¡Dios es bueno y para siempre es su misericordia!
Soy un joven de 24 años de edad, cristiano. Me convertí a Jesús a la edad de 18 años de edad, ahí fue cuando empecé a sentir el verdadero amor y trato de Dios para conmigo, habité en la presencia de Dios, lo mejor que le pudiera pasar a cualquier ser humano. Pero luego me aparté producto de mis continuos pecados, perdí la presencia de Dios en mi vida. Lo que les cuento a continuación pertenece a uno de los infinitos gestos de Jesús para conmigo.
Los últimos días del fin de año del 2008 para mí fueron terribles, terribles por problemas de salud que tuve que sufrir. Presentaba problemas de hipertensión arterial, náuseas, vómitos, diarreas, mareos, alergia a los medicamentos, etc.
Esto me pasa cada vez que me alejo de Dios, porque el cristiano no puede estar ni tibio ni frio, y yo estaba apagado espiritualmente por la falta de oración continua. Debido a los problemas de salud que estaba presentando, me estaba consultándome con un médico amigo mío, y cada vez que me sentía mal acudía para el consultorio cuando mi amigo no estaba en su casa. Todo esto lo hacía pensando que me iba a poner bien, y no buscando del socorro verdadero, que es la ayuda de Dios.
Todos los padecimientos se mantenían al mismo tiempo que tomaba medicamentos, mejoraba a intervalos pero volvía a decaer, hasta que me decidí a visitar el domingo 4 de enero de 2009 la escuela dominical cerca de la casa donde vivo. Fui a la iglesia con náuseas, y en cuanto llegué, sentía que cada palabra que predicaban en la congregación era lo que Dios me estaba diciendo.
La predicación del pastor trataba de lo importante que es habitar en la presencia de Dios, de los cristianos tibios y fríos que prefieren acudir a los médicos antes de buscar el rostro de Dios, quien todo lo puede.
Yo sentía que Dios taladraba mi corazón, pues se estaba hablando prácticamente de mí. Incluso ejemplificaba con muchos versículos bíblicos de personas que menospreciaban la ayuda de Dios, tal es el caso del rey Asa del viejo testamento quien murió por no consultar a Dios en su enfermedad sino prefirió ir con los médicos. Las lágrimas me rodaban por la mejilla y el corazón se me estremecía, percibí la sanidad, todos los males que yo tenía se me quitaron, y me empecé a sentir mejor una vez que me reconcilié con el Todopoderoso.
Ahora quiero habitar delante de su presencia para toda la vida, porque se que fuera de Jesús nada soy y nada deseo en la tierra. Por primera vez en mi vida, di un testimonio en la iglesia, delante de tanta multitud, tenía temor de hacerlo, pero Dios puso palabra en mi boca para su gloria y honra. Le doy las gracias a Dios, por mantenerme en salud desde entonces a mí y a mi familia.
¡Dios los bendiga a todos! Y les exhorto a que busquen agradables experiencias con el Santo de Israel. Hoy disfruto de salud, gozo, y más que todo eso, de un Dios vivo que cura a los enfermos, que al cojo hace caminar, al ciego ver, al sordo escuchar y al mudo hablar. Te invito a que tengas un encuentro con EL.
Soy un joven de 24 años de edad, cristiano. Me convertí a Jesús a la edad de 18 años de edad, ahí fue cuando empecé a sentir el verdadero amor y trato de Dios para conmigo, habité en la presencia de Dios, lo mejor que le pudiera pasar a cualquier ser humano. Pero luego me aparté producto de mis continuos pecados, perdí la presencia de Dios en mi vida. Lo que les cuento a continuación pertenece a uno de los infinitos gestos de Jesús para conmigo.
Los últimos días del fin de año del 2008 para mí fueron terribles, terribles por problemas de salud que tuve que sufrir. Presentaba problemas de hipertensión arterial, náuseas, vómitos, diarreas, mareos, alergia a los medicamentos, etc.
Esto me pasa cada vez que me alejo de Dios, porque el cristiano no puede estar ni tibio ni frio, y yo estaba apagado espiritualmente por la falta de oración continua. Debido a los problemas de salud que estaba presentando, me estaba consultándome con un médico amigo mío, y cada vez que me sentía mal acudía para el consultorio cuando mi amigo no estaba en su casa. Todo esto lo hacía pensando que me iba a poner bien, y no buscando del socorro verdadero, que es la ayuda de Dios.
Todos los padecimientos se mantenían al mismo tiempo que tomaba medicamentos, mejoraba a intervalos pero volvía a decaer, hasta que me decidí a visitar el domingo 4 de enero de 2009 la escuela dominical cerca de la casa donde vivo. Fui a la iglesia con náuseas, y en cuanto llegué, sentía que cada palabra que predicaban en la congregación era lo que Dios me estaba diciendo.
La predicación del pastor trataba de lo importante que es habitar en la presencia de Dios, de los cristianos tibios y fríos que prefieren acudir a los médicos antes de buscar el rostro de Dios, quien todo lo puede.
Yo sentía que Dios taladraba mi corazón, pues se estaba hablando prácticamente de mí. Incluso ejemplificaba con muchos versículos bíblicos de personas que menospreciaban la ayuda de Dios, tal es el caso del rey Asa del viejo testamento quien murió por no consultar a Dios en su enfermedad sino prefirió ir con los médicos. Las lágrimas me rodaban por la mejilla y el corazón se me estremecía, percibí la sanidad, todos los males que yo tenía se me quitaron, y me empecé a sentir mejor una vez que me reconcilié con el Todopoderoso.
Ahora quiero habitar delante de su presencia para toda la vida, porque se que fuera de Jesús nada soy y nada deseo en la tierra. Por primera vez en mi vida, di un testimonio en la iglesia, delante de tanta multitud, tenía temor de hacerlo, pero Dios puso palabra en mi boca para su gloria y honra. Le doy las gracias a Dios, por mantenerme en salud desde entonces a mí y a mi familia.
¡Dios los bendiga a todos! Y les exhorto a que busquen agradables experiencias con el Santo de Israel. Hoy disfruto de salud, gozo, y más que todo eso, de un Dios vivo que cura a los enfermos, que al cojo hace caminar, al ciego ver, al sordo escuchar y al mudo hablar. Te invito a que tengas un encuentro con EL.