“Pero vosotros, amados,
edificándoos sobre vuestra santísima fe,
ORANDO EN EL ESPÍRITU SANTO,
conservaos en el amor de Dios,
esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.”.
JUDAS 1:20-21
Orando en el Espíritu
Es maravilloso saber que Dios observa a Su pueblo y no se sienta como un indiferente espectador ante sus conflictos y dificultades. El Señor sabe de nuestras flaquezas y fracasos en la oración, pero con todo Él no se enfada con nosotros. En cambio, Él se conmueve hasta el punto de la piedad y el amor por nosotros. En lugar de cerrar las puertas de la misericordia, Él descubre maneras de traer al lisiado ante Su presencia. Él enseña a orar al ignorante y fortalece al débil con Su propia fortaleza. Esta ayuda no puede ser hallada en ningún libro o en la vana repetición de ciertas palabras en ciertos “consagrados lugares” sino mediante la condescendiente asistencia del Espíritu Santo.
Entiendo que el Espíritu Santo está realmente ayudándome a orar, que Él me dirá cómo orar y que cuando yo llegue al un punto donde mis palabras se hayan agotado y no pueda expresar mis deseos, Él aparecerá en mí limitación e intercederá por mí con gemidos que no pueden ser proferidos por hombre alguno. Jesús en Su agonía en el Getsemaní fue fortalecido por un ángel; tú estás para ser fortalecido por el mismísimo Dios. Esta reflexión no necesita ser adornada por expresión retórica alguna. Tómala como un gran trozo del oro de Ofir y valórala; ésta no tiene precio, está más allá de todo precio. Dios el Espíritu Santo Se complace en ayudarte cuando estás arrodillado y no puedes poner dos palabras juntas en el habla que es común a los hombres. En este preciso instante Él—el Espíritu Santo—te ayudará a hablar con Dios Padre. Y si en el estrado de la misericordia yerras en las palabras, tú, en realidad, no has de fracasar ya que tu corazón saldrá victorioso. Dios no requiere palabras. Él nunca lee nuestras peticiones de acuerdo a la expresión externa sino de acuerdo a los gemidos internos. ¡ÉL NUNCA LEE EL PERIÓDICO, NI ESCUCHA NI VE LOS NOTICIEROS, PARA ESTAR INFORMADO! Él se da cuenta de la nostalgia, el deseo, el suspiro y del grito que surgen desde el fondo de nuestros corazones.
Recuerda que lo externo de la oración no es sino la cáscara; la oración interna es su verdadera almendra y esencia. En efecto, la oración gemida desde adentro en la angustiosa amargura de un espíritu desolado—en medio de un llanto demasiado discordante para los oídos humanos—es música a los oídos de Dios. Date cuenta del valor que el corazón tiene en la oración y sé confortado.
Espíritu Santo, enséñame a orar, fortaléceme en oración. Mi corazón es Tuyo. Intercede por mí ante el trono del Padre. ¡Amen!
Amado, amada, que me escuchas: Si este mensaje (traducido a la lengua castellana y proveniente de un inspirado hermano en Cristo Jesús que ahora mora con el Señor) te ha sido de edificación y deseas leer otros de la misma cosecha, te ruego entonces que abras los vínculos siguientes:
— 01 ORACIÓN, divino tesoro - ¡LLAMA A LA PUERTA!
— 02 ORACIÓN, divino tesoro - ¡NO TE PREOCUPES!
— 03 ORACIÓN, divino tesoro – ADOPCIÓN: EL ESPÍRITU y EL GRITO
— 04 ORACIÓN, divino tesoro – ORACIÓN EFICAZ
edificándoos sobre vuestra santísima fe,
ORANDO EN EL ESPÍRITU SANTO,
conservaos en el amor de Dios,
esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.”.
JUDAS 1:20-21
Orando en el Espíritu
Es maravilloso saber que Dios observa a Su pueblo y no se sienta como un indiferente espectador ante sus conflictos y dificultades. El Señor sabe de nuestras flaquezas y fracasos en la oración, pero con todo Él no se enfada con nosotros. En cambio, Él se conmueve hasta el punto de la piedad y el amor por nosotros. En lugar de cerrar las puertas de la misericordia, Él descubre maneras de traer al lisiado ante Su presencia. Él enseña a orar al ignorante y fortalece al débil con Su propia fortaleza. Esta ayuda no puede ser hallada en ningún libro o en la vana repetición de ciertas palabras en ciertos “consagrados lugares” sino mediante la condescendiente asistencia del Espíritu Santo.
Entiendo que el Espíritu Santo está realmente ayudándome a orar, que Él me dirá cómo orar y que cuando yo llegue al un punto donde mis palabras se hayan agotado y no pueda expresar mis deseos, Él aparecerá en mí limitación e intercederá por mí con gemidos que no pueden ser proferidos por hombre alguno. Jesús en Su agonía en el Getsemaní fue fortalecido por un ángel; tú estás para ser fortalecido por el mismísimo Dios. Esta reflexión no necesita ser adornada por expresión retórica alguna. Tómala como un gran trozo del oro de Ofir y valórala; ésta no tiene precio, está más allá de todo precio. Dios el Espíritu Santo Se complace en ayudarte cuando estás arrodillado y no puedes poner dos palabras juntas en el habla que es común a los hombres. En este preciso instante Él—el Espíritu Santo—te ayudará a hablar con Dios Padre. Y si en el estrado de la misericordia yerras en las palabras, tú, en realidad, no has de fracasar ya que tu corazón saldrá victorioso. Dios no requiere palabras. Él nunca lee nuestras peticiones de acuerdo a la expresión externa sino de acuerdo a los gemidos internos. ¡ÉL NUNCA LEE EL PERIÓDICO, NI ESCUCHA NI VE LOS NOTICIEROS, PARA ESTAR INFORMADO! Él se da cuenta de la nostalgia, el deseo, el suspiro y del grito que surgen desde el fondo de nuestros corazones.
Recuerda que lo externo de la oración no es sino la cáscara; la oración interna es su verdadera almendra y esencia. En efecto, la oración gemida desde adentro en la angustiosa amargura de un espíritu desolado—en medio de un llanto demasiado discordante para los oídos humanos—es música a los oídos de Dios. Date cuenta del valor que el corazón tiene en la oración y sé confortado.
Espíritu Santo, enséñame a orar, fortaléceme en oración. Mi corazón es Tuyo. Intercede por mí ante el trono del Padre. ¡Amen!
Amado, amada, que me escuchas: Si este mensaje (traducido a la lengua castellana y proveniente de un inspirado hermano en Cristo Jesús que ahora mora con el Señor) te ha sido de edificación y deseas leer otros de la misma cosecha, te ruego entonces que abras los vínculos siguientes:
— 01 ORACIÓN, divino tesoro - ¡LLAMA A LA PUERTA!
— 02 ORACIÓN, divino tesoro - ¡NO TE PREOCUPES!
— 03 ORACIÓN, divino tesoro – ADOPCIÓN: EL ESPÍRITU y EL GRITO
— 04 ORACIÓN, divino tesoro – ORACIÓN EFICAZ