EL CONSEJ
El capítulo 2 del libro de Juan, relata que, tanto María como Jesús y sus discípulos fueron invitados a unas bodas en Caná de Galilea.
Cuando María se enteró que el vino se había acabado, entendiendo que ella no podía hacer nada, fue a Jesús y le dijo: “No tienen vino”. A lo que Jesús le respondió: “¿Eso qué tiene que ver conmigo? Todavía no ha llegado mi hora.”. Entonces, María dijo a los que servían: “Haced todo lo que os dijere” -Juan 2:3-5.
De ésta narración bíblica se desprende que María, aunque fue una mujer “muy favorecida” (Lucas 1:28), entendió que sólo fue un instrumento para la manifestación de Dios en la persona de Jesús.
Al acudir a Jesús para plantearle la situación y luego ordenar a que se hiciese todo lo que El dijere, María aceptó su incapacidad para hacer milagros y reiteró su sometimiento a Dios. Tiempo antes, cuando el Ángel Gabriel le dio la anunciación, María misma había expresado: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” - Lucas 1:38.
Los que le otorgan a María títulos como: “Madre de la Divina Gracia, Madre del Creador, Reina concebida sin mancha original”, etc., en realidad están hablando de otra mujer. Están hablando de la diosa pagana, que en la Antigua Babilonia, era adorada como Semiramis; en China, como Shingmoo; en India, como Indrani; en Roma, como Venus y en Efeso, como Diana (Hechos 19:27). Cuando los Israelitas se paganizaron, la adoraron como Astarot (Jueces 2:13; Jeremías 7:13-18; 44:17-19).
La María bíblica, no era una farsante, ni reclamaba títulos divinos. Ella se proclamó como “sierva del Señor”. María nunca reclamó ser la madre de Dios porque ella no fue una blasfema. Ella sabía que solamente fue el instrumento humano que le prestó a Dios su útero para que en el se formase el cuerpo en el cual el Verbo Eterno (Dios) se manifestó al mundo. (Juan 1:1 y 14; Hebreos 10:5-10)
María fue clara. Ella expresó con firmeza: “Haced todo lo que os dijere”. Este es el único consejo de María que se registra en toda la Biblia.
Por eso es muy importante que busquemos lo que Jesús dice y lo hagamos. Jesucristo dijo: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” - Juan 3:36. No habló de adorar a María, de hacer penitencias ni de adorar imágenes.
Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino es por mi” - Juan 14:6. No dijo que el camino es el Papa, la liturgia, los sacramentos o María.
Con razón el Apóstol Pedro expresó: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro hombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. El Apóstol Pablo señaló: “Porque hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. (Hechos 4:12; 1 Timoteo 2:5)
Entonces, María tenía razón! Ella fue sólo una sierva del Señor. No fue madre de Dios, porque Dios no tuvo origen. Tampoco es la mediadora que ruega por nosotros.
María dijo que hiciéramos todo lo que dijera Jesús y Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más a pasado de muerte a vida” - Juan 5:24.
Lector, ¿no crees que es tiempo de seguir el consejo de María? La Biblia enseña que existen solo dos lugares a los cuales irán las almas después de la muerte: el cielo o el infierno. La historia del rico y Lázaro es una ilustración precisa del destino eterno (Lucas 16:19-31)
El infierno es descrito como un lugar de fuego eterno (Mateo 25:41), mientras que el cielo es un lugar de compañerismo y regocijo, junto a Jesucristo. (Filipenses 1:23; Mateo 25:21)
Si tu pregunta es, ¿Cómo sé que voy al cielo o al infierno? Te contesto que eso depende de tu actitud con respecto a Jesucristo en ésta vida. La Biblia dice: “El que cree en el hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” - Juan 3:36.
O DE MARIADr. Victor Centeno,Th.D.
El capítulo 2 del libro de Juan, relata que, tanto María como Jesús y sus discípulos fueron invitados a unas bodas en Caná de Galilea.
Cuando María se enteró que el vino se había acabado, entendiendo que ella no podía hacer nada, fue a Jesús y le dijo: “No tienen vino”. A lo que Jesús le respondió: “¿Eso qué tiene que ver conmigo? Todavía no ha llegado mi hora.”. Entonces, María dijo a los que servían: “Haced todo lo que os dijere” -Juan 2:3-5.
De ésta narración bíblica se desprende que María, aunque fue una mujer “muy favorecida” (Lucas 1:28), entendió que sólo fue un instrumento para la manifestación de Dios en la persona de Jesús.
Al acudir a Jesús para plantearle la situación y luego ordenar a que se hiciese todo lo que El dijere, María aceptó su incapacidad para hacer milagros y reiteró su sometimiento a Dios. Tiempo antes, cuando el Ángel Gabriel le dio la anunciación, María misma había expresado: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” - Lucas 1:38.
Los que le otorgan a María títulos como: “Madre de la Divina Gracia, Madre del Creador, Reina concebida sin mancha original”, etc., en realidad están hablando de otra mujer. Están hablando de la diosa pagana, que en la Antigua Babilonia, era adorada como Semiramis; en China, como Shingmoo; en India, como Indrani; en Roma, como Venus y en Efeso, como Diana (Hechos 19:27). Cuando los Israelitas se paganizaron, la adoraron como Astarot (Jueces 2:13; Jeremías 7:13-18; 44:17-19).
La María bíblica, no era una farsante, ni reclamaba títulos divinos. Ella se proclamó como “sierva del Señor”. María nunca reclamó ser la madre de Dios porque ella no fue una blasfema. Ella sabía que solamente fue el instrumento humano que le prestó a Dios su útero para que en el se formase el cuerpo en el cual el Verbo Eterno (Dios) se manifestó al mundo. (Juan 1:1 y 14; Hebreos 10:5-10)
María fue clara. Ella expresó con firmeza: “Haced todo lo que os dijere”. Este es el único consejo de María que se registra en toda la Biblia.
Por eso es muy importante que busquemos lo que Jesús dice y lo hagamos. Jesucristo dijo: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” - Juan 3:36. No habló de adorar a María, de hacer penitencias ni de adorar imágenes.
Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino es por mi” - Juan 14:6. No dijo que el camino es el Papa, la liturgia, los sacramentos o María.
Con razón el Apóstol Pedro expresó: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro hombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. El Apóstol Pablo señaló: “Porque hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. (Hechos 4:12; 1 Timoteo 2:5)
Entonces, María tenía razón! Ella fue sólo una sierva del Señor. No fue madre de Dios, porque Dios no tuvo origen. Tampoco es la mediadora que ruega por nosotros.
María dijo que hiciéramos todo lo que dijera Jesús y Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más a pasado de muerte a vida” - Juan 5:24.
Lector, ¿no crees que es tiempo de seguir el consejo de María? La Biblia enseña que existen solo dos lugares a los cuales irán las almas después de la muerte: el cielo o el infierno. La historia del rico y Lázaro es una ilustración precisa del destino eterno (Lucas 16:19-31)
El infierno es descrito como un lugar de fuego eterno (Mateo 25:41), mientras que el cielo es un lugar de compañerismo y regocijo, junto a Jesucristo. (Filipenses 1:23; Mateo 25:21)
Si tu pregunta es, ¿Cómo sé que voy al cielo o al infierno? Te contesto que eso depende de tu actitud con respecto a Jesucristo en ésta vida. La Biblia dice: “El que cree en el hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” - Juan 3:36.