Alimento diario semana 17 lunes

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5 Septiembre 2001
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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 17--- Alcanzaron una fe igualmente preciosa
Lunes --- Leer con oración: Sal 82:6; Jn 1:13; Gá 4:19; Col 3:4; 1 P 1:3, 23
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Jn 3:6-7)
La regeneración del espíritu: la etapa inicial de la salvación
El tema de esta semana es: "Alcanzaron una fe igualmente preciosa". Los dos tomos anteriores, compuestos por dieciséis semanas, trataron sobre la Primera Epístola de Pedro. A partir de esta semana desarrollaremos ocho semanas más sobre la Segunda Epístola de Pedro.
Las epístolas de Pedro ocupan un lugar de gran importancia en la Biblia, pues éstas nos hablan de la economía eterna de Dios. El Dios Triuno quiere dispensarse a Sí mismo hacia dentro del hombre tripartito. El hombre fue creado con tres partes: espíritu, alma y cuerpo. El pecado dañó todas estas: por tanto, la salvación de Dios tiene que ser completa, con tres etapas para salvar las tres partes del hombre. Por medio de Su Espíritu fuimos salvos, pero además de eso, todos nosotros necesitamos la salvación completa de Dios, que se refiere a la salvación de nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo. Cuando obtengamos todas esas tres etapas de la salvación, tendremos la salvación completa de Dios.
La Primera Epístola de Pedro nos muestra que la salvación completa de Dios comienza con la regeneración de nuestro espíritu (1 P 1:3), que es la etapa inicial de la salvación. Para que alcancemos esa etapa el Señor cumplió la redención, para el perdón y purificación de los pecados, a fin de reconciliarnos con Él, justificarnos y santificarnos. En estos últimos años, se ha hablado mucho en el Recobro del Señor, que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas sin la Deidad (cfr. 1 Jn 3:2). En Salmos 82:6 leemos: "Yo dije: Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo". Somos hijos del Altísimo porque obtuvimos la vida de Dios. Heredamos la vida humana de nuestros padres, por eso somos hombres. No obstante, ahora nosotros fuimos regenerados, nacimos de nuevo (Jn 3:6), no de sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios (1:13). Por eso la Biblia afirma que somos dioses.
En otras palabras, nosotros obtuvimos la vida de Dios, que entró en nosotros como una simiente (1 P 1:23). Lo mismo sucede cuando un óvulo es fecundado en una mujer. Luego el embrión se desarrolla, va tomando forma humana y finalmente el bebé, ya totalmente formado, nace. Este bebé ahora necesita crecer para llegar a ser un niño, después un adolescente, un joven y finalmente un adulto.
La vida divina que obtuvimos, la cual es Cristo mismo (Col 3:4), obedece al mismo principio. En el comienzo está en nosotros como una simiente, pero enseguida necesita desarrollarse hasta la madurez, es decir, hasta que Cristo sea formado en nosotros (Gá 4:19). Así como un recién nacido necesita alimento y cuidado, es necesario alimentar y cuidar la vida divina en nosotros. Entonces, poco a poco cuando llegue el tiempo, podremos ser completamente iguales a Dios con Su vida y naturaleza. Por eso nosotros decimos que un día Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza, mas sin la Deidad. Esta es la meta del trabajar de Dios en nosotros. ¡Alabado sea el Señor! esta verdad es de hecho la más elevada en el Nuevo Testamento, es la cumbre de la revelación divina. También las epístolas de Pedro no hablan sobre esto.
Punto Clave: Nacer de nuevo
Pregunta: ¿Qué es ser regenerado?
 
Alimento diario martes

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:Felix:La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 17 --- Alcanzaron una fe igualmente preciosa
Martes --- Leer con oración: Ro 8:23; 1 Co 3:13-15; 15:51-53; Ef 1:7
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (2 P 1:3)
La vida de Dios necesita crecer en nosotros
La Segunda Epístola de Pedro nos dice que somos participantes de la naturaleza divina (1:4). La verdad más elevada y que también es el tema de esta epístola consiste en que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser como Dios es en vida y naturaleza, pero sin la Deidad. Así que, la vida de Dios que entró en el hombre debe crecer en él, hasta alcanzar este punto.
En 2 P 1:3 leemos: "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia". En este versículo vemos acerca de la vida, que es la vida de Dios dada a nosotros, y la piedad, que se refiere a ser semejantes a Dios. Necesitamos ser semejantes a Dios por fuera y por dentro, por poseer Su vida en nuestro interior, y la expresión de la naturaleza divina exteriormente.
En su primera epístola, Pedro comienza hablando sobre la regeneración, nos presenta los dos extremos del crecimiento de la vida divina, de la infancia a la fase adulta. Este crecimiento es posible cuando permitimos que Cristo sea formado en nosotros e implica que seamos la plena expresión de Dios. Para eso son necesarias las tres etapas de la salvación: la regeneración del espíritu, la transformación del alma y la glorificación del cuerpo. Con la suma de estas tres etapas de la salvación nosotros tendremos la salvación completa de Dios. Sin embargo, si falta algún punto y nuestra salvación del alma no estuviere completa, no seremos vencedores y no podremos reinar con el Señor en el reino milenario.
Todos los redimidos estarán en la Nueva Jerusalén, pero solamente los vencedores, es decir, los que permitieron que la vida divina creciese en ellos, que buscaron al Señor, que Lo siguieron y Lo sirvieron, recibirán la corona como recompensa (Ap 22:12; 1 Co 3:13-15). A los aprobados el Señor les dirá: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor" (Mt 25:21). Para esos, el disfrute de la Nueva Jerusalén será anticipado, en la comunión con Cristo por mil años. Con respecto a la salvación de nuestro espíritu no tuvimos que hacer nada; fue suficiente creer para obtenerla. Al creer recibimos todo lo que el Señor realizó por nosotros. Éramos pecadores, pero creímos que Su sangre fue derramada por nosotros, entonces obtuvimos el perdón de nuestros pecados (Ef 1:7) y como resultado, recibimos la vida divina, es decir, fuimos regenerados. Ahora Dios puede infundir libremente Su vida y crecer en nosotros para el cumplimiento de Su propósito eterno.
Para la salvación de nuestro cuerpo tampoco nos será exigido nada, pues el Señor mismo lo redimirá por medio de la transfiguración (Ro 8:23). Cuando Él regrese, si nosotros hubiéremos dormido en el Señor, vamos a resucitar, y los hijos de Dios que aún estuvieren vivos en la tierra, tendrán el cuerpo transfigurado (1 Co 15:51-53). Nuestro cuerpo de carne hoy está restringido por la tierra, por la gravedad. No obstante, en la segunda venida del Señor, nuestro cuerpo será transfigurado en un cuerpo de resurrección, no estará más sujeto a la ley de la gravedad. Así, tanto los muertos en Cristo como los creyentes vivos serán arrebatados para el encuentro del Señor en el aire (1 Ts 4:16-17).
Punto Clave: Ser semejantes a Dios
Pregunta: ¿De qué se compone la salvación completa de Dios?
 
Alimento diario miercoles

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 17 --- Alcanzaron una fe igualmente preciosa
Miércoles --- Leer con oración: Mt 16:27; 25:6-13, 19-30; 1 P 4:12
“Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 P 1:7)
Necesitamos ser probados por fuego
El juicio en el tribunal de Cristo sucederá al final de esta era, en los aires (en Su parusía), Cuando Él venga a juzgar a los hijos de Dios (1 Ts 4:16-17; 2 Co 5:10). El juicio del Señor será según la obra de cada uno, que incluye la vida, la conducta y el servicio de cada hijo de Dios; unos serán recompensados y otros, disciplinados (Mt 16:27, 25:19-30). En ese juicio, el Señor juzgará cuánto de nuestra alma fue salva, es decir, si nuestra alma fue o no saturada por el Espíritu (cfr. 25:6-13). Aunque tengamos la vida divina en nuestro espíritu, las impurezas de nuestra alma necesitan ser removidas, y para eso tenemos que pasar por muchos sufrimientos. En su primera epístola Pedro habla que para que obtengamos la salvación completa, necesitamos ser probados por el fuego (1 P 1:7).
Como ya fue mencionado en los tomos anteriores, el oro, para ser purificado es colocado en un crisol. A medida que la temperatura aumenta, el oro es más purificado. Cuando alcanza la temperatura de mil cien grados, por tener un peso específico mayor, el oro baja, y las demás sustancias contenidas en él suben y pueden ser removidas. Sin embargo, hay algunas sustancias que no suben a la superficie con facilidad y por eso el oro necesita ser sometido a una temperatura aún más alta. Nosotros, a semejanza del oro, necesitamos pasar por ese proceso para que seamos realmente puros. En 1 Pedro 4:12 se dice que no debemos sorprendernos del fuego de prueba que nos sobreviene o pensar que es algo extraño. El fuego es algo normal en la vida cristiana, y todos nosotros pasaremos por él. Si no hubiere el quemar del fuego, las cosas naturales aún permanecerán en nuestro ser.
La meta de la purificación descrita en la Primera Epístola de Pedro es que lleguemos a ser como el oro puro. La vida de Dios trabajada hacia dentro de nosotros hace que todas las cosas negativas sean retiradas cuando estamos en medio del fuego. No sabemos la intensidad de ese fuego, ni siquiera cuantas impurezas ya fueron eliminadas de nuestro ser, pero creemos que buena parte de nosotros, por lo menos, el cincuenta por ciento de las cosas naturales ya fueron removidas. Podemos estimar ese porcentaje porque hemos aprendido muchas lecciones que traen consigo aquello que es más precioso que el oro perecedero, la vida de Dios. El libro de Génesis menciona el oro bueno (2:12). En Ezequiel 1 ese oro equivale al material metálico, que es el electro. Al final ese oro va a llegar a ser el oro de la Nueva Jerusalén, que es transparente. De la misma manera, Dios quiere trabajarse en nosotros a tal punto que los elementos de nuestra vieja vida: los viejos conceptos, el viejo vivir, las viejas maneras y los viejos hábitos, sean eliminados de nosotros y lleguemos a ser totalmente transparentes. Una vez juzgados de esa manera, obtendremos alabanza, gloria y honra (1 P 1:7b), es decir, reinaremos en una alta posición con el Señor.
Punto Clave: El fuego nos purifica.
Pregunta: ¿Qué sucede cuando el oro es sometido a altas temperaturas?
 
Alimento diario jueves

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 17 --- Alcanzaron una fe igualmente preciosa
Jueves --- Leer con oración: Jn 1:42; 1 Co 7:22-23; Ef 2:8; 1 Ti 6:12
“Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra” (2 P 1:1)
La fe objetiva y la fe subjetiva
La Segunda Epístola de Pedro enfatiza la naturaleza divina. Debemos permitir que la naturaleza de Dios sea trabajada en nosotros para que nuestra naturaleza humana sea saturada por ella. La naturaleza divina expresada en nosotros en su punto más elevado, es la manifestación del amor de Dios (2 P 1:7). En 2 Pedro 1:4b leemos: "Para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia". Ser participantes de la naturaleza divina es solamente el punto de partida. Su desarrollo se da a medida que nos llenamos de ella; y su cumbre es el amor ágape. Una vez más podemos ver que las epístolas de Pedro nos hablan al respecto de la verdad culminante de que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser como Dios es en vida y naturaleza, pero sin la Deidad. ¡Alabado sea el Señor! Este es Su propósito en nuestra vida (1 Jn 3:2).
Pedro comenzó su segunda epístola afirmando que él era un siervo (o esclavo, según el original); "Simón Pedro, esclavo y apóstol de Jesucristo" (1:1). Hace dos siglos atrás existía la esclavitud en Brasil, según la cual un esclavo era alguien era comprado y no tenía derecho sobre sí mismo. Nosotros fuimos comprados por un alto precio por el Señor, por eso pertenecemos totalmente a Él y somos como esclavos (1 Co 7:22-23). Pedro, por un lado, fue comprado por el Señor Jesús y Le pertenecía. Por otro lado, Dios le dio una comisión, por eso él tenía la posición de apóstol.
Simón era su nombre antes de la conversión. El Señor Jesús había dicho que él no se llamaría más Simón, sino Pedro (Jn 1:42) que significa piedra. Independientemente de cual sea nuestro nombre, todos nosotros llegamos a ser Pedro, porque somos piedras para la edificación de una casa espiritual. ¡Gracias al Señor! por medio de la regeneración, de la salvación, nosotros que fuimos hechos del polvo de la tierra, llegamos a ser piedras vivas.
Continuando en 2 Pedro 1:1 leemos: "A los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra". Cuando predicamos el evangelio a las personas, ellas también obtienen una fe preciosa, que es igual a la que recibimos. Nosotros fuimos escogidos antes de la fundación del mundo así como esas personas (Ef 1:4; 1 P 1:2), por tanto, todos tenemos la fe igualmente preciosa.
En el Nuevo Testamento, la palabra "fe" es utilizada con dos significados: el objetivo y el subjetivo. La fe, nuestra fe cristiana (compuesta de las creencias con respecto a la Biblia, Dios, Cristo, la obra de Cristo, la salvación y la iglesia), se refiere a las cosas en las cuales creemos para nuestra salvación, el objetivo de nuestra fe, nuestra creencia (Tit 1:4; 1 Ti 6:12; 2 Ti 4:7). La fe es el contenido del evangelio completo según la economía neotestamentária de Dios. Este es el significado objetivo de la palabra fe, es decir, la fe objetiva.
También hay un segundo significado, es decir, el significado subjetivo de la palabra fe, que se refiere a nuestra acción de creer (Ro 5:1; Ef 2:8; He 11:1). Tenemos fe en el Señor Jesús, y esto es la acción de creer; por tanto, denota nuestra fe subjetiva. Esta fe surge en nosotros cuando vamos a la Palabra y la disfrutamos en el espíritu. La fe subjetiva se mueve en nuestro espíritu para generar una unión orgánica entre nosotros y el Dios Triuno y en esa unión recibimos la vida y la naturaleza divina. La vida de la iglesia es el ambiente ideal para que hagamos que la fe objetiva sea totalmente trabajada hacia dentro de nuestra fe subjetiva. Cuando eso suceda, tendremos la vida y la naturaleza de Dios en plenitud.
Por tanto, la fe preciosa se refiere a nuestra fe subjetiva. Si no la tenemos, no lograremos hacer que la fe objetiva entre en nosotros. No se trata sólo de recibir o de tener el poder de recibir las riquezas espirituales; necesitamos una acción que esté ligada a la fe. Solamente así lograremos traer la fe objetiva hacia dentro de nuestra fe subjetiva. ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave: Fe igualmente preciosa
Su punto clave es: Pregunta:
¿Cuáles son los dos significados de la fe?
 
Alimento diario viernes

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 17 --- Alcanzaron una fe igualmente preciosa
Viernes --- Leer con oración: Gn 1:3, 6-7, 9 ,14, 21, 24-26, 28; Lc 4:6
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (He 11:1)
Fe: llamar las cosas que no son, como existentes
En Hebreos 11:1 leemos: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". Realmente no tenemos otras palabras para describir la fe. Ésta es la certeza de cosas que se esperan y consiste en la sustantividad de las cosas que no logramos ver y tocar. Además, esta fe es capaz de hacer concretas todas las cosas espirituales. Si tenemos delante de nosotros algo visible, palpable, no necesitamos de la fe.
El versículo 3 dice: "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía". La fe nos hace entender que el universo fue formado por la palabra de Dios. Dios habló y trajo a la existencia. Esa misma palabra nos lleva a creer que Dios llamó a la existencia las cosas que no existen (Ro 4:17). Todo eso vino por medio de la palabra de Dios. Cuando Él creó los cielos y la tierra, dijo: "Sea la luz; y fue la luz" (Gn 1:3). Dios no dijo: "Bueno, ahora voy a hacer la luz. Voy a trabajar mucho para crear la luz". Él simplemente dijo: "Sea la luz; y fue la luz". De la misma manera sucedió con respecto al firmamento, seguido del aire que hizo separación entre las aguas que estaban debajo de la expansión de las que estaban sobre la expansión (vs. 6-7).
Al tercer día hizo surgir la porción seca, la tierra (v. 9), cuyo significado espiritual es la resurrección del Señor Jesús, la cual produjo vida. Después Dios ordenó que surgiesen las lumbreras, porque la vida vegetal necesitaba una luz concreta para crecer (v. 14). Si hay lumbreras, hay una luz concreta, y las plantas pueden florecer y fructificar. Cuando tenemos plantas en la casa queremos que crezcan, florezcan y den frutos, por eso las ponemos bajo la luz del sol, sin ésta las plantas no pueden crecer y producir frutos.
Además de la vida vegetal, fueron creados los animales acuáticos de la misma forma (v. 21). Sin embargo, Dios no lo consideró suficiente, pues toda la tierra estaba bajo el dominio de Satanás (Lc 4:6). Para poseer nuevamente lo que le había sido usurpado por Su enemigo, Él creó a los animales cuadrúpedos, para llenar la tierra (Gn 1:24-25). Pero, nuevamente, Dios no estaba satisfecho. Los animales tenían alma, pero no tenían espíritu; por tanto, Dios no podría realizar Su propósito por medio de los animales. Por eso Él creó al hombre a Su imagen, conforme a Su semejanza (vs. 26-27). El Hijo es el segundo de la Trinidad y el Señor Jesús es Aquel que tiene la imagen y semejanza de Dios. Fuimos creados a la imagen y semejanza del Hijo para que seamos fructíferos, nos multipliquemos y llenemos la tierra, sujetándola nuevamente al gobierno de Dios (v. 28). Dios Le dio ese encargo al hombre, pero eso sólo es posible por medio de la vida y la naturaleza divina en él.
Punto Clave: Fuimos creados a semejanza del Señor Jesús.
Pregunta: ¿Qué es la fe?
 
Alimento diario sabado

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La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 17 --- Alcanzaron una fe igualmente preciosa
Sábado --- Leer con oración: Gn 4:20-22, 26; 5:32; 7:6
“Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe” (He 11:7)
Creer es la sustantividad de las cosas que se esperan
Las epístolas de Pedro también tienen el encargo de hacer que la fe objetiva llegue a ser nuestra fe subjetiva. Tomando las figuras del Antiguo Testamento, podemos decir que Adán tuvo fe, pues el invocó el nombre del Señor (Gn 4:25-26). Adán invocó al Señor porque vio claramente que sin Él nada podría ser hecho. La descendencia de Caín, por otro lado, no tenía a Dios e hizo las cosas por su autosuficiencia, su supervivencia y su placer (vs. 20-22). Aunque los descendientes de Caín tomaron ese camino, Adán vio que sin Dios no podría subsistir, alegrarse y estar seguro realmente. Él invocó el nombre del Señor porque su única salida era depender de Él. Por medio de su fe él debió haber dicho: "Oh Jehová, oh Señor, yo no tengo comida ahora. Señor súpleme la comida que necesito. Tampoco tengo alegría, dame alegría. No tengo como luchar contra el enemigo, no tengo protección. Oh Señor, protégeme". Este es un buen ejemplo de fe para nosotros.
En Hebreos 11:7 leemos: "Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe". Noé demoró cien años en construir el arca (Gn 5:32; cfr. 7:6). Él y su familia, compuesta por ocho personas, tenían fe. Un día el diluvio vendría, por eso él no edificó el arca en el mar, sino en la tierra seca. Noé sabía que un día toda aquella región estaría debajo del agua. Eso es fe. Además de él, Abraham, Moisés y muchos otros también tuvieron fe y creyeron, según nos muestra el libro de Hebreos.
Creer es la sustantividad de las cosas que se esperan. Nosotros logramos hacer concretas las cosas por medio de la fe. Para lo que ya obtuvimos y que está delante de nosotros, no necesitamos de la fe, sin embargo, si aún no lo vemos, pero creemos que ya lo hemos recibido, eso es fe.
En su segunda epístola, Pedro nos mostró que podemos ser participantes de la naturaleza divina, que es el amor, por medio de la fe. Existe la fe objetiva, cuyo contenido es la economía de Dios, y la subjetiva, que es la fe objetiva infundida en nosotros por medio de la acción de creer. Un día todo el contenido de la fe objetiva será trabajado hacia dentro de nuestra fe subjetiva. Este es el proceso por el cual pasamos en la vida de la iglesia.
Recordemos que la economía de Dios corresponde al dispensar del Dios Triuno, del Padre, del Hijo y del Espíritu, hacia dentro del hombre tripartito. En nuestro espíritu tenemos el dispensar de Dios por medio del Espíritu. Su dispensar también consiste en que el Espíritu sature toda nuestra alma: mente, voluntad y emoción, no de cosas, conceptos u opiniones naturales, sino totalmente según Dios. Este es el contenido de la fe que es trabajada dentro de nosotros.
Toda la Biblia nos revela el contenido de la fe. Para que lo comprendamos mejor, debemos mencionar esto varias veces. A través de la palabra de Dios, que es la Biblia, tenemos el medio para que la fe objetiva llegue a ser nuestra fe subjetiva. Necesitamos conocer y practicar las muchas verdades que están en la Biblia. La palabra de Dios es la verdad (Jn 17:17)..
Punto Clave: La naturaleza divina es amor.
Pregunta: Con relación a la fe, ¿Cuál es el proceso que pasamos en la vida de la iglesia?
 
Alimento diario domingo

Alimento diario domingo

La vida y la naturaleza de Dios – Las epístolas de Pedro
Semana 17 --- Alcanzaron una fe igualmente preciosa
Domingo --- Leer con oración: Ef 1:17; Col 3:16; 3 Jn 3-4
“No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” (3 Jn 4)
Fe igualmente preciosa
Colosenses 3:16a dice: "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros". Esta Palabra cuando habita en nosotros y se constituye y es trabajada en nuestro ser se vuelve nuestra persona. Para eso, primero necesitamos conocer la verdad; en seguida, esta verdad es trabajada dentro de nosotros; después, llega a ser nuestra constitución; y finalmente, experimentamos a Dios.
Estas verdades se refieren al dispensar del Dios Triuno en nosotros y nos son reveladas por medio de los apóstoles y profetas. Además, necesitamos del espíritu de revelación (Ef 1:17) para hacer que todas las cosas entren en nosotros por medio del Espíritu. En nuestro vivir tenemos que hacer que todo lo que se refiere a la fe sea vivido en nosotros.
Sabemos que el ministerio ulterior del apóstol Juan es un ministerio orgánico. Esto quiere decir que todas las verdades deben ser tomadas por nosotros como Espíritu y vida (Jn 6:63), practicadas y aplicadas en nuestra experiencia en el diario vivir. No podemos simplemente alegrarnos y decir: "Ah, yo ya conozco esa verdad, ya la escuché. Yo se que la Palabra necesita morar ricamente en mí y que necesito ser constituido de ella. Entonces, debo enseñar la verdad en la vida de la iglesia". De todo esto, lo más importante, es experimentar la verdad, constituirse de ella y practicarla. Si no estamos en el espíritu, todo lo que fue hablado antes llegará a ser una mera verdad pero fuera de nosotros. Conocer las verdades y enseñarlas no es suficiente. Si necesitamos que alguien nos diga lo que debemos hacer, es porque esas verdades todavía están fuera de nosotros. Necesitamos tomar siempre la Palabra como Espíritu y vida a fin de que las verdades sean asimiladas y practicadas por nosotros.
En los versículos 3 y 4 de la Tercera Epístola de Juan, vemos que el apóstol se regocijó mucho al saber que sus hijos andaban en la verdad. Si aplicamos esa palabra a nosotros, testificaremos que es el Señor Jesús quien está diciendo eso, pues somos hijos de Dios, y como tales, debemos andar en la verdad. Conocer la verdad y constituirse de ella aún es algo doctrinal. Sin embargo, por medio del Espíritu lograremos experimentar y practicar la verdad, por vivir y andar en ella.
Como resultado, la verdad que antes estaba fuera de nosotros, la fe objetiva, sea infundida hacia dentro de nosotros y así llegue a ser nuestra fe subjetiva.
El contenido de la fe, que es la economía neotestamentaria de Dios, debe alcanzar a nuestro espíritu para que, a partir de allí, se expanda en nuestro interior, saturando todo nuestro ser, a fin de que sea vivido y practicado por nosotros hasta que la fe objetiva y la fe subjetiva sean una, totalmente iguales. ¡Aleluya por la fe que es igualmente preciosa! ¡Amén! dailyfood.ca
Punto Clave: Practicar la verdad.
Pregunta: ¿Cómo la fe objetiva llega a ser subjetiva en nosotros?
Jesús es el Señor!
La iglesia en Armenia