Ah...esas luces. (Reflexión.)
...Podía inclusive, escuchar, que el viejo televisor en la sala, tocaba la música tema de algún programa predilecto, pero, aquello me atraía más.
A mis siete u ocho años, la combinación de colores en las luces era todo un espectáculo que disfrutaba ¨boquiabierto¨. Me perdía entre las verdes agujas del pino artificial. Las tensiones que experimentaba de los primeros meses escolares, desaparecían al sumarse decenas de minutos mirando al verde árbol y sus bombillas. Si llegaba algún visitante mientras era joven la noche, no me enteraba.
Allí, al pie del árbol, mirándolo como quien mira a algun pintor dando pinceladas, olvidaba que mis zapatos de escuela eran muy grandes; que detrás de mi pierna izquierda habia algo parecido a un quiste; que los vecinos de al frente eran personas de hablar vulgar, o, que era un sueño inalcanzable el tener mi propia bicicleta. Esas bombillas de colores variados, apagando y prendiendo en una cadencia poco científica, privada de compases que pudieran seguirse, tenían el ritmo que atraía a cualquier niño que soñaba... como yo. Verdes brillantes aparecían a la izquierda; varios amarillos diseminados por todo el árbol titilaban acompañados de púrpuras que parecían rosados, mientras los rojos se abrían paso, con sus ondas, por entre las esferas de cristales coloridos que colgaban en las puntas del arbolito. Ah...Y los azules, con su gama de tonalidades, haciendo eco a la expresión de algunas traviesas luces seminaranjas. Me parecía un mundo tan diferente, el que encontraba al asomar mi infantil rostro entre las ramas de aquel pino ensamblado. No habían regalos a su pie; vendrían en la noche de reyes. A su pie estaba yo, la mayor parte de las noches. La belleza de las combinaciones de luces, era lo que me atraía de aquel árbol. De día, era como si la función cerrara. De noche, con ¨boleto en mano¨y corriendo al asiento más cercano a la plataforma, aparecia yo. Una cosa siempre decía de la función: Me gusta mucho.
Pasando los años, he entendido algo de las diversas razones por las que pasé horas de mi niñez, durante tiempos navideños, frente a las clásicas luces.
Varias de ellas son de explicación científica. Otras tienen anexo al alma misma, por absurdo que pudiera sonar a algunos. Pero simplificando; explicándolo como lo hiciera de niño... simplemente, me gustan mucho.
Hoy, en mi departamento, tengo dos extensiones de luces de colores rodeando una lámpara de suelo (Floor lamp). Las enciendo por muchas noches durante todo el año. Está en mí. Nuevamente... me gustan mucho.
Apenas hace unos años comprendí que este gusto mio, no es algo que vaya a desaparecer una vez que abandone mi terrenal morada. Citas halladas en la escritura, como cuando se describe la santa ciudad, construida por Dios en el cielo, me hacen pensar que será este uno de mis eternos disfrutes.
¨ El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio.
Y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
El quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, trasparente como vidrio.
Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. ¨ (Apoc. 21: 18-23)
Tantas piedras preciosas y metales, combinados, de tal calidad celestial, deben ser de por sí un indescriptible espectáculo de belleza, diseño e ingeniería. Pero lo glorioso se torna gloriosamente magestuoso, cuando luz de poder y belleza sin igual emana de Dios mismo y de su Hijo Jesucristo, y ésta se refleja en cada piedra preciosa y calle de esa sublime ciudad;
...Lo que con mis ojos celestiales, por la gracia de Dios, algun día disfrutaré.
En ese entonces, algún ángel que haya notado que paso boquiabierto, sentado a las afueras de la resplandeciente ciudad, le preguntará a Dios, y sonriendo, nuestro amado Padre le responderá: Es que le gustan mucho.
Erskine.2007
...Podía inclusive, escuchar, que el viejo televisor en la sala, tocaba la música tema de algún programa predilecto, pero, aquello me atraía más.
A mis siete u ocho años, la combinación de colores en las luces era todo un espectáculo que disfrutaba ¨boquiabierto¨. Me perdía entre las verdes agujas del pino artificial. Las tensiones que experimentaba de los primeros meses escolares, desaparecían al sumarse decenas de minutos mirando al verde árbol y sus bombillas. Si llegaba algún visitante mientras era joven la noche, no me enteraba.
Allí, al pie del árbol, mirándolo como quien mira a algun pintor dando pinceladas, olvidaba que mis zapatos de escuela eran muy grandes; que detrás de mi pierna izquierda habia algo parecido a un quiste; que los vecinos de al frente eran personas de hablar vulgar, o, que era un sueño inalcanzable el tener mi propia bicicleta. Esas bombillas de colores variados, apagando y prendiendo en una cadencia poco científica, privada de compases que pudieran seguirse, tenían el ritmo que atraía a cualquier niño que soñaba... como yo. Verdes brillantes aparecían a la izquierda; varios amarillos diseminados por todo el árbol titilaban acompañados de púrpuras que parecían rosados, mientras los rojos se abrían paso, con sus ondas, por entre las esferas de cristales coloridos que colgaban en las puntas del arbolito. Ah...Y los azules, con su gama de tonalidades, haciendo eco a la expresión de algunas traviesas luces seminaranjas. Me parecía un mundo tan diferente, el que encontraba al asomar mi infantil rostro entre las ramas de aquel pino ensamblado. No habían regalos a su pie; vendrían en la noche de reyes. A su pie estaba yo, la mayor parte de las noches. La belleza de las combinaciones de luces, era lo que me atraía de aquel árbol. De día, era como si la función cerrara. De noche, con ¨boleto en mano¨y corriendo al asiento más cercano a la plataforma, aparecia yo. Una cosa siempre decía de la función: Me gusta mucho.
Pasando los años, he entendido algo de las diversas razones por las que pasé horas de mi niñez, durante tiempos navideños, frente a las clásicas luces.
Varias de ellas son de explicación científica. Otras tienen anexo al alma misma, por absurdo que pudiera sonar a algunos. Pero simplificando; explicándolo como lo hiciera de niño... simplemente, me gustan mucho.
Hoy, en mi departamento, tengo dos extensiones de luces de colores rodeando una lámpara de suelo (Floor lamp). Las enciendo por muchas noches durante todo el año. Está en mí. Nuevamente... me gustan mucho.
Apenas hace unos años comprendí que este gusto mio, no es algo que vaya a desaparecer una vez que abandone mi terrenal morada. Citas halladas en la escritura, como cuando se describe la santa ciudad, construida por Dios en el cielo, me hacen pensar que será este uno de mis eternos disfrutes.
¨ El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio.
Y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
El quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, trasparente como vidrio.
Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. ¨ (Apoc. 21: 18-23)
Tantas piedras preciosas y metales, combinados, de tal calidad celestial, deben ser de por sí un indescriptible espectáculo de belleza, diseño e ingeniería. Pero lo glorioso se torna gloriosamente magestuoso, cuando luz de poder y belleza sin igual emana de Dios mismo y de su Hijo Jesucristo, y ésta se refleja en cada piedra preciosa y calle de esa sublime ciudad;
...Lo que con mis ojos celestiales, por la gracia de Dios, algun día disfrutaré.
En ese entonces, algún ángel que haya notado que paso boquiabierto, sentado a las afueras de la resplandeciente ciudad, le preguntará a Dios, y sonriendo, nuestro amado Padre le responderá: Es que le gustan mucho.
Erskine.2007