ALIMENTO DIARIO Y MATUTINO (Jueves)

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5 Septiembre 2001
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Hechos de los apóstoles
Semana 19 --- El tercer viaje de Pablo
Jueves --- Leer con oración: 1 Co 1:11-12; 3:2-7, 21-23; Mt 17:1-8
“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Co 12:13)
GUARDAR LA UNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO
Como Apolos era elocuente y exponía bien la palabra de Dios, pudo ayudar a los hermanos en Corinto. Pero vemos que, más tarde, hubo problemas en aquella iglesia por causa de la visita de Apolos. En 1 Corintios 1:11-12, Pablo escribió a los hermanos diciendo que fue informado de que había contiendas entre ellos, pues algunos decían: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo”. Apolos, aun siendo muy bueno, no debió permitir que las personas comenzasen a decir: “Yo soy de Apolos”. Hoy, igualmente debemos ser prudentes. Si el Señor levanta a un hermano, aunque él sea muy usado por Dios y recibamos mucha ayuda a través de él, no podemos tener ningún sentir de decir: “Yo soy de fulano”. Si hacemos esto, comenzarán a surgir grupos de discipulado, esto causará división en el Cuerpo de Cristo y eso es algo que Dios no admite (3:2-7, 21-23; cfr. Mt 17:1-8).
El problema de la iglesia en Corinto comenzó por que algunos comenzaron a decir que eran de Apolos, otros de Cefas, otros de Pablo y otros, más espirituales aun, decían que eran de Cristo. No hay ningún problema en decir: “Yo soy de Cristo”, pero, decir eso con el fin de dividirnos de otros hermanos, es divisivo y el Señor no lo aprueba. Lo que necesitamos decir es simplemente: “Yo soy de la iglesia”, porque en todo el universo hay una sola iglesia, que es el Cuerpo de Cristo y ese Cuerpo universal se expresa en cada ciudad por medio de la iglesia que está allí, la iglesia local. No obstante, si decimos que somos de la iglesia local y nos dividimos de los demás hermanos de nuestra ciudad donde vivimos, somos igualmente divisivos mostrando cuán carnales somos. Por eso, no podemos decir tales palabras con un espíritu divisivo, sino que necesitamos reconocer que todos los amados hermanos de la ciudad donde vivimos forman parte del Cuerpo de Cristo y de la iglesia en aquella ciudad, aunque ellos mismos no lo reconozcan ni tomen tal posición.
En 1 Corintios 12:13 leemos que todos los que fuimos bautizados fuimos introducidos en un solo Cuerpo, el Cuerpo universal de Cristo. El Cuerpo de Cristo es la iglesia y todos los que creímos en el Señor y fuimos bautizados ya estamos en la iglesia. Por tanto, podemos decir: “Somos la iglesia en esta ciudad y practicamos la unidad en la base de la localidad”, pero no podemos afirmar: “Sólo nosotros somos la iglesia en esta ciudad”, pues, si decimos así, somos partidistas, porque la iglesia está compuesta de todos los creyentes en aquella ciudad.
Hasta el mismo Pablo afirmó que los que dicen ser de Cristo son carnales. No hay frase más correcta que decir: “Yo soy de Cristo”; pero, si al decir eso yo me divido de otros cristianos, estoy causando una división en el cuerpo de Cristo. Si decimos: “¡Yo soy de la iglesia local!”, entonces seremos también divisivos pues el término iglesia local no es el nombre de la iglesia, si no que denota su naturaleza local. No debemos ser usados para dividirnos de los demás.
Punto Clave: No debe haber división en el Cuerpo
Pregunta: ¿Qué significa decir “yo soy de Cristo” en 1 Corintios 1:12?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!
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SEMANA 5 — DÍA 4
Alimento matutino
Mt. 28:19-20 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todo cuanto os he mandado; y he aquí, Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del siglo.
Hch. 1:8 Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
En Mateo 28:19 el Señor Jesús mandó a Sus discípulos que fueran e hicieran discípulos a las naciones, bautizándolos dentro del nombre, esto es, dentro de la persona del Padre, y del Hijo, y del Espíritu. Ser bautizados dentro de la persona del Dios Triuno es ser bautizados en el Espíritu todo-inclusivo y consumado que es la máxima consumación del Dios Triuno procesado (Hch. 1:5, 8). Esto significa ser bautizados en las riquezas del Padre, en las riquezas del Hijo y en las riquezas del Espíritu. Ser bautizados dentro del Dios Triuno significa ser introducidos en una unión orgánica con el Dios Triuno. Nosotros los pecadores,
después de creer en el Señor Jesús, hemos sido bautizados dentro del Padre, del Hijo y del Espíritu. Esto produce una unión orgánica. Ahora nosotros, los que fuimos bautizados, estamos en esta unión orgánica. Por lo tanto, todo lo que tiene el Padre, todo lo que tiene el Hijo y todo lo que recibe el Espíritu, llega a ser nuestro. (La economía neotestamentaria de Dios, pág. 104)
Lectura para hoy
El Nuevo Testamento nos dice que debemos ser bautizados en el Dios Triuno, en el Señor Jesús y en el Espíritu. Esto indica que el Señor Jesús es la totalidad del Dios Triuno, y que el Espíritu es el Señor Jesús hecho real para nosotros. Todos nosotros hemos sido bautizados en el Espíritu, y esto significa ser bautizados en el Señor Jesús, lo cual a su vez significa ser bautizados dentro del Padre, el Hijo y el Espíritu, es decir, en el Dios Triuno. Este bautismo nos introduce en una unión orgánica con el Dios Triuno. Por lo tanto, llegamos a ser uno con el Dios Triuno, y todo lo que Él es y tiene es nuestro porque estamos orgánicamente unidos a Él. (La economía neotestamentaria de Dios, págs. 104-105)
Según Mateo, ser bautizado en la realidad del Padre, del Hijo y del Espíritu tiene como fin constituir el reino de los cielos. No se puede formar el reino celestial como se organiza una sociedad terrenal, con seres humanos de carne y sangre (1 Co. 15:50); el reino celestial sólo puede ser constituido por los que han sido sumergidos en una unión con el Dios Triuno y establecidos y edificados con el Dios Triuno, el cual se ha forjado en ellos. (Estudio-vida de Mateo, pág. 836)
La gran comisión que el Señor nos dio consiste en hacer discípulos a las naciones y enseñarles lo que Cristo enseñó (Mt. 28:19-20).
El Señor comisionó a los discípulos a salvar y reunir a todos los escogidos de Dios de Jerusalén, Judea, Samaria y de lo más remoto de la tierra, o sea, todo el mundo, todas las naciones (Hch. 1:8;Mr. 16:15; Lc. 24:47). La Jerusalén actual la conforman, para nosotros, nuestros conocidos más cercanos. Tenemos que salvarlos, reunirlos y hacer que ellos sean nuestra cosecha. Aquellos que laboran por los intereses del Señor en Rusia son testigos de Cristo en lo más remoto de la tierra. El objeto de nuestra comisión es con el tiempo ganar todas las naciones, toda la tierra.
Para llevar a cabo la gran comisión de Cristo en resurrección, tenemos que vivir la vida divina en nuestra vida humana. Ciertamente llevamos una vida humana, pero no la vivimos por nuestra vida humana; en lugar de ello, la llevamos por medio de la vida divina. La resurrección significa que nuestra vida natural fue crucificada, fue conformada a la muerte de Cristo. Ahora llevamos una vida humana, pero…la llevamos por medio de la vida divina, y ésta es la resurrección. La resurrección significa que nuestra vida natural está crucificada. Tenemos que negarnos a nosotros mismos, es decir, nuestro hombre natural, nuestra vida humana, tiene que ser crucificado con Cristo. Entonces dejaremos que Cristo viva en nosotros como la vida divina. La resurrección significa no dejar que nuestra vida natural sea expresada en nuestro vivir, sino sólo la vida divina. Entonces nuestra humanidad es elevada al nivel de la vida divina mediante la resurrección y en ella. (Los grupos vitales, págs. 47, 48-49)
Lectura adicional: La economía neotestamentaria de Dios, cap. 8; Los grupos vitales, mensaje 5
Witness Lee
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¡Jesús es el Señor!