Predicar el Evangelio del Reino semana 4 lunes

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5 Septiembre 2001
3.029
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Predicar el Evangelio del Reino
Semana 4--- El ministerio terrenal del Rey
Lunes --- Leer con oración: Mt 4:17; 3:16-17; 4:4, 10; Dt 8:3
“Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Lc 4:8)
ADORAR SOLAMENTE AL SEÑOR
El tema de esta semana es "El ministerio terrenal del Rey" (Mt 4:17-23). El Señor Jesús después que nació, fue llevado a Egipto porque el rey Herodes quería matarlo (2:13- 14). Después de la muerte de Herodes, Sus padres Lo llevaron a Nazaret, por eso nuestro Señor era conocido como Jesús el nazareno (vs. 19, 23). Al cumplir treinta años de edad viviendo en la tierra, Él fue hasta Juan el Bautista para ser bautizado. Después que fue bautizado, al ascender del agua, los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre Él (3:16). Entonces una voz del cielo dijo: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (v. 17).
A partir de Su bautismo, Jesús dio inicio a Su ministerio terrenal. Él fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo (4:1). Después de haber ayunado por cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre, y el tentador en esa ocasión, acercándose a Él le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan" (vs. 2-3). El diablo tentó al Señor en ese aspecto basado en Deuteronomio 8:9-10, intentó colocarlo en la posición de Dios, pues sabía que, como tal, Él podía transformar incluso las piedras en panes. Sin embargo, Jesús, firme en su posición de hombre, le respondió: "Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4:4; cfr. Dt 8:3). Así el Señor Jesús, como hombre venció al tentador.
El diablo también Lo llevó a la Ciudad Santa, Lo colocó sobre el pináculo del templo y Le dijo: "Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra" (Mt 4:6). De hecho, según lo que está escrito en Salmos 91:11-12, el Señor Jesús, como el Hijo de Dios, podría echarse abajo, porque ciertamente habría ángeles que Lo sostendrían en sus manos. Sin embargo, el Señor le respondió: "Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios" (Mt 4:7; cfr. Dt 6:16). Nuevamente el diablo fue derrotado.
El tentador entonces Lo llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y Le dijo: "Todo esto te daré, si postrado me adorares" (Mt 4:9). Dios había entregado todos los reinos del mundo para que Satanás tuviese dominio sobre ellos (Ez 28:12-15). El diablo tenía el poder y la autoridad para darle al Señor Jesús el mundo y su gloria (Lc 4:6; Ap 13:2, 4, 7). Fue una tentación muy grande, pero el Señor le respondió: "Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás" (Mt 4:10; cfr. Dt 6:13). Debemos adorar sólo a nuestro Dios y sólo a Él debemos servir. Después, el diablo Lo dejó, y vinieron ángeles y Le ministraron (Mt 4:11). El Señor Jesús venció las tentaciones y a Satanás, y por eso estaba calificado para ejercer Su ministerio terrenal.
Punto Clave: Él venció al tentador.
Pregunta: ¿Cómo comenzó el ministerio terrenal del Señor Jesús?
 
Martes

Martes

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Semana 4 --- El ministerio terrenal del Rey
Martes --- Leer con oración: Mt 4:18-22; Hch 19:1-7, 11-12
“Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mt 4:19)
UN PESCADOR, UN EDIFICADOR Y UN REMENDADOR
Cuando el Señor Jesús comenzó Su ministerio terrenal, Su primer acto fue buscar personas. Jesús vino como la luz al mundo a fin de iluminar a los que estaban en las tinieblas para que viesen su situación real (Mt 4:14-16). En esa búsqueda, dejó Nazaret y se fue a vivir a Capernaum, situada a orillas del mar de Galilea. Allí comenzó a predicar y a decir: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (v. 17). Los primeros en ser llamados fueron Simón, llamado Pedro, Andrés su hermano, y dos hermanos más, Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo. Todos eran pescadores en el mar de Galilea y fueron llevados a la salvación (Mt 4:18-22). A Pedro y a su hermano Andrés, Jesús les dijo: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres" (v. 19). El Señor les encargó "pescar" hombres, e inmediatamente ellos Lo siguieron como Sus discípulos. En cuanto a Jacobo y Juan, ambos estaban en el barco en compañía de su padre, remendando las redes (v. 21). Más tarde, en el libro de los Hechos, vemos que el Señor usó a Pedro para "pescar" hombres, cuando después de predicar el evangelio, aceptaron la Palabra y fueron bautizados como tres mil hombres (2:14-40; 10:34-48). Al final del primer siglo, fue el turno de Juan para ser usado como "remendador de redes", ayudó a las iglesias que habían sido distraídas de la voluntad de Dios (Ap 1:4, 9).
Después del ministerio de los doce apóstoles, Dios aún levantó a Pablo para desarrollar Su obra, para establecer muchas iglesias. El Señor lo usó para traer a esos "hombres que fueron pescados" como materiales para edificar la iglesia. Esa fue su principal comisión y encargo (1 Co 3:10). El oficio de Pablo fue hacer tiendas (Hch 18:3). Así que, es como si Dios hubiera llamado a Pablo para ir a todos los lugares para "hacer tiendas", es decir, para edificar las iglesias.
No obstante, en un determinado momento surgieron algunos agujeros en esas "tiendas", eso comprometió su edificación. Las iglesias que Pablo había levantado presentaron problemas (2 Ti 1:15; 4:16); en las "tiendas" que había levantado aparecieron "agujeros".
Un ejemplo de esto puede ser visto en la iglesia en Éfeso, establecida por Pablo en su tercer viaje ministerial. Ésta debió haber practicado la Palabra, la economía neotestamentaria de Dios, para que Su voluntad fuese hecha. El problema fue que esa iglesia, por no seguir al Espíritu, permaneció en la esfera doctrinal y mental, es por ello que aparecieron "agujeros en la tienda" por donde la vida comenzó a escaparse.
Aunque la iglesia en Éfeso tenía ese nombre, cuyo significado es deseable, en el tiempo de Pablo era anormal. Apolos fue quien predicó la Palabra a los efesios por primera vez, él sólo conocía el bautismo de Juan el Bautista (Hch 18:24-28). Cuando Pablo llegó a Éfeso, en el intento de cubrir la deficiencia del ministerio de Apolos, impuso las manos sobre ellos para que recibiesen el Espíritu Santo, es decir, el bautismo del Espíritu Santo en su aspecto exterior (19:1-7). Fueron realizados por sus manos también milagros extraordinarios, al punto que llevaban a los enfermos paños y delantales de uso personal de Pablo, por los cuales las enfermedades de los convalecientes se iban, y los espíritus malignos salían (vs. 11-12).
Además, Pablo desarrolló la costumbre de discutir doctrinas, principalmente con los judíos. Esa situación inicialmente duró tres meses en la sinagoga. Después, Pablo se apartó de ellos y separó a los discípulos, pero por espacio de dos años continuó discutiendo cada día en la escuela de Tiranno (Hch 19:8-10). La discusión y la argumentación siempre provienen de la mente y éstas resultan en brechas en la edificación.
Aparentemente no había ningún problema en tales prácticas, pero éstas dejaron una impresión de que eran esenciales para la vida de la iglesia. Por causa de eso, la iglesia en Éfeso fue distraída de la economía de Dios, de lo que es esencial para producir la edificación de Dios que es por fe (1 Ti 1:3-4), y terminó abandonando el primer amor (Ap 2:4).
Para solucionar este problema, Dios levantó posteriormente a Juan, cuyo ministerio era el de remendar las redes. Él fue usado por el Señor para remendar los agujeros en las tiendas levantadas por Pablo.
Punto Clave: No ser distraído de lo que es esencial.
Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre los ministerios de Pedro, Pablo y Juan?
 
Miercoles

Miercoles

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Semana 4 --- El ministerio terrenal del Rey
Miércoles --- Leer con oración: Hch 16:6-10; 1 Ti 1:3-4; 2 Ti 2:15
“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Co 3:17)
GUIADO POR EL ESPÍRITU
Ayer vimos que en su tercer viaje ministerial, durante su estadía en Éfeso (Hch 19:1-12), Pablo condujo a la iglesia de manera diferente a lo que normalmente hacía, y por causa de eso, más tarde aparecieron unos "agujeros" en la "tienda" de la iglesia que él había edificado en aquella ciudad. Hoy veremos la experiencia positiva que Pablo y Silas tuvieron en su segundo viaje ministerial (15:40-41). ¡Que todos podamos aprender de esa experiencia, a cómo seguir al Señor y cuidar a las iglesias!
En su segundo viaje, Pablo seguía al Espíritu. Inicialmente él pretendía ir a Asia, pero el Espíritu Santo se lo impidió, entonces desistió. Intentó ir al norte, a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió, por eso no fue. Al llegar a Troas, le sobrevino una visión en la cual un varón macedonio estaba de pié y le rogaba que fuese a ayudarlos. Así pues, él entendió que Dios lo estaba orientando para ir a Macedonia (16:6-10).
El Espíritu Santo lo dirigía, y Pablo se sometía a esa orientación. Fue durante ese viaje que él llegó a un lugar de oración junto a un río y les habló a las mujeres que habían ido hasta allí. También fue en Filipos que Pablo y Silas, aun estando presos por causa del evangelio, oraban y cantaban alabanzas en la prisión (16:11-40). En esa ciudad Pablo estableció una iglesia muy normal y comprometida con el evangelio (Fil 1:3-4). Después de Filipos, comenzó la iglesia en Tesalónica (17:1-9). Más tarde, Pablo levantó las iglesias en Acaya, entre las cuales la más representativa era la iglesia en Corinto (18:1-11).
Puesto que Pablo tuvo éxito en su segundo viaje, nos cabe a nosotros aprender lecciones tanto de esas experiencias, de someternos al guiar del Espíritu; como también de su tercer viaje, en el cual vimos que argumentar y discutir ciertamente nos llevan a la esfera mental y doctrinal. Somos advertidos a no enfatizar excesivamente el aspecto exterior de poder del Espíritu, sino a buscar las prácticas que nos ayudan a crecer espiritualmente y que edifican a la iglesia (1 Co 13:1-11; 14:1-4; 12, 26).
A pesar de que Pablo, más tarde le pidió a Timoteo que permaneciese en Éfeso, la iglesia no logró superar sus problemas (1 Ti 1:3-4; 4:7; 6:20; 2 Ti 2:15; 4:3-4). Sabemos por la historia que, no mucho tiempo después, varios líderes de las iglesias fueron presos y muertos, inclusive Pedro y Pablo, que fueron martirizados por los romanos. Sólo aproximadamente veinte años después el Señor comisionó al apóstol Juan para que remendara "la red" de la iglesia en Éfeso y reparase sus "agujeros" con Espíritu y Vida.
Punto Clave: Someterse al guiar del Espíritu.
Pregunta: ¿Cuáles son las lecciones que aprendemos del segundo viaje ministerial de Pablo?
 
Jueves

Jueves

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Semana 4 --- El ministerio terrenal del Rey
Jueves --- Leer con oración: Mt 5:1-12; 1Co 6:17; Stg 3:18; 1 P 4:14, 16
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt 5:3)
LOS REQUISÍTOS PARA ENTRAR EN EL REINO
El principal encargo del Señor Jesús en Su ministerio terrenal fue predicar el evangelio del reino. Él recorría las regiones de Siria, Galilea, Jerusalén y Judea enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando todo tipo de dolencias y enfermedades entre el pueblo (Mt 4:23-25). Él vino para salvar a los hombres y conducir a Sus discípulos a entrar en el reino de los cielos. En los capítulos 5 al 7 de Mateo, el Señor Jesús muestra a que tipos de personas pertenece el reino. El hermano Witness Lee decía que los capítulos 5 al 7 de Mateo son como la constitución del reino de los cielos. Aunque en la Biblia no encontremos la palabra constitución, el contenido de esos capítulos es semejante a la constitución de un país, mostrándonos de qué forma podemos entrar en el reino de los cielos y que tipo de personas son los ciudadanos del reino. En otras palabras, esa porción nos presenta lo que es necesario para practicar el reino.
En el capítulo 5 de Mateo lo más importante son las nueve bienaventuranzas. El Señor Jesús, se sentó y comenzó a enseñar a Sus discípulos, diciendo: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (v. 3). Este espíritu mencionado se refiere al espíritu humano. Primero debemos vaciar totalmente nuestro espíritu humano, entonces podremos recibir al Rey del reino de los cielos, que ya se hizo el Espíritu, para unirse y mezclarse a nuestro espíritu (1 Co 6:17). Si el espíritu no estuviere vacío, el Rey del reino de los cielos no podrá entrar en él y llenarlo. Quien está en el reino de los cielos siempre debe vaciarse y humillarse para que el Rey del reino de los cielos pueda morar en él.
"Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación" (v. 4). Cuando alguien es constreñido e iluminado al ver la condición humilde, despreciada y rechazada en que el Señor Jesús vivió en esta tierra, se da cuenta de cuán pobre y lamentable es todavía su propia condición. Constreñido en su espíritu, sólo le queda llorar. Tales personas son bienaventuradas y serán consoladas por el Señor mismo.
"Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad" (v. 5). En el mensaje anterior vimos que Nimrod, con violencia, conquistó tierras para hacer de ellas su propio reino. Sin embargo, en el reino de los cielos no es así, en él los mansos son bienaventurados. No es un asunto de heredar la tierra con violencia, sino con mansedumbre.
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (v. 6). Esta justicia, como ya vimos, se refiere a la voluntad de Dios (3:15). Ésta no está relacionada a la justificación de nuestros pecados, sino al deseo ardiente de que Su voluntad y todo lo que Dios determinó sea cumplido (7:21). Tales personas serán saciadas.
"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (v. 7). Antes de la manifestación del reino de los cielos debemos ser misericordiosos con los demás, pues si medimos a los demás con misericordia, también seremos medidos con la misericordia de Dios (7:2). Él será misericordioso con nosotros y ciertamente nos dará Su gracia y Su amor.
"Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios" (v. 8). Con relación a Dios no debemos tener ninguna mezcla, ninguna impureza. Para entrar en el reino de los cielos nuestro corazón debe estar totalmente vuelto a Dios. En la vida de la iglesia luchamos por los intereses de Dios, es decir, somos simplemente para Él (1 P 1:22; 2:1). Los de corazón puro, pues, verán a Dios.
"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (v. 9). El Señor Jesús vino a la tierra a pacificar a los hombres. Aunque hubiese enemistad entre los judíos y los gentiles, el Señor Jesús, por medio de Su muerte en la cruz puso fin a eso: "Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades" (Ef 2:14-16). En la vida de la iglesia debemos vivir sin ningún tipo de pared de separación, fomentando la paz entre los hermanos y reconciliando a los gentiles con Dios (Ro 14:19; Stg 3:18). A estos el Señor llama de hijos, porque tienen la vida y la naturaleza de Dios (Ro 16:20).
"Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos" (v. 10). La persecución a la que el Señor se refiere está relacionada a luchar para que la voluntad de Dios se cumpla, guardando la palabra de Dios y lo que Él determinó. Si somos perseguidos por causa de eso, seremos bienaventurados. Además, cuando estudiamos la Primera Epístola de Pedro, vimos que si sufrimos por causa de la justicia y somos injuriados, somos bienaventurados, pues sobre nosotros reposa el glorioso Espíritu de Dios (1 P 4:14, 16).
"Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo" (Mt 5:11). Hoy estamos experimentando esta situación, sin embargo no debemos resistir ni replicar, sino practicar 1 Pedro 2:23: "(Cristo) quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente". Ser bienaventurado, en ese versículo de Mateo, no se refiere a responder, sino a ser perseguido. Nuestra actitud debe ser: "Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros" (Mt 5:12).
Punto Clave: Vacíos en el espíritu.
Pregunta: A la luz de las nueve bienaventuranzas de Mateo 5 ¿Qué es necesario para practicar el reino?
 
Viernes

Viernes

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Semana 4 --- El ministerio terrenal del Rey
Viernes --- Leer con oración: Mt 5:13-15; Ef 5:8
“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (Mt 5:13)
LA SAL DE LA TIERRA Y LA LUZ DEL MUNDO
Ayer vimos que las nueve bienaventuranzas deben ser practicadas por nosotros para que podamos recibir el galardón del reino de los cielos. Hoy veremos dos funciones muy importantes que el pueblo del reino debe tener mientras vive en el mundo: ser la sal de la tierra y la luz del mundo. En Mateo 5:13 leemos: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres". Como el pueblo del reino de los cielos, debemos ser como la sal de la tierra. Antiguamente enfatizábamos a la sal como un bactericida que mata las bacterias y evita que un alimento se deteriore, pues cuando salamos un alimento, éste puede ser conservado por mucho más tiempo.
El pueblo del reino de los cielos tiene que ser como la sal de la tierra. En el versículo citado, la sal tiene la función de dar sabor; sin sal es difícil comer los alimentos, por eso necesitamos de ella. Como el pueblo del reino de los cielos, tenemos la función de "dar sabor". Por ejemplo, si hubiere algún problema entre dos hermanos, debemos llevar la sal para recobrar el "sabor" de aquella comunión, ser aquellos que traen armonía como pacificadores. Ser la sal de la tierra no es para reprender a los demás, sino para una función más importante: restaurar el sabor.
Los brasileños acostumbran sazonar la propia ensalada en la medida considerada adecuada para cada persona. Si colocan poca sal, el sabor no es realzado, pero si se coloca sal en exceso, es difícil comer. En las reuniones de grupo familiar de cuidado mutuo (GFCM), por ejemplo, debemos hablar en la medida correcta, sin excesos, sino "salaremos" mucho aquella pequeña reunión. La sal necesita ser en la medida correcta para que la reunión sea de mucho disfrute.
En Mateo 5 leemos: "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa" (vs. 14-15). La luz citada en ese versículo es para iluminar a todos los que están en la casa. Como luz del mundo, disipamos todas las tinieblas. En el libro de Efesios está escrito que somos hijos de la luz, porque Dios nuestro Padre es luz (Ef 5:8). Algunos hermanos pueden estar en tinieblas, pero no lo perciben, no lo admiten, y por causa de eso cometen errores. Como hijos de luz sólo debemos traerlos a la luz a fin de que perciban su condición.
Otra aplicación que podemos hacer es relacionar la luz del candelero, conforme a lo que leímos en Mateo 5:15. La luz no es para ser colocada debajo de un almud, sino en el candelero para iluminar a todos los que se encuentran en la casa. El almud, era una antigua medida de volumen para los cereales, era un recipiente cuadrado, hecho de madera o de lata, no transparente, que soportaba poco más de treinta y seis litros. Este medidor de cereales también está relacionado a nuestro sustento. Colocar la luz debajo del almud es lo mismo que aislar su luz. Como la luz del mundo no podemos dejar que la luz se apague por causa de la preocupación de nuestro sustento; antes bien, necesitamos colocarla en el candelero para que cumpla su función de brillar e iluminar a todos los que se encuentran en la casa.
Punto Clave: Dar sabor y brillar.
Pregunta: ¿Cuál es la aplicación espiritual de la sal y de la luz para la vida de la iglesia?
 
Sabado

Sabado

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Semana 4 --- El ministerio terrenal del Rey
Sábado --- Leer con oración: Gn 1:27-28; Ro 8:29; Gá 4:2; 1 Jn 3:1-2
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mt 5:14)
BRILLAR Y EXPANDIR
En Apocalipsis, un candelero representa una iglesia (1:20). En una ciudad solo puede haber un candelero de oro, lo que significa que en una ciudad debe haber una sola iglesia. A la luz de Apocalipsis 1:11 no hay varios candeleros en una ciudad. La iglesia en Éfeso, por ejemplo, tiene un candelero de oro; la iglesia en Esmirna tiene otro candelero de oro. La iglesia en Sao Paulo sólo tiene un candelero de oro y, cuando éste comienza a brillar, ilumina a todos los que están en esa ciudad. Este candelero de oro brillando representa el testimonio de la iglesia en esa ciudad.
Como un candelero de oro, la iglesia debe brillar, es decir, expresar la naturaleza de Dios y dar testimonio de la unidad del Cuerpo de Cristo. Una manera simple de dar testimonio de la unidad en la ciudad en donde vivimos es tener la mesa del Señor allí. En el pan vemos la unidad que el Señor desea tener entre Sus hijos. Aunque somos muchos, somos un solo pan (1 Co 10:17). En cada ciudad debemos dar testimonio de que somos uno con todos los hijos de Dios en donde vivimos. Mientras más brille este candelero, más condiciones tendremos para atraer a todos los hijos de Dios para participar de este mismo pan y copa.
En estos últimos años hemos recibido el encargo por la obra de expansión. Por medio de la palabra de Dios vimos cual es la voluntad de Dios. Él creó al hombre y a la mujer según la imagen del Señor Jesús (Gn 1:27; cfr. Col 1:15; Ro 8:29) para que sean fructíferos, se multipliquen, llenen la tierra y señoreen sobre ella (Gn 1:28). La voluntad de Dios para la iglesia hoy, es que seamos fructíferos y multipliquemos la vida de Dios. Él desea establecer Su testimonio, Su expresión en cada ciudad, y para eso necesitamos engendrar y criar. Estos dos asuntos están relacionados a la vida; por un lado, engendrar corresponde a la vida de Dios que entró en nosotros; por otro, criar corresponde al crecimiento de vida hasta que lleguemos a ser adultos.
En la iglesia tenemos a los que instruyen y a los que suministran el alimento. En Gálatas esas dos funciones son aplicadas a los tutores y curadores, los cuales corresponden a los maestros y mayordomos que suplen a la iglesia (4:2). Cuando los colportores salen para hacer la obra de expansión son como esos maestros y mayordomos presentando los libros a las personas y alimentándolas con las palabras de la verdad (Mt 24:45).
Las palabras de la verdad que llevamos a las personas no deben ser un mero conocimiento, sino un alimento. Las dos epístolas de Pedro, por ejemplo, contienen la presente verdad que estamos practicando: Dios se hizo hombre a fin de que el hombre llegue a ser como Dios en vida y en naturaleza, pero sin la Deidad. En esta verdad presente hemos visto que mediante el dispensar del Dios Triuno, es decir, por medio de la obra del Padre: la vida y la piedad; de la obra del Hijo: gloria y virtud; y de la obra del Espíritu: las preciosas y grandísimas promesas; llegamos a ser participantes de la naturaleza divina y podemos librarnos de la corrupción que hay en el mundo (2 P 1:3-4). Una vez que Su naturaleza es añadida a nuestra naturaleza humana, crecemos en vida, y la naturaleza divina va aumentando en nosotros hasta que manifestemos plenamente a Dios. Mientras más la vida de Dios crece en nosotros, más semejantes a Él llegamos a ser. Si continuamos creciendo en la vida de Dios, un día estaremos saturados de Su naturaleza, expresaremos el amor ágape, seremos semejantes a Dios (1 Jn 3:1-2) y podremos entrar en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Si practicamos estas verdades y ayudamos a otros a practicarlas, nuestro testimonio brillará delante de los hombres (Mt 5:16), y el testimonio de la unidad de la iglesia será como una ciudad asentada sobre un monte (v. 14)..
Punto Clave: Engendrar y criar.
Pregunta: ¿Cuál es la función de la iglesia como el candelero de oro?
 
Domingo

Domingo

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Semana 4 --- El ministerio terrenal del Rey
Domingo --- Leer con oración: Gn 1:28; Mt 16:19; Lc 23:38
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread” (Gn 1:28a)
SER FIEL A LA PORCIÓN QUE EL SEÑOR NOS CONFIÓ
En los capítulos 5 al 7 de Mateo constan los requisitos necesarios para quien fue llamado a ser el pueblo del reino de los cielos. El Señor Jesús, como el Rey del reino de los cielos, en Su ministerio terrenal tenía como encargo conducir a muchas personas a Su reino. Por causa de ese encargo, Él salió a predicar el evangelio del reino. Las nueve bienaventuranzas reflejan cómo debe ser el vivir del pueblo del reino. Si en nuestro vivir las practicamos, seremos bienaventurados, pues formaremos parte de él.
También vimos en esta semana que el pueblo del reino tiene una función muy importante: ser la sal de la tierra y la luz del mundo. Como la sal, no tenemos la función de reprender a las personas, apuntando a sus errores; al contrario, nuestra función es restaurarles el sabor (Hch 2:46-47). Debemos ser aquellos que tienen siempre una palabra agradable, sazonada con sal (Col 4:6), que añaden la medida correcta.
El Señor Jesús, como el Rey del reino de los cielos, nos vino a llamar. Él nos llamó independientemente de la profesión que teníamos y nos llevó a seguirlo a fin de usarnos en Su edificación. Él nos coloca en la iglesia para que desempeñemos nuestra función.
El Señor también da la oportunidad para que todos sean perfeccionados. Por ejemplo, para ingresar al CEPPEV (Centro de Perfeccionamiento para la Propagación del Evangelio), el Señor no exige personas con alto nivel cultural o que tengan una posición en la sociedad. El criterio de Su llamamiento es que tengan un corazón lleno de amor por el Señor, que tengan un deseo ardiente de buscar los intereses del Señor. Son personas que quieren consagrar su vida para seguirlo. El perfeccionamiento es para todos los que desean cumplir la voluntad eterna de Dios. Que todos ganemos el encargo de Génesis 1:28: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread".
El Señor nos encargó los países de la lengua latina. En la época en que Él fue crucificado sólo había tres lenguas principales en el mundo alrededor del mar Mediterráneo: "griego, latín y hebreo" (Lc 23:38), que fueron usadas para registrar el título para Jesús: "Este es el Rey de los Judíos". En el mundo de hoy hay muchos idiomas. Sin embargo, podemos clasificar a las personas, utilizando un sistema de lenguas, en tres grupos principales: las lenguas anglosajonas, siendo el inglés la principal; las lenguas orientales, siendo el chino la principal; y las lenguas latinas, siendo el español y el portugués las principales. Él nos encargó predicar el evangelio del reino de los cielos a todos los habitantes de los países que hablan las lenguas portuguesa y española. Esta es la parte que nos corresponde; debemos ser fructíferos, multiplicarnos, llenar esta parte de la tierra y entregarla al Señor. ¡Aleluya!
Vamos a ser fieles a la porción que Él nos confió, los países de lengua latina. Somos los muchos discípulos del Señor, de entre los cuales Él escoge a un grupo de apóstoles para ser enviados a fin de predicar el evangelio del Reino.
Punto Clave: Fieles a la porción que el Señor nos confió.
Pregunta: ¿A quién quiere perfeccionar el Señor?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
Jesus es el Señor!
La iglesia en Armenia
 
Re: Domingo

Re: Domingo

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Semana 4 --- El ministerio terrenal del Rey
Domingo --- Leer con oración: Gn 1:28; Mt 16:19; Lc 23:38
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread” (Gn 1:28a)
SER FIEL A LA PORCIÓN QUE EL SEÑOR NOS CONFIÓ
En los capítulos 5 al 7 de Mateo constan los requisitos necesarios para quien fue llamado a ser el pueblo del reino de los cielos. El Señor Jesús, como el Rey del reino de los cielos, en Su ministerio terrenal tenía como encargo conducir a muchas personas a Su reino. Por causa de ese encargo, Él salió a predicar el evangelio del reino. Las nueve bienaventuranzas reflejan cómo debe ser el vivir del pueblo del reino. Si en nuestro vivir las practicamos, seremos bienaventurados, pues formaremos parte de él.
También vimos en esta semana que el pueblo del reino tiene una función muy importante: ser la sal de la tierra y la luz del mundo. Como la sal, no tenemos la función de reprender a las personas, apuntando a sus errores; al contrario, nuestra función es restaurarles el sabor (Hch 2:46-47). Debemos ser aquellos que tienen siempre una palabra agradable, sazonada con sal (Col 4:6), que añaden la medida correcta.
El Señor Jesús, como el Rey del reino de los cielos, nos vino a llamar. Él nos llamó independientemente de la profesión que teníamos y nos llevó a seguirlo a fin de usarnos en Su edificación. Él nos coloca en la iglesia para que desempeñemos nuestra función.
El Señor también da la oportunidad para que todos sean perfeccionados. Por ejemplo, para ingresar al CEPPEV (Centro de Perfeccionamiento para la Propagación del Evangelio), el Señor no exige personas con alto nivel cultural o que tengan una posición en la sociedad. El criterio de Su llamamiento es que tengan un corazón lleno de amor por el Señor, que tengan un deseo ardiente de buscar los intereses del Señor. Son personas que quieren consagrar su vida para seguirlo. El perfeccionamiento es para todos los que desean cumplir la voluntad eterna de Dios. Que todos ganemos el encargo de Génesis 1:28: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread".
El Señor nos encargó los países de la lengua latina. En la época en que Él fue crucificado sólo había tres lenguas principales en el mundo alrededor del mar Mediterráneo: "griego, latín y hebreo" (Lc 23:38), que fueron usadas para registrar el título para Jesús: "Este es el Rey de los Judíos". En el mundo de hoy hay muchos idiomas. Sin embargo, podemos clasificar a las personas, utilizando un sistema de lenguas, en tres grupos principales: las lenguas anglosajonas, siendo el inglés la principal; las lenguas orientales, siendo el chino la principal; y las lenguas latinas, siendo el español y el portugués las principales. Él nos encargó predicar el evangelio del reino de los cielos a todos los habitantes de los países que hablan las lenguas portuguesa y española. Esta es la parte que nos corresponde; debemos ser fructíferos, multiplicarnos, llenar esta parte de la tierra y entregarla al Señor. ¡Aleluya!
Vamos a ser fieles a la porción que Él nos confió, los países de lengua latina. Somos los muchos discípulos del Señor, de entre los cuales Él escoge a un grupo de apóstoles para ser enviados a fin de predicar el evangelio del Reino.
Punto Clave: Fieles a la porción que el Señor nos confió.
Pregunta: ¿A quién quiere perfeccionar el Señor?
Dong Yu Lan
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Jesus es el Señor!
La iglesia en Armenia

Hola hermano, mucha verdad dices, una pregunta te hago, ¿arvore da vida, esta relacionado con LIVING STREAM MINISTRY?
gracias .