Alimento diario y matutino (jueves)

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5 Septiembre 2001
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PRACTICANDO EL LIBRO DE LOS HECHOS
Semana 16 --- La iglesia en Corinto
Jueves --- Leer con oración: Gn 2:7; 1 P 2:5; Ap 4:3; 21:14, 18-20
“Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados” (1 Co 14:31)
LOS DIFERENTES NIVELES DE MINISTERIOS
Los que tienen ministerios tienen comunión íntima con el Señor, pues mientras más el Señor está en ellos, más el ministerio se expresa y se manifiesta. Los que hablan por el Señor primeramente comienzan en los grupos familiares, ganan luz en la Biblia o reciben ayuda de algún libro espiritual, y espontáneamente comienzan a hablar por el Señor. Cuando alguien recibe un don, por ejemplo, el de hablar por el Señor, y lo usa constantemente, la gracia, que es el mismo Cristo, le es añadida, y con eso el don de hablar se convierte en un ministerio.
Hay diversidad de ministerios, es decir, diferentes ministerios, no solamente en tipos, sino también en niveles. Los doce apóstoles son representados por las doce piedras preciosas que adornaban los cimientos del muro de la Nueva Jerusalén (Ap 21:14). Esto nos muestra que cada uno tiene su ministerio, si comparamos con la diversidad de colores que tienen las piedras preciosas. Sin embargo, el ministerio de cada uno apunta al único ministerio, la edificación de la iglesia, el Cuerpo de Cristo (cfr. Ef 4:11-12), que se consumará en la Nueva Jerusalén. Algunas piedras allí tienen una tonalidad verde, que ciertamente se refiere a la vida.
Entre los doce apóstoles, algunos tuvieron experiencias más profundas con respecto a la vida, lo cual también indica la obra transformadora del Espíritu en nosotros. Fuimos hechos del polvo de la tierra (Gn 2:7), pero por la regeneración el Señor nos transformó en piedras que viven (1 P 2:5). Hoy el Espíritu trabaja para transformarnos en la Nueva Jerusalén, donde todos seremos piedras preciosas. El muro de la ciudad es de jaspe y la apariencia de Dios en el trono también es de jaspe (Ap 21:18; cfr. 4:3). Esto indica que, en la eternidad, seremos transformados a fin de expresar al mismo Dios. Pero, cada hermano es diferente en lo que se refiere a su obra, por eso los cimientos del muro son adornados de piedras preciosas diferentes, de varias tonalidades e intensidades de color (21:19-20); en otras palabras, los niveles de vida son diferentes. Hay mucha diversidad de ministerios, como también hay diferentes niveles de ministerios.
En las semanas anteriores, al abordar sobre el asunto del don y el ministerio de ofrendas de riquezas materiales, vimos que inicialmente Pablo no incentivó a las iglesias de Macedonia, que incluye a Tesalónica y Filipos, para ofrendar, pues estaban en profunda pobreza. No obstante, los santos allí rogaron que se les concediese la gracia de ofrendar (2 Co 8:1- 4) y el don en ellos se hizo un ministerio, pues la gracia hace que el don se convierta en un ministerio, es decir, don más gracia equivale a ministerio. Podemos decir que los que tienen el don de ofrendar reciben más gracia, y finalmente tienen el ministerio de las ofrendas de riquezas materiales.
En cuanto al ministerio de la palabra, es la misma cosa. Primeramente, comenzamos con el don de profetizar, es decir, hablar por el Señor, en los grupos familiares (1 Co 14:31). Mientras más hablamos, más gracia ganamos y así, si continuamos hablando por el Señor, más gracia nos es añadida y, después de un tiempo, deseamos compartir también en las reuniones grandes. Esto nos concede más gracia y, con el pasar del tiempo y con el aumento de gracia, podemos convertirnos en ministros de la palabra. ¡Que el Señor nos haga tales personas, con miras a la edificación de la iglesia, el Cuerpo de Cristo!
Punto Clave: Hay diversidad de ministerios
Pregunta: ¿De qué manera el don de profetizar y de ofrendar se convierten en ministerios?
Dong Yu Lan
SEMANA 6 — DÍA 4 104
Alimento matutino
Ro. 6:6 Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él…
Gá. 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí.
Si queremos que nuestra manera de ser sea puesta a muerte, debemos darnos cuenta de que nosotros hemos sido crucificados (Gá. 2:20; Ro.6:6).Desde la mañana hasta la tarde, durante todo el día, debemos recordar que somos personas que ya han sido crucificadas. Debido a que fuimos crucificados…no debemos vivir, actuar ni andar conforme a lo que somos por naturaleza. Vivir de tal manera es sencillamente vivir conforme a nuestra manera de ser. A fin de dar muerte a nuestra manera de ser, debemos comprender y recordar que ya hemos sido crucificados, y por ende, debemos tener siempre presente este hecho durante todo el día.(La experiencia y el crecimiento en vida, pág. 180)
Lectura para hoy
Además de comprender que hemos sido crucificados, tenemos que ir en contra de nosotros mismos. Ir en contra de nosotros mismos es luchar en contra de nuestra manera de ser. Si usted se ha dado cuenta de que su manera de ser es permanecer callado, entonces mientras permanezca callado, sencillamente estará viviendo conforme a su manera de ser. Pero si usted desea ir en contra de su callada manera de ser, primero tiene que comprender que su hombre natural ya fue crucificado y luego debe permanecer bajo la operación aniquiladora de la cruz. Luego, en las reuniones usted, en contra de su propia manera de ser, podrá ejercitarse para hablar algo del Señor a los santos.
Lo más temible en la obra del Señor es una persona competente y ambiciosa…Una persona competente que no tenga ambiciones personales será muy útil en la obra del Señor … El mejor ejemplo de una persona que era muy capaz pero no tenía ambiciones personales… era el hermano Nee … Él no era una persona ambiciosa en absoluto. Su obra fue del nivel más elevado. Aunque llevó a cabo tal obra, él no se reservó nada para sí mismo.
Tener capacidad para hacer las cosas y no tener ambiciones personales implica que a dicha capacidad se le ha añadido la cruz. Todo ser humano es ambicioso. La ambición es el principal elemento de la manera de ser de toda persona caída. Incluso las personas más viles y que tienen poca capacidad son ambiciosas. En la vida de iglesia, algunos son muy capaces y ambiciosos, mientras que otros no son muy capaces pero sí igual de ambiciosos. Sin embargo, ambos tipos de personas pueden causar muchos problemas en la vida de iglesia. Cuán maravilloso sería si todos los santos que están en la vida de iglesia lucharan en contra de su ambición. Si todos nosotros estuviéramos dispuestos a recibir la ayuda a fin de llevar una vida de continua lucha en contra de nuestra manera de ser, nuestra ambición sería anulada y no habría más problemas en la vida de iglesia. Una vez que la ambición sea puesta a muerte en la vida de iglesia, se manifestará la utilidad de cada uno, aun de aquellos que tienen poca capacidad. Pero si la manera de ser de los santos permanece sin ser quebrantada, la ambición se hará manifiesta —lo cual redundará en confusión—, la utilidad de los santos será anulada y esto dará cabida a gran devastación. (La experiencia y el crecimiento en vida, págs. 180, 183-184)
Mateo 16:24 dice: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. La palabra sígame en este versículo encierra un significado de crucial importancia. Indica que la persona que habla es el modelo, el camino. También indica que se trata de una persona crucificada y resucitada. Si no somos crucificados ni resucitados, la iglesia no podrá existir como tal. La iglesia llega a existir únicamente mediante la crucifixión y resurrección de Cristo. No solamente nosotros debemos negarnos a nuestro yo, que es corrupto, sino que incluso el Señor debía negarse a su yo, el cual era puro y jamás cometió pecado. Si el Señor no se hubiera negado a sí mismo ni hubiera ido a la cruz, no podría haber resucitado y, por tanto, no se habría producido la iglesia. Ahora nosotros debemos seguirlo a Él. Esto significa que al igual que Él debemos negarnos a nosotros mismos y también que, al igual que Él, debemos permitir que otros nos crucifiquen. Si esto no se cumple, es imposible que la iglesia pueda ser edificada. Cada vez que sintamos que estamos alimentando la vida del “yo” de otra persona, debemos decir: “Señor,
tomo la decisión de seguirte. Dejaré de tener tanto contacto con este hermano”. Si hace esto, la edificación de la iglesia proseguirá. (The Exercise of the Kingdom for the Building of the Church, pág. 29)
Lectura adicional: The Exercise of the Kingdom for the Building of the Church, caps. 4-5; The Normal Way of Fruit-bearing and Shepherding for the Building Up of the Church, cap. 7
Witness Lee
¡Jesús es el Señor!