Seguro que en cualquier momento de nuestras vidas nos hemos
hecho esta pregunta pues todo aquello que es por fe tiene su interrogante,
aunque si indagamos muy adentro de nuestro interior y con toda sinceridad
¿no nos da Dios pruebas y evidencias cada día de su existencia? Una de
las mayores pruebas somos nosotros mismos que de la cabeza a los pies
somos un puro milagro, pues un sistema tan sumamente complejo y
efectivo para nuestra propia existencia si no lo viera no lo creeria. Y si existo
yo, ¿cómo no va a a ser posible que exista Dios? Pues una creación tan
sofisticada y compleja, tanto animal como vegetal, sin ninguna duda
necesita un creador. Pero hay una gran diferencia entre el que crea y el
que ha sido creado, que Él no tiene tiempo y nosotros sí. Y nuestro tiempo
está marcado por la trayectoria de la tierra alrededor del Sol que da paso
a los días, semanas, meses, años y a las cuatro estaciones; en las cuales no
nos falta el testimonio de la naturaleza dándonos lo que necesitamos para
sobrevivir y poder sobrellevar las altas o bajas temeperaturas, pero ¡claro!,
¡es que la naturaleza es muy sabia!, pero yo me pregunto: ¿Dónde tiene la
naturaleza la mente para ser tan sabia? No será mas bien el gran espíritu de
la vida (o sea Dios) que tiene una mente tan enormemente superior a la
nuestra y que puede lograr tantas y tantas maravillas de las que estamos
rodeados y que llevan a innumerables formas de vida. Dos pequeños
ejemplos pueden ser esas pequeñísimas semillas que apenas se ven y que
luego una vez metidas en tierra y regadas, dan lugar a una gran variedad
de alimentos para nuestro sustento, y otras a una gran variedad de flores
para alegrarnos la vista y el alma; y luego algo que creo que es digno de
una gran admiración: ¡la cola del pavo real! ¿Cómo tantas plumas todas
independientes las unas de las otras pueden dar lugar a esos inigualables y
preciosos dibujos? ¿Casualidad? Alguien puede decir: no, no, eso viene
determinado por el ADN de cada especie, pero ¿quién ha preparado ese
ADN? ¿Por sí solo? Me parece imposible, como también me parece
imposible que un ordenador o un teléfono móvil funcionaran por si mismos
sin que nadie los hubiera diseñado, realizado y programado; y eso que el
hombre (hecho a Su imagen) se sirve de la materia prima preparada de
antemano por Dios para que poco a poco haya podido ir descubriendo
toda la ciencia y demás tecnología a la que Él a permitido en su inmensa
sabiduría que llegue. Pero aún así muchos dicen todavía: Si existe Dios, que
venga a la tierra para que yo lo vea. ¿Pero es que acaso no vino ya? Y en
realidad y comparado con la edad de la tierra, hace muy poquito tiempo
que estuvo entre nosotros. Pero como bien dice Juan, un discípulo muy
amado por Jesús, Él vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron
(Jn. 1: 10-11). Y hablando con sinceridad, tampoco creo que hoy en día
fuera mejor recibido que entonces, pues la humanidad sigue amando más
las tinieblas que la luz (Jn. 3: 19) y ninguno queremos que nadie venga a
decirnos qué hemos de hacer o cómo debemos de vivir para obrar
conforme a la voluntad de nuestro creador. “Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios” (Jn. 1: 12); ¡Pues sí! Y gracias a Dios no faltan quienes hayan
creido “en” Él y hayan creido “a” Él cuando vino a manifestarse a sus
criaturas para hacernos saber cuál era su plan para con nosotros, conforme
a la palabra que Jesús nos habló en su Evangelio, y como a través de su
sacrificio por nuestras faltas y pecados podremos vivir una eternidad a su
lado, hechos ya totalmente semejantes a Él en cuerpo y alma en una
nueva creación que está preparando para todos los que lo aman, donde
todo será bueno para nosotros y el mal dejará de existir (Ap. 21 :1-5). Pero
es ahora en esta tierra y en esta vida cuando tendremos la oportunidad de
elegir si creer lo que Dios nos vino a decir o seguir como estabamos
siguiendo la vida conforme a nuestros deseos y pensamientos dándole la
espalda a Dios y muchos negando su existencia. Pero quieran o no quieran
“Dios existe” y cuando tengan esa evidencia será demasiado tarde para
ellos pues habrán muerto o se habrá cerrado ya esa puerta de gracia
(Jesús) que tenemos aún abierta hasta su segunda venida donde ya no
habrá más oportunidades de arrepentimiento ni de aceptar su redención.
Por eso es ahora cuando tenemos que decidir si queremos obedecer y
aceptar lo que Dios nos vino a ofrecer, y si es así y como bien dice la
palabra (Jn. 3: 3-6) tenemos que nacer de nuevo para ser nuevas criaturas
conforme a la imagen de nuestro salvador.
hecho esta pregunta pues todo aquello que es por fe tiene su interrogante,
aunque si indagamos muy adentro de nuestro interior y con toda sinceridad
¿no nos da Dios pruebas y evidencias cada día de su existencia? Una de
las mayores pruebas somos nosotros mismos que de la cabeza a los pies
somos un puro milagro, pues un sistema tan sumamente complejo y
efectivo para nuestra propia existencia si no lo viera no lo creeria. Y si existo
yo, ¿cómo no va a a ser posible que exista Dios? Pues una creación tan
sofisticada y compleja, tanto animal como vegetal, sin ninguna duda
necesita un creador. Pero hay una gran diferencia entre el que crea y el
que ha sido creado, que Él no tiene tiempo y nosotros sí. Y nuestro tiempo
está marcado por la trayectoria de la tierra alrededor del Sol que da paso
a los días, semanas, meses, años y a las cuatro estaciones; en las cuales no
nos falta el testimonio de la naturaleza dándonos lo que necesitamos para
sobrevivir y poder sobrellevar las altas o bajas temeperaturas, pero ¡claro!,
¡es que la naturaleza es muy sabia!, pero yo me pregunto: ¿Dónde tiene la
naturaleza la mente para ser tan sabia? No será mas bien el gran espíritu de
la vida (o sea Dios) que tiene una mente tan enormemente superior a la
nuestra y que puede lograr tantas y tantas maravillas de las que estamos
rodeados y que llevan a innumerables formas de vida. Dos pequeños
ejemplos pueden ser esas pequeñísimas semillas que apenas se ven y que
luego una vez metidas en tierra y regadas, dan lugar a una gran variedad
de alimentos para nuestro sustento, y otras a una gran variedad de flores
para alegrarnos la vista y el alma; y luego algo que creo que es digno de
una gran admiración: ¡la cola del pavo real! ¿Cómo tantas plumas todas
independientes las unas de las otras pueden dar lugar a esos inigualables y
preciosos dibujos? ¿Casualidad? Alguien puede decir: no, no, eso viene
determinado por el ADN de cada especie, pero ¿quién ha preparado ese
ADN? ¿Por sí solo? Me parece imposible, como también me parece
imposible que un ordenador o un teléfono móvil funcionaran por si mismos
sin que nadie los hubiera diseñado, realizado y programado; y eso que el
hombre (hecho a Su imagen) se sirve de la materia prima preparada de
antemano por Dios para que poco a poco haya podido ir descubriendo
toda la ciencia y demás tecnología a la que Él a permitido en su inmensa
sabiduría que llegue. Pero aún así muchos dicen todavía: Si existe Dios, que
venga a la tierra para que yo lo vea. ¿Pero es que acaso no vino ya? Y en
realidad y comparado con la edad de la tierra, hace muy poquito tiempo
que estuvo entre nosotros. Pero como bien dice Juan, un discípulo muy
amado por Jesús, Él vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron
(Jn. 1: 10-11). Y hablando con sinceridad, tampoco creo que hoy en día
fuera mejor recibido que entonces, pues la humanidad sigue amando más
las tinieblas que la luz (Jn. 3: 19) y ninguno queremos que nadie venga a
decirnos qué hemos de hacer o cómo debemos de vivir para obrar
conforme a la voluntad de nuestro creador. “Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios” (Jn. 1: 12); ¡Pues sí! Y gracias a Dios no faltan quienes hayan
creido “en” Él y hayan creido “a” Él cuando vino a manifestarse a sus
criaturas para hacernos saber cuál era su plan para con nosotros, conforme
a la palabra que Jesús nos habló en su Evangelio, y como a través de su
sacrificio por nuestras faltas y pecados podremos vivir una eternidad a su
lado, hechos ya totalmente semejantes a Él en cuerpo y alma en una
nueva creación que está preparando para todos los que lo aman, donde
todo será bueno para nosotros y el mal dejará de existir (Ap. 21 :1-5). Pero
es ahora en esta tierra y en esta vida cuando tendremos la oportunidad de
elegir si creer lo que Dios nos vino a decir o seguir como estabamos
siguiendo la vida conforme a nuestros deseos y pensamientos dándole la
espalda a Dios y muchos negando su existencia. Pero quieran o no quieran
“Dios existe” y cuando tengan esa evidencia será demasiado tarde para
ellos pues habrán muerto o se habrá cerrado ya esa puerta de gracia
(Jesús) que tenemos aún abierta hasta su segunda venida donde ya no
habrá más oportunidades de arrepentimiento ni de aceptar su redención.
Por eso es ahora cuando tenemos que decidir si queremos obedecer y
aceptar lo que Dios nos vino a ofrecer, y si es así y como bien dice la
palabra (Jn. 3: 3-6) tenemos que nacer de nuevo para ser nuevas criaturas
conforme a la imagen de nuestro salvador.