La gente de muchos países ha evitado leer la Biblia y le ha mostrado falta de respeto debido a la mala conducta de los que aseguran seguir sus enseñanzas. En algunos lugares se ha dicho que la Biblia promueve la guerra, que es un libro del hombre blanco y que defiende el colonialismo. Pero esos son puntos de vista equivocados.
Si usted lee la Biblia y aprende las enseñanzas del cristianismo verdadero como las enseñó Jesús, notará que la Biblia condena firmemente la guerra, la inmoralidad y la explotación del prójimo. El problema radica en la gente egoísta, no en la Biblia. (1 Corintios 13:1-6; Santiago 4:1-3; 5:1-6; 1 Juan 4:7, 8.) Por eso, no permita que la mala conducta de personas egoístas, que no viven de acuerdo con el buen consejo de la Biblia, le impidan beneficiarse de los tesoros que esta contiene.
Entre los que no viven en conformidad con el consejo de la Biblia están los pueblos y las naciones de la cristiandad. Se define el término “cristiandad” como el conjunto de países donde predomina el cristianismo. Se trata principalmente del mundo occidental con sus sistemas eclesiásticos, los cuales se hicieron prominentes a partir del siglo IV E.C. Por siglos la cristiandad ha poseído la Biblia, y su clero asegura enseñarla y ser los representantes de Dios. ¿Es cierto esto?
Por ejemplo, Jesús enseñó a sus seguidores que no se inmiscuyeran en los asuntos políticos de este mundo ni se envolvieran en sus guerras. Les enseñó también a amar la paz, a respetar las leyes, a amar a su prójimo sin mostrar prejuicio alguno, e incluso a estar dispuestos a sacrificar su propia vida más bien que quitar la vida a otros. (Juan 15:13; Hechos 10:34, 35; 1 Juan 4:20, 21.)
Sin embargo, siglo tras siglo el clero de la cristiandad se ha inmiscuido en la política y ha apoyado las guerras de sus naciones. Hasta han apoyado lados opuestos en las guerras de la cristiandad como, por ejemplo, en las dos guerras mundiales del siglo XX. En esos conflictos tanto el clero de un bando como el del otro oró por la victoria, de modo que los miembros de una religión de un país mataban a los miembros de esa misma religión de otro país. Según la Biblia, así es como obran los hijos de Satanás, no los de Dios. (1 Juan 3:10-12, 15.) Así que, aunque el clero y sus seguidores han afirmado ser cristianos, por sus obras han contradicho las enseñanzas de Jesucristo, quien dijo a sus seguidores que ‘pusieran a un lado la espada’. (Mateo 26:51, 52.)
Por siglos las iglesias colaboraron con los poderes políticos de la cristiandad cuando estos conquistaron, esclavizaron y humillaron a otros pueblos durante la era del imperialismo. Eso fue lo que ocurrió en África durante siglos. China experimentó lo mismo cuando naciones de Occidente crearon por la fuerza esferas de influencia, como durante las guerras del Opio y la revuelta de los bóxer.
En los siglos de la historia conocidos como la Edad del Oscurantismo las religiones de la cristiandad también estuvieron a la vanguardia de la persecución, la tortura y el asesinato de los que no concordaban con ellas. Durante la Inquisición, que duró centenares de años, se autorizaron y efectuaron prácticas diabólicas como la tortura y el asesinato de personas buenas e inocentes. Los responsables de estos actos fueron el clero y sus seguidores, quienes afirmaban ser cristianos. Hasta trataron de suprimir la Biblia para que la gente humilde no pudiera leerla.
No, ni las naciones ni las iglesias de la cristiandad eran ni son cristianas. No son los siervos de Dios. Su Palabra inspirada dice de ellos: “Declaran públicamente que conocen a Dios, pero por sus obras lo repudian, porque son detestables y desobedientes y no aprobados para obra buena de clase alguna”. (Tito 1:16.)
Si usted lee la Biblia y aprende las enseñanzas del cristianismo verdadero como las enseñó Jesús, notará que la Biblia condena firmemente la guerra, la inmoralidad y la explotación del prójimo. El problema radica en la gente egoísta, no en la Biblia. (1 Corintios 13:1-6; Santiago 4:1-3; 5:1-6; 1 Juan 4:7, 8.) Por eso, no permita que la mala conducta de personas egoístas, que no viven de acuerdo con el buen consejo de la Biblia, le impidan beneficiarse de los tesoros que esta contiene.
Entre los que no viven en conformidad con el consejo de la Biblia están los pueblos y las naciones de la cristiandad. Se define el término “cristiandad” como el conjunto de países donde predomina el cristianismo. Se trata principalmente del mundo occidental con sus sistemas eclesiásticos, los cuales se hicieron prominentes a partir del siglo IV E.C. Por siglos la cristiandad ha poseído la Biblia, y su clero asegura enseñarla y ser los representantes de Dios. ¿Es cierto esto?
Por ejemplo, Jesús enseñó a sus seguidores que no se inmiscuyeran en los asuntos políticos de este mundo ni se envolvieran en sus guerras. Les enseñó también a amar la paz, a respetar las leyes, a amar a su prójimo sin mostrar prejuicio alguno, e incluso a estar dispuestos a sacrificar su propia vida más bien que quitar la vida a otros. (Juan 15:13; Hechos 10:34, 35; 1 Juan 4:20, 21.)
Sin embargo, siglo tras siglo el clero de la cristiandad se ha inmiscuido en la política y ha apoyado las guerras de sus naciones. Hasta han apoyado lados opuestos en las guerras de la cristiandad como, por ejemplo, en las dos guerras mundiales del siglo XX. En esos conflictos tanto el clero de un bando como el del otro oró por la victoria, de modo que los miembros de una religión de un país mataban a los miembros de esa misma religión de otro país. Según la Biblia, así es como obran los hijos de Satanás, no los de Dios. (1 Juan 3:10-12, 15.) Así que, aunque el clero y sus seguidores han afirmado ser cristianos, por sus obras han contradicho las enseñanzas de Jesucristo, quien dijo a sus seguidores que ‘pusieran a un lado la espada’. (Mateo 26:51, 52.)
Por siglos las iglesias colaboraron con los poderes políticos de la cristiandad cuando estos conquistaron, esclavizaron y humillaron a otros pueblos durante la era del imperialismo. Eso fue lo que ocurrió en África durante siglos. China experimentó lo mismo cuando naciones de Occidente crearon por la fuerza esferas de influencia, como durante las guerras del Opio y la revuelta de los bóxer.
En los siglos de la historia conocidos como la Edad del Oscurantismo las religiones de la cristiandad también estuvieron a la vanguardia de la persecución, la tortura y el asesinato de los que no concordaban con ellas. Durante la Inquisición, que duró centenares de años, se autorizaron y efectuaron prácticas diabólicas como la tortura y el asesinato de personas buenas e inocentes. Los responsables de estos actos fueron el clero y sus seguidores, quienes afirmaban ser cristianos. Hasta trataron de suprimir la Biblia para que la gente humilde no pudiera leerla.
No, ni las naciones ni las iglesias de la cristiandad eran ni son cristianas. No son los siervos de Dios. Su Palabra inspirada dice de ellos: “Declaran públicamente que conocen a Dios, pero por sus obras lo repudian, porque son detestables y desobedientes y no aprobados para obra buena de clase alguna”. (Tito 1:16.)