“—¿Qué cosa pides?—preguntó el rey.
ENTONCES ORÉ AL DIOS DE LOS CIELOS…”.
NEHEMÍAS 2:4
Oraciones del momento
Por cuatro meses Nehemías había orado sobre las ruinosas murallas de Jerusalén. Día y noche Jerusalén parecía escrita en su corazón, pintada en sus ojos. En medio del singular ardor que quemaba el alma de Nehemías, Dios le envió una hermosa oportunidad. Ante la pregunta del Rey Artajerjes sobre lo que Nehemías deseaba que él hiciera por Jerusalén, Nehemías inmediatamente oró a Dios para solicitar su ayuda.
Insertada entre la pregunta del rey y la respuesta de Nehemías, aquella no fue la oración que se mantiene llamando a la puerta de la MISERICORDIA sino la fusión de muchos llamados en uno. Probablemente el intervalo entre pregunta y respuesta no fue suficientemente largo para notarlo, pero suficiente para que Dios lo percibiera y suficiente para que Nehemías hubiese buscado y obtenido orientación por parte de DIOS sobre cómo habría de responderle al rey. Nehemías, al estar “demasiado asustado” en aquel momento, ofreció su oración como un centelleo, como el guiño de un ojo, la cual—aun habiendo siendo hecha intuitivamente—probó ser una que se valió de, que se gozó en, Dios.
Sabemos que ésta fue una oración silenciosa. Aunque probablemente estaba parado a unos pocos metros de Nehemías, Artajerjes nunca supo que éste había orado en aquel momento. En el más recóndito santuario del templo—en el santo de los santos de su propia alma secreta—allí oró Nehemías. Corta y silenciosa fue aquella oración; una oración en el sitio, en el instante. Él no fue a su recamara y abrió la ventana como lo hiciese Daniel, quién por lo demás estaba en lo correcto. ¡Fue una ocasión diferente! Ni siquiera volteó su cabeza a la pared. ¡No! Mas allí y entonces, con la copa del rey en la mano, Nehemías oró al DIOS DE LOS CIELOS. ¡Aleluya! Y entonces, sólo entonces, fue cuando respondió la pregunta del rey. Aquella oración fue muy intensa y directa. “El Dios de los cielos” era el nombre favorito de Nehemías para Dios. Sabía a quién estaba orándole. No dirigió Nehemías una reverencia o lanzó su oración a dirección alguna sino que oró DIRECTO AL SEÑOR por lo que él deseaba.
Nunca subestimemos el inconmensurable valor de una ORACIÓN DEL MOMENTO. La oración de Nehemías—ese pedacito de oración deslizada de soslayo entre una PREGUNTA y una RESPUESTA, MERO FRAGMENTO DE DEVOCIÓN—nunca ha pasado desapercibida para el AUTÉNTICO CREYENTE que se pasea por y se goza en las palabras contenidas a lo largo del relato bíblico.
Dios de los cielos, gracias a Ti por que ninguna oración es demasiado breve o insignificante como para que escape de Tus siempre atentos oídos. ¡Amén!
Amado, amada, que me escuchas: Si este mensaje (traducido a la lengua castellana y proveniente de un inspirado hermano en Cristo Jesús que ahora mora con el Señor) te ha sido de edificación y deseas leer otros de la misma cosecha, te ruego entonces que abras los vínculos siguientes:
* 01 ORACIÓN, divino tesoro - ¡LLAMA A LA PUERTA!
* 02 ORACIÓN, divino tesoro - ¡NO TE PREOCUPES!
* 03 ORACIÓN, divino tesoro – ADOPCIÓN: EL ESPÍRITU y EL GRITO
* 04 ORACIÓN, divino tesoro – ORACIÓN EFICAZ
* 05 ORACIÓN, divino tesoro – ORANDO EN EL ESPÍRITU
* 06 ORACIÓN, divino tesoro – ORACIÓN VERDADERA, ¡VERDADERO PODER!
* 07 ORACIÓN, divino tesoro – INCESANTE ORACIÓN
* 08 ORACIÓN, divino tesoro – HÁGASE TU VOLUNTAD
* 09 ORACIÓN, divino tesoro – EL TRONO DE LA GRACIA
* 10 ORACIÓN, divino tesoro – ADORACIÓN
* 11 ORACIÓN, divino tesoro – LA DORADA LLAVE DE LA ORACIÓN
* 12 ORACIÓN, divino tesoro – ORACIÓN EN LA CUEVA
ENTONCES ORÉ AL DIOS DE LOS CIELOS…”.
NEHEMÍAS 2:4
Oraciones del momento
Por cuatro meses Nehemías había orado sobre las ruinosas murallas de Jerusalén. Día y noche Jerusalén parecía escrita en su corazón, pintada en sus ojos. En medio del singular ardor que quemaba el alma de Nehemías, Dios le envió una hermosa oportunidad. Ante la pregunta del Rey Artajerjes sobre lo que Nehemías deseaba que él hiciera por Jerusalén, Nehemías inmediatamente oró a Dios para solicitar su ayuda.
Insertada entre la pregunta del rey y la respuesta de Nehemías, aquella no fue la oración que se mantiene llamando a la puerta de la MISERICORDIA sino la fusión de muchos llamados en uno. Probablemente el intervalo entre pregunta y respuesta no fue suficientemente largo para notarlo, pero suficiente para que Dios lo percibiera y suficiente para que Nehemías hubiese buscado y obtenido orientación por parte de DIOS sobre cómo habría de responderle al rey. Nehemías, al estar “demasiado asustado” en aquel momento, ofreció su oración como un centelleo, como el guiño de un ojo, la cual—aun habiendo siendo hecha intuitivamente—probó ser una que se valió de, que se gozó en, Dios.
Sabemos que ésta fue una oración silenciosa. Aunque probablemente estaba parado a unos pocos metros de Nehemías, Artajerjes nunca supo que éste había orado en aquel momento. En el más recóndito santuario del templo—en el santo de los santos de su propia alma secreta—allí oró Nehemías. Corta y silenciosa fue aquella oración; una oración en el sitio, en el instante. Él no fue a su recamara y abrió la ventana como lo hiciese Daniel, quién por lo demás estaba en lo correcto. ¡Fue una ocasión diferente! Ni siquiera volteó su cabeza a la pared. ¡No! Mas allí y entonces, con la copa del rey en la mano, Nehemías oró al DIOS DE LOS CIELOS. ¡Aleluya! Y entonces, sólo entonces, fue cuando respondió la pregunta del rey. Aquella oración fue muy intensa y directa. “El Dios de los cielos” era el nombre favorito de Nehemías para Dios. Sabía a quién estaba orándole. No dirigió Nehemías una reverencia o lanzó su oración a dirección alguna sino que oró DIRECTO AL SEÑOR por lo que él deseaba.
Nunca subestimemos el inconmensurable valor de una ORACIÓN DEL MOMENTO. La oración de Nehemías—ese pedacito de oración deslizada de soslayo entre una PREGUNTA y una RESPUESTA, MERO FRAGMENTO DE DEVOCIÓN—nunca ha pasado desapercibida para el AUTÉNTICO CREYENTE que se pasea por y se goza en las palabras contenidas a lo largo del relato bíblico.
Dios de los cielos, gracias a Ti por que ninguna oración es demasiado breve o insignificante como para que escape de Tus siempre atentos oídos. ¡Amén!
Amado, amada, que me escuchas: Si este mensaje (traducido a la lengua castellana y proveniente de un inspirado hermano en Cristo Jesús que ahora mora con el Señor) te ha sido de edificación y deseas leer otros de la misma cosecha, te ruego entonces que abras los vínculos siguientes:
* 01 ORACIÓN, divino tesoro - ¡LLAMA A LA PUERTA!
* 02 ORACIÓN, divino tesoro - ¡NO TE PREOCUPES!
* 03 ORACIÓN, divino tesoro – ADOPCIÓN: EL ESPÍRITU y EL GRITO
* 04 ORACIÓN, divino tesoro – ORACIÓN EFICAZ
* 05 ORACIÓN, divino tesoro – ORANDO EN EL ESPÍRITU
* 06 ORACIÓN, divino tesoro – ORACIÓN VERDADERA, ¡VERDADERO PODER!
* 07 ORACIÓN, divino tesoro – INCESANTE ORACIÓN
* 08 ORACIÓN, divino tesoro – HÁGASE TU VOLUNTAD
* 09 ORACIÓN, divino tesoro – EL TRONO DE LA GRACIA
* 10 ORACIÓN, divino tesoro – ADORACIÓN
* 11 ORACIÓN, divino tesoro – LA DORADA LLAVE DE LA ORACIÓN
* 12 ORACIÓN, divino tesoro – ORACIÓN EN LA CUEVA