Al pecar: ¿Cuando es culpa nuestra y cuando es culpa del diablo?

El diablo NUNCA ha obligado a pecar a nadie. Tienta y presenta opciones. Y los hombres decidimos.
Es mas bueno el diablo que la mayoria de los cristianitos.
 
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Reacciones: VOS y JuandelaCruz
¿Dónde está la opinión de los evangelicos?

En algunas iglesias evangélicas siempre culpan al enemigo de todos los males que le suceden.

¿Realmente es así?

¿O es por culpa de quién comete el pecado?
 
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¿Dónde está la opinión de los evangelicos?

En algunas iglesias evangélicas siempre culpan al enemigo de todos los males que le suceden.

¿Realmente es así?

¿O es por culpa de quién comete el pecado?
La escritura establece claramente el papel de cada cual.

El diablo engaña. Los que siguen sus propias fabulas. Tal como Russelitas, Smithians, Islam, etc. Han sido engañados por el diablo y su pecado puede ser achacado al mentiroso.
Los hijos de Dios. Los que hemos nacido de nuevo pecamos por nuestra propia conscupicencia. Gracias a Dios que tenemos un Gran Sumo Sacerdote a nuestro favor. Mi oracion diaria a mi Padre es que me libre de mi mismo. Mi mas grande piedra de tropiezo soy yo. Y es lo mismo para TODOS los nacidos de nuevo.
 
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Reacciones: MiguelR
Dios nos dio libre albedrío como una piedra angular.
Las influencias externas, las de este mundo o del otro, fomentan, pero no causan.
La causa somos nosotros.
Tal como digo en mi lema: "Ningún mal entra en el hombre; sólo puede salir de él".

Cien por cien somos nosotros los que nos enajenamos de la armonía de Dios, plasmada en sus buenas leyes.
Y es esta mi convicción, que los malignos proponen, mas sólo cada uno elige.

¿Y quiénes son "los malignos"? - quizá podáis preguntar -.
Existen en este mundo y también en el más allá. Son espíritus oscuros, que no han hallado la luz.
No entienden lo que es la vida, pues luz es entendimiento, y no saben dónde viven, aunque crean que lo saben.
Promueven en derredor lo que les "hizo felices", en su vida aquí o allá, y no ven más horizontes.
Los alcohólicos, beber; los fornicarios, follar; los glotones, deglutir; los envidiosos, odiar; los iracundos, matar, y cada cual por su vicio, procuran "alimentarse" de los que a esos vicios ceden aquí en el mundo mortal, porque aquí, desde la carne, lo que emanamos es fuerte, mucho más fuerte que "allá", y de ello ellos se "alimentan" como abejas que libaran lo que las flores ofrecen.
Refuerzan nuestras tendencias y las suyas a pecar.
Pero imposible forzarnos, salvo si hemos sucumbido a ceder nuestro albedrío, primero por sugestión; más adentro, la obsesión; por último, posesión.
 
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