que necesitas tú. Tú que vives en este mundo en esta época.
Pues te contesto, pero anda si es complicada la pregunta
Soy católico, no he apostatado ni lo haré, aunque creo que la Iglesia de Cristo desborda ampliamente a la Iglesia Católica, hace ya muchos siglos que la propia inercia hizo ya muy difícil juntar lo que ya es una brecha insondable en el quebranto del Alma de Dios, pero sin duda se nos dará poco a poco la capacidad de vivir esa Iglesia en conjunto, hay mucho que nos junta, mucho que nos une, y creo que la única forma es alcanzar un proceso transformador como Jesucristo mismo hizo en sus discípulos, mediante el Espíritu de la Verdad.
Desde pequeño me sentía asustado con ciertos versículos, y mira que eran suaves, esos de "ni uno solo se salvó", los egipcios perecían en el Mar Rojo y aunque hubieran sido "malvados", yo pensaba para mis adentros, ¿nadie se ha fijado que es en teoría Dios el que endurece sus corazones y les fuerza a perseguir a los hebreos?
Más tarde descubrí además que esos mismos hebreos habían llegado a Egipto acogidos por el faraón, se les había dado fértiles tierras, bienes, capacidad legal, libertad, y sin embargo terminan esclavos poco a poco, ¿qué ocurre entre medias? Esa es la pregunta esencial, la que todo cristiano debería plantearse para entender la verdadera libertad, y la verdadera enseñanza del Éxodo.
Dicho lo cual mi adhesión al Evangelio es total, para mi el orden es sin duda empezar por el Evangelio, interiorizarlo, buscarlo, practicarlo, vivirlo, hacerlo tuyo, porque el Evangelio está escrito para que seamos uno en Cristo, de hecho todos los personajes del Evangelio convergen hacia la conversión "y creyeron..."
Creer en Jesucristo no es una fría adhesión declarativa de fe como el credo niceno, son palabras huecas si no se creen de verdad, Dios no nos pide una fe basada en palabras, sino de corazón, y para creer de corazón es preciso llevar el Evangelio hasta las últimas consecuencias. Yo lo practiqué muchos años, pero ni en la práctica religiosa que terminé abandonando, ni por supuesto en la Biblia, supe hallar la fe que buscaba, de hecho la estaba perdiendo por circunstancias de la vida hasta que por esa misma fe que se apagaba vino la llama, o Luz de nuevo a mi vida, poco a poco, sin ruido ni estridencias, sin imposiciones, aceptando mis pecados, eso era lo increíble, que poco a poco fue conquistando mi vida de nuevo, porque me amaba.
Y porque me amó supe reflexionar, encontrar mis puntos débiles, la causa profunda de mis sufrimientos, y supe interiorizando esa Palabra delimitar mis acciones concretas, una de ellas fue mi determinación de encontrarme con Dios, ¡el deseo de todo creyente!, yo le había buscado desde niño, pero algo fallaba en mi esquema religioso. Y otro era una necesidad, la de perdonar, me habían traicionado profundamente en lo que antes era fundamental en mi vida y mi alma sufría por ello, por no saber perdonar.
"Pedir y se os dará", "buscad y hallaréis"
Se cumplieron de tal manera que al final viviendo el Evangelio y aceptando mis debilidades, vino primero ese encuentro, para mi todo un "renacer" en espíritu, un cambio que transforma todo, que además no ha sido ya único, cuanto más aprendo, más cercano me encuentro a Dios y mejor entiendo a Dios y su Palabra. Precisamente uno de esos encuentros me enseñó a leer la Biblia, y desde entonces la disfruto y puedo criticarla con más seguridad respecto a las palabras humanas e interesadas que contiene, y debajo de esas palabras encontrar la Palabra, astutamente camuflada, perenne en nuestras tribulaciones, capaz de sortear nuestros infiernos y salvarnos por la infinita misericordia que muestran todas sus páginas una vez bien leídas desde el Evangelio.
Con lo cual, ya una vez soltado este rollo, queda claro que el Evangelio del Reino es y debe ser la guía fundamental, pero debe además recorrerse en el camino vital de cada uno, más tarde o temprano nuestra apertura espiritual al Inefable hace el resto. Dios nos ama tantísimo que es complicado expresar en palabras ese amor, solamente puedo decir que ningún ser humano es capaz de darlo, la experiencia que tuve al enamorarme distaba mucho de esta.
Y por eso en mi experiencia el perdón y el amor son tan fundamentales, creo que tiene todo el sentido, son la esencia fundante del Evangelio. Y el amor me llevó al perdón, y el perdón me reconcilió con Dios, dándome una Gracia que me sostiene, desde que la tengo interiorizada como enorme don, el pecado no existe, porque es empezar a "cagarla" y darte cuenta desde el primer minuto, parece como si ya verias de antemano todo el árbol de sucesos que va a llevar a donde no te conviene.