Las mujeres en la iglesia de Pablo

hisopo

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5 Enero 2009
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LAS MUJERES EN LA IGLESIA DE PABLO
Pablo emplea la palabra sunergon para referirse a las mujeres, Evodia y Sintique: "ruego a Evodia y a Síntique que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti compañero fiel, que ayudes a estás que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (Fil 4:2-3). Pablo presenta aquí el ministerio como un combate: " Solamente os ruego que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que, sea que vaya a veros o que este ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en el Espíritu, combatiendo unanimes por la fe del evangelio" (fil 1:27), y en este combate Pablo considera por igual a sus colaboradores, sean hombres o mujeres, puesto que usa las mismas palabras y las mismas expresiones. Otras expresiones a las que llama sumergoi, es decir colaboradores, son: Epafrodito, aristaco, Marcos, Jesús, llamado Justo (Col 4:10,11)
Para pablo el colaborador es más que un ayudante subordinado a él, es un colega situado en una posición de autoridad similar a la suya propia, puesto que está palabra puede significar simplemente un ayudante si se usa en el caso dativo, pero en el caso genitivo, que Pablo usa para referirse a estás personas, significa una persona del mismo oficio, un colega. en el caso de Evodía y Sintique esta posición en el ministerio es lo que puede destruir la unidad de la iglesia si no arreglan sus desacuerdos. Aunque no aclara el desacuerdo de ambas, su apelación a ellas en una carta dirigida a la iglesia en general indica que no se trata solamente de asuntos privados.
Mas bien la diferencia entre ambas amenazaba la unidad y el bienestar de la iglesia. Probablemente tenía que ver con cuestiones de fe, adoración o ética, que se reflejaban en los puntos de vista que expresaban en la congregación en la que está carta iba a leerse. Así el Apóstol implica la preminencia de ellas en la iglesia y también el derecho que tenían de expresarse como destacados miembros de la congregación. Es significativo que Pablo en este caso, no use los mismos argumentos que usa para la situación en la iglesia de Corinto donde manda a las mujeres que guarden silencio y pregunten a sus maridos.
Pablo menciona también a cuatro mujeres que trabajaban en la obra del Señor: María, Trifena, trifosa y Pérsida (Ro. 15:6,12). El verbo que usa Pablo para referirse a estás mujeres es Kpiao, el mismo que usa para referirse a su propia obra de evangelización y enseñanza, y a aquellos, como la familia de Estéfanas, que se dedican al servicio de los "santos", es decir, a "ministrar". Y Pablo exhorta a los Corintios a que se sujeten a personas como los miembros de está familia, porque trabajan, al igual que, Maria, Trifena, Trifosa y Pérsida, ministrando a los santos,, por lo que observamos que para Pablo, los hombres y las mujeres pueden tener idénticas posiciones en el ministerio.
Las vidas de estas mujeres demuestran que la afirmación de que, debido a que Eva asumió indebidamente el liderazgo y que, como consecuencia de las catastróficas consecuencias que de este hecho se derivaron, pro determinación divina, nunca más las mujeres podrían asumir el liderazgo sobre el hombre, porque el desastre se volvería a repetir, es falsa. Sí tal teoría fuera cierta, en algún lugar de las Escrituras encontraríamos la desaprobación de Dios a la actuación de estás mujeres.
Lutero intentó poner límites a la doctrina del sacerdocio universal, arguyendo que las mujeres cristianas poseen todos los derechos del sacerdocio, pero que se les niega la práctica publica del mismo por defectos prácticos, ya que por naturaleza están poco capacitadas para dicho ejercicio. Una de las que sin duda, demostró la falta de argumentos de estos argumentos, fue Catherine Zell, casada con Matías Zell, uno de los reformadores de Estrasburgo, quien no dudo en coger la pluma y defender públicamente el derecho de las mujeres a hablar con autoridad. En sus escritos usó los textos de Gálatas 3:28 y Joel : 1-5 para Justificar el derecho de las mujeres a predicar.
El interpretar que la mujer no puede ejercer el liderazgo porque es la principal responsable de la caída, entra en contradicción con los importantes pasajes de las epístolas de Pablo, donde éste asigna la culpa principalmente a Adán (Ro. 5:12-19; 1Cor 15:21-22). Lo más justo quizá sería postular que cuando Pablo Habla de adán tiene en mente tanto al hombre como a la mujer, como hace el autor de Genésisi%:1-2, Ya que Pablo usa la palabra athropos (que puede entenderse en el sentido genérico de ser humano) y no aner (que hace referencia exclusivamente al varón) para referirse al responsable de la caída.
Tanto el texto de la Biblia Hebrea como la Septuaginta, indica que Adán estaba con Eva cuando ella tomo el fruto prohibido.
Por otra parte, ¿por qué los hombres no son responsables del pecado de Adán, y las mujeres sí por los de Eva? Pero es más, ¿ qué hacemos con las buenas nuevas de que ya no hay condenación para los que están en Cristo Jesús (Ro. 8:1)? timoteo 2:11-15 no puede ser. a la luz del resto de las Escrituras, un decreto de castigo pepetuo y universal para todas las mujeres
Jesús siempre reacciono contra todas las desigualdades de las que eran victimas las mujeres. Por ejemplo, en el caso de la mujer sorprendida en adulterio (Gn 8:11) enfrentándose a la doble moral que los escribas y fariseos practicaban y que servía de apoyo para mantener privilegios masculinos. Pero es interesante que para eso no recurrió a costumbres legalistas, puesto que la ley establecía el mismo castigo para el hombre que para la mujer (Lu 20-10) y requería, además dos testigos (Dt. 19-15), si no que apelo a principios espirituales: El que de vosotros este sin pecado sea el primero en tirar la piedra en contra de ella”.
Jesús, por otro lado, enseño tanto a los hombres como a las mujeres (Mt. 14:13-21), e incluso permitió que algunas de ellas lo acompañaran a lo largo de su ministerio (Lc. 8:1-3).
Los judíos no enseñaban la torah a las mujeres y en el templo levantado por Herodes, las mujeres estaban separadas de los hombres. Conforme la Mishna, el patio de las mujeres estaba no sólo más lejos del lugar Santísimo que el patio de los hombres, si no que, además, se encontraba quince escalones más abajo.
Jesús, sin embargo, no dudo en usar el mundo femenino en las parábolas, como la de la levadura (Mt. 13-33), la de las vírgenes (Mt. 25:1-3), la de la viuda y el juez injusto (Lc. 18: 1-15) o la comparación del reino con la parturienta (Jn. 16:21). Entre todas destaca, sin duda, la de la humilde ama de casa que barre todo su hogar hasta que encontró la moneda perdida (Lc. 15-8). Por otro lado en comparación con las costumbres de la época, donde las relaciones entre hombres y mujeres estaban muy restringidas, las relaciones de Jesús con las mujeres fueron tan abiertas que sin duda sorprendían y escandalizaban.
Otro ejemplo importante donde Jesús rompe los tabúes del sistema es la curación de la mujer con flujo de sangre (Mr. 5:25-34). Según la ley, durante la menstruación la mujer no sólo se volvía impura, si no que contaminaba todo lo que tocaba. Esta mujer, por lo tanto, debía vivir prácticamente al margen de la sociedad, pues padecía esta enfermedad desde hacía doce años.
Jesús dejándose tocar por una mujer impura demuestra que el cuerpo femenino es parte de la buena creación de Dios.
Pero sin duda uno de los hechos que mejor demuestra el concepto que Jesús tenía de las mujeres, tiene que ver con su resurrección. En el judaísmo, la mujer no tenía derecho a prestar testimonio, puesto que según los rabinos, de (Gn 18-15) se desprendía que era mentirosa.
Jesús, sin embargo, haciendo caso omiso de estas creencias denigratorias sobre las mujeres, las escogió como primeros testimonios de la resurrección (Mt. 28:29-10, Jn20:11-18), haciéndolas no sólo las primeras receptoras del mensaje del cristianismo, si no también las primeras predicadoras del mismo (Mt. 28:10), derecho y privilegio que más tarde y aún hoy en día sus seguidores varones niegan a las mujeres.
El vino, por lo tanto, como ser humano (Ro.5:15; Fil 2:7), no como varón aún que se encarnara en forma de hombre. No es de extrañar, pues, que las mujeres fueran especialmente sensibles a su mensaje y mientras que uno de sus discípulos varones lo traicionaba, otro lo negaba y los demás huían, ellas lo arriesgaban todo por Él.
El estudio de toda la escritura y en especial de lo que Pablo realmente escribió, demuestra que él no enseño un papel de subordinación para la mujer, ni la relegó en su posición de inferioridad. él escogio cuidadosamente sus palabras cuando escribió acerca de la mujer, desafiando los roles sociales que desempeñaban las mujeres en su tiempo, y la filosofía y teología que los susrentaban. sin embargo, sus palabras han sido intrpretadas de forma que se usan para interpretar los mismos roles que el desafió.
¿Cómo pud ocurrir el cambio? La repuesta está en que la iglesia postapostolica interpretó sus escritos a través de la cultura y costumbres de su época. En un sentido, leyeron a Pablo a través de los ojos de Aristóteles, de Platón, de los estoicos, e incluso, como Irineo y Jerónimo, de los escritos rabinicos, de ahí que vieran en la mujer un ser inferior, nacido para obedecer, necesitando tutela, e incapaz, por su propia naturaleza, de asumir ninguna actividad que implicara el ejercicio de la autoridad o el liderazgo.
Los padres de la iglesia consideraron sin excepción a Junia como apóstol femenino. A partir de la Edad Media, se interpretó su nombre, con frecuencia creciente, como nombre de varón porque no se quería admitir que una mujer hubiera sido apóstol en los primeros tiempos de la iglesia y fuera calificada por Pablo como "ilustrisima entre los apóstoles". El capítulo 16 de la Carta a los Romanos arroja luz sorprendente sobre un campo del que ninguna otra fuente nos ofrece informaciones. Partiendo de cuanto nos dice Pablo podemos suponer con seguridad que supo ganar un gran número de colaboradoras para su misión. esto nos permitirá apreciar los carismas de la mujer al servicio de la predicación del evangelio, y a entender en toda su amplitud el programa formulado por él en Gal 3,28 " Ya no hay hombre ni mujer"
 
Re: Las mujeres en la iglesia de Pablo

También recibieron el Espíritu Santo muchas mujeres que estaban con los hermanos cuando cayeron como lenguas de fuego sobre ellos y empezaron a hablar en lenguas.
 
Re: Las mujeres en la iglesia de Pablo

Gálatas 3:28
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.


Los cristianos sabios, nunca discriminarán por razón de sexo o raza o edad, etc

Todos somos hijos de Dios y todos tenemos los mismos derechos y obligaciones.

Pero ni mujeres ni hombres, tienen derecho a dirigir, si no a servir mas y mejor.

"El que quiera ser mas grande entre vosotros, que sea vuestro servidor"