La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 20--- Ágape
Lunes --- Leer con oración: Mt 2:13-16, 22-23; Lc 2:7; 41-46; Jn 1:46
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He 4:15)
MANIFESTAR A DIOS
El tema de esta semana es "Ágape". Sabemos que el deseo y el propósito del corazón de Dios consisten en que Él se hizo hombre para que el hombre llegue a ser igual a Dios, en vida y naturaleza, pero no en la Deidad, a fin de producir un hombre-Dios corporativo, con miras a la manifestación de Dios en la carne (1 Ti 3:15-16). Su esperanza es que después de nuestra regeneración tengamos más de Su vida para que podamos crecer continuamente hasta la madurez. Así finalmente manifestaremos por completo la gloria de Dios en nuestro ser. El propósito de la vida del Padre es que por medio de Su constante trabajar, la vida divina sea vivida en nuestro ser. De esta manera, cuando las personas nos vean, no nos verán más como éramos, pues expresaremos la vida de Dios en nosotros.
Dios ya nos dio todas las cosas que conducen a la vida y a la piedad para que finalmente seamos totalmente semejantes a Él no sólo en vida, también en naturaleza. Para cumplir Su plan Dios envió a Su hijo, que vivió en la tierra durante treinta y tres años; Él era el resplandor de la gloria divina y también la imagen misma de Su ser. Si fuese solamente para realizar Su obra, bastarían tres años; sin embargo Él necesitó treinta y tres años más para poder experimentar lo que es la naturaleza humana.
El Señor Jesús, a lo largo de Sus treinta y tres años de vida experimentó y conoció la naturaleza humana. Cuando Su madre dio a luz no había lugar en el mesón, por tanto, Él tuvo que ser colocado en un pesebre al nacer (Lc 2:7). Cuando Jesús aún era un bebé el rey Herodes se levantó para matar a todos los niños menores de dos años (Mt 2:16). Sus padres tuvieron que tomarlo y huir a Egipto (vs. 13-14). Después de la muerte del rey Herodes, Él pudo regresar a Judea (v. 15), pero no fue a vivir a Jerusalén, sino a Nazaret, en Galilea (vs. 22-23), un lugar despreciado a los ojos humanos (Jn 1:46).
El Señor Jesús nació y vivió en esas condiciones, pasó por todo tipo de sufrimientos para poder experimentar la naturaleza humana. Indudablemente, Su corazón estaba totalmente vuelto a Dios. Pese a las circunstancias de tribulación, todavía subía a Jerusalén tres veces al año para cumplir la costumbre de las fiestas (Lc 2:41-42), pues así hacían los judíos que vivían en la región de Galilea. Como en aquel tiempo no habían autos, los que no disponían de muchos recursos iban a pié. Cierta vez, a los doce años de edad, Jesús y Sus padres subieron a Jerusalén y al regresar, Él permaneció en Jerusalén, sin que Sus padres lo supieran (vs. 43-45). Regresaron a Jerusalén para buscarlo y, tres días después, Lo encontraron en el templo, oyendo y preguntando a los doctores de la ley (v. 46).
El Señor, desde pequeño, ya daba ejemplo de llevar personas a Dios. Él pasó durante treinta años por sufrimientos humanos, fue tentado en todas las cosas, de manera semejante que nosotros, pero sin pecado y por eso, puede compadecerse de las debilidades y dificultades del hombre (He 4:15). Cuando pasamos por sufrimientos y dificultades, debemos recordar que Él pasó por eso y ahora está con nosotros, por eso nuestra reacción debe ser muy espontánea al invocarlo: "Oh Señor Jesús". Así, inmediatamente Él nos socorre y se une a nosotros en nuestras tribulaciones y nos lleva a la gloria. Él es el resplandor de la gloria de Dios y desea que un día Lo manifestemos completamente. ¡Aleluya!
Punto Clave: O Senhor sofre conosco.
Pregunta: ¿Por qué el Señor se sometió a vivir como hombre?
Semana 20--- Ágape
Lunes --- Leer con oración: Mt 2:13-16, 22-23; Lc 2:7; 41-46; Jn 1:46
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He 4:15)
MANIFESTAR A DIOS
El tema de esta semana es "Ágape". Sabemos que el deseo y el propósito del corazón de Dios consisten en que Él se hizo hombre para que el hombre llegue a ser igual a Dios, en vida y naturaleza, pero no en la Deidad, a fin de producir un hombre-Dios corporativo, con miras a la manifestación de Dios en la carne (1 Ti 3:15-16). Su esperanza es que después de nuestra regeneración tengamos más de Su vida para que podamos crecer continuamente hasta la madurez. Así finalmente manifestaremos por completo la gloria de Dios en nuestro ser. El propósito de la vida del Padre es que por medio de Su constante trabajar, la vida divina sea vivida en nuestro ser. De esta manera, cuando las personas nos vean, no nos verán más como éramos, pues expresaremos la vida de Dios en nosotros.
Dios ya nos dio todas las cosas que conducen a la vida y a la piedad para que finalmente seamos totalmente semejantes a Él no sólo en vida, también en naturaleza. Para cumplir Su plan Dios envió a Su hijo, que vivió en la tierra durante treinta y tres años; Él era el resplandor de la gloria divina y también la imagen misma de Su ser. Si fuese solamente para realizar Su obra, bastarían tres años; sin embargo Él necesitó treinta y tres años más para poder experimentar lo que es la naturaleza humana.
El Señor Jesús, a lo largo de Sus treinta y tres años de vida experimentó y conoció la naturaleza humana. Cuando Su madre dio a luz no había lugar en el mesón, por tanto, Él tuvo que ser colocado en un pesebre al nacer (Lc 2:7). Cuando Jesús aún era un bebé el rey Herodes se levantó para matar a todos los niños menores de dos años (Mt 2:16). Sus padres tuvieron que tomarlo y huir a Egipto (vs. 13-14). Después de la muerte del rey Herodes, Él pudo regresar a Judea (v. 15), pero no fue a vivir a Jerusalén, sino a Nazaret, en Galilea (vs. 22-23), un lugar despreciado a los ojos humanos (Jn 1:46).
El Señor Jesús nació y vivió en esas condiciones, pasó por todo tipo de sufrimientos para poder experimentar la naturaleza humana. Indudablemente, Su corazón estaba totalmente vuelto a Dios. Pese a las circunstancias de tribulación, todavía subía a Jerusalén tres veces al año para cumplir la costumbre de las fiestas (Lc 2:41-42), pues así hacían los judíos que vivían en la región de Galilea. Como en aquel tiempo no habían autos, los que no disponían de muchos recursos iban a pié. Cierta vez, a los doce años de edad, Jesús y Sus padres subieron a Jerusalén y al regresar, Él permaneció en Jerusalén, sin que Sus padres lo supieran (vs. 43-45). Regresaron a Jerusalén para buscarlo y, tres días después, Lo encontraron en el templo, oyendo y preguntando a los doctores de la ley (v. 46).
El Señor, desde pequeño, ya daba ejemplo de llevar personas a Dios. Él pasó durante treinta años por sufrimientos humanos, fue tentado en todas las cosas, de manera semejante que nosotros, pero sin pecado y por eso, puede compadecerse de las debilidades y dificultades del hombre (He 4:15). Cuando pasamos por sufrimientos y dificultades, debemos recordar que Él pasó por eso y ahora está con nosotros, por eso nuestra reacción debe ser muy espontánea al invocarlo: "Oh Señor Jesús". Así, inmediatamente Él nos socorre y se une a nosotros en nuestras tribulaciones y nos lleva a la gloria. Él es el resplandor de la gloria de Dios y desea que un día Lo manifestemos completamente. ¡Aleluya!
Punto Clave: O Senhor sofre conosco.
Pregunta: ¿Por qué el Señor se sometió a vivir como hombre?