La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 17--- Alcanzaron una fe igualmente preciosa
Lunes --- Leer con oración: Sal 82:6; Jn 1:13; Gá 4:19; Col 3:4; 1 P 1:3, 23
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Jn 3:6-7)
La regeneración del espíritu: la etapa inicial de la salvación
El tema de esta semana es: "Alcanzaron una fe igualmente preciosa". Los dos tomos anteriores, compuestos por dieciséis semanas, trataron sobre la Primera Epístola de Pedro. A partir de esta semana desarrollaremos ocho semanas más sobre la Segunda Epístola de Pedro.
Las epístolas de Pedro ocupan un lugar de gran importancia en la Biblia, pues éstas nos hablan de la economía eterna de Dios. El Dios Triuno quiere dispensarse a Sí mismo hacia dentro del hombre tripartito. El hombre fue creado con tres partes: espíritu, alma y cuerpo. El pecado dañó todas estas: por tanto, la salvación de Dios tiene que ser completa, con tres etapas para salvar las tres partes del hombre. Por medio de Su Espíritu fuimos salvos, pero además de eso, todos nosotros necesitamos la salvación completa de Dios, que se refiere a la salvación de nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo. Cuando obtengamos todas esas tres etapas de la salvación, tendremos la salvación completa de Dios.
La Primera Epístola de Pedro nos muestra que la salvación completa de Dios comienza con la regeneración de nuestro espíritu (1 P 1:3), que es la etapa inicial de la salvación. Para que alcancemos esa etapa el Señor cumplió la redención, para el perdón y purificación de los pecados, a fin de reconciliarnos con Él, justificarnos y santificarnos. En estos últimos años, se ha hablado mucho en el Recobro del Señor, que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas sin la Deidad (cfr. 1 Jn 3:2). En Salmos 82:6 leemos: "Yo dije: Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo". Somos hijos del Altísimo porque obtuvimos la vida de Dios. Heredamos la vida humana de nuestros padres, por eso somos hombres. No obstante, ahora nosotros fuimos regenerados, nacimos de nuevo (Jn 3:6), no de sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios (1:13). Por eso la Biblia afirma que somos dioses.
En otras palabras, nosotros obtuvimos la vida de Dios, que entró en nosotros como una simiente (1 P 1:23). Lo mismo sucede cuando un óvulo es fecundado en una mujer. Luego el embrión se desarrolla, va tomando forma humana y finalmente el bebé, ya totalmente formado, nace. Este bebé ahora necesita crecer para llegar a ser un niño, después un adolescente, un joven y finalmente un adulto.
La vida divina que obtuvimos, la cual es Cristo mismo (Col 3:4), obedece al mismo principio. En el comienzo está en nosotros como una simiente, pero enseguida necesita desarrollarse hasta la madurez, es decir, hasta que Cristo sea formado en nosotros (Gá 4:19). Así como un recién nacido necesita alimento y cuidado, es necesario alimentar y cuidar la vida divina en nosotros. Entonces, poco a poco cuando llegue el tiempo, podremos ser completamente iguales a Dios con Su vida y naturaleza. Por eso nosotros decimos que un día Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas sin la Deidad. Esta es la meta del trabajar de Dios en nosotros. ¡Alabado sea el Señor! esta verdad es de hecho la más elevada en el Nuevo Testamento, es la cumbre de la revelación divina. También las epístolas de Pedro no hablan sobre esto.
Punto Clave: Nacer de nuevo
Pregunta: ¿Qué es ser regenerado?
Semana 17--- Alcanzaron una fe igualmente preciosa
Lunes --- Leer con oración: Sal 82:6; Jn 1:13; Gá 4:19; Col 3:4; 1 P 1:3, 23
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Jn 3:6-7)
La regeneración del espíritu: la etapa inicial de la salvación
El tema de esta semana es: "Alcanzaron una fe igualmente preciosa". Los dos tomos anteriores, compuestos por dieciséis semanas, trataron sobre la Primera Epístola de Pedro. A partir de esta semana desarrollaremos ocho semanas más sobre la Segunda Epístola de Pedro.
Las epístolas de Pedro ocupan un lugar de gran importancia en la Biblia, pues éstas nos hablan de la economía eterna de Dios. El Dios Triuno quiere dispensarse a Sí mismo hacia dentro del hombre tripartito. El hombre fue creado con tres partes: espíritu, alma y cuerpo. El pecado dañó todas estas: por tanto, la salvación de Dios tiene que ser completa, con tres etapas para salvar las tres partes del hombre. Por medio de Su Espíritu fuimos salvos, pero además de eso, todos nosotros necesitamos la salvación completa de Dios, que se refiere a la salvación de nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo. Cuando obtengamos todas esas tres etapas de la salvación, tendremos la salvación completa de Dios.
La Primera Epístola de Pedro nos muestra que la salvación completa de Dios comienza con la regeneración de nuestro espíritu (1 P 1:3), que es la etapa inicial de la salvación. Para que alcancemos esa etapa el Señor cumplió la redención, para el perdón y purificación de los pecados, a fin de reconciliarnos con Él, justificarnos y santificarnos. En estos últimos años, se ha hablado mucho en el Recobro del Señor, que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas sin la Deidad (cfr. 1 Jn 3:2). En Salmos 82:6 leemos: "Yo dije: Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo". Somos hijos del Altísimo porque obtuvimos la vida de Dios. Heredamos la vida humana de nuestros padres, por eso somos hombres. No obstante, ahora nosotros fuimos regenerados, nacimos de nuevo (Jn 3:6), no de sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios (1:13). Por eso la Biblia afirma que somos dioses.
En otras palabras, nosotros obtuvimos la vida de Dios, que entró en nosotros como una simiente (1 P 1:23). Lo mismo sucede cuando un óvulo es fecundado en una mujer. Luego el embrión se desarrolla, va tomando forma humana y finalmente el bebé, ya totalmente formado, nace. Este bebé ahora necesita crecer para llegar a ser un niño, después un adolescente, un joven y finalmente un adulto.
La vida divina que obtuvimos, la cual es Cristo mismo (Col 3:4), obedece al mismo principio. En el comienzo está en nosotros como una simiente, pero enseguida necesita desarrollarse hasta la madurez, es decir, hasta que Cristo sea formado en nosotros (Gá 4:19). Así como un recién nacido necesita alimento y cuidado, es necesario alimentar y cuidar la vida divina en nosotros. Entonces, poco a poco cuando llegue el tiempo, podremos ser completamente iguales a Dios con Su vida y naturaleza. Por eso nosotros decimos que un día Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas sin la Deidad. Esta es la meta del trabajar de Dios en nosotros. ¡Alabado sea el Señor! esta verdad es de hecho la más elevada en el Nuevo Testamento, es la cumbre de la revelación divina. También las epístolas de Pedro no hablan sobre esto.
Punto Clave: Nacer de nuevo
Pregunta: ¿Qué es ser regenerado?