Tener contacto con Dios al leer, orar, rumiar y profetizar la palabra antes de que salga el sol
La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 21--- Dios es amor
Lunes --- Leer con oración: Gá 1:15-17; 2:8; 2 Ti 4:6-8; 1 P 1:1, 23; 5:13
“Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 P 1:4)
La verdad más elevada revelada por Pedro
El tema de esta semana es: "Dios es Amor". La experiencia de Pedro nos muestra que después de pasar por muchas experiencias de sufrimiento, finalmente Dios pudo usarlo como un líder entre Sus doce apóstoles. No obstante, por estar muy ligado a las tradiciones judías, el corazón de Pedro todavía era un tanto estrecho. Él pensaba que la salvación estaba restringida sólo a los judíos y, es por ello, que se negó a llevar la salvación a los gentiles, a quienes consideraba impuros e indignos de recibirla (Hch 10:9-16, 28). Sin embargo, Dios lo venció, subyugó y hasta lo convenció de ir a la casa de Cornelio para que predicara el evangelio a los gentiles (vs. 28-36, 43-48). No obstante, después de Hechos 10 no se hace referencia de que Pedro predicara el evangelio a los gentiles. Como Dios quería cumplir Su propósito levantó a Pablo para llevar la salvación a los gentiles. Entonces, Pedro continuó con la obra entre los judíos, y su trabajo fue eficaz (Gá 2:8). Él tuvo éxito incluso en la región de Palestina y después en la parte más al norte del mar Mediterráneo (1 P 1:1), y se extendió hasta Babilonia (5:13).
Damos gracias a Dios que en la Biblia, entre los sesenta y seis libros, tenemos un versículo, 2 P 1:4, que dice que somos participantes de la naturaleza divina, la naturaleza de Dios. Esta es la verdad más elevada contenida en la palabra de Dios, revelada a nosotros por medio de Pedro. En sus Epístolas podemos ver de manera clara la economía neotestamentaria de Dios, pues éstas nos hablan que Dios se hizo hombre en la persona del Señor Jesús y que Su muerte permitió que la vida divina fuese liberada y así las personas pudiesen recibirla (1 P 1:23). Esta vida se expresa por medio de virtudes, lo que demuestra que la virtud humana fue elevada (2 P 1:3, 5). Por tanto, el objetivo de Dios es que los hombres, además de tener la vida divina, permitan que esta vida crezca al punto de estar en la misma proporción de la vida que hay en el Señor (1:7).
Pedro dejó claro en sus epístolas que todo el contenido de la fe objetiva debe ser trabajado en nuestra fe subjetiva (ver diagrama pág. 64). Además de él, Pablo también tenía el encargo de transmitir estas verdades a fin de que las personas pudiesen conocerlas, pues son importantísimas y constituyen el contenido de la Biblia (2 Ti 2:2; 1 Ti 2:4). Sin embargo, como ya vimos anteriormente, es necesario hacer que las verdades sean trabajadas en nuestra fe subjetiva, por medio del Espíritu. Cuando Pablo transmitió estas verdades, deseaba que éstas fuesen practicadas. Lamentablemente, la degradación entró y muchas verdades no fueron practicadas, permanecieron meramente como doctrinas. Muchos se rebelaron contra aquello que él transmitía, como fue el caso de las iglesias en Asia, que lo abandonaron (2 Ti 1:15). En este contexto era difícil para Pablo hacer que los hermanos practicaran la Palabra.
Aun así las visiones y revelaciones que el apóstol Pablo recibió de Dios, en el desierto de Arabia, fueron registradas y transmitidas por medio de ocho epístolas escritas en las dos veces en que fue aprisionado en Roma (Gá 1:15-17). En la primera ocasión, Pablo escribió Efesios, Colosenses, Filipenses y Filemón; y en la segunda ocasión, escribió Primera y Segunda de Timoteo, Tito y Hebreos. Al concluir con estos libros, sintió que su ministerio había llegado al final. Así que dijo que había peleado la buena batalla, que acabó la carrera, y guardó la fe (2 Ti 4:6-8). También transmitió la fe objetiva, que había sido trabajada en su interior. Él cumplió lo que Dios le había comisionado. ¡Aleluya!
Punto Clave: Cumplir la comisión que el Señor da.
Pregunta: ¿Cuál era el encargo de Pablo en su época?
La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 21--- Dios es amor
Lunes --- Leer con oración: Gá 1:15-17; 2:8; 2 Ti 4:6-8; 1 P 1:1, 23; 5:13
“Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 P 1:4)
La verdad más elevada revelada por Pedro
El tema de esta semana es: "Dios es Amor". La experiencia de Pedro nos muestra que después de pasar por muchas experiencias de sufrimiento, finalmente Dios pudo usarlo como un líder entre Sus doce apóstoles. No obstante, por estar muy ligado a las tradiciones judías, el corazón de Pedro todavía era un tanto estrecho. Él pensaba que la salvación estaba restringida sólo a los judíos y, es por ello, que se negó a llevar la salvación a los gentiles, a quienes consideraba impuros e indignos de recibirla (Hch 10:9-16, 28). Sin embargo, Dios lo venció, subyugó y hasta lo convenció de ir a la casa de Cornelio para que predicara el evangelio a los gentiles (vs. 28-36, 43-48). No obstante, después de Hechos 10 no se hace referencia de que Pedro predicara el evangelio a los gentiles. Como Dios quería cumplir Su propósito levantó a Pablo para llevar la salvación a los gentiles. Entonces, Pedro continuó con la obra entre los judíos, y su trabajo fue eficaz (Gá 2:8). Él tuvo éxito incluso en la región de Palestina y después en la parte más al norte del mar Mediterráneo (1 P 1:1), y se extendió hasta Babilonia (5:13).
Damos gracias a Dios que en la Biblia, entre los sesenta y seis libros, tenemos un versículo, 2 P 1:4, que dice que somos participantes de la naturaleza divina, la naturaleza de Dios. Esta es la verdad más elevada contenida en la palabra de Dios, revelada a nosotros por medio de Pedro. En sus Epístolas podemos ver de manera clara la economía neotestamentaria de Dios, pues éstas nos hablan que Dios se hizo hombre en la persona del Señor Jesús y que Su muerte permitió que la vida divina fuese liberada y así las personas pudiesen recibirla (1 P 1:23). Esta vida se expresa por medio de virtudes, lo que demuestra que la virtud humana fue elevada (2 P 1:3, 5). Por tanto, el objetivo de Dios es que los hombres, además de tener la vida divina, permitan que esta vida crezca al punto de estar en la misma proporción de la vida que hay en el Señor (1:7).
Pedro dejó claro en sus epístolas que todo el contenido de la fe objetiva debe ser trabajado en nuestra fe subjetiva (ver diagrama pág. 64). Además de él, Pablo también tenía el encargo de transmitir estas verdades a fin de que las personas pudiesen conocerlas, pues son importantísimas y constituyen el contenido de la Biblia (2 Ti 2:2; 1 Ti 2:4). Sin embargo, como ya vimos anteriormente, es necesario hacer que las verdades sean trabajadas en nuestra fe subjetiva, por medio del Espíritu. Cuando Pablo transmitió estas verdades, deseaba que éstas fuesen practicadas. Lamentablemente, la degradación entró y muchas verdades no fueron practicadas, permanecieron meramente como doctrinas. Muchos se rebelaron contra aquello que él transmitía, como fue el caso de las iglesias en Asia, que lo abandonaron (2 Ti 1:15). En este contexto era difícil para Pablo hacer que los hermanos practicaran la Palabra.
Aun así las visiones y revelaciones que el apóstol Pablo recibió de Dios, en el desierto de Arabia, fueron registradas y transmitidas por medio de ocho epístolas escritas en las dos veces en que fue aprisionado en Roma (Gá 1:15-17). En la primera ocasión, Pablo escribió Efesios, Colosenses, Filipenses y Filemón; y en la segunda ocasión, escribió Primera y Segunda de Timoteo, Tito y Hebreos. Al concluir con estos libros, sintió que su ministerio había llegado al final. Así que dijo que había peleado la buena batalla, que acabó la carrera, y guardó la fe (2 Ti 4:6-8). También transmitió la fe objetiva, que había sido trabajada en su interior. Él cumplió lo que Dios le había comisionado. ¡Aleluya!
Punto Clave: Cumplir la comisión que el Señor da.
Pregunta: ¿Cuál era el encargo de Pablo en su época?