
¿Puede una iglesia serle infiel a Dios?
“Contended con vuestra madre, contended, porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; aparte, pues, sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos.”
— Oseas 2:2
Dios le ordena al profeta Oseas algo desgarrador: que se case con una mujer adúltera. ¿Por qué? Porque su matrimonio sería una parábola viviente del corazón infiel de Su pueblo.
Gomer, su esposa, simboliza a Israel. Un pueblo que, a pesar de haber sido escogido, amado y protegido, corrió tras otros dioses como una esposa que abandona a su esposo para prostituirse.
Y esa misma voz profética nos habla hoy.
La realidad espiritual de hoy:

“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?”
— Santiago 4:4
El adulterio espiritual no se da solamente cuando dejamos de asistir a la iglesia o leer la Biblia. Se da cuando combinamos la adoración a Dios con la lealtad a los ídolos del sistema:
- La iglesia que se inclina ante la fama, pero no ante el Espíritu.
- Pastores que buscan likes, no almas.
- Congregaciones que invierten más en luces que en lágrimas.
- Mensajes que exaltan al hombre y silencian al Cordero.
Lo mismo hizo Israel:
“Porque su madre se prostituyó, la que los dio a luz se deshonró; porque dijo: Iré tras mis amantes...”
— Oseas 2:5
Israel atribuyó sus bendiciones a Baal.
Usó el trigo, el vino y el oro que Dios le dio… para adorar a ídolos.
Y el juicio llegó. Asiria conquistó, destruyó, y se llevó a las diez tribus.
Las consecuencias del adulterio espiritual:
Dios, al igual que Oseas, no quiere destruir, sino restaurar. Pero la restauración nunca ocurre sin confrontación.
- Vergüenza pública (Oseas 2:10)
“Ahora descubriré su lascivia a la vista de sus amantes, y nadie la librará de mi mano.” - Pérdida de bendiciones (Oseas 2:9)
“Volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón…” - Silencio de Dios (Oseas 2:11)
“Haré cesar todo su gozo, sus fiestas solemnes, sus lunas nuevas y sus días de reposo.” - Devastación espiritual (Oseas 2:12)
“Haré que su selva quede desierta, y la comerán las bestias del campo.”
Pero en el desierto... Dios aún habla
“He aquí, yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.”
— Oseas 2:14
Dios no nos lleva al desierto para destruirnos… sino para hablarnos sin distracciones.
Es en la soledad, el quebranto, el silencio… donde el pueblo volverá a desear a su primer amor.
“Y será en aquel día… que me llamarás Ishi [mi esposo], y no me llamarás más Baali [mi amo].”
— Oseas 2:16
¡Qué diferencia! Ya no será una relación basada en obligación, sino en intimidad, devoción, amor!
La esperanza del Reino Venidero:
“Y te desposaré conmigo para siempre… y conocerás al Señor.”
— Oseas 2:19-20
Dios promete restaurar.
Restaurar la fidelidad.
Restaurar la tierra.
Restaurar la intimidad.
Restaurar la verdadera identidad de su pueblo.
“Y diré a los que no eran mi pueblo: Pueblo mío eres tú; y ellos dirán: ¡Dios mío!”
— Oseas 2:23
Llamado final:
La iglesia no necesita más eventos...
Necesita más desiertos donde vuelva a escuchar la voz de su Esposo.
Necesitamos dejar de jugar a la fidelidad mientras coqueteamos con el mundo.
“El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
— Apocalipsis 2:7
Dos preguntas que confrontan el corazón:
- ¿A quién le atribuyes lo que tienes hoy: a tu esfuerzo, al sistema... o a Dios?
- ¿Estás buscando a Dios como Esposo íntimo… o lo ves solo como un Señor lejano al que hay que agradar con ritos?