“Por tanto os digo:
No os afanéis por vuestra vida,
qué habéis de comer o qué habéis de beber;
ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.
¿No es la vida más que el alimento,
y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo…”.
MATEO 6:25-26
¡No te preocupes!
La excesiva ansiedad es muy común entre nosotros. Muchos de nosotros somos nerviosos, tímidos, dubitativos y propensos al miedo. Hay abundancia de pesimistas alrededor nuestro, aunque ellos muy raramente se reconocerían a sí mismos como tales. Para ellos lo malo es siempre inminente; siempre estamos a punto de dar un salto a la oscuridad. Todos los pájaros son búhos o cuervos. Todos sus cisnes son negros. Si hoy llueve, mañana lloverá y el día siguiente, y el siguiente, y por seguro habrá un diluvio. Y si el día está bonito hoy, seguro que estará seco mañana y así sucesivamente por meses hasta que la tierra y todos los prados perezcan bajo la inclemente sequía. Supongo que ellos no pueden superar la excesiva ansiedad pero los creyentes en Cristo deben hacerlo ya que la Palabra del Señor es sencilla y vinculante: “No os afanéis por vuestra vida”.
La quejosa ansiedad está prohibida al creyente y es totalmente innecesaria. Si tú tienes un PAPÁ en el cielo que te cuida y, sin embargo, perseveras en tu OBSTINADA preocupación, ¿acaso no arrojas vergüenza sobre cada pajarito que se posa sobre la rama y canta aun cuando éste no haya hallado ni siquiera dos granos de cebada en el mundo entero? Dios se encarga de los pájaros que pueblan el aire y así ellos viven exentos de preocupación. ¿Por qué no, nosotros?
Nuestro Señor también enseñó que tal ansiedad es inútil porque, con todo nuestra preocupación, no podemos agregar ni una sola hora a nuestras vidas ¿Podemos hacer algo más a través de nuestra quejumbrosa preocupación? ¿Qué pasaría si el granjero deplorara la falta de lluvia? ¿Acaso sus miedos destaparán las botellas de los cielos? Es infinitamente más sabio hacer lo mejor que podamos y entonces echar toda nuestra preocupación encima de nuestro Dios. Prudencia es sabiduría, porque está adapta los medios a los fines; pero la ansiedad es auténtica locura ya que ésta refunfuña y se preocupa y nada realiza, nada consigue.
Además, “los gentiles (paganos) buscan todas estas cosas ”. Dejemos pues que el HEREDERO DEL CIELO haga su parte, la cual es mucho más noble que la del mero hombre de este mundo. Nuestra falta de confianza en nuestro Dios es infantil y deshonrosa. Si no pudiéramos confiar en Él, ¿acaso podríamos conducirnos mejor nosotros mismos? ¿Acaso podemos hacer algo mejor que “saber que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien?”.
Padre, abre los ojos de mi corazón para verte tal como Tú eres. Pongo mis preocupaciones a Tus pies. ¡Amen!
Amado, amada, que me escuchas: Si este mensaje (traducido a la lengua castellana y proveniente de un inspirado hermano en Cristo Jesús que ahora mora con el Señor) te ha sido de edificación y deseas leer otros de la misma cosecha, te ruego entonces que abras los vínculos siguientes:
*01 ORACIÓN, divino tesoro - ¡LLAMA A LA PUERTA!
No os afanéis por vuestra vida,
qué habéis de comer o qué habéis de beber;
ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.
¿No es la vida más que el alimento,
y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo…”.
MATEO 6:25-26
¡No te preocupes!
La excesiva ansiedad es muy común entre nosotros. Muchos de nosotros somos nerviosos, tímidos, dubitativos y propensos al miedo. Hay abundancia de pesimistas alrededor nuestro, aunque ellos muy raramente se reconocerían a sí mismos como tales. Para ellos lo malo es siempre inminente; siempre estamos a punto de dar un salto a la oscuridad. Todos los pájaros son búhos o cuervos. Todos sus cisnes son negros. Si hoy llueve, mañana lloverá y el día siguiente, y el siguiente, y por seguro habrá un diluvio. Y si el día está bonito hoy, seguro que estará seco mañana y así sucesivamente por meses hasta que la tierra y todos los prados perezcan bajo la inclemente sequía. Supongo que ellos no pueden superar la excesiva ansiedad pero los creyentes en Cristo deben hacerlo ya que la Palabra del Señor es sencilla y vinculante: “No os afanéis por vuestra vida”.
La quejosa ansiedad está prohibida al creyente y es totalmente innecesaria. Si tú tienes un PAPÁ en el cielo que te cuida y, sin embargo, perseveras en tu OBSTINADA preocupación, ¿acaso no arrojas vergüenza sobre cada pajarito que se posa sobre la rama y canta aun cuando éste no haya hallado ni siquiera dos granos de cebada en el mundo entero? Dios se encarga de los pájaros que pueblan el aire y así ellos viven exentos de preocupación. ¿Por qué no, nosotros?
Nuestro Señor también enseñó que tal ansiedad es inútil porque, con todo nuestra preocupación, no podemos agregar ni una sola hora a nuestras vidas ¿Podemos hacer algo más a través de nuestra quejumbrosa preocupación? ¿Qué pasaría si el granjero deplorara la falta de lluvia? ¿Acaso sus miedos destaparán las botellas de los cielos? Es infinitamente más sabio hacer lo mejor que podamos y entonces echar toda nuestra preocupación encima de nuestro Dios. Prudencia es sabiduría, porque está adapta los medios a los fines; pero la ansiedad es auténtica locura ya que ésta refunfuña y se preocupa y nada realiza, nada consigue.
Además, “los gentiles (paganos) buscan todas estas cosas ”. Dejemos pues que el HEREDERO DEL CIELO haga su parte, la cual es mucho más noble que la del mero hombre de este mundo. Nuestra falta de confianza en nuestro Dios es infantil y deshonrosa. Si no pudiéramos confiar en Él, ¿acaso podríamos conducirnos mejor nosotros mismos? ¿Acaso podemos hacer algo mejor que “saber que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien?”.
Padre, abre los ojos de mi corazón para verte tal como Tú eres. Pongo mis preocupaciones a Tus pies. ¡Amen!
Amado, amada, que me escuchas: Si este mensaje (traducido a la lengua castellana y proveniente de un inspirado hermano en Cristo Jesús que ahora mora con el Señor) te ha sido de edificación y deseas leer otros de la misma cosecha, te ruego entonces que abras los vínculos siguientes:
*01 ORACIÓN, divino tesoro - ¡LLAMA A LA PUERTA!