William Miller (predicador laico bautista)

17 Septiembre 2008
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William Miller (1782-1849) fue un predicador laico bautista, agricultor y jefe cívico local en Low Hampton, en el este de Nueva York. Estudiante de la historia y la profecía bíblica; a raíz de sus estudios, comenzó a predicar en 1831 el inminente segundo advenimiento de Cristo.

Es considerado como el precursor del Movimiento Adventista (también conocido como Movimiento Millerista), de los años 1830 y 1940 en Norteamérica. Entre sus descendientes espirituales directos existen varias religiones, incluyendo la Iglesia Adventista del Séptimo Día y movimientos posteriores que se fundaron con la inspiración directa del énfasis de Miller en la profecía bíblica, incluyendo el Movimiento de Estudiantes de la Biblia ó Russellitas, actualmente conocidos como los Testigos de Jehová.
 
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Vida temprana [editar]Miller nació el 15 de febrero de 1782 en Pittsfield, Massachusetts. A la edad de 4 años, su familia se mudó a Hampton Nueva York. Fue educado en casa por su madre, hasta los 9 años de edad, cuando ingresó en la recientemente establecida Escuela del Distrito de Poultney del Este. Se desconoce si Miller cursó alguna educación formal después de los 18 años; a pesar de ello, continuó leyendo vorazmente. En su juventud es sabido que tuvo acceso a las bibliotecas privadas del Juez James Witherell, del Congresista Matthew Lyon en la cercana Fairhaven, Vermont y de Alexander Cruikshanks de Whitehall, Nueva York.[1]

En 1803, Miller contrajo matrimonio con Lucy Smith y se mudaron al pueblo de su esposa, cercano a Poultney, Vermont, donde se convirtió en granjero. Mientras Miller era electo como miembro de la Oficina Civil de Poultney, comenzó con el oficio de Guardia. En 1809 fue elegido para el puesto de Sheriff Diputado y en una fecha desconocida fue elegido como Juez de Paz. Miller sirvió en la milicia de Vermont y fue comisionado como teniente el 21 de julio de 1810. Por estas fechas se convierte en un hombre relativamente acaudalado, poseyendo una casa, tierras y por lo menos dos caballos.

Poco después de su cambio a Poultney, Miller rechaza sus creencias bautistas y se convierte en Deísta. En su biografía, Miller reseña su conversión: "Me hice conocido de los principales hombres en esa aldea (Poultney, N.Y.), que eran abiertamente Deístas; pero eran buenos ciudadanos, y de una conducta y moral serias. Ellos pusieron en mis manos los trabajos de Voltaire, Hume, Paine, Ethan Allen y otros escritores deístas".[2]
 
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Creencias masónicas [editar]Miller fue también un activo francmasón: "Fue aquí (Poultney, Vermont) donde el Sr. Miller se convirtió en miembro de la fraternidad masónica, en la cual su perseverancia, sin nada más, se manifestó; avanzó al grado más alto que las logias en el condado, o en la región, podían conferir."[3] Poco sabemos de los lazos masónicos de Miller, aparte de los registrados por su biógrafo Sylvester Bliss. La mayoría de los autores subsecuentes ignora este hecho o no mencionan comentario alguno. Whitney R. Cross especifica que Miller era un masón del Arco Real pero no da más detalles o fuentes.[4] H. Y. Smith y W. S. Rann, editores del libro de 1886 Historia del Condado Rutland Vermont con Ilustraciones y Bosquejos Biográficos de algunos de sus Prominentes Hombres y Pioneros muestra al "Rev. William Miller" como uno de los cincuenta y un individuos listados por el Sr. Clarke como "los que han sido prominentes en el Orden de este condado (Rutland)."[5] Miller (listado como el Cap. Miller) es nombrado posteriormente como uno de los primeros Maestros de la Logia Estrella de la Mañana, No. 27. Se dice de esta logia que fue "organizada en Poultney anteriormente a 1800, pero la fecha exacta no es conocida."[6] En una carta escrita a su amigo Truman Hendryx, fechada el 17 de noviembre de 1832, Miller se regocija cuando la Antimasonería muere en su localidad.[7] Las declaraciones de Miller referentes a la Antimasonería se fechan bien después de su conversión en 1816, y parecen indicar que Miller no veía contradicciones entre su religiosidad Bautista y sus creencias Masónicas. No parece probable que Miller fuese masón activo mientras seguía su permiso como ministro de la Iglesia Bautista de Low Hampton el 12 de septiembre de 1833; la logia de Poultney -y la mayoría de las otras logias- cerró en 1832 durante el tiempo del fervor Anti-Masón. Aunado a esto, Miller regresó a Low Hampton en 1815. Sin embargo, como se mostró previamente, la evidencia sugiere que él por lo menos, mantuvo su simpatía por el movimiento masónico hasta 1834, y posiblemente después.[8]
 
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Servicio militar [editar]Al comienzo de la Guerra Anglo-Estadounidense de 1812, Miller reunió una compañía local de hombres y viajaron a Burlington, Vermont. Fue transferido al Trigésimo Regimiento de Infantería en el Ejército Regular de los Estados Unidos con el rango de Teniente. Miller pasó la mayor parte de la guerra trabajando como reclutador y el 1 de febrero de 1814 fue promovido a Capitán. Vio por primera vez acción en la Batalla de Plattsburgh, donde las fuerzas americanas sumamente superadas en número vencieron a su contraparte británica. Miller llegó a ver el resultado de esta batalla como milagroso y por lo tanto, en desacuerdo con su opinión deísta de un dios distante, alejado de los asuntos humanos. Escribió posteriormente, "Me pareció que un Ser Supremo debió haber observado los intereses de esta nación en una forma especial, y nos liberó de las manos de nuestros enemigos... un resultado sumamente sorprendente, contra tales probabilidades, me pareció el trabajo de una fuerza más poderosa que el hombre".[
 
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Visión religiosa
Casa de Miller en N.Y.Después de la guerra, y siguiendo a su liberación del ejército el 18 de junio de 1815, Miller regresó a Poultney. Sin embargo, poco después de su retorno, se mudó con su familia de regreso a Low Hampton, en donde compraron una granja (ahora un sitio histórico poseído y administrado por El Ministerio de la Herencia del Adventista). A través de este período, Miller estuvo profundamente preocupado por la pregunta de la muerte y la vida después de la muerte. Esta reflexión sobre su propia mortalidad siguió a las recientes muertes de su padre y su hermana; y su experiencia como soldado en la guerra. Miller aparentemente sentía que solo había dos opciones posibles después de la muerte: la aniquilación o la rendición de cuentas; con ninguna de las dos se sentía cómodo.

Pronto después de su retorno a Low Hampton, Miller tomó medidas tentativas hacia la recuperación de su fe Bautista. Al principio procuró combinar ambas, exponer públicamente su Deísmo mientras que simultáneamente asistía a la iglesia Bautista local. Su asistencia se tornó en participación cuando le pidieron leer el sermón del día durante una de las frecuentes ausencias del ministro local. Su participación se convirtió en comisión un domingo, cuando estaba leyendo un sermón sobre los deberes de los padres y fue elogiado con emoción. Miller registró la experiencia: "Repentinamente el carácter de un salvador fue vívidamente grabado en mi mente. Parecía que podía haber un Ser tan bueno y compasivo como para sacrificarse asimismo por nuestras faltas, y de tal modo salvarnos de sufrir la pena del pecado. Inmediatamente sentí cuan amoroso semejante "Ser" debería ser; he imaginé que yo podría arrojarme a los brazos de, y confiar en la misericordia de, un Ser tan Único".

Después de su conversión, Miller fue pronto confrontado por sus amigos deistas para justificar su renovada fe. Él lo hizo examinando la biblia detalladamente, declarando a uno de sus amigos: "Si me diera tiempo, yo armonizaría todas las contradicciones aparentes para mi satisfacción, o seré aún un deista." Miller comenzó con Génesis 1:1, estudiando cada verso y sin avanzar hasta que sentía que el significado estaba claro. De esta forma se convenció primeramente, que el Postmilenarismo no era bíblico; y en segunda, que la Segunda Venida de Cristo estaba revelada en la Profecía de la biblia.

Basando su creencia principalmente en Daniel 8:14: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado", y usando un principio interpretativo conocido como el "Principio de día-año"; Miller concluyó que la purificación del santuario (Templo de Jerusalem) representaba la purificación de la tierra por fuego en la Segunda Venida de Cristo. Para Miller y otros usuarios de este principio, un día en la profecía debería ser leída como un periodo de un año (365 días). Además, Miller estaba convencido que el período de 2.300 días había comenzado en 457 a.c. con el Decreto para reconstruir Jerusalén de Artajerjes I de Persia. Cálculos simples revelaron que este período terminaba en el año 1843 y por lo tanto, en esa fecha, ocurriría el regreso de Cristo. Miller escribió: "Llegué entonces a la solemne conclusión, que en cerca de veinticinco años a partir de esa fecha (1818), todos los asuntos de nuestro estado actual, se colapsarían".

Aunque Miller estaba convencido de sus cálculos en 1818, continuó con sus estudios en privado hasta 1823 para asegurarse de la autenticidad de sus interpretaciones. En septiembre de 1822, Miller plasmó formalmente sus conclusiones en un documento de 20 puntos, incluido el artículo 15: "Yo creo que la segunda venida de Jesucristo está cerca, casi en puerta, aun dentro de veinte años, o antes de 1843". Sin embargo, Miller continuó sin leerlo públicamente hasta el primer domingo de agosto de 1831 en el pueblo de Dresden.

En 1832 entregó una serie de dieciséis artículos al Telegrafo de Vermont (Vermont Telegraph, una publicación Bautista). El primero de estos fue publicado el 15 de mayo, a lo que Miller comenta sobre la respuesta del público: "Comencé a ser inundado con cartas preguntándome sobre mis opiniones, y visitantes se reunieron conmigo para conversar del tema". En 1834, incapaz de cumplir con muchas de las peticiones urgentes y con invitaciones para viajar y predicar que había recibido, Miller publica una sinopsis de sus enseñanzas en un escrito de 64 páginas con el título de: Evidencia de las Escrituras y la Historia sobre la Segunda Venida de Crísto, cerca del año 1843: Exhibido en un Curso de Conferencias (Evidence from Scripture and History of the Second Coming of Christ, about the Year 1843: Exhibited in a Course of Lectures).
 
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Millerismo
Cartel profético Millerista sobre las profecías de Daniel y Revelaciones del año 1843.Desde 1840 en adelante, el Millerismo se transformó de un "movimiento regional oscuro, a una campaña nacional". La figura clave en esta transformación fue Joshua Vaughan Himes, pastor de la capilla de la calle Chardon en Boston y un experimentado editor. A pesar de que Himes no aceptó completamente las ideas de Miller hasta 1842, estableció el periódico quincenal Señales de los tiempos el 28 de febrero de 1840, para publicarlas.

A pesar de la urgencia de sus partidarios, Miller nunca fijó una fecha exacta para la Segunda Venida. Sin embargo, en respuesta a sus peticiones, redujo el periodo de tiempo a algún día dentro del calendario Hebreo comenzando en el año gregoriano de 1843, registrando: "Mis principios en breve, son, que Jesucristo vendrá otra vez a esta tierra, limpiará, purificará, y tomará posesión del mismo, con todos los santos, en algún momento entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo de 1844.

El 21 de marzo de 1844 pasó sin incidentes, algunas discusiones y estudios posteriores resultaron en la pronta adopción de una nueva fecha: 18 de abril de 1844, basado en la interpretación caraísta del Calendario hebreo (opuesta al calendario rabínico). Como en la fecha pasada, el 18 de abril pasó sin el retorno de Cristo. Miller respondió públicamente, escribiendo: "Confieso mi error y reconozco mi decepción; pero aún creo que el día del Señor está cerca, casi a la puerta".

En agosto de 1844 en un campamento de reunión en Exeter, Nuevo Hampshire, Samuel S. Snow presentó un mensaje que llegó a ser conocido como el mensaje de los siete meses o el verdadero grito de medianoche. En una discusión basada en tipología escritural, Snow presentó su conclusión (aún basada en la profecía de los 2300 días de Daniel 8:14), que Cristo regresaría el décimo día del séptimo mes del presente año 1844.[22] Otra vez usando el calendario de los judíos caraístas, el día fue determinado como el 22 de octubre de 1844.


La Gran Decepción [editar]El 22 de octubre y el amanecer del 23 de octubre, se convirtieron en la gran decepción de los Milleristas. Hiram Edson registró que "Nuestras más profundas esperanzas y expectativas fueron destrozadas, y un espíritu de angustia vino sobre nosotros como nunca antes había experimentado... lloramos y lloramos hasta el atardecer." Después de la Gran Decepción muchos Milleristas simplemente renunciaron a sus creencias. Algunos no lo hicieron y proliferaron puntos de vista y explicaciones. Miller inicialmente parecía creer que la Segunda Venida de Cristo aún iba a tener lugar, que "el año de expectativa estaba de acuerdo a la profecía; pero... que debía de haber algún error en la cronología de la Biblia, que provenía de algún error humano, que podría haber desechado alguna fecha y que esto de alguna forma contará para la discrepancia." Miller nunca renunció a su creencia en la Segunda Venida de Cristo. Murió el 20 de diciembre de 1849, aún convencido que la Segunda Venida era inminente. Miller fue enterrado cerca de su casa en Low Hampton, Nueva York. Su casa está registrada como Lugar Histórico Nacional de los Estados Unidos y es preservada como museo: Casa de William Miller.
Referencias [editar]↑ Memoirs of William Miller, Sylvester Bliss, 13
↑ Apology and Defence, William Miller, 24
↑ Memoirs of William Miller, Sylvester Bliss, 21-22
↑ The Burned-over District: A Social and Intellectual History of Enthusiastic Religion in Western New York, Whitney R. Cross, 288
↑ History of Rutland County p29. Consultado el 2006-08-23
↑ History of Rutland County p30. Consultado el 2006-08-23
↑ The Burned-over District: A Social and Intellectual History of Enthusiastic Religion in Western New York, Whitney R. Cross, 123
↑ History of Rutland County p29. Consultado el 2006-08-23
↑ Memoirs of William Miller, Sylvester Bliss, 52-53
↑ Adventist Heritage: Miller Farm. Consultado el 2006-06-08. Adapted from A. W. Spalding, Footprints, 25-27
↑ Schwarz, Richard W., Greenleaf, Floyd [1979] (2000). “The Great Advent Awakening”, Light Bearers, Revised Edition, Silver Spring, Maryland: General Conference of Seventh-day Adventists, Department of Education, 30-31.
↑ Apology and Defence, William Miller, 5
↑ Apology and Defence, William Miller, 17
↑ Apology and Defence, William Miller, 11-12
↑ Memoirs of William Miller, Sylvester Bliss, 79
↑ Apology and Defence, William Miller, 18
↑ Apology and Defence, William Miller, 17
↑ Apology and Defence, William Miller, 5
↑ William Miller and the Advent Crisis, Everett N. Dick, 96-97
↑ Millennial Fever, George R. Knight, 163-164
↑ Memoirs of William Miller, Sylvester Bliss, 256
↑ Advent Herald, 21 de agosto de 1844, Samuel S. Snow, 20
↑ Millennial Fever, George R. Knight, p.218
↑ William Miller and the Advent Crisis, Everett N. Dick, p. 27

Véase también [editar] Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre William Miller (predicador).Commons
http://es.wikipedia.org/wiki/William_Miller_(predicador)
 
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Un fuego sobre Estados Unidos:
William Miller y su Extraño Error
Por Clara Endicott Sears, 1924
Traducido por Román Quirós M.

Los meteorólogos registran las perturbaciones atmosféricas, así como las alteraciones eléctricas, las olas de frío, las olas de calor, las corrientes magnéticas, y otras fuerzas invisibles que influyen en la naturaleza física del hombre, como hechos científicos. Hay también científicos que están descubriendo e interpretando los misterios de las ondas sonoras, las ondas luminosas, y las ondas de radio, y su influencia directa en el bienestar del hombre.

¿Descubrirán algún día que muy lejos detrás de todos estos fenómenos maravillosos sopla una fuerza de vibraciones infinitamente más raras, más tenues, más rápidas que, bajo ciertas condiciones, afecta directamente los aspectos mental y espiritual de la naturaleza del hombre, empujándolo a actividades extremas y hasta sobrenaturales, así como anormales?

Esto explicaría esos extraños períodos en la historia en que genios, poetas, reformadores, oradores, idealistas, reavivadores, así como todos aquéllos a los que el mundo llama "chiflados," surgen súbitamente en todas partes, cada uno respondiendo a su capacidad individual y a su grado de desarrollo, como si estuviera bajo el embrujo de una agitación irresistible.

En tales épocas, algunos alcanzan grandes alturas en el pensamiento. Algunos son movidos a acciones heroicas; naturalezas puras y altamente sensibles repudian el mundo y sus placeres, y sus pensamientos, yendo más allá del velo de la carne, se adentran en las regiones del espíritu. Hay también entusiastas que se aventuran lejos del sendero trillado del pensamiento y quedan enredados en laberintos de su propia hechura. Éstos son aparentemente gente sensible que de repente aceptan teorías absurdas, se convierten en fanáticos, y corren de aquí para allá proponiendo extravagancias. Se pueden oír las voces de oradores, predicadores, estadistas, exhortando a las masas emotivas. Hay personas respetables y bien intencionadas, aunque de visión limitada, que se vuelven histéricas. Algunas de ellas hasta enloquecen.

Así como el viento arranca acordes de trascendente belleza de las cuerdas de algunas arpas eólicas, otras, que carecen de resonancia, producen sólo discordancias. Así las mentes y las almas de hombres y mujeres reaccionan en proporción inversa a las corrientes subterráneas de la agitación mental y espiritual.

Tales períodos vienen y van misteriosamente. Las páginas de la historia están tachonadas de ellos. Regresarán una y otra y otra vez mientras haya seres humanos que pueblen la tierra. Están marcados por un impulso vital que los mueve a separarse de las condiciones existentes. Prevalecen la inquietud y un sentido de cambio. Hay un esforzarse hacia arriba en pos de ideales que parecen inalcanzables; el público en general es excitado y sacudido incontables veces. Algo invisible e intangible lo posee.

La cresta de una ola semejante a ésta fue alcanzada en 1843 y 1844 entre algunos de los que todavía viven. Fue un tiempo en el que las corrientes invisibles encontraron salida a través de innumerables tipos de personalidades. La reverberación causada por los inspirados pronunciamientos públicos de los labios de hombres ahora famosos resonó a lo largo y a lo ancho de la tierra. Daniel Webster, Wendell Philips, Garrison, Emerson, y nuestros poetas Whittier y Longfellow, y otros de ese notable grupo proyectaban poderosos destellos de luz como si súbitamente hubiesen sido iluminados desde adentro. El trascendentalismo era predominante. Brotaban nuevas sectas como maleza en todas direcciones. Había inquietud en las iglesias. Los Unitarios ya habían abandonado la Iglesia Congregacionalista; ahora los Universalistas estaban abandonando la denominación Bautista. Éstos eran conocidos como "Los que Salen." Todo esto estaba causando mucha excitación y discusión. Theodore Parker había dejado la fe Unitaria y estaba llenando a capacidad el Templo de Tremont en Boston. Cientos de personas no pudieron entrar para oírle disertar sobre sus radicales puntos de vista acerca de la religión. En medio de toda esta confusión de ideas, se oyó una voz que venía de los distritos rurales. Débil y poco clara al principio, pero aumentando constantemente de volumen, esta voz anunciaba la estridente advertencia: "¡He aquí, el fin de todas las cosas está a las puertas!" Las crédulas masas hicieron una pausa y escucharon con pálidos rostros.

"¿Quién dice eso?", preguntaron de soslayo. "Un hombre llamado William Miller," contestó alguien. "Lo llaman el 'Profeta Miller;' y va de aldea en aldea y de pueblo en pueblo y miles acuden a escucharlo."

"¿Quién es él?"

"Bueno, es un granjero, nacido en Pittsfield, Massachusetts. Parece que vivió por algunos años en Poultney, Vermont, pero ahora vive en Low Hampton en el estado de New York. Dicen que es un hombre sincero, y parece saber de lo que está hablando. Dice que el Día del Juicio ha llegado y que la tierra va a arder como un pergamino, con todos los malvados que viven en ella. Está advirtiendo a la gente que deben despertar y ver lo que viene."

Algunos se encogieron de hombros y se rieron burlonamente. Otros se pusieron serios. Otros más se fueron a su casa nerviosos y preocupados.

No tardó mucho la profecía en difundirse. Parecía encajar con los tiempos. De una aldea rural a otra, la palabra se esparció como una lengua de fuego hasta que alcanzó a las ciudades, y entonces ya no pudo ser ignorada. Cientos, y en algunos lugares, miles de personas cayeron bajo su influencia. No sólo los ignorantes, sino también hombres y mujeres con mentes equilibradas y anterior sano juicio, corrían sin aliento de aquí para allá, algunos aterrorizados, otros regocijados, observando y esperando que los cielos se abrieran y que apareciera el Salvador en nubes de gloria. El clero de todas las denominaciones se vio obligado a predicar vehementes sermones, a escribir y distribuir folletos, y a sostener reuniones en un intento de detener la marea de tendencias fanáticas que demasiado evidentemente estaban listas a saltar y extenderse por todas partes al darse a conocer los intrincados cálculos e interpretaciones de William Miller acerca de las profecías bíblicas, así como sus métodos de descifrar los símbolos del sueño del rey Nabucodonosor y las profecías de Daniel y de Juan, incluyendo los misterios de "la bestia de los diez cuernos," "el carnero y el macho cabrío," "el cuerno pequeño," y "la bestia que salía del mar, que tenía siete cabezas," y "el cuerno que hablaba grandezas."

En su biografía de James Freeman Clarke, Edward Everett Hale dice: "Mientras tanto, la idolatría hacia la letra de la Escritura dio legítimo fruto en la proclamación de William Miller de que el mundo terminaría en el año de 1843, en o cerca del 20 de Marzo. En especial, los instintos matemáticos de Nueva Inglaterra miraron con aprobación las sumas y las restas de las cifras que se encontraban en el Libro de Daniel y el Apocalipsis las cuales, comenzando por las fechas de la Historia de Rollin, salieron nítidamente de acuerdo con el calendario más antiguo a principios de 1843."

El Reverendo Abel C. Thomas, en su "Autobiografía" (publicada en 1852), dice: "Requirió análisis y la refutación de todas y cada una de las ramas de la idea, incluyendo tanto sus principios como los detalles de la cronología, para detener el progreso del engaño. A pesar de las multiformes demostraciones de la falsedad de la idea, hubo multitudes que se aferraron a ella hasta que el tiempo hizo estallar el último subterfugio de la modificación."

Sin embargo, no debe suponerse que William Miller y sus seguidores eran los únicos que estaban bajo la influencia de una indebida agitación. 1843 fue también un año de gran reavivamiento entre los Cuáqueros. Ancianos y Ancianas, hermanos y hermanas, todos descubrían poderes mediumísticos en sí mismos, conversaban constantemente con los que llevaban largo tiempo muertos, y con profetas, mártires, y personajes bíblicos, aún durante reuniones públicas. Con frecuencia, la exaltación que se acompañaba resultaba en demostraciones extremas de histeria. Emerson, que escribió un artículo en el "Dial" en julio de ese mismo año sobre la "Convención de los Amigos de la Reforma Universal," dice de esa reunión: "Si bien la reunión fue desordenada, fue también pintoresca. Los Chiflados, Las Chifladas, Los Barbudos, Los Sumergidores, Los Muggletonianos, Los Que Salen, Los Quejumbrosos, Los Agrarios, Los Bautistas del Séptimo Día, Los Cuáqueros, Los Abolicionistas, Los Calvinistas, Los Unitarios, y Los Filósofos -- todos subieron sucesivamente a la cúspide."

Es más bien impresionante notar del comentario de Margaret Fuller Ossoli sobre esta ocasión: "En medio de todos estos incultos evangelistas," escribe, "iba y venía la calma figura de Emerson, tranquilo e imperturbable." [Thomas Wentworth Higginson, "Life of Margaret Fuller Ossoli"].

Nuevamente, refiriéndose a este período, Octovius Brooks Frothingham habla de él en su biografía de Theodore Parker como"una notable agitación mental," y añade que "no parecía comunicarse o extenderse por contagio; era más bien una experiencia intelectual producida por alguna causa latente en el aire." Ninguna clase especial de personas era afectada por ella. Mientras en Boston el pequeño grupo de trascendentalistas -- Channing, Ripley, Margaret Fuller, Emerson, Alcott, Hedge, Parker -- discutían los problemas de filosofía en el Tremont House y otros lugares, los granjeros del campo y la gente sencilla de Cape Cod estaban tan llenos del nuevo espíritu como ellos."

Fueron los granjeros del campo los primeros en responder al llamado de advertencia de William Miller. Sin embargo, este llamado pronto se extendió a los centros industriales y a los comerciantes, hasta que finalmente algunos de cada una de las clases se contaron entre sus seguidores.

Pero no debe suponerse que la parte de su profecía que tenía que ver con la Segunda Venida de nuestro Señor en nubes de gloria pertenecía exclusivamente a William Miller en aquel tiempo. Un judío convertido en Palestina, llamado Joseph Wolff, que era bien conocido en Inglaterra, predecía que el Advenimiento ocurriría en 1847, pero su teoría en relación con el Advenimiento difería completamente de la de nuestro profeta de Nueva Inglaterra, por cuanto él afirmaba que el Salvador aparecería desde el Monte de los Olivos, entraría a Jerusalén, y reinaría allí por mil años sobre las doce tribus de Israel. Estaba también la hermosa pero excéntrica Harriet Livermore, hija de un miembro del Congreso de Massachusetts, y uno de los personajes representados en el poema de Whittier "Snow-Bound," quien por varios años había estado predicando la cercanía de la Segunda Venida en muchas y diferentes partes del país, así como en la Cámara de Representantes en Washington en cuatro diferentes ocasiones, cuando grandes multitudes se reunieron para escucharla. Los puntos de vista de ella coincidían con los de Joseph Wolff, sólo que ella fue un paso más lejos y aseguró tener pruebas convincentes de que los Indios Americanos eran descendientes de la tribu perdida de Israel, e instó a que fuesen transportados a Palestina para que pudieran tomar el lugar que les correspondía en el Reino Milenial. [El padre de Harriet Livermore, el juez St. Low Livermore, era oriundo de New Hampshire, pero se mudó a Lowell al comienzo de su vida de casado y vivió allí hasta que fue enviado al Congreso. El nombre de su primera esposa era Mehitable Harms, y después de la muerte de ella él se casó con Sarah Crease Stackpole, de Boston, que fue la madre de Harriet. Él murió en 1832, y fue enterrado en el Granary Burying Ground en Boston. La tumba es la No. 77, adyacente a Tremont Street, y tiene un costoso escudo de armas esculpido en la pared que la separa de la calle. Tenía tres sobrinos, prominentes en su tiempo: el reverendo Charles Grafton, obispo de Fond du Lac; el Padre Edward Welch, en su tiempo un gran predicador en la Iglesia de la Inmaculada Concepción en Boston; y Guerney Grafton, un conocedor de arte que vivía en París. El juez St. Low Livermore tenía dos hijas, Harriet y Caroline; ésta última se casó con Josiah Abbott, de Lowell, que se mudó a Boston y fue bien conocido como abogado prominente.]

Estaba también Lady Hester Stanhope, sobrina de William Pitt, y nieta del gran Lord Chatham. Ella se instaló en una casa en Mount Lebanon para estar lista para "La Venida." En "Snow-Bound," a ella se la llama "The Crazy Queen of Lebanon" [La Reina Loca de Lebanon]. Y no es de extrañarse, ya que la pobre dama estaba tan engañada que mantenía dos raros y hermosos caballos árabes en su establo, listos y esperando el gran evento. ¡Ella tenía planes de que nuestro Señor entraría en Jerusalén montado sobre uno de estos caballos, y que ella lo seguiría en el otro!

En una carta escrita al Reverendo Abel C. Thomas el 18 de Septiembre de 1879, Whittier afirma positivamente que Harriet Livermore le contó de una visita que ella le hizo a Lady Hester Stanhope durante uno de sus peregrinajes a la Tierra Santa, y añade que estas dos damas se pelearon porque la primera afirmaba tener el derecho a ser la que montara el segundo caballo cuando llegara el Gran Día, en lugar de la segunda. Sin embargo, el Reverendo C. V. A. Van Dyke, que se había encontrado con frecuencia con Harriet Livermore en Siria, duda que las dos mujeres se hubiesen encontrado. En una carta dirigida al Reverendo S. T. Livermore, dice: "Si hubiera habido un encuentro, yo habría dado mi dedo meñique por estar presente. Habría sido una cuestión de un diamante cortando a otro. La arrogante y aristocrática mujer inglesa, y la intrépida republicana. No dudo de que habría habido algunos intercambios bastante mordaces entre ellas." [Reverendo S. T. Livermore, "Harriet Livermore - The Pilgrim Stranger."]

(N. B. - ¡Pobres personas engañadas! ¡Ojalá sean perdonadas!)

Esto respalda una afirmación hecha por Margaret Fuller Ossoli, de que "un rasgo bien marcado de este período fue que la agitación alcanzó a todos los círculos." [Thomas Wentworth Higginson, "Life of Margaret Fuller Ossoli."]

Los puntos de vista de William Miller diferían ampliamente de los de estos tres profetas de hechura propia. Miller no sólo predecía la fecha de la Segunda Venida de nuestro Salvador, sino también la destrucción por fuego de la tierra y los impíos que había en ella. Resumiendo, su creencia era como sigue: "Que Cristo aparecería por segunda vez en las nubes de los cielos en algún momento entre 1843 y 1844; que Él entonces resucitaría a los justos muertos y los juzgaría junto con los justos vivos, los cuales serían arrebatados para encontrarse con Él en el aire; que Él purificaría la tierra con fuego, haciendo que los impíos y todas sus obras sean consumidos en la conflagración general, y encerraría sus almas en el lugar preparado para el diablo y sus ángeles; que los santos vivirían y reinarían con Cristo mil años en la tierra nueva; que entonces Satanás y los impíos muertos serían resucitados, siendo ésta la segunda resurrección, y, siendo juzgados, harían guerra contra los santos, serían derrotados, y lanzados hacia el infierno para siempre," o, como lo describe el Reverendo John Henry Hopkins, D. D., en un folleto publicado en 1843 para refutar la teoría de Miller: "y consignarlos juntos al lago de fuego, y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos."

¡Tales eran las condiciones en 1843 y 1844, cuando la gran agitación religiosa barrió a miles lejos del sendero del razonamiento normal, tanto aquí como en los estados del este, hace sólo una generación! A muchos esto les parecía una especie de farsa religiosa; para otros, era una comedia, pura y simple; algunos se sintieron gravosamente sorprendidos y preocupados; muchos se burlaron; pero a los descarriados y engañados que estaban involucrados más de cerca, el fin era una tragedia -- un aplastante desengaño y una tragedia.

De la misma manera que el delirio ruge antes de que surja la fiebre, dejando al paciente exánime y respirando apenas, así también las almas dignas de lástima, simples, y crédulas que siguieron a Miller hasta el Gran Día de sus cálculos proféticos quedaron postradas y aturdidas cuando sus esperanzas se hicieron pedazos.

Los años de 1843-1844 fueron de exaltación, de visiones trascendentes, de aspiraciones beatíficas, de experimentos idealísticos e imposibles, de pensamientos elevados y equilibrados y pensamientos extraños y desequilibrados, al final de los cuales los soñadores despertaron y la velocidad de las misteriosas e invisibles corrientes disminuyó y gradualmente se apaciguó.

En cuanto a William Miller, a pesar de todo lo que sus detractores hayan dicho de él, era un hombre verdaderamemte honesto y devoto, pero había sido auto-hipnotizado por la creencia en su propio método de cálculo y sus presuntuosos poderes de interpretación. Fracasó, como deben fracasar todos los que se aventuren a intentar apiñar en un espacio de días y años finitos la suma de infinitos e incalculables misterios. ¡El patetismo, la suposición, la estupidez, la ignorancia de la pobre naturaleza humana, con su lamentable inconsecuencia y sus inconsistencias! El humor de todo ello, así como su belleza, aquí y allá, serán encontrados en los siguientes y magros trozos que restan por contar de la historia de este extraordinario episodio de nuestra historia religiosa.
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

William Miller (1782-1849) fue un predicador laico bautista...

William Miller fue un fanático equivocado que causó división en las Iglesias; un mensajero del demonio que creyó ser como Dios y saber solo lo que Él sabe. Miller se arrepintió pero muchos de sus seguidores no tuvieron los pantalones espirituales para aceptar el error sino que inventaron el cuento de "fue un evento invisible que ocurrió en el cielo" (parafraséo); cuento que hoy en día los Adventistas del séptimo día llaman "pilar de nuestra fe".
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Estimado ernesto gil. Saludos cordiales.

Tú dices:

William Miller fue un fanático equivocado que causó división en las Iglesias; un mensajero del demonio que creyó ser como Dios y saber solo lo que Él sabe. Miller se arrepintió pero muchos de sus seguidores no tuvieron los pantalones espirituales para aceptar el error sino que inventaron el cuento de "fue un evento invisible que ocurrió en el cielo" (parafraséo); cuento que hoy en día los Adventistas del séptimo día llaman "pilar de nuestra fe".

Respondo. William Miller, (a diferencia vuestra), fué un gran hombre que se entregó al estudio de las profecías y descubrió las grandes verdades relacionadas con la segunda venida de Cristo.

Proclamó el primer mensaje angélico en la fecha correcta, y participó en el gran chasco profetizado en Apocalipsis 10:10.

Para los preteristas es una piedecilla en el zapato.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo
.
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

William Miller, (a diferencia vuestra), fué un gran hombre que se entregó al estudio de las profecías y descubrió las grandes verdades relacionadas con la segunda venida de Cristo.

Proclamó el primer mensaje angélico en la fecha correcta, y participó en el gran chasco profetizado en Apocalipsis 10:10.

Para los preteristas es una piedecilla en el zapato.

JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
¿Una piedrecilla en el zapato? Sería en el suyo propio. Su predicción fue la ruina total de la herejía del historicismo. Fue tal el bochorno, que los historicistas desaparecieron para siempre de nuestras iglesias evangélicas.

Y Apocalipsis 10:10 no predice ningún "chasco de repetición" en 1843 y 1844, como tampoco lo predijo el pasaje paralelo de Eze. 2:8 - 3:3, ni el parcialmente paralelo de Jer. 15:16. En Ezequiel, el pasaje alude al llamamiento del profeta Ezequiel. En el Apocalipsis, alude al llamamiento del profeta Juan, no del falso profeta Miller.
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Respondo. William Miller, (a diferencia vuestra), fué un gran hombre que se entregó al estudio de las profecías y descubrió las grandes verdades relacionadas con la segunda venida de Cristo.

Proclamó el primer mensaje angélico en la fecha correcta, y participó en el gran chasco profetizado en Apocalipsis 10:10.

Para los preteristas es una piedecilla en el zapato.

Descarado sectario,

Al decir que Jesús regresaba entre el 21 de Mazo del 1843 y el 21 de Marzo del 1844, ¿William Miller descubrió las grandes verdades relacionadas con la segunda venida de Cristo? :lach: Solo un amante del error y la mentira puede hacer semejante comentario...

Apocalipsis 10:10 no menciona ni insinúa que el que comió el librito fue un tarado así que Miller queda totalmente descartado.
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Estimado ernesto gil. Saludos cordiales.

Tú dices:

Descarado sectario,

Al decir que Jesús regresaba entre el 21 de Mazo del 1843 y el 21 de Marzo del 1844, ¿William Miller descubrió las grandes verdades relacionadas con la segunda venida de Cristo? :lach: Solo un amante del error y la mentira puede hacer semejante comentario...

Apocalipsis 10:10 no menciona ni insinúa que el que comió el librito fue un tarado así que Miller queda totalmente descartado.

Respondo: El Gran Chasco no lo pueden negar ya que está documentado por la historia y mucho se ha escrito al respecto, así que tu falsa iglesia no puede decir que no pasó ni cambiar a su conveniencia los hechos acaecidos, como lo ha realizado con otros eventos.

El gran despertar adventísta fue un movimiento mundial que reflejó el fiel cumplimiento de la profecía bíblica, esto no lo pueden negar ustedes que saltan a manera de ranas cada vez que se les presentan las grandes verdades proféticas de la Palabra de Dios.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo


 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Estimado ernesto gil. Saludos cordiales.
Tú dices:

Respondo: El Gran Chasco no lo pueden negar ya que está documentado por la historia y mucho se ha escrito al respecto, así que tu falsa iglesia no puede decir que no pasó ni cambiar a su conveniencia los hechos acaecidos, como lo ha realizado con otros eventos.

El gran despertar adventísta fue un movimiento mundial que reflejó el fiel cumplimiento de la profecía bíblica, esto no lo pueden negar ustedes que saltan a manera de ranas cada vez que se les presentan las grandes verdades proféticas de la Palabra de Dios.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo


En el año 1818, un laico bautista, llamado Guillermo Miller comenzó a proclamar que él había calculado la fecha del retorno de Cristo. Este cálculo, según Miller, fue el resultado de 2 años de cuidadosos estudios de la Biblia. Su fuente para la determinación de dicho cálculo fue Daniel 8:14. A su descubrimiento se le bautizó con el nombre: LA PROFECÍA DE LOS 2,300 DÍAS base del la doctrina profética del adventismo.
Asignando un año por cada día, él creyó que los 2,300 días literalmente representaban 2,300 años a partir de la reconstrucción de las paredes de la cuidad de Jerusalén en el año 457 antes de Cristo. Esto significaba que Cristo regresaría a la tierra a instaurar su Reino alrededor del año 1843.
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

"Pero el día ni la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solamente el Padre" Mateo 24:36
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Sin embargo, es importante recordar que la definición de un falso profeta, con Deuteronomio 18:21, es definida como aquel que anuncia que Dios le ha revelado un misterio o que Dios le ha dado un mensaje y al pasar el tiempo fijado, lo prometido no sucede: "El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar…el tal profeta deberá morir" Deut. 18:20.
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Miller mantuvo el descubrimiento en secreto por unos pocos años. Pero llegó un tiempo que la espera se hizo demasiado larga y la "verdad" había que proclamarla. Después de todo, todo aquel que no llegara a escuchar la voz y el mensaje, se iba a perder de la salvación. El primer mensaje profético de Miller fue en la casa de su cuñado, en agosto de 1831. ¡Sólo faltaban 12 años para el fin del mundo!
El mensaje fue muy bien recibido por los presentes e inmediatamente Miller fue invitado a predicar en varias iglesias locales. En el año 1832 (¡ahora solo faltaban 11 años para el fin del mundo!), Miller publicó su primer escrito relacionado con las profecías. Su éxito no fue tan rotundo como esperaba. Después de todo, había millones de cristianos doctores, profesores, abogados, ingenieros, teólogos, que sabían leer la Biblia y hacer cálculos, quizás mucho mejor que el, y para ellos…¿Cómo era posible que ellos no vieran tan claro la "verdad" que veía Miller en las profecías bíblicas?
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Pero más tarde Miller conoció a Joshua V. Hilmes (no a Pedro, ni a Mateo), ¡No!, el cual se convirtió en el relacionista público de Miller e hizo los arreglos para que éste hiciera sus predicciones en mítines caracterizados por ser celebrados en "grandes tiendas de campaña". ¿Han visto ustedes en el presente a algún otro grupo religioso celebrar mítines proféticos, de esos que asustan a la gente, en grandes casas de campaña?
Ahora, era apremiante alimentar el deseo del público por saber una fecha exacta. ¡Ellos querían saber lo que ni Jesús sabía! Pues, el señor Miller cedió, y estableció la fecha para el retorno de Cristo: El 21 de marzo de 1843. El día de Año Nuevo Judío.
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Respondo: El Gran Chasco no lo pueden negar ya que está documentado por la historia y mucho se ha escrito al respecto, así que tu falsa iglesia no puede decir que no pasó ni cambiar a su conveniencia los hechos acaecidos, como lo ha realizado con otros eventos.

Sectario grotesco y descarado,

¿Quién dijo que el "gran chasco" no ocurrió? Nadie. Es más, yo siempre he criticado el hecho que tu Iglesia mentirosa y corrupta solo menciona un chasco (el que llaman "gran chasco") cuando saben muy bien que fueron varios chascos que los tarados adventistas sufrieron al creer la mentira que Miller y co. predicaban.

El gran despertar adventísta fue un movimiento mundial que reflejó el fiel cumplimiento de la profecía bíblica, esto no lo pueden negar ustedes que saltan a manera de ranas cada vez que se les presentan las grandes verdades proféticas de la Palabra de Dios.

El único cumplimiento que tu Iglesia mentirosa y corrupta ha reflejado es el siguiente:

2 Tesa 2:11 Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira,
2 Tesa 2:12 a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Inmediatamente se organizó la publicación de un periódico y en tan solo unos meses Miller contaba con miles y miles de adeptos. ¡Fue como una avalancha! Muchos comenzaron a vender sus propiedades en anticipación del "Día". Boston se convirtió en la cede de operaciones del Profeta Guillermo Miller. Los servicios estaban compuestos por personas de todas las ramas religiosas del cristianismo, luteranos, bautistas, católicos, etc. Para el año 1842, no existía un lugar de reuniones lo suficientemente grande para albergar a todos los seguidores de Miller.
 
Re: William Miller (predicador laico bautista)

Aquí es importante resaltar que Miller y su grupo se reunían a adorar… ¡los domingos! En otras palabras, de alguna forma más misteriosa aún que la forma en la que se descubrió la fecha exacta del día del regreso de Cristo, Dios decidió que hasta personas que le adoraban en DOMINGO, por tanto rompiendo el mandamiento de guardar el Sábado, eran dignos de salvación. ¡Sorprendentemente estos fieles se reunían a alabar a Dios los domingos, e iban para el cielo! (fue posteriormente que una Bautista del Séptimo Día les compartió lo del sábado y los mandamientos de la ley de Dios).