MARIA un nombre tan dulce como esa jovencísima y preciosa criatura que amaba a Dios sobre todas las cosas, y que estando en oración en la intimidad de su casa tuvo la visita de un ángel anunciándole lo que Dios había dispuesto en su vida, de que concebiría y daría a luz al hijo de Dios y salvador del mundo Jesús. Y ella, pese a que le podría costar la vida por lapidación, que era el castigo para las adúlteras (ya que ella no había tenido contacto físico con su marido José), no dudó ni un solo instante en aceptar, considerándose muy afortunada de que Dios hubiera puesto en ella su mirada para conceder tan gran honor a tan humilde sierva. Y a partir de ahí todos conocemos la historia de esta gran mujer que supo ir guardando en su corazón todos los acontecimientos que fueron pasando por su vida: desde el nacimiento de Jesús, que seguramente fue la primera en preguntarse cómo un hijo de Dios nacía en un establo, hasta ese aparente final clavado en una cruz que hizo sentir su alma traspasada por una espada como ya le fue anunciado por Simeón, ese hombre justo y piadoso que estaba en el templo cuando presentaron a Jesús y que les dijo: - Y una espada traspasará tu propia alma, para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones – (Lc. 2: 35). Pero ella siempre supo creer lo que su hijo le revelaba y ocupar ese puesto que Dios le había encomendado para cuidar a su hijo y mantenerse discretamente en su lugar esperando todos los sucesos que habrían de acontecer. Ya con doce años Jesús les avisó que en los negocios de su padre le era necesario estar (Lc. 2: 49), pero cuando comenzó su ministerio y fueron invitados a una boda en Canaan se vio un poco obligado, por complacer a su madre, de mostrar su poder antes de tiempo convirtiendo el agua en vino; por eso tuvo que decirle: - ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha llegado mi hora – (Jn. 2: 4). Y a partir de ahí me imagino que ella se daría cuenta de que tenía apartarse y dejar en completa libertad a Jesús para cumplir su ministerio. Pues como madre y mujer de buen corazón le habría faltado a su hijo tiempo para hacer tantos milagros como serían necesarios en la vida cotidiana de los que le rodeaban: a unos salud, a otros alimentos, a otros justicia en sus pleitos, etc.
Pero Cristo vino primeramente para dar salud y salvación eterna a nuestra alma; aunque para mostrar que tenía poder para perdonar nuestros pecados, también hizo milagros carnales dejando ver el gran poder que emanaba de Él. Pero siempre era para reforzar su obra de salvación. También dejó ver claro quienes eran su verdadera familia: todos aquellos que hacen la voluntad de Dios (Mc. 3: 35); aunque nadie duda que la primera en cumplir la voluntad de Dios fue la propia María. Por eso ella es un buen ejemplo a seguir por todos nosotros los redimidos de Jesús, pues supo cumplir fielmente y en completa obediencia la obra que Dios dispuso en su vida como madre de nuestro redentor. Después se sabe que durmió (murió) el “sueño de los justos” (de cuyo suceso se han hecho varios cuadros, entre ellos el de Caravaggio “La dormición de la virgen” del año 1606), y está esperando como todos los santos la venida de Jesús quien rescatará a todos los suyos vivos o muertos,
para ser puesta junto a su hijo para su felicidad y gozo eterno. Y así en los primeros siglos se recordaba y se hacía mención de esta muerte en las
misas, hasta que según parece el papa Pio XII suprimió esta afirmación y se
dio paso como “dogma de fe” a una creencia de que María había subido
al cielo en cuerpo y alma, aunque de esto nada hay escrito ni en los
evangelios ni en los primeros escritos cristianos. A partir de ahí empezaron
una serie de supuestas apariciones a distintas personas, cada vez con una
cara diferente y con diferentes vestimentas, la mayoría de las veces con un
niño que ya no es niño sino un hombre de 33 años, para dar unos mensajes
y unas profecías que para nada valen en la Obra de Salvación; pues ésta
concluyó cuando Cristo en la cruz dijo: - Consumado es – (Jn. 19: 30), y con
su resurrección. Y además casi siempre habla a través de videntes lo cual
está condenado rotundamente en la Biblia por el señor (Lv. 19: 31, 20: 27)
(Dt. 18: 9-12), y pide que se hagan templos a su nombre cuando en nuestra
era los templos somos nosotros mismos y al mismo tiempo iglesia de Cristo, y
solo existe lugares de congregación de hermanos. Además algunos mensajes contradicen las enseñanzas de Jesús cuando pide oraciones repetitivas mientras que Jesús nos dice claramente en Mateo 6: 7 que en nuestras oraciones no usemos de vanas repeticiones. Ahora os pregunto: ¿Cualquier aparición o hecho prodigioso viene a aportar algo nuevo al mensaje de salvación? Yo creo que no. Si no que al contrario trata de desviar la atención del camino de salvación que Dios ha puesto ante nosotros para llevarnos a un culto vano que intenta desviarnos de la verdad, pues en el primer mandamiento de la Ley de Dios se nos dice no te harás esculturas ni imagen alguna de lo que hay en los cielos, ni en la tierra, ni en el agua y no te postrarás ante ellas y no las servirás y no tendrás a otro Dios que no sea Él. Y San Pablo ya nos dejo dicho en Gálatas 1: 8, que ni aún si un ángel del cielo nos anunciara otro evangelio que el de Cristo no le creyéramos, pues no hay otro. Otra cosa es cómo Dios iba a permitir que a tan santa mujer ó a su
imagen la tengan como a una muñeca que se viste y se desviste, se pasea
o se olvida, se venera o se pisotea según la imagen sea de barro o papel
ya que a veces la vemos en el suelo o en la basura. Y es que algunos hombres añaden nuevas cosas a la palabra de Dios y no se conforman con la obra de Jesús si no que, ponen a esa mujer que en vida supo estar sometida a la voluntad de Dios y supo ocupar un discreto lugar para dejar obrar a su hijo, ahora después de muerta como salvadora, intercesora y demás títulos, arrebatándole toda la gloria a su hijo.
Concluyo diciendo que nuestra muy amada y ejemplar María no se
merece la gran mentira que se ha formado en su nombre. Y lo que no
permitiríamos que se le hiciera a nuestra propia madre no permitamos que
se le haga a la madre de Jesús, si no que su nombre y persona sea
recordado hasta la venida de Jesús con todo el respeto y amor que se
merece.
Pero Cristo vino primeramente para dar salud y salvación eterna a nuestra alma; aunque para mostrar que tenía poder para perdonar nuestros pecados, también hizo milagros carnales dejando ver el gran poder que emanaba de Él. Pero siempre era para reforzar su obra de salvación. También dejó ver claro quienes eran su verdadera familia: todos aquellos que hacen la voluntad de Dios (Mc. 3: 35); aunque nadie duda que la primera en cumplir la voluntad de Dios fue la propia María. Por eso ella es un buen ejemplo a seguir por todos nosotros los redimidos de Jesús, pues supo cumplir fielmente y en completa obediencia la obra que Dios dispuso en su vida como madre de nuestro redentor. Después se sabe que durmió (murió) el “sueño de los justos” (de cuyo suceso se han hecho varios cuadros, entre ellos el de Caravaggio “La dormición de la virgen” del año 1606), y está esperando como todos los santos la venida de Jesús quien rescatará a todos los suyos vivos o muertos,
para ser puesta junto a su hijo para su felicidad y gozo eterno. Y así en los primeros siglos se recordaba y se hacía mención de esta muerte en las
misas, hasta que según parece el papa Pio XII suprimió esta afirmación y se
dio paso como “dogma de fe” a una creencia de que María había subido
al cielo en cuerpo y alma, aunque de esto nada hay escrito ni en los
evangelios ni en los primeros escritos cristianos. A partir de ahí empezaron
una serie de supuestas apariciones a distintas personas, cada vez con una
cara diferente y con diferentes vestimentas, la mayoría de las veces con un
niño que ya no es niño sino un hombre de 33 años, para dar unos mensajes
y unas profecías que para nada valen en la Obra de Salvación; pues ésta
concluyó cuando Cristo en la cruz dijo: - Consumado es – (Jn. 19: 30), y con
su resurrección. Y además casi siempre habla a través de videntes lo cual
está condenado rotundamente en la Biblia por el señor (Lv. 19: 31, 20: 27)
(Dt. 18: 9-12), y pide que se hagan templos a su nombre cuando en nuestra
era los templos somos nosotros mismos y al mismo tiempo iglesia de Cristo, y
solo existe lugares de congregación de hermanos. Además algunos mensajes contradicen las enseñanzas de Jesús cuando pide oraciones repetitivas mientras que Jesús nos dice claramente en Mateo 6: 7 que en nuestras oraciones no usemos de vanas repeticiones. Ahora os pregunto: ¿Cualquier aparición o hecho prodigioso viene a aportar algo nuevo al mensaje de salvación? Yo creo que no. Si no que al contrario trata de desviar la atención del camino de salvación que Dios ha puesto ante nosotros para llevarnos a un culto vano que intenta desviarnos de la verdad, pues en el primer mandamiento de la Ley de Dios se nos dice no te harás esculturas ni imagen alguna de lo que hay en los cielos, ni en la tierra, ni en el agua y no te postrarás ante ellas y no las servirás y no tendrás a otro Dios que no sea Él. Y San Pablo ya nos dejo dicho en Gálatas 1: 8, que ni aún si un ángel del cielo nos anunciara otro evangelio que el de Cristo no le creyéramos, pues no hay otro. Otra cosa es cómo Dios iba a permitir que a tan santa mujer ó a su
imagen la tengan como a una muñeca que se viste y se desviste, se pasea
o se olvida, se venera o se pisotea según la imagen sea de barro o papel
ya que a veces la vemos en el suelo o en la basura. Y es que algunos hombres añaden nuevas cosas a la palabra de Dios y no se conforman con la obra de Jesús si no que, ponen a esa mujer que en vida supo estar sometida a la voluntad de Dios y supo ocupar un discreto lugar para dejar obrar a su hijo, ahora después de muerta como salvadora, intercesora y demás títulos, arrebatándole toda la gloria a su hijo.
Concluyo diciendo que nuestra muy amada y ejemplar María no se
merece la gran mentira que se ha formado en su nombre. Y lo que no
permitiríamos que se le hiciera a nuestra propia madre no permitamos que
se le haga a la madre de Jesús, si no que su nombre y persona sea
recordado hasta la venida de Jesús con todo el respeto y amor que se
merece.
Este escrito ha sido hecho con un gran amor hacia ella. No se vea en
ello otra intención. Amén.
ello otra intención. Amén.