Nuevo Testamento es la unidad genuina del Cuerpo. Esta unidad genuina es sencillamente el Dios Triuno procesado, quien se mezcla con nosotros, los cristianos redimidos y transformados. La verdadera unidad del Cuerpo es el Dios Triuno mismo, quien no solamente es triuno, sino que también ha sido procesado y consumado. Este Dios Triuno procesado y consumado, se mezcla con Su pueblo escogido en la humanidad de éste, y dicha mezcla es la unidad genuina.
La unidad genuina no sólo tiene que ver con el hecho de que nos reunamos todos juntos… Nuestra unidad es la unidad del Cuerpo orgánico de Cristo. El Cuerpo de Cristo es la mezcla del Dios Triuno con Su pueblo redimido y transformado. Puesto que es tal mezcla, el Cuerpo mismo es la unidad. Los tres del Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— son los tres factores divinos de esta unidad, y estos tres factores divinos se mezclan con un factor humano hasta hallar su consumación en el Cuerpo; este Cuerpo es la unidad genuina. (The Intrinsic Problem in the Lord’s Recovery Today and Its Scriptural Remedy, págs. 9-10)
Todos los creyentes deben estar en la esfera divina y mística del Espíritu consumado para ser mezclados con el Dios Triuno a fin de guardar la unidad…Todos los creyentes deben permanecer en el Hijo para que el Hijo permanezca en ellos a fin de que lleven mucho fruto para la glorificación (la expresión) del Padre (Jn. 15:4, 5, 8) … Todos los creyentes deben ser uno, así como el Padre está en elHijo y el Hijo en el Padre, para que ellos también estén en el Padre y en el Hijo. El Hijo está en los creyentes, y el Padre está en elHijo, para que los creyentes sean perfeccionados en unidad (17:21, 23).Nuestra unidad debe ser igual a la que hay entre los tres del Dios Triuno. De hecho, la unidad entre los creyentes es la unidad del Dios Triuno.
En Juan 14—16 el Señor Jesús les dio un mensaje a Sus discípulos, y en Juan 17 oró al Padre. En Su oración indicó como conclusión que nuestra unidad debe estar en el Dios Triuno, con el Cristo pneumático y el Espíritu consumado. Esta unidad, la cual es la unidad auténtica, es la mezcla de los creyentes con el Dios Triuno. Para tener esta unidad, los creyentes tienen que estar en el Dios Triuno como esfera divina ymística.Aquí el Padre está en el Hijo, el Hijo está en los creyentes, y los creyentes están en el Hijo, quien está en el Padre. Esto significa que los creyentes son uno con el Dios Triuno en la esfera divina y mística del Cristo pneumático y del Espíritu consumado. (La esfera divina y mística,págs.46-47)
Lectura adicional: The Intrinsic Problem in the Lord’s Recovery
Today and Its Scriptural Remedy, cap. 1;La esfera divina y mística, cap. 3
Witness Lee
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