Resulta interesante poder notar que el autor del Evangelio según San Mateo hace alusión a símbolos que no pueden más que evidenciar su conocimiento de la sabiduría cabalística; y cómo quiso enmarcar a Jesús dentro de dichos misterios.
El evangelio comienza con las generaciones de Jesús, quien es hijo de David, quien es hijo de Abraham. Nadie es "Hijo Unigénito de Di-s" en este evangelio.
Se hace claro que el evangelista está igualando la figura de Jesús, a la del Rey David, autor de los salmos que revelan profundas verdades espirituales sobre la relación entre el limitado mundo que vivimos, y la inmensa realidad total de los mundos emanados del Creador. También se establece en ese primer versículo la constante de establecer conjuntos de tres personas para otorgar autoridad a la verdad que quiere establecerse. La primera de estas triadas en el evangelio es esa: Jesús, David, Abraham.
Imagino que muchos cristianos saltaran a defender que se está queriendo hacer alusión a la realidad máxima de que Di-s es trino; y por eso el número tres va a ser constantemente usado en este evangelio.
No necesariamente debe tratarse de eso, y más aún cuando el autor de este evangelio en ningún momento defendió que Jesús fuese algo como "Di-s mismo", como se hace en el Evangelio según San Juan.
También puede estar haciendo alusión al Tercer día de la Creación (Bereshit (Génesis) I), donde el Creador separó las aguas de la tierra, y nace la vegetación. La separación de las aguas y la tierra, en este caso las aguas inferiores, son símbolo de la lejanía de Di-s que padece todo lo creado. La imagen de la tierra seca del relato de la creación, es símbolo del esfuerzo que tiene que llevar a cabo lo creado para llegar a su finalidad: acercarse al Eterno.
La vegetación hace alusión a la creación misma fuera de las aguas de oscuridad. Al desarrollo de todo lo creado, como si se tratara de un árbol que extiende sus ramas hacia el cielo en búsqueda de la Luz divina. La consumación del plan divino. También se ha dicho que son símbolo de los Patriarcas, lo que estaría igualando a Jesús con los Patriarcas del pueblo judío.
El Evangelio según San Mateo describe las generaciones que se dan desde Abraham hasta Jesús, dividida en tres grupos de 14; o en seis grupos de siete (7+7=14; 7+7=14; 7+7=14).
De este pasaje resaltan las referencias al número siete (7). Es importante tomar en cuenta la letra hebrea zain, ז que en el Aleph-Bet hebreo es la que se representa al número 7. Esta letra simboliza la luz de Di-s que desciende desde su gloria perfecta en una manera más intensa que la representada en la letra vav ו. Tan intensa que vuelve hasta el Keter, o décimo sefirot/emanación de Di-s.
El proceso de llegar hasta Jesús desde Abraham es representado con el mismo símbolo de la Escalera de Jacob, donde los seres celestiales subían y bajaban desde el Creador al mundo. La letra zain, o el número siete, alude a ello. Con Jesús entonces, según el evangelista, se abre la vía hasta el creador, sosteniendo el principio cabalista de lo que es arriba, también es abajo. El paralelismo de los mundos, mediante la reciprocidad de Luz y salvación, o redención de la senda egoísta.
También el siete en la Cábala alude a los siete mundos/emanaciones de Di-s inferiores de los sefirot que están en relación directa con el ser humano; separados de los primeros tres, que son emanaciones directas de la gloria eterna del Creador. Son seis menciones del número, o a seis poderosas emanaciones de la Luz Divina hasta el nacimiento de Jesús. Puede estar aludiendo a la Sexta Emanación de Di-s, Tiphareth, equivalente al sexto día de la creación, cuando Di-s hizo al hombre a su imagen y semejanza. Jesús es el Hombre creado a Imagen de Dios, el nuevo Adán. El nuevo principio, según el evangelista.
Hay que considerar también el relato de los Magos de Oriente.
Es notable también que se diga que los magos vienen de “Oriente”, sin dar más detalles. En todos los demás relatos de este evangelio se nombran los lugares por donde pasan o de donde provienen los personajes. En esta única ocasión se generaliza con la figura del “Oriente”. No es secreto que el Oriente es por donde nace la luz del sol. Los magos vienen desde ese lugar mítico, de donde nace la luz. Puede también aludir al mundo futuro, o al Ein Sof, la gloria del Creador. Son quizás una alusión a seres celestiales, como en la teofanía de Mambré, o una imagen de los patriarcas y profetas, quienes vienen a rendir homenaje al Ungido de Di-s desde el Oriente eterno, de donde provien la Luz. Es muy probable que se trate de un relato totalmente simbólico.
Los magos dan sus regalos de oro, incienso y mirra al niño. Esta es la tercera triada del evangelio. Las mismas han sido las siguientes:
1. Jesús, David, Abraham.
2. José, María, Jesús
3. Los regalos de los magos.
Estos regalos de los magos pueden ser una alusión a que el niño tiene las gracias de las tres primeras emanaciones del Creador (Keter, Chokhmah, Binah), La Corona, La Sabiduría, y el Entendimiento. Es decir: la gloria del Creador habita en el niño. Ahora bien, los dones que llegaron por manos de unos misteriosos magos, no eran posesión del niño originalmente. Son gracias brindadas. Los magos pueden ser una referencia a los Patriarcas/ Profetas “que vinieron de Oriente”. Son los Patriarcas quienes traen la corona real, la sabiduría y el entendimiento a este ser.
El oro alude a Abraham, según dice el libro de Bereshit XIII (Génesis 13):
O probablemente a Moisés. Shemot XXV (Éxodo 25)
Otra referencia, esta vez a la mirra, también hace pensar en Moisés. Shemot XXX.
La estrella es una representación de la luz que hace ceder a la oscuridad. Es de noche que la estrella es vista por los magos. Ellos han seguido la estrella. Es decir: los Patriarcas han seguido la luz que penetra desde los mundos superiores y que llega hasta el nuestro, para identificar al Ungido. Otra vez la visión de Jacob, y la alusión a la Luz, primer efecto del Creador. También alude a la peregrinación del pueblo hebreo por el desierto, quienes seguían a la columna de fuego en las noches. Los magos siguen a la estrella en las noches, la cual se detuvo exactamente en donde estaba el niño
Herodes = Faraón
Herodes se entera de la intención de los magos de ir y brindar sus honores al “Rey de los Judíos”. Entonces conspira para matar a los niños varones. Esto es una clara alusión al Torah, al libro de Shemot (Éxodo), cuando Faraón ordena dar muerte a los varones hebreos. Jesús es Moisés para el evangelista, o por lo menos comparte sus virtudes. Sus orígenes son paralelos. Jesús tiene la misma autoridad que el gran libertador de los judíos. Jesús es un libertador.
Herodes es una representación del Faraón, mencionado el libro Shemot (Éxodo). Es imagen del ego humano, de la oscuridad. José huye a Egipto (de donde huyó originalmente el Pueblo Hebreo). Es un nuevo comienzo. No hay un cruce del Mar Rojo, pero si puede decirse que la huída de la Sagrada Familia a Egipto es una alegoría a la apertura de las aguas, y así llegan ellos a tierra seca.
Es un nuevo comenzar para el pueblo de Di-s. Jesús, quien tiene la gracia del Creador, quien es un nuevo Adán y un nuevo Moisés, retorna a Egipto, quien los esclavizó hacía muchos años. Esta vez para liberarse, o más bien para “nacer de nuevo”. Es el retorno al origen. Es un renacimiento. Vuelve al opresor, pero esta vez regresa renovado. Un ser dócil, obediente de Di-s. Un pueblo que vuelve a comenzar en sus pasos de redención hacia la gloria eterna.
También alude a la ilusión del tiempo. Conforme a la Cábala, el pasado y el futuro están siempre con nosotros, lo que sucede es que no podemos percatarnos de ello, por estar detrás de la cortina del deseo y el egoísmo. Jesús y su familia retoman el pasado, y vuelven a comenzar la historia. El pueblo de Israel renace en Jesús. Desde el regalo de los magos/Patriarcas hasta el retorno a Egipto, todo es un regreso, no un avance al futuro. Es una historia hacia el pasado. Un renacer de Malkuth.
Algo que queda claro es que el evangelista desea recalcar que la figura de Jesús es equivalente a la del libertador de los judíos, Moisés. La estrella que guía a los magos, igual a la columna de fuego que guiaba a los hebreos. Los regalos de los magos, son una clara referencia a las ofrendas que Di-s exigió a Moisés. La Masacre de los Inocentes, es un relato paralelo a la matanza de hijos varones que ordenó el Faraón en el libro del Shemot. La huída a Egipto hace más evidente la intención de igualar a Jesús con Moisés. Jesús va a Egipto como fueron los ancestros hebreos, y sale de allí con un mensaje de liberación, con el fin de establecer una nueva alianza.
El evangelista pudo haber intentado establecer ésto, mediante los símbolos de la Cábala. Muy a favor de este argumento es el hecho de que no existe ninguna evidencia histórica, fuera del relato de Mateo, de que la “Masacre de los Inocentes” haya ocurrido realmente. No creo que el evangelista quisiera engañar a sus lectores, más bien quería comunicar unos puntos con los que estaba de acuerdo mediante símbolos.
El evangelio comienza con las generaciones de Jesús, quien es hijo de David, quien es hijo de Abraham. Nadie es "Hijo Unigénito de Di-s" en este evangelio.
Se hace claro que el evangelista está igualando la figura de Jesús, a la del Rey David, autor de los salmos que revelan profundas verdades espirituales sobre la relación entre el limitado mundo que vivimos, y la inmensa realidad total de los mundos emanados del Creador. También se establece en ese primer versículo la constante de establecer conjuntos de tres personas para otorgar autoridad a la verdad que quiere establecerse. La primera de estas triadas en el evangelio es esa: Jesús, David, Abraham.
Imagino que muchos cristianos saltaran a defender que se está queriendo hacer alusión a la realidad máxima de que Di-s es trino; y por eso el número tres va a ser constantemente usado en este evangelio.
No necesariamente debe tratarse de eso, y más aún cuando el autor de este evangelio en ningún momento defendió que Jesús fuese algo como "Di-s mismo", como se hace en el Evangelio según San Juan.
También puede estar haciendo alusión al Tercer día de la Creación (Bereshit (Génesis) I), donde el Creador separó las aguas de la tierra, y nace la vegetación. La separación de las aguas y la tierra, en este caso las aguas inferiores, son símbolo de la lejanía de Di-s que padece todo lo creado. La imagen de la tierra seca del relato de la creación, es símbolo del esfuerzo que tiene que llevar a cabo lo creado para llegar a su finalidad: acercarse al Eterno.
La vegetación hace alusión a la creación misma fuera de las aguas de oscuridad. Al desarrollo de todo lo creado, como si se tratara de un árbol que extiende sus ramas hacia el cielo en búsqueda de la Luz divina. La consumación del plan divino. También se ha dicho que son símbolo de los Patriarcas, lo que estaría igualando a Jesús con los Patriarcas del pueblo judío.
El Evangelio según San Mateo describe las generaciones que se dan desde Abraham hasta Jesús, dividida en tres grupos de 14; o en seis grupos de siete (7+7=14; 7+7=14; 7+7=14).
De este pasaje resaltan las referencias al número siete (7). Es importante tomar en cuenta la letra hebrea zain, ז que en el Aleph-Bet hebreo es la que se representa al número 7. Esta letra simboliza la luz de Di-s que desciende desde su gloria perfecta en una manera más intensa que la representada en la letra vav ו. Tan intensa que vuelve hasta el Keter, o décimo sefirot/emanación de Di-s.
El proceso de llegar hasta Jesús desde Abraham es representado con el mismo símbolo de la Escalera de Jacob, donde los seres celestiales subían y bajaban desde el Creador al mundo. La letra zain, o el número siete, alude a ello. Con Jesús entonces, según el evangelista, se abre la vía hasta el creador, sosteniendo el principio cabalista de lo que es arriba, también es abajo. El paralelismo de los mundos, mediante la reciprocidad de Luz y salvación, o redención de la senda egoísta.
También el siete en la Cábala alude a los siete mundos/emanaciones de Di-s inferiores de los sefirot que están en relación directa con el ser humano; separados de los primeros tres, que son emanaciones directas de la gloria eterna del Creador. Son seis menciones del número, o a seis poderosas emanaciones de la Luz Divina hasta el nacimiento de Jesús. Puede estar aludiendo a la Sexta Emanación de Di-s, Tiphareth, equivalente al sexto día de la creación, cuando Di-s hizo al hombre a su imagen y semejanza. Jesús es el Hombre creado a Imagen de Dios, el nuevo Adán. El nuevo principio, según el evangelista.
Hay que considerar también el relato de los Magos de Oriente.
Es notable también que se diga que los magos vienen de “Oriente”, sin dar más detalles. En todos los demás relatos de este evangelio se nombran los lugares por donde pasan o de donde provienen los personajes. En esta única ocasión se generaliza con la figura del “Oriente”. No es secreto que el Oriente es por donde nace la luz del sol. Los magos vienen desde ese lugar mítico, de donde nace la luz. Puede también aludir al mundo futuro, o al Ein Sof, la gloria del Creador. Son quizás una alusión a seres celestiales, como en la teofanía de Mambré, o una imagen de los patriarcas y profetas, quienes vienen a rendir homenaje al Ungido de Di-s desde el Oriente eterno, de donde provien la Luz. Es muy probable que se trate de un relato totalmente simbólico.
Los magos dan sus regalos de oro, incienso y mirra al niño. Esta es la tercera triada del evangelio. Las mismas han sido las siguientes:
1. Jesús, David, Abraham.
2. José, María, Jesús
3. Los regalos de los magos.
Estos regalos de los magos pueden ser una alusión a que el niño tiene las gracias de las tres primeras emanaciones del Creador (Keter, Chokhmah, Binah), La Corona, La Sabiduría, y el Entendimiento. Es decir: la gloria del Creador habita en el niño. Ahora bien, los dones que llegaron por manos de unos misteriosos magos, no eran posesión del niño originalmente. Son gracias brindadas. Los magos pueden ser una referencia a los Patriarcas/ Profetas “que vinieron de Oriente”. Son los Patriarcas quienes traen la corona real, la sabiduría y el entendimiento a este ser.
El oro alude a Abraham, según dice el libro de Bereshit XIII (Génesis 13):
O probablemente a Moisés. Shemot XXV (Éxodo 25)
Otra referencia, esta vez a la mirra, también hace pensar en Moisés. Shemot XXX.
La estrella es una representación de la luz que hace ceder a la oscuridad. Es de noche que la estrella es vista por los magos. Ellos han seguido la estrella. Es decir: los Patriarcas han seguido la luz que penetra desde los mundos superiores y que llega hasta el nuestro, para identificar al Ungido. Otra vez la visión de Jacob, y la alusión a la Luz, primer efecto del Creador. También alude a la peregrinación del pueblo hebreo por el desierto, quienes seguían a la columna de fuego en las noches. Los magos siguen a la estrella en las noches, la cual se detuvo exactamente en donde estaba el niño
Herodes = Faraón
Herodes se entera de la intención de los magos de ir y brindar sus honores al “Rey de los Judíos”. Entonces conspira para matar a los niños varones. Esto es una clara alusión al Torah, al libro de Shemot (Éxodo), cuando Faraón ordena dar muerte a los varones hebreos. Jesús es Moisés para el evangelista, o por lo menos comparte sus virtudes. Sus orígenes son paralelos. Jesús tiene la misma autoridad que el gran libertador de los judíos. Jesús es un libertador.
Herodes es una representación del Faraón, mencionado el libro Shemot (Éxodo). Es imagen del ego humano, de la oscuridad. José huye a Egipto (de donde huyó originalmente el Pueblo Hebreo). Es un nuevo comienzo. No hay un cruce del Mar Rojo, pero si puede decirse que la huída de la Sagrada Familia a Egipto es una alegoría a la apertura de las aguas, y así llegan ellos a tierra seca.
Es un nuevo comenzar para el pueblo de Di-s. Jesús, quien tiene la gracia del Creador, quien es un nuevo Adán y un nuevo Moisés, retorna a Egipto, quien los esclavizó hacía muchos años. Esta vez para liberarse, o más bien para “nacer de nuevo”. Es el retorno al origen. Es un renacimiento. Vuelve al opresor, pero esta vez regresa renovado. Un ser dócil, obediente de Di-s. Un pueblo que vuelve a comenzar en sus pasos de redención hacia la gloria eterna.
También alude a la ilusión del tiempo. Conforme a la Cábala, el pasado y el futuro están siempre con nosotros, lo que sucede es que no podemos percatarnos de ello, por estar detrás de la cortina del deseo y el egoísmo. Jesús y su familia retoman el pasado, y vuelven a comenzar la historia. El pueblo de Israel renace en Jesús. Desde el regalo de los magos/Patriarcas hasta el retorno a Egipto, todo es un regreso, no un avance al futuro. Es una historia hacia el pasado. Un renacer de Malkuth.
Algo que queda claro es que el evangelista desea recalcar que la figura de Jesús es equivalente a la del libertador de los judíos, Moisés. La estrella que guía a los magos, igual a la columna de fuego que guiaba a los hebreos. Los regalos de los magos, son una clara referencia a las ofrendas que Di-s exigió a Moisés. La Masacre de los Inocentes, es un relato paralelo a la matanza de hijos varones que ordenó el Faraón en el libro del Shemot. La huída a Egipto hace más evidente la intención de igualar a Jesús con Moisés. Jesús va a Egipto como fueron los ancestros hebreos, y sale de allí con un mensaje de liberación, con el fin de establecer una nueva alianza.
El evangelista pudo haber intentado establecer ésto, mediante los símbolos de la Cábala. Muy a favor de este argumento es el hecho de que no existe ninguna evidencia histórica, fuera del relato de Mateo, de que la “Masacre de los Inocentes” haya ocurrido realmente. No creo que el evangelista quisiera engañar a sus lectores, más bien quería comunicar unos puntos con los que estaba de acuerdo mediante símbolos.