Elena, oro con usted y por usted:
A ti, Señor, tú que has hecho a todas las madres del mundo y de todos los tiempos, venimos en humildad a agradecerte por nuestras madres, nuestras esposas, nuestras hijas, nuestras amigas.
Señor, tú hiciste a la mujer para que fuera la ayuda idónea para el hombre; pero, Señor, en nuestra rebeldía, muchas veces hemos hecho de la mujer no el objeto de nuestro amor y gratitud, sino un objeto de abuso. Perdónanos, Señor. Perdónanos, Padre, porque sabemos que a ti no te agrada la situación de la mujer en este mundo ahora. Señor, ayúdanos a aprender a amar a las mujeres con tu amor. En el Nombre más precioso, más lindo que el lirio de los valles, Jesucristo. Amén.