"A Sus ovejas llama por su nombre…" 

Juan 10:3
¿Realmente lo conozco a Él?
Muchos saben de doctrina
, de versículos y teología, pero… ¿conocen al Maestro?
María Magdalena lloraba, no por falta de conocimiento, sino por amor profundo
.
Jesús no le predicó, solo le llamó por su nombre:
"¡María!" — y su corazón lo reconoció al instante.
"¡Raboni!" — "¡Maestro!" (Juan 20:11-18)

La doctrina sin intimidad es como hierba bajo los pies.
Pero un toque de Jesús transforma para siempre.
¿He dudado como Tomás?
"Si no veo… no creeré"
(Juan 20:24-29)
Jesús no lo reprendió, lo tocó personalmente.
Ese momento fue suficiente para que Tomás dijera:
"¡Señor mío y Dios mío!"
Los toques del Señor llegan a su tiempo...
¡y son indescriptiblemente preciosos!
¿Lo he negado por miedo o egoísmo?
Pedro juró no conocerlo
(Juan 21:15-17),
pero Jesús lo buscó, lo restauró en privado
y luego le preguntó tres veces:
"¿Me amas?"
Pedro solo pudo decir:
"Tú sabes que te quiero..."
Reflexión Final
No basta con saber de Él.
Hay que caminar con Él, escucharlo, amarlo, llorar con Él y ser restaurados por Él.
La verdadera señal del discipulado es la comunión íntima.
Hoy, si escuchas tu nombre en su voz…
¡Respóndele como María, Tomás o Pedro!
Él sigue llamando…
1. ¿Estoy siguiendo a Jesús por amor o solo por conocimiento?
¿Mi relación con Él está basada en comunión diaria o en saber "cosas de la Biblia"?
2. ¿Cuándo fue la última vez que escuché a Jesús llamarme por mi nombre?
¿Estoy lo suficientemente cerca para reconocer Su voz, como lo hizo María?
3. ¿He tenido una experiencia personal con Jesús o solo vivo de lo que otros cuentan?
Como Tomás, ¿necesito un toque personal para creer más profundamente?




Muchos saben de doctrina



Jesús no le predicó, solo le llamó por su nombre:






"Si no veo… no creeré"

Jesús no lo reprendió, lo tocó personalmente.
Ese momento fue suficiente para que Tomás dijera:


¡y son indescriptiblemente preciosos!


Pedro juró no conocerlo

pero Jesús lo buscó, lo restauró en privado

y luego le preguntó tres veces:

Pedro solo pudo decir:


No basta con saber de Él.
Hay que caminar con Él, escucharlo, amarlo, llorar con Él y ser restaurados por Él.


¡Respóndele como María, Tomás o Pedro!
Él sigue llamando…






