La vida no empieza “cuando conviene”. Empieza cuando comienza.
Desde la fecundación, un nuevo ser humano inicia un proceso único, irrepetible y continuo.
No hay pausas, no hay saltos, no hay “antes” ni “después”, solo una historia que va creciendo, respirando, soñando… hasta su último latido.
La ciencia lo llama desarrollo.
Nosotros lo llamamos vida.
Cada etapa —embrión, feto, niño, joven, anciano— es la misma persona en distinto momento de su camino.
Por eso defender la vida no es cuestión de tiempo, sino de coherencia y verdad.
La vida no se concede, se reconoce.
Y todo ser humano la posee desde su primer instante.
Fuente: Alianza Vida y Familia