Alimento diario y matutino (lunes)
El ministerio orgánico de Juan – Las cuatro grandes visiones
Semana 2--- El ministerio de los doce apóstoles
Lunes --- Leer con oración: Hch 1:7-8, 15-17; Jn.7:37-39; Ez.47:3-5
"Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río" (Ez 47:9)
EL FLUIR DE LOS RÍOS DE AGUA VIVA
El tema de esta semana es "El ministerio de los doce apóstoles" (Hch 1:15-17).
Jesús dijo a los discípulos: "No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (vs.7-8). Esta fue una palabra dirigida especialmente a los apóstoles. Al descender sobre ellos el Espíritu Santo, recibirían poder y deberían salir, desde la ciudad en la que estaban hasta lo último de la tierra. Hoy debemos ir desde la ciudad en donde estamos, hasta todas las ciudades de la provincia donde vivimos, después avanzar a todo el país, hasta llegar a lo último de la tierra. Así, seremos testigos del Señor. Es para eso que Él nos concede el poder.
Como vimos anteriormente, en el último día, el gran día de la fiesta de los Tabernáculos, el Señor se puso en pie y alzó la voz: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado" (Jn 7:37¬-39).
Cuando Dios creó al hombre y lo colocó en el huerto de Edén, le dijo que podría comer de todo árbol del huerto. Él quería especialmente que el hombre comiese del fruto del árbol de la vida, pero no debería comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. El día que el hombre comiese del árbol de la vida, la vida divina entraría en él, y empezaría a crecer. Pero el hombre fracasó, al comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Así, no podría comer del fruto del árbol de la vida, por tanto, el hombre y la mujer fueron expulsados del huerto de Edén. Pero, ¡gracias a Dios! El es amor, y a pesar de que el hombre había caído, Él aún quería salvarlo. Por ello, hay un río que sale del huerto de Edén y que alcanza los cuatro puntos de la tierra para conducir al hombre de regreso a Dios. Ese río ahora fluye de nuestro interior.
Cuando recibimos al Espíritu, por un lado, de nuestro interior fluyen ríos de agua viva, y por otro, estamos en ese río, como dice Ezequiel 47. Debemos estar en ese río, cuyas aguas inicialmente nos llegan hasta los tobillos (v.3), a medida que permanecemos en él, el agua va subiendo hasta las rodillas (v.4a), llegando hasta los lomos (v.4b) y finalmente se hace un río que no se puede atravesar (v.5). Entonces sólo podemos sometemos al fluir del agua de la vida.
De acuerdo con el libro de Génesis, un río salía del huerto del Edén y se dividía en cuatro brazos. El primero se llama Pisón, un río lleno de riquezas (Gn 2:11-12). Cuando entramos en el fluir de ese río, nos llenamos de alegría, y en ese fluir Dios nos suple en todo, satisfaciéndonos totalmente. Esas aguas no solamente apagan la sed interior, sino también nos dan el suplir de vida, alegría y paz. i Gracias al Señor por el río Pisón!
Después que el hombre fue expulsado del huerto del Edén tuvo una sed interior, por eso el Señor dijo: "El que cree en mí (...) de su interior correrán ríos de agua viva".
A partir de mañana hablaremos más sobre el río Pisón y sobre los otros tres brazos: Gihón, Hidekel (o Tigris), y el Éufrates
Punto Clave: Hasta lo último de la tierra
Pregunta: ¿Cuál es el curso del río Pisón?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es Señor!
SEMANA 9 — DÍA 1
Alimento matutino
Ro. 12:4-5 “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo Cuerpo en Cristo y miembros cada uno en particular, los unos de los otros”.
Ef. 4:16 “De quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”.
Dios lleva a cabo Su obra por medio de Su hablar; Él obra en cada era por medio de Su palabra. Además, a fin de comunicarnos Su hablar, Su oráculo divino, Él siempre se vale de un portavoz. En la era de Moisés, Moisés era el portavoz de Dios; en la era de David, David era Su portavoz; y en la era de Pablo, Pablo era Su portavoz. El portavoz que Dios usa realiza la obra de Dios al hablar, esto es, al comunicar a otros la palabra de Dios. Ciertamente este hablar, el oráculo de Dios, producirá un resultado.
[En la actualidad] Dios está llevando a cabo la obra de Su recobro, la cual tiene como fin edificar el Cuerpo de Cristo…¿Qué es lo que Dios está haciendo hoy? Él está recobrando la edificación orgánica del Cuerpo de Cristo mediante la palabra divulgada por Su ministerio. (Elders’ Training, Book 9: The Eldership and the God-ordained Way (1), pág. 84)
Lectura para hoy
En Efesios 4 vemos que la esfera del ministerio es el Cuerpo de Cristo, el cual puede ser expresado localmente como una iglesia, o fuera de la localidad como la obra. También es por esta razón que los apóstoles, los profetas, los evangelistas y [los pastores] y los maestros están ligados entre sí…Todos pertenecen al único ministerio, cuya esfera de servicio es el Cuerpo de Cristo.
Dios usa a estos hombres para impartir Su gracia a la iglesia. Sus diversos dones les capacitan para transmitir la gracia de la Cabeza al Cuerpo. El ministerio espiritual no es otra cosa que ministrar a Cristo a Su pueblo. La intención de Dios al dar estos hombres como dones a Su iglesia era que el Cristo conocido y experimentado personalmente por ellos fuera ministrado a Su pueblo mediante los dones del Espíritu. Ellos fueron dados a la iglesia “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo” [Ef. 4:12].
Efesios 4 habla del Cuerpo de Cristo, pero no se hace distinción allí entre las iglesias, la obra y el ministerio. Los santos que conforman las iglesias, los apóstoles que realizan la obra y los diversos ministros que llevan a cabo el ministerio, son considerados a la luz del Cuerpo de Cristo y en relación con el mismo. Esto se debe a que tanto la iglesia local como el ministerio y la obra, todos están en la iglesia. En realidad, son uno; aunque es necesario hacer distinción entre ellos para entenderlos mejor, realmente no podemos separarlos. Aquellos que están en las diferentes esferas de la iglesia necesitan ver la realidad del Cuerpo de Cristo y actuar coordinadamente como un cuerpo. No deben, por el hecho de tener distintas responsabilidades, acomodarse en compartimientos estancos. “La iglesia, la cual es Su Cuerpo” [1:22-23], incluye las iglesias, el ministerio y la obra. Las iglesias son el Cuerpo expresado localmente, el ministerio es el Cuerpo en función, y la obra es el Cuerpo en busca de incremento. Los tres son diferentes manifestaciones del único Cuerpo, así que todos son interdependientes y están relacionados entre sí. Ninguno de ellos debe moverse, ni siquiera existir, por sí solo.
Los tres proceden del Cuerpo, se hallan en el Cuerpo y existen para el Cuerpo. Si este principio de relación íntima con el Cuerpo y mutualidad entre sus miembros no es reconocido, simplemente no puede haber iglesia, ni ministerio ni obra. Jamás podremos recalcar lo suficiente la importancia de este principio, porque sin él todo sería una obra meramente humana y no una creación de Dios. El principio básico que rige en el ministerio es el Cuerpo; el principio básico que rige en la obra es el Cuerpo; y el principio básico que rige en las iglesias es el Cuerpo. Hoy en día, el Cuerpo es la ley que gobierna la vida y la obra de los hijos de Dios. (Watchman Nee, La vida cristiana normal de la iglesia,págs. 226, 228, 229-230)
Lectura adicional: Elders’ Training, Book 9: The Eldership and the God-ordained Way (1), cap. 6; La vida cristiana normal de la iglesia, págs. 224-230
Witness Lee
Derechos reservados a: “Living Stream Ministry”
¡Jesús es el Señor!
El ministerio orgánico de Juan – Las cuatro grandes visiones
Semana 2--- El ministerio de los doce apóstoles
Lunes --- Leer con oración: Hch 1:7-8, 15-17; Jn.7:37-39; Ez.47:3-5
"Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río" (Ez 47:9)
EL FLUIR DE LOS RÍOS DE AGUA VIVA
El tema de esta semana es "El ministerio de los doce apóstoles" (Hch 1:15-17).
Jesús dijo a los discípulos: "No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (vs.7-8). Esta fue una palabra dirigida especialmente a los apóstoles. Al descender sobre ellos el Espíritu Santo, recibirían poder y deberían salir, desde la ciudad en la que estaban hasta lo último de la tierra. Hoy debemos ir desde la ciudad en donde estamos, hasta todas las ciudades de la provincia donde vivimos, después avanzar a todo el país, hasta llegar a lo último de la tierra. Así, seremos testigos del Señor. Es para eso que Él nos concede el poder.
Como vimos anteriormente, en el último día, el gran día de la fiesta de los Tabernáculos, el Señor se puso en pie y alzó la voz: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado" (Jn 7:37¬-39).
Cuando Dios creó al hombre y lo colocó en el huerto de Edén, le dijo que podría comer de todo árbol del huerto. Él quería especialmente que el hombre comiese del fruto del árbol de la vida, pero no debería comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. El día que el hombre comiese del árbol de la vida, la vida divina entraría en él, y empezaría a crecer. Pero el hombre fracasó, al comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Así, no podría comer del fruto del árbol de la vida, por tanto, el hombre y la mujer fueron expulsados del huerto de Edén. Pero, ¡gracias a Dios! El es amor, y a pesar de que el hombre había caído, Él aún quería salvarlo. Por ello, hay un río que sale del huerto de Edén y que alcanza los cuatro puntos de la tierra para conducir al hombre de regreso a Dios. Ese río ahora fluye de nuestro interior.
Cuando recibimos al Espíritu, por un lado, de nuestro interior fluyen ríos de agua viva, y por otro, estamos en ese río, como dice Ezequiel 47. Debemos estar en ese río, cuyas aguas inicialmente nos llegan hasta los tobillos (v.3), a medida que permanecemos en él, el agua va subiendo hasta las rodillas (v.4a), llegando hasta los lomos (v.4b) y finalmente se hace un río que no se puede atravesar (v.5). Entonces sólo podemos sometemos al fluir del agua de la vida.
De acuerdo con el libro de Génesis, un río salía del huerto del Edén y se dividía en cuatro brazos. El primero se llama Pisón, un río lleno de riquezas (Gn 2:11-12). Cuando entramos en el fluir de ese río, nos llenamos de alegría, y en ese fluir Dios nos suple en todo, satisfaciéndonos totalmente. Esas aguas no solamente apagan la sed interior, sino también nos dan el suplir de vida, alegría y paz. i Gracias al Señor por el río Pisón!
Después que el hombre fue expulsado del huerto del Edén tuvo una sed interior, por eso el Señor dijo: "El que cree en mí (...) de su interior correrán ríos de agua viva".
A partir de mañana hablaremos más sobre el río Pisón y sobre los otros tres brazos: Gihón, Hidekel (o Tigris), y el Éufrates
Punto Clave: Hasta lo último de la tierra
Pregunta: ¿Cuál es el curso del río Pisón?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es Señor!
SEMANA 9 — DÍA 1
Alimento matutino
Ro. 12:4-5 “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo Cuerpo en Cristo y miembros cada uno en particular, los unos de los otros”.
Ef. 4:16 “De quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”.
Dios lleva a cabo Su obra por medio de Su hablar; Él obra en cada era por medio de Su palabra. Además, a fin de comunicarnos Su hablar, Su oráculo divino, Él siempre se vale de un portavoz. En la era de Moisés, Moisés era el portavoz de Dios; en la era de David, David era Su portavoz; y en la era de Pablo, Pablo era Su portavoz. El portavoz que Dios usa realiza la obra de Dios al hablar, esto es, al comunicar a otros la palabra de Dios. Ciertamente este hablar, el oráculo de Dios, producirá un resultado.
[En la actualidad] Dios está llevando a cabo la obra de Su recobro, la cual tiene como fin edificar el Cuerpo de Cristo…¿Qué es lo que Dios está haciendo hoy? Él está recobrando la edificación orgánica del Cuerpo de Cristo mediante la palabra divulgada por Su ministerio. (Elders’ Training, Book 9: The Eldership and the God-ordained Way (1), pág. 84)
Lectura para hoy
En Efesios 4 vemos que la esfera del ministerio es el Cuerpo de Cristo, el cual puede ser expresado localmente como una iglesia, o fuera de la localidad como la obra. También es por esta razón que los apóstoles, los profetas, los evangelistas y [los pastores] y los maestros están ligados entre sí…Todos pertenecen al único ministerio, cuya esfera de servicio es el Cuerpo de Cristo.
Dios usa a estos hombres para impartir Su gracia a la iglesia. Sus diversos dones les capacitan para transmitir la gracia de la Cabeza al Cuerpo. El ministerio espiritual no es otra cosa que ministrar a Cristo a Su pueblo. La intención de Dios al dar estos hombres como dones a Su iglesia era que el Cristo conocido y experimentado personalmente por ellos fuera ministrado a Su pueblo mediante los dones del Espíritu. Ellos fueron dados a la iglesia “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo” [Ef. 4:12].
Efesios 4 habla del Cuerpo de Cristo, pero no se hace distinción allí entre las iglesias, la obra y el ministerio. Los santos que conforman las iglesias, los apóstoles que realizan la obra y los diversos ministros que llevan a cabo el ministerio, son considerados a la luz del Cuerpo de Cristo y en relación con el mismo. Esto se debe a que tanto la iglesia local como el ministerio y la obra, todos están en la iglesia. En realidad, son uno; aunque es necesario hacer distinción entre ellos para entenderlos mejor, realmente no podemos separarlos. Aquellos que están en las diferentes esferas de la iglesia necesitan ver la realidad del Cuerpo de Cristo y actuar coordinadamente como un cuerpo. No deben, por el hecho de tener distintas responsabilidades, acomodarse en compartimientos estancos. “La iglesia, la cual es Su Cuerpo” [1:22-23], incluye las iglesias, el ministerio y la obra. Las iglesias son el Cuerpo expresado localmente, el ministerio es el Cuerpo en función, y la obra es el Cuerpo en busca de incremento. Los tres son diferentes manifestaciones del único Cuerpo, así que todos son interdependientes y están relacionados entre sí. Ninguno de ellos debe moverse, ni siquiera existir, por sí solo.
Los tres proceden del Cuerpo, se hallan en el Cuerpo y existen para el Cuerpo. Si este principio de relación íntima con el Cuerpo y mutualidad entre sus miembros no es reconocido, simplemente no puede haber iglesia, ni ministerio ni obra. Jamás podremos recalcar lo suficiente la importancia de este principio, porque sin él todo sería una obra meramente humana y no una creación de Dios. El principio básico que rige en el ministerio es el Cuerpo; el principio básico que rige en la obra es el Cuerpo; y el principio básico que rige en las iglesias es el Cuerpo. Hoy en día, el Cuerpo es la ley que gobierna la vida y la obra de los hijos de Dios. (Watchman Nee, La vida cristiana normal de la iglesia,págs. 226, 228, 229-230)
Lectura adicional: Elders’ Training, Book 9: The Eldership and the God-ordained Way (1), cap. 6; La vida cristiana normal de la iglesia, págs. 224-230
Witness Lee
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¡Jesús es el Señor!