Qué tal amigos evangélicos. Mi nombre es Gabriel y estoy muy contento de haberme sumado a este foro. Espero poder compartir con ustedes todo aquello que nos edifique en la búsqueda religiosa.
Les dejo ahora un texto que escribí hace poco.
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Cada creencia tiene particularidades únicas que suelen ser planteadas de una forma en que la esencia resulta bastante inexorable. Aquí seguramente nos encontraremos con la dificultad de definir qué es esencia y qué es forma.
Antes de continuar ofrezco está analogía que me resulta muy ilustrativa:
La “poesía” es al poema lo que la “esencia” a la forma.
Existe una entidad trascendente que no conozco pero intuyo su presencia en todo aquello que existe (quizás el cómo de esta intuición pueda ser un tema muy discutible con personas que viven bajo admirables conductas éticas y en un paradigma ateo).
Yo planteo mi postura, no se si de algo necesariamente teista, pero sí trascendente e inaccesible por el sólo uso de la razón. Creo que sostener la independencia absoluta de cada ser y de cada cosa como algo ajeno al TODO es una ilusión humana que no se comprende a si misma como unidad. En este sentido entiendo que los conceptos cristianos de muerte y resurrección son respectivamente la inutilidad del apego a la apariencia y la trascendencia final en la unidad, como sostienen diversas creencias orientales.
En relación a esto pregunto ¿Sería justo pensar que el error más grande en que cae toda doctrina es la soberbia de pretender ser el único camino a la Verdad? (entendiendo como Verdad a lo mencionado como intuido).
Estoy convencido de que la esencia se manifiesta de diversas formas. El problema está cuando creernos que son estas más relevantes que la propia esencia, cuando es exactamente al revés. En otras palabras es cuando identificamos erróneamente a un camino como si este fuese el destino, la meta. Descubrir a Dios es no tener caminos, por eso aún caminamos.
Yo prefiero no decir con que religión adhiero (¡es que en realidad adhiero con contenidos de casi todas!). Si diré que fuera cual fuere el camino que se tome hay un compromiso que es ineludible: penetrar la forma, desmenuzar el nombre, indagar la esencia y finalmente compartir lo descubierto. Y todo esto con un premisa fundamental que es la convicción de que cuanto más se aleja la forma de constituirse como único camino, más se acerca a la verdad de la esencia.
En consecuencia diré que Dios, Ala, La Esencia, (o cual fuera su denominación) son palabras muertas si el que las sostiene no asume el compromiso de coraje y humildad para vivir y compartir el más profundo significado de sus nombres.
Les dejo ahora un texto que escribí hace poco.
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Cada creencia tiene particularidades únicas que suelen ser planteadas de una forma en que la esencia resulta bastante inexorable. Aquí seguramente nos encontraremos con la dificultad de definir qué es esencia y qué es forma.
Antes de continuar ofrezco está analogía que me resulta muy ilustrativa:
La “poesía” es al poema lo que la “esencia” a la forma.
Existe una entidad trascendente que no conozco pero intuyo su presencia en todo aquello que existe (quizás el cómo de esta intuición pueda ser un tema muy discutible con personas que viven bajo admirables conductas éticas y en un paradigma ateo).
Yo planteo mi postura, no se si de algo necesariamente teista, pero sí trascendente e inaccesible por el sólo uso de la razón. Creo que sostener la independencia absoluta de cada ser y de cada cosa como algo ajeno al TODO es una ilusión humana que no se comprende a si misma como unidad. En este sentido entiendo que los conceptos cristianos de muerte y resurrección son respectivamente la inutilidad del apego a la apariencia y la trascendencia final en la unidad, como sostienen diversas creencias orientales.
En relación a esto pregunto ¿Sería justo pensar que el error más grande en que cae toda doctrina es la soberbia de pretender ser el único camino a la Verdad? (entendiendo como Verdad a lo mencionado como intuido).
Estoy convencido de que la esencia se manifiesta de diversas formas. El problema está cuando creernos que son estas más relevantes que la propia esencia, cuando es exactamente al revés. En otras palabras es cuando identificamos erróneamente a un camino como si este fuese el destino, la meta. Descubrir a Dios es no tener caminos, por eso aún caminamos.
Yo prefiero no decir con que religión adhiero (¡es que en realidad adhiero con contenidos de casi todas!). Si diré que fuera cual fuere el camino que se tome hay un compromiso que es ineludible: penetrar la forma, desmenuzar el nombre, indagar la esencia y finalmente compartir lo descubierto. Y todo esto con un premisa fundamental que es la convicción de que cuanto más se aleja la forma de constituirse como único camino, más se acerca a la verdad de la esencia.
En consecuencia diré que Dios, Ala, La Esencia, (o cual fuera su denominación) son palabras muertas si el que las sostiene no asume el compromiso de coraje y humildad para vivir y compartir el más profundo significado de sus nombres.