Alimento diario semana 20 lunes

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5 Septiembre 2001
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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 20--- Ágape
Lunes --- Leer con oración: Mt 2:13-16, 22-23; Lc 2:7; 41-46; Jn 1:46
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He 4:15)
MANIFESTAR A DIOS
El tema de esta semana es "Ágape". Sabemos que el deseo y el propósito del corazón de Dios consisten en que Él se hizo hombre para que el hombre llegue a ser igual a Dios, en vida y naturaleza, pero no en la Deidad, a fin de producir un hombre-Dios corporativo, con miras a la manifestación de Dios en la carne (1 Ti 3:15-16). Su esperanza es que después de nuestra regeneración tengamos más de Su vida para que podamos crecer continuamente hasta la madurez. Así finalmente manifestaremos por completo la gloria de Dios en nuestro ser. El propósito de la vida del Padre es que por medio de Su constante trabajar, la vida divina sea vivida en nuestro ser. De esta manera, cuando las personas nos vean, no nos verán más como éramos, pues expresaremos la vida de Dios en nosotros.
Dios ya nos dio todas las cosas que conducen a la vida y a la piedad para que finalmente seamos totalmente semejantes a Él no sólo en vida, también en naturaleza. Para cumplir Su plan Dios envió a Su hijo, que vivió en la tierra durante treinta y tres años; Él era el resplandor de la gloria divina y también la imagen misma de Su ser. Si fuese solamente para realizar Su obra, bastarían tres años; sin embargo Él necesitó treinta y tres años más para poder experimentar lo que es la naturaleza humana.
El Señor Jesús, a lo largo de Sus treinta y tres años de vida experimentó y conoció la naturaleza humana. Cuando Su madre dio a luz no había lugar en el mesón, por tanto, Él tuvo que ser colocado en un pesebre al nacer (Lc 2:7). Cuando Jesús aún era un bebé el rey Herodes se levantó para matar a todos los niños menores de dos años (Mt 2:16). Sus padres tuvieron que tomarlo y huir a Egipto (vs. 13-14). Después de la muerte del rey Herodes, Él pudo regresar a Judea (v. 15), pero no fue a vivir a Jerusalén, sino a Nazaret, en Galilea (vs. 22-23), un lugar despreciado a los ojos humanos (Jn 1:46).
El Señor Jesús nació y vivió en esas condiciones, pasó por todo tipo de sufrimientos para poder experimentar la naturaleza humana. Indudablemente, Su corazón estaba totalmente vuelto a Dios. Pese a las circunstancias de tribulación, todavía subía a Jerusalén tres veces al año para cumplir la costumbre de las fiestas (Lc 2:41-42), pues así hacían los judíos que vivían en la región de Galilea. Como en aquel tiempo no habían autos, los que no disponían de muchos recursos iban a pié. Cierta vez, a los doce años de edad, Jesús y Sus padres subieron a Jerusalén y al regresar, Él permaneció en Jerusalén, sin que Sus padres lo supieran (vs. 43-45). Regresaron a Jerusalén para buscarlo y, tres días después, Lo encontraron en el templo, oyendo y preguntando a los doctores de la ley (v. 46).
El Señor, desde pequeño, ya daba ejemplo de llevar personas a Dios. Él pasó durante treinta años por sufrimientos humanos, fue tentado en todas las cosas, de manera semejante que nosotros, pero sin pecado y por eso, puede compadecerse de las debilidades y dificultades del hombre (He 4:15). Cuando pasamos por sufrimientos y dificultades, debemos recordar que Él pasó por eso y ahora está con nosotros, por eso nuestra reacción debe ser muy espontánea al invocarlo: "Oh Señor Jesús". Así, inmediatamente Él nos socorre y se une a nosotros en nuestras tribulaciones y nos lleva a la gloria. Él es el resplandor de la gloria de Dios y desea que un día Lo manifestemos completamente. ¡Aleluya!
Punto Clave: O Senhor sofre conosco.
Pregunta: ¿Por qué el Señor se sometió a vivir como hombre?
 
Alimento diario martes

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 20 --- Ágape
Martes --- Leer con oración: Éx 30:23-24; Is 53:12; Zac 4:12-14; Mt 27:45, 51
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne” (He 10:19-20)
UN NUEVO Y VIVO CAMINO
El patrón moral del hombre corresponde a la parte buena de su ser, la buena conducta y las buenas actitudes. El patrón de la moralidad humana es bueno pero insuficiente si se compara al patrón de Dios. Para elevar este patrón moral, el Señor añadió Su naturaleza divina a la naturaleza humana, para expresar los atributos divinos (amor, luz, justicia y santidad) en las virtudes humanas (paciencia, humildad, mansedumbre y longanimidad), para expresar así a Dios en la humanidad. Nuestra vida de la iglesia hoy debe ser llena de las virtudes elevadas de Cristo. Humildad, mansedumbre, longanimidad y tolerancia se refieren a la conducta humana en la iglesia y demuestran un buen proceder del hombre (Ef 4:2-3).
Debemos darnos cuenta que fue el Señor Jesús quien elevó el patrón moral humano, por eso, cuando se habla de humildad y mansedumbre en esta parte de la Palabra, no se hace referencia a nuestra humildad y mansedumbre humanas. Cuando practicamos en nuestro vivir diario la humildad, la mansedumbre, la longanimidad y el soportarnos unos a otros, percibiremos que por nosotros mismos no logramos hacer nada. Lo mejor del hombre no pasa de un patrón moral humano. Por eso Dios no sólo se hizo hombre, sino que Le fue necesario hacerse el Espíritu, en el cual está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Jn 14:23, 26). Por medio del Espíritu nuestro patrón humano es elevado y entonces lograremos expresar los atributos divinos en nuestras virtudes humanas. Esta es la promesa de Dios que nos fue dada.
Cuando leemos Éxodo 30 podemos ver cómo estaba compuesto el aceite sagrado de la unción (vs. 23-24). El aceite de la unción, que nos habla con respecto al Espíritu Todoinclusivo, está compuesto principalmente del aceite de oliva, que en la Biblia simboliza al Espíritu Santo (Zac 4:12-14; cfr. 1 Jn 2:20, 27), más las cuatro especias, que representan al Dios Triuno, más la obra de Cristo, conforme a lo que explicaremos a continuación.
De acuerdo con la descripción de Éxodo 30, el aceite de la unción está compuesto por cuatro especias, que están en tres medidas de peso. Aunque sean cuatro especias, sus cantidades son representadas por tres medidas iguales de quinientos siclos: la mirra, la primera especia, quinientos siclos; la canela, la segunda, doscientos cincuenta siclos; el cálamo, la tercera, también doscientos cincuenta siclos; y la casia, la cuarta, quinientos siclos.
Las cuatro especias se refieren al Señor y a Su obra. La muerte del Señor y su eficacia son representadas respectivamente por la mirra y por la canela. La resurrección y su eficacia son representadas por el cálamo y la casia. Las cuatro especias, divididas en tres medidas de peso, representan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Tanto el Padre como el Espíritu Santo forman una unidad completa e indivisible, pero el Hijo es representado por una unidad partida, es decir, dos medidas de doscientos cincuenta siclos, porque Él fue crucificado por causa nuestra para solucionar el problema de nuestros pecados.
Cuando el Señor Jesús estaba en la cruz, las últimas tres horas fueron las más atribuladas. Por estar siendo juzgado en nuestro lugar, el Señor pasó por mucho sufrimiento. Fue en ese momento que llegó a decir: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mr 15:34b). El Padre Lo desamparó porque sobre Él fueron puesto todos los pecados de muchos transgresores (Is 53:12). Éramos nosotros, los pecadores, quienes deberíamos estar en Su lugar en la cruz, sin embargo, el Señor sufrió por nosotros.
En aquel momento el cielo se oscureció, hubo un gran terremoto, y el velo del templo se rasgó de arriba abajo (Mt 27:45, 51). Ese hecho también es una ilustración de que el Hijo, el segundo de la Trinidad, fue partido, conforme vemos en las medidas de la canela y de cálamo. Negativamente hablando, Él sufrió por nuestros pecados, pero ahora, positivamente hablando, con Su sangre preciosa Él nos abrió un nuevo y vivo camino (He 10:20).
Punto Clave: Expresar los atributos divinos.
Pregunta: ¿De qué manera el Señor nos abrió un nuevo y vivo camino?
 
Alimento diario miercoles

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 20 --- Ágape
Miércoles --- Leer con oración: Ez 1:10; 1 Co 14:31; Ef 6:17, 18; 1 P 4:12, 13
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14:26)
POR EL ESPÍRITULA FE OBJETIVA LLEGA A SER SUBJETIVA
Después que el Señor fue partido en la cruz, representado por el velo del templo que fue rasgado de arriba abajo (Mt 27:51), nos fue abierto un nuevo y vivo camino (He 10:20). Ahora podemos tener comunión cara a cara con Dios. De esta manera, por medio de la figura del aceite de la unción, podemos ver el "tres" siendo trabajado en el "cuatro", es decir, el Dios Triuno siendo trabajado en el hombre.
Por un lado tenemos al Dios Triuno, representado por el número tres, y por el otro, tenemos al hombre, representado por el número cuatro. El ser viviente mencionado en Ezequiel 1 tiene cuatro caras, los cuales son: de hombre, de león, de buey y de águila (v. 10). Vemos así que Dios quiere trabajar la naturaleza divina en la naturaleza humana. El aceite de la unción, que no es formado sólo por el aceite puro de oliva, sino que le fueron añadidas las especias, representa al Espíritu, que es la consumación final del Dios Triuno. ¡Cuan precioso es el Espíritu! Cuando permanecemos en Él hacemos que la fe objetiva sea trabajada y transmitida hacia nuestra fe subjetiva, cumpliendo la economía neotestamentaria de Dios. Sabemos que el Dios Triuno quiere trabajarse en nosotros, Sus escogidos, a fin de que tengamos la vida y la naturaleza divinas y podamos expresar completamente lo que Dios es. ¡Alabado sea el Señor!
Si nos basáramos y confiáramos sólo en nuestros pensamientos y opiniones, jamás alcanzaremos ese objetivo. Podemos retener en nuestra mente todo el conocimiento de este mundo, pero aun así no lograremos expresar a Dios por nosotros mismos, pues esa obra es del Espíritu. Cuando estamos en el espíritu, todas las verdades divinas son trabajadas en nosotros, por medio del Espíritu, y llegan a ser reales y subjetivas en nuestro vivir. El camino práctico para que estemos en el espíritu, es tomar la Palabra como alimento espiritual, como Espíritu y vida y también por invocar el nombre del Señor: "Oh Señor Jesús".
Para que disfrutemos aun más de la rica palabra del Señor, podemos practicar el LORP, esto es: Leer, Orar, Rumiar y Profetizar. Debemos leer la Palabra, además, tomarla por medio de la oración, rumiarla y en las reuniones de la iglesia podemos profetizar para edificar a los santos y animarlos a disfrutar esta práctica saludable. Así, las verdades divinas llegarán a ser nuestra realidad subjetiva, parte integrante de nuestro vivir.
La Primera Epístola de Pedro nos muestra que recibimos la vida de Dios para que crezcamos en ella. Sin embargo, nuestra vida del alma es el mayor obstáculo con el cual nos encontramos para que la vida divina crezca en nosotros. La vida humana natural es así, es un gran impedimento para el crecimiento de nuestra vida espiritual. Para tratar con este asunto sólo hay solamente una manera: ser probados por el fuego (1 P 4:12-13). Tal vez experimentemos situaciones de sufrimientos cuando salimos a cooperar con el Señor en la propagación del evangelio del reino. ¿Qué podemos hacer frente a las adversidades? Conocemos testimonios de hermanos que predicaron el evangelio en el Amazonas y que para alcanzar las ciudades ribereñas iban de un lugar a otro en barcos comerciales. Además de encontrarse con los peligros de los ríos, con restricciones de espacio hasta para dormir, de alimentación y condiciones bastante precarias de higiene, necesitaban rogar constantemente al Señor para no ser contaminados por el pecado y la degradación moral de aquel ambiente. No obstante, ellos soportaron todo orando al Señor y rogando para ser guardados y purificados en todo momento.
¡Gracias al Señor! la palabra de Dios, llegó a ser una realidad para ellos y, por medio de ellos, muchas personas en aquella región fueron alcanzadas y pasaron a disfrutar de la vida normal de la iglesia. ¡Aleluya, tales hermanos fueron probados por el fuego y fueron aprobados por el Señor!
Punto Clave: Ejercitar el espíritu invocando el nombre del Señor y practicando el LORP
Pregunta: ¿Cuál es nuestro gran impedimento para que la vida divina crezca en nosotros?
 
Alimento diario jueves

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 20 --- Ágape
Jueves --- Leer con oración: He 1:3; 2 P 1:1, 4, 5
“Y por esto mismo, poniendo toda diligencia, desarrollad abundantemente en vuestra fe virtud; en la virtud, conocimiento” (2 P 1:5)
DESARROLLAR EN NUESTRA FE LA VIRTUD
Podemos decir que la fe objetiva ha sido trabajada en nuestra fe subjetiva porque practicamos la palabra de Dios que es real en nosotros. El Señor ya nos dio Sus preciosas y grandísimas promesas; ahora Él se está trabajando en nosotros por medio del Espíritu. El Dios Triuno, que está incluido en el Espíritu, según vimos en la figura del aceite de la unción, nos permite experimentar la realidad de todo lo que Dios es para que nos libremos de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia (2 P 1:4). Ciertamente los que invocan el nombre del Señor y toman la Palabra en oración logran expresar la naturaleza de Dios y en consecuencia tienen fuerza para librarse de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Cuando estamos en el espíritu, en toda situación, logramos expresar la naturaleza de Dios, que hoy habita en nosotros y de la cual somos participantes. Esta ha sido nuestra experiencia: tener la naturaleza divina trabajada constantemente en nosotros por medio de vivir en el espíritu, llenos del Espíritu ¡Aleluya!
En 2 Pedro 1:5a leemos: "Y por eso mismo, poniendo toda diligencia". Diligencia significa estar siempre listos y dispuestos, es lo contrario a la pereza; en otras palabras, ser diligentes es no ser perezosos. Necesitamos ser diligentes para obtener cada vez más de la naturaleza divina, hasta que ésta sea totalmente trabajada en nosotros.
En el diagrama de la página 64, vemos el proceso por medio del cual la fe objetiva es trabajada en nuestra fe subjetiva. Todo comienza con la fe objetiva. Nosotros recibimos esa fe, ésta no se originó en nosotros. La fe fue puesta en nosotros por Dios. Ya sea que seamos fuertes o débiles, permanezcamos de pie o nos postremos, desde el día que recibimos al Señor Jesús, la fe permanece con nosotros. Una vez que obtenemos la fe no la perderemos. Es por eso que es tan preciosa. La fe es una semilla divina plantada en nosotros. Esa fe es la semilla de la vida cristiana. Creemos que la fe igualmente preciosa mencionada por Pedro al inicio de su segunda epístola se refiere a la fe objetiva y a la fe subjetiva (2 P 1:1). Esa fe objetiva es preciosa porque la recibimos cuando creímos dentro de nosotros. Nosotros valoramos y apreciamos esa fe objetiva que llega a ser la fe subjetiva por el creer.
En 2 Pedro 1:5b leemos: "Desarrollad abundantemente en vuestra fe virtud" (lit.). La fe es el punto de partida para que avancemos a fin de que la naturaleza divina sea totalmente expresada en nosotros. En el versículo de arriba podemos ver que Pedro citó primero la virtud, que es el resultado de que el Señor Jesús elevó el patrón moral humano al mezclarlo con la naturaleza divina a lo largo de los treinta y tres años que vivió en la tierra. La virtud, significa la expresión de los atributos divinos. Todo lo que Dios es constituye Sus atributos. Dios es luz, amor, justicia, santidad, paciencia, humildad y mansedumbre. Todos estos atributos son inherentes a la naturaleza de Dios. El Señor tiene la gloria y la virtud (He 1:3a). Por un lado, en Él está la gloria porque Él es el resplandor de la gloria de Dios. Por otro, Él tiene las virtudes, las cuales son el resultado de que la naturaleza divina ha sido introducida en la naturaleza humana.
Punto Clave: Ser diligente.
Pregunta: ¿Cómo podemos verificar cuánto de la fe objetiva llegó a ser subjetiva en nosotros?
 
Alimento diario viernes

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 20 --- Ágape
Viernes --- Leer con oración: Is 53:7; Mt 22:12; 1 Co 2:6-16; 1 P 2:23
“Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Ap 19:8)
ACCIONES JUSTAS
En los días anteriores mencionamos que en lo tocante al perdón, Simón Pedro, en su patrón moral humano, consideraba que perdonar siete veces era algo relevante. Sin embargo, la mayoría de las personas, no logra ni siquiera alcanzar ese nivel, y algunos al perdonar a alguien por quinta vez, expresan su descontento con quien quizá los haya ofendido. Esto muestra que nuestro patrón humano carece de la vida divina, por tanto, aún no llegó a ser virtud. En otras palabras, lo que tenemos de la naturaleza divina añadida a nuestra naturaleza humana todavía es insuficiente para perdonar a una misma persona muchas veces.
Cuando pensamos que nuestro patrón moral humano ya es bueno, aún necesitamos mejorarlo. No obstante, esto no sucederá por nosotros mismos o conforme al patrón de Simón Pedro, sino por el patrón eterno del Señor, que es setenta veces siete (Mt 18:21-22). Siempre que nos arrepintamos, Él nos perdonará. Por eso, aunque seamos afligidos por personas que quizá nos difamen o nos critiquen, debemos procurar vivir como el Señor y aprender de Él, que cuando lo criticaban o lo calumniaban no se defendía (Is 53:7). No importa cuanto nos calumnien, no debemos defendernos, pues el Señor, nuestro modelo, fue calumniado en la cruz y no se defendió (1 P 2:23). Al contrario, debemos orar para que esas personas se arrepientan. Si no lo hicieren ahora, tales personas tendrán que dar cuentas al Señor en el Día del Juicio (1 Jn 4:17).
Debemos tener la práctica de confesar delante del Señor todas nuestras conductas inadecuadas. Puesto que somos personas que viven en el espíritu, debemos manifestar en nosotros las virtudes de Cristo. Una conducta adecuada y saludable nos califica a participar de las bodas del novio (Mt 22:12), pues nuestras vestiduras representan nuestras acciones justas. Estas acciones son comparadas a una vestidura nupcial hecha de lino fino, limpio y resplandeciente (Ap 19:8), en el que no hay ninguna mancha o cualquier otro color aparte del blanco.
Nuestra conducta debe ser irreprensible. En Isaías 1:18 leemos: "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". Aunque nuestros pecados sean como la grana, el Señor quiere lavarnos para que seamos como la blanca lana. Siempre y cuando nos arrepintamos, seremos lavados, y si ese arrepentimiento fuere diario, cuando llegue el día del Señor tendremos una vestidura blanca para encontrarnos con Él. Debemos tener una conducta adecuada, representada por las virtudes de Cristo en nosotros.
En 2 Pedro 1:5c leemos: "En la virtud, conocimiento". El conocimiento mencionado aquí se refiere a la sabiduría, no la que proviene del mundo (1 Co 3:19; Stg 3:15), sino la que viene de lo alto, de los cielos (Stg 3:17). ¡Aleluya! No nos basamos en el conocimiento terrenal humano, pues ahora tenemos la sabiduría de Dios, que es celestial. Esta sabiduría está descrita en 1 Corintios 2:6-16 y solamente puede ser experimentada en nuestro espíritu por el Espíritu, pues ésta se discierne espiritualmente. ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave: Disfrutar del conocimiento del Espíritu.
Pregunta: ¿Por qué el conocimiento debe estar añadido a nuestra fe?
 
Alimento diario sabado

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 20 --- Ágape
Sábado --- Leer con oración: Éx 32: 9-14; 2 P 1:6; He 12:18-21; Ap 6:1
“Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo” (Ex 32:14)
DOMINIO PROPIO Y PERSEVERANCIA
En 2 Pedro 1:6a leemos: "En el conocimiento, dominio propio". Además de la virtud y del conocimiento, necesitamos desarrollar el dominio propio, pues éste está presente en la naturaleza de Dios. En Hebreos 12:18-21 y Éxodo 32:14 vemos que Dios se enoja, pero que también Se domina. Además, en Apocalipsis 6:1 y 10:3 leemos que el Señor tenía voz de trueno y de león, lo que demuestra la ira de Dios. Cuando el Señor Jesús fue crucificado, los cielos se oscurecieron y hubo un gran terremoto (Mt 27:45, 51-52). Esto demostraba que Dios estaba airado en aquel momento, pues en la cruz ya no estaba solamente el Señor Jesús, sino todos nosotros los pecadores representados por Él. Por causa de nuestra desobediencia, el Señor tuvo que ser crucificado y la ira de Dios estaba, en realidad, sobre el pecado de toda la humanidad. Dios debería lanzar Su ira sobre nosotros, pero la lanzó sobre el Señor Jesús, quien cargó nuestros pecados y murió en nuestro lugar.
La Biblia no dice que está prohibido airarse. En Efesios 4:26 leemos: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo". Podemos airarnos, pero no podemos pecar. La ira, por otro lado, está limitada por un tiempo y no puede pasar de un día para otro. Hasta que el sol se ponga, usted puede airarse, pero después que éste se ponga, no puede hacerlo más. La restricción de la ira es el poner del sol, por tanto, antes de eso debemos reconciliarnos con las personas con las cuales nos airamos, esto significa que tenemos dominio propio.
En Éxodo 32:9-12 vemos que Dios se airó, sin embargo, Moisés Le aconsejó que se volviese del ardor de Su ira, y se arrepintiese del mal contra el pueblo. En otras palabras, "Vuélvete del ardor de tu ira" es equivalente al dominio propio. En el versículo 14 leemos: "Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo". Concluimos que Dios, aunque se aíra, también cambia de idea. Esta es la práctica del dominio propio.
Como la naturaleza divina está en nosotros, aunque seamos exagerados en algunos momentos, necesitamos volvernos a nuestro espíritu y experimentar el dominio propio, que es un fruto del Espíritu, el cual habita en nosotros. En Gálatas 5:22-23 leemos: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley". Todos los puntos nombrados provienen del Espíritu, como un fruto, están relacionados con las virtudes de Cristo, y deben igualmente, formar parte de la virtud humana, que el Señor elevó después que vivió en la tierra. Cuando estamos en el espíritu somos guiados por el Espíritu a tener dominio y así la naturaleza divina es manifestada en nosotros.
Además del dominio propio, necesitamos de la perseverancia (2 P 1:6b), que es una virtud que exige paciencia. Es común que apliquemos la palabra paciencia a las pequeñas cosas del vivir diario al decir: "está lloviendo, es difícil hacer mi caminata, voy a ser paciente"; o "tengo hambre y la comida todavía no está lista, voy a ejercitar mi paciencia y esperar". En realidad, la paciencia es más que eso. Practicar la paciencia no es algo tan fácil, pero aún debemos ejercitar nuestro espíritu para que ésta aumente en nosotros. Solamente por el Espíritu podemos experimentar que la naturaleza divina inunde nuestra naturaleza humana con sus virtudes elevadas. Mañana hablaremos más sobre este asunto. .
Punto Clave: Ejercitar el espíritu para desarrollar las virtudes.
Pregunta: ¿Cómo ejerció Dios el dominio propio en Éxodo 32?
 
Alimento diario domingo

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 20 --- Ágape
Domingo --- Leer con oración: Ez 1:13; 2 P 1:6
“En la piedad, afecto fraternal; en el afecto fraternal, amor” (2 P 1:7)
LA PIEDAD Y EL AMOR ÁGAPE
La paciencia es una de las virtudes elevadas que está presente en la naturaleza divina y debe ser expresada en nuestro vivir. Uno de los momentos más importantes para ejercitar la paciencia es cuando estamos cuidando a hermanos que tienen dificultades para renunciar a su vida del alma. Por aproximadamente treinta años hemos escuchado hablar sobre negar la vida del alma, sin embargo todavía hay santos que no practican eso. Es posible escuchar comentarios de este tipo: "Ya se cual será el tema de este mensaje: ¡Negar la vida del alma de nuevo!". Ante esto, debemos tener paciencia con los hermanos aunque ya hayan pasado cinco años y no haya habido ningún cambio en ellos. Después de treinta años, todavía hay muchos hermanos que necesitan que ejercitemos nuestra perseverancia y paciencia. También es necesario que al hacerlo tengamos disfrute, de lo contrario, en nuestra naturaleza humana limitada nos desanimaremos y desistiremos, esto definitivamente no es el deseo de Dios para con nosotros.
En las semanas anteriores hablamos de los seres vivientes que son semejantes al carbón de fuego encendido y las antorchas encendidas (Ez 1:13). De la misma manera nosotros, como antorchas encendidas, debemos acercarnos a los santos para encenderlos. Si ejercitamos la paciencia no nos airaremos de manera precipitada; antes bien, acogeremos a los hermanos de la iglesia con ternura, dominio propio y perseverancia. Esta es la naturaleza de Dios manifestándose en nuestra virtud humana.
Además de la paciencia y perseverancia, todavía debemos desarrollar la piedad (2 P 1:6), pues cada uno de nosotros debe ser semejante a Dios. En 1960, trescientos inmigrantes japoneses fueron a Brasil en barco en un viaje que duró cuarenta y seis días. Mi familia y yo estábamos en ese barco. Había un oficial de inmigración que conducía a los inmigrantes japoneses. Durante los días que estuvimos en el barco, ese oficial japonés no entendía nuestras palabras, pero le dijo a otra persona: "Aquella familia es especial. El matrimonio y los cinco hijos son especiales, siento que ellos son diferentes". No es necesario explicar el por qué, lo que tenemos que hacer es expresar a Dios. Debemos diligentemente esforzarnos para expresar a Dios en nuestro vivir, partiendo por la fe preciosa, perfeccionándonos en la virtud, que trae sabiduría espiritual, después obteniendo dominio propio, en seguida perseverancia y finalmente la piedad, hasta que alcancemos el amor fraternal y por último, el amor ágape, el amor de Dios.
Hay un himno que dice: "La vida de iglesia, camino excelente el amor, manifestación de la vida de Dios" y "nos amamos en el amor fraternal". Es posible que el amor fraternal sea vivido por nosotros porque la naturaleza de Dios no cesa de desarrollarse en nuestro interior. Este amor es como el fuego pues cuando es practicado quema todas las divisiones y barreras que hay entre nosotros. Si tenemos algún problema con un hermano o hermana, debemos confesarlo delante de él o ella, pues seguramente los hermanos estarán con los brazos abiertos para recibirnos. Este es el amor fraternal que es practicado como en Filadelfia. Nosotros invocamos el nombre del Señor, leemos y oramos la Palabra, pero aún debemos avanzar para llegar al amor ágape, que es el amor de Dios.
Por tanto, el amor ágape, es el resultado del vivir de todas estas virtudes en nuestra naturaleza humana. Es el punto culminante de las virtudes de Cristo vividas en nuestra vida humana. No es limitado, sino amplio, incluye y acoge a todas las personas. Que el Señor nos conceda gracia en nuestra vida de la iglesia a fin de que tengamos este amor de manera plena en nosotros. ¡Amén!
Punto Clave: Ser semejantes a Dios y amar a los hermanos.
Pregunta: En su experiencia, ¿Usted ha ejercitado la paciencia con los hermanos?
Jesús es el Señor!
La iglesia en Armenia