Recuerde las palabras del apòstol Pablo en Gàlatas 1:8,9:
"Aunque un àngel de Cielo (o quien sea) os anunciase un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema (maldito)".
Asì pues, en el caso del culto a la que fuè madre del Hijo de Dios en la Tierra, Marìa, fuè una doctrina falsa que se desarrollò, gradualmente, a partir del siglo II, despuès de la muerte de los apòstoles, cuando entrò la "cizaña", la apostasìa predicha; ya que, los cristianos de entonces, siglos II y III, en vez de dejar que los libros inspirados por Dios les guiasen, empezaron a dejarse guiar por las tradicciones y doctrinas paganas de la època, muy extendidas por el antiguo imperio romano, como era, por ej., la veneraciòn de la diosa madre, con sus muchos nombres, segùn la regiòn, como asì reconoce, entre otros escritores, el sacerdote catòlico Andrew Greeley, quien dijo que "el sìmbolo de Marìa une a la cristiandad directamente con las diosas-madre de las antiguas religiones"; asì por ej., en Roma habìan varias diosas, una de èllas era la diosa Diana que correspondìa a la diosa Artemisa de Èfeso, la cual se veneraba en todo el mundo conocido entonces, como asì se menciona en Hechos 19:23-40, y fuè precisamente en Èfeso, en el siglo V, en el año 431, cuando se declarò a Marìa como "madre de Dios", en la misma ciudad, en Èfeso, donde habìa un templo dedicado a la Magna Mater desde el año 330 a.e.c., y donde se decìa que la imàgen o estatua de la diosa Artemisa habìa caìdo desde el Cielo; por lo que era casi imposible que no se sostuviese el tìtulo de "la que diò luz a Dios", o "madre de Dios" (Theotokos), segùn explica tambièn el libro "el culto de la diosa-madre"; aunque el culto a "Marìa" recibiò un enorme impulso en el siglo IV, cuando se unieron Iglesia y Estado, cuando los paganos entraron a raudales.
Asi que, no es de extrañar que a partir del siglo II/III, empezasen a dibujar a una mujer, que èllos llamaron Marìa, con un niño en brazos, que èllos llamaron Jesùs; algo que en realidad les era muy familiar a los paganos, acostumbrados, antes de ser evangelizados, a ver las diosas-madre con un niño en brazo, como era por ej., la diosa Isis (de Egipto) a quien se la representaba con un niño, Horus, en brazo, a quien se le daba tambièn el tìtulo de la "reina del Cielo", al igual que a la diosa Istar, diosa principal de los babilonios, a la que tambièn se le llamaba diosa de las diosas, Señora de las señoras, la que escuchaba las oraciones e intercedìa ante los dioses, la que recibia el titulo tambièn de "Santa Virgen" y "Virgen Madre"; tìtulos similares que tambièn se dieron a otras diosas, como la diosa Astartè, a Cibeles, etc..., cambiando el nombre, dependiendo del lugar de procedencia.
Por tanto, se cumpliò lo que decìan las Santas Escrituras sobre la "cizaña", la apostasìa, especialmente las palabras que dijo el apòstol Pablo a los efesios, en Hechos 20:29,30, cuando dijo que despuès de su partida, de su muerte, entrarìan lobos voraces, falsos maestros que hablarìan cosas perversas, arrastrando y extraviando a otros muchos, los cuales, como tambièn dijo el apòstol Pablo, se extendieron como la gangrena, con esas y otras doctrinas paganas, como es la de la inmortalidad de alma, muy relacionada con la falsa doctrina de la veneraciòn a "Marìa" (1ªTimoteo 4:1-3; 2ªTimoteo 2:16-18; 4:3,4; Tito 1:16; 3:10,11; etc...).
Ya que, es cierto que Marìa tuvo un gran privilegio al dar a luz al Hijo de Dios, y serà siempre bienaventurada, al igual que todos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen (Mateo 5:3-12; 12:47-50; Lucas 11:28), al igual que fuè tambièn bendita y bienaventurada Jael al matar a un enemigo de Israel, entonces el pueblo de Dios (Jueces 5:24); sin embargo, la Biblia es contundente en cuanto a quien se le debe dar sòlamente culto: a Jehovà (Yahveh) Dios, como bien dijo su Hijo Jesucristo, citando de Deuteronomio 5:7-10, quien tambièn dijo que su Padre, Dios, es un Espìritu (Mateo 4:10; Juan 4:23,24), y le ofende que lo representen por medio de una imàgen o estatua, algo material, que no tiene vida (Deuteronomio 4:15-19; 5:7-10, Salmos 135:15-18; Jeremìas 10:1-6; Habacuc 2:18,19; Hechos 17:16,24-31; etc....).
Asì pues, si alguna doctrina o tradicciòn contradice las principales enseñanzas de la Biblia, no viene de Dios, sino de los hombres (Mateo 15:8,9; Colosenses 2:8), y por tanto hay que rechazarlas, pues, el que dice que conoce a Dios y no està cumpliendo con sus mandamientos es un mentiroso; pues el amor de Dios significa que cumplamos sus mandamientos, los cuales no son gravosos (Juan 15:10; 1ªJuan 2:3-6; 5:3; 2ªJuan 9-11).
Todos contra la idolatrìa (Exodo 20:3-6; Mateo 4:10).