LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Estimado equivocado y maldiciente billi. Saludos cordiales.

Tú dices:

BUENO, PARECE QUE EL SECTARISMO TE TIENE CIEGO. DE NUEVO, TE EQUIVOCASTE DE "ENLATADO".

ESE NO ES EL PUNTO QUE ESTAMOS TRATANDO EN ESTE DEBATE.

LO QUE PRETENDEMOS AQUÌ SOLO ES DETERMINAR, A QUÈ FUÈ "AÑADIDA" ESA LEY, MENCIONADA EN GÀLATAS 3.

Y SOBRE ESO, TENEMOS DOS POSICIONES:

1) FUÈ AÑADIDA AL DECÀLOGO. (COMO SOSTIENE EL adventismo).

2) FUÈ AÑADIDA AL "PACTO ABRAHAMICO". (COMO SOSTENGO YO).

ENTONCES, YO PRESENTÈ LAS EVIDENCIAS BÌBLICAS PARA SUSTENTAR MI POSTURA; SOLAMENTE APOYANDOME EN TODO EL CONTEXTO EXTENDIDO DEL PASAJE Y EN OTROS PASAJES PAULINOS, QUE VAN CON EL TEMA.

FALTA QUE TÙ PRESENTES LAS TUYAS, COMO SEGUIDOR DEL adventismo....
PERO, HACIENDO ALGO SIMILAR, A LO QUE YO HICE; Y NO SIMPLEMENTE PEGANDO "ENLATADOS".

Respondo: Debemos saber que es lo que Dios nos enseña a través de este importantísimo Libro, y eso es lo que tú no quieres que salga a relucir.


Te invito entonces a descubrir los secretos de este libro:

Comencemos con el tema: "Redimidos de la maldición"

Tras haber aceptado el evangelio, los gálatas estaban extraviándose en pos de falsos maestros que les presentaban "otro evangelio", una falsificación del verdadero y único, puesto que no hay más que uno en todo tiempo y para todo ser humano.
La falsificación del evangelio se expresaba en estos términos: "Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos". Si bien en nuestros días carece de relevancia el asunto de si hay que someterse o no al rito de la circuncisión; no obstante, en relación con la salvación misma está tan viva como siempre la polémica en cuanto a si participan las obras humanas, o si es solamente por Cristo.

En lugar de atacar su error y combatirlo con poderosos argumentos, el apóstol refiere a los gálatas a una experiencia que ilustra el tema objeto de discusión. En su exposición les demuestra que la salvación es solamente por la fe para todos los hombres, y de ninguna forma por las obras. De igual manera que Cristo gustó la muerte por todos, todo el que sea salvo ha de poseer la experiencia personal de la muerte, resurrección y vida de Cristo en él. Cristo en la carne, hace lo que la ley no era capaz de hacer (Gál. 2:21; Rom. 8:3 y 4). Pero el mismo hecho señalado da testimonio de la justicia de la ley. Si ésta fuera en algún respecto deficiente, Cristo no habría cumplido sus requerimientos. Cristo muestra la justicia de la ley cumpliéndola, o realizando lo que demanda la ley, no simplemente por nosotros, sino en nosotros. La gracia de Dios en Cristo atestigua sobre la majestad y santidad de la ley. No desechamos la gracia de Dios: si la justicia pudiera obtenerse por la ley, "entonces por demás murió Cristo".

Pretender que la ley puede ser abolida, que sus demandas pueden ser tenidas en poco, que se las puede pasar por alto, equivale a pretender que Cristo murió en vano. Repitámoslo: la justicia no puede obtenerse por la ley, sino solamente por la fe de Cristo. Pero el hecho de que la justicia de la ley no pueda lograrse de otra manera que no sea por la crucifixión, resurrección y vida de Cristo en nosotros, muestra la infinita grandeza y santidad de la ley.

1. ¡Oh, gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó a vosotros, a quienes Cristo fue presentado crucificado?

Pablo escribió literalmente "¿quién os hechizó...?" (ver N.T. Interl.). "Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros. Como pecado de hechicería es la rebeldía, crimen de tarafim [idolatría] la contumacia" (1 Sam. 15:22 y 23, La Biblia de Jerusalén). En hebreo, dice literalmente: "El pecado de rebelión es hechicería, y la contumacia es rebelión e idolatría". ¿Por qué? Porque la rebeldía y contumacia son rechazo hacia Dios. Y aquel que rechaza a Dios se pone bajo el control de los malos espíritus. Toda idolatría es adoración al diablo. "Lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican" (1 Cor. 10:20). No hay terreno neutral. Cristo dijo: "El que no es conmigo, está contra mí" (Mat. 12:30). Es decir: la desobediencia, el rechazar al Señor, es el espíritu del anticristo. Como ya hemos visto, los hermanos gálatas estaban apartándose de Dios. Inevitablemente -aunque quizá sin darse cuenta- estaban volviendo a la idolatría.

Una salvaguarda contra el espiritismo

El espiritismo no es más que otra forma de referirse a la antigua hechicería, o brujería. Es un fraude, pero no el tipo de fraude que muchos imaginan. Hay en él una realidad. Es un fraude, ya que pretendiendo mantener comunicación con los espíritus de los muertos, la mantiene solamente con los espíritus de los demonios, dado que "los muertos nada saben". Ser un medium espiritista es entregarse al control de los demonios.

Sólo hay una forma de protegerse de ello, y es aferrarse a la Palabra de Dios. Aquel que considera con ligereza la Palabra de Dios, está perdiendo su asociación con Dios, y se pone bajo la influencia de Satanás. Incluso hasta aquel que denuncia el espiritismo en los términos más enérgicos, si deja de aferrarse a la Palabra de Dios, antes o después será descarriado por la poderosa seducción de la falsificación de Cristo. Sólo manteniéndose firmemente por la Palabra de Dios, podrá el creyente ser guardado en la hora de la prueba que está por venir a todo el mundo (Apoc. 3:10). "El espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Efe. 2:2) es el espíritu de Satanás, el espíritu del anticristo; y el evangelio de Cristo, que revela la justicia de Dios (Rom. 1:16 y 17) es la única salvación de él posible.
Cristo, crucificado ante nosotros.

Cuando Pablo predicó a los gálatas les presentó a Cristo crucificado. Tan vívida fue la descripción, que los gálatas pudieron realmente contemplarlo ante sus ojos como el Crucificado. No era un asunto de mera retórica por parte de Pablo, ni de imaginación por parte de ellos. Empleando a Pablo como instrumento, el Espíritu Santo los capacitó para ver a Cristo crucificado.
Al respecto, la experiencia de los gálatas no puede ser exclusiva de ellos. La cruz de Cristo es un hecho actual. La expresión 'Ir a la cruz' no es una mera forma de expresión, sino algo que se puede cumplir literalmente.
Nadie puede conocer la realidad del evangelio hasta que vea a Cristo crucificado ante sus ojos, y hasta ver la cruz en cada parte. Podrá ser que alguien se burle, pero el hecho de que una persona ciega no vea el sol, y niegue que éste brilla, no convencerá al que lo ve y recibe su luz. Muchos hay que podrán dar testimonio de que las palabras del apóstol, a propósito de que Cristo fue crucificado ante los ojos de los gálatas, son más que una simple figura del lenguaje. Otros muchos han conocido esa misma experiencia. ¡Dios quiera que este estudio de la epístola pueda ser el medio de abrir los ojos a muchos más!


Continuará...
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Continuación:

. Sólo esto quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley, o por haber oído con fe?

Hay una sola respuesta: por haber oído con fe. Se da el Espíritu a aquellos que creen (Juan 7:38 y 39; Efe. 1:13). Podemos también ver que los gálatas habían recibido el Espíritu Santo. No hay otra forma en la que pueda iniciarse la vida cristiana. "Nadie puede decir: 'Jesús es el Señor', sino por el Espíritu Santo" (1 Cor. 12:3). En el principio, el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas, engendrando vida y actividad en la creación, pues sin el Espíritu no hay acción, no hay vida. "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice el Eterno Todopoderoso" (Zac. 4:6). Solamente el Espíritu de Dios puede cumplir su perfecta voluntad. Ninguna obra que el hombre pueda hacer, es capaz de traer a Dios al alma. Es tan imposible como que un muerto resucitara produciendo su propio soplo de vida. Así pues, los destinatarios de la epístola habían visto a Cristo crucificado ante sus ojos, y lo habían aceptado mediante el Espíritu. ¿Lo has visto y aceptado tú?

3. ¿Tan insensatos sois? Habiendo empezado por el Espíritu, ¿ahora vais a terminar por la carne?

"Insensatos" es decir poco. El que no tiene poder para comenzar una obra, ¡cree tener fuerzas para terminarla! Alguien incapaz de poner un pie delante del otro, o de tenerse derecho, considera que en sí mismo tiene lo necesario para ganar una carrera!

¿Quién tiene el poder para engendrarse a sí mismo? Nadie. No venimos a este mundo engendrándonos a nosotros mismos. Nacemos sin fuerzas. Por lo tanto, toda la fuerza que podamos manifestar posteriormente, tiene una procedencia externa a nosotros. Nos es dada en su totalidad. El bebé recién nacido es el representante del hombre. "Ha venido un hombre al mundo", decimos. Toda la fuerza que un hombre tiene en sí mismo, no es mayor que ese llanto del recién nacido con el que comienza su primera respiración. En realidad, hasta esa exigua fuerza le ha sido dada.

Tal sucede en el mundo espiritual. "Por su voluntad él nos engendró por la Palabra de Verdad" (Sant. 1:18). No podemos vivir rectamente por nuestras propias fuerzas más de lo que podemos engendrarnos a nosotros mismos. La obra que el Espíritu engendró ha de ser llevada a su plenitud por el mismo Espíritu. "Hemos llegado a ser participantes de Cristo, si retenemos firme el principio de nuestra confianza hasta el fin" (Heb. 3:14). "El que empezó en vosotros la buena obra, la irá perfeccionando hasta el día de Jesucristo" (Fil. 1:6). Solamente Él puede hacerlo.

4. ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Si es que realmente fue en vano.

5. Aquel que os suministra el Espíritu, y realiza maravillas entre vosotros, ¿lo hace porque observáis la Ley, o porque oís con fe?

Esas preguntas muestran que la experiencia de los hermanos de Galacia había sido tan profunda y genuina como podía esperarse de personas ante cuyos ojos haya sido presentado Cristo crucificado. Se les había dado el Espíritu, se habían efectuado milagros entre ellos, e incluso por ellos mismos, puesto que los dones del Espíritu acompañan al don del Espíritu. Y como resultado de ese evangelio vibrante que habían vivido, sufrieron persecución, ya que "todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos" (2 Tim. 3:12). Eso aumenta la gravedad de la situación. Habiendo participado de los sufrimientos de Cristo, estaban ahora alejándose de Él. Y ese apartarse de Cristo, único por cuyo medio puede venir la justicia, se caracterizaba por la desobediencia a la ley de la verdad. De forma inconsciente pero inevitable, estaban transgrediendo aquella ley por la que esperaban ser salvos.


Continuará...
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Continuación...

6. Abrahán creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
Las preguntas enunciadas en los versículos tres al cinco llevan implícita la respuesta. Les fue ministrado el Espíritu y se produjeron milagros, no por las obras de la ley, sino por oír con fe; es decir, por la obediencia a la fe, puesto que la fe viene por el oír la Palabra de Dios (Rom. 10:17). La labor de Pablo y la experiencia temprana de los gálatas, estaban en plena armonía con la experiencia de Abrahán, a quien se le contó la fe por justicia. Es conveniente recordar que los "falsos hermanos" que predicaban "otro evangelio", el falso evangelio de la justicia por las obras, eran judíos, y evocaban a Abrahán por padre. Se enorgullecían por ser "hijos" de Abrahán y señalaban su circuncisión como prueba de ello. Pero precisamente aquello sobre lo que sustentaban su pretensión de ser hijos de Abrahán probaba que no lo eran, ya que "Abrahán creyó a Dios, y le fue contado por justicia". Abrahán tuvo la justicia de la fe antes de ser circuncidado (Rom. 4:11). "Por tanto, sabed que los que son de la fe, esos son hijos de Abrahán" (Gál. 3:7). Abrahán no fue justificado por las obras (Rom. 4:2 y 3), sino que su fe obró justicia.

Hoy subsiste idéntico problema. Se confunde la señal con la sustancia, el fin con los medios. Puesto que la justicia se materializa en buenas obras, se asume –falsamente– que las buenas obras producen la justicia. A los que así piensan, la justicia que viene por la fe -las buenas obras que no vienen de "obrar"- les parecen carentes de realidad y sentido práctico. Se tienen por personas "prácticas" y creen que la única forma de lograr que se haga algo, es haciéndolo. Sin embargo, la verdad es que los tales son rematadamente imprácticos. Alguien que carece absolutamente de fuerza es incapaz de hacer nada, ni siquiera de levantarse para tomar la medicina que se le ofrece. Resultará vano cualquier consejo que se le de a fin de que procure hacerlo. Sólo en el Señor está el poder y la justicia (Isa. 45:24). "Encomienda al Eterno tu camino, confía en él, y él obrará" (Sal. 37:5). Abrahán es el padre de todos los que creen para justicia, y solamente de ellos. Lo único verdaderamente práctico es creer, tal como él hizo.

7. Por tanto, sabed que los que son de la fe, esos son hijos de Abrahán.

8. La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles, por la fe, de antemano anunció el evangelio a Abrahán, al decirle: "Por medio de ti serán benditas todas las naciones".

Estos versículos merecen una lectura detenida. Su comprensión guardará de muchos errores. Y no es difícil entenderlos; basta con atenerse a lo que dicen, ¡eso es todo!

(a) Afirman que el evangelio fue predicado, al menos, tan pronto como en los días de Abrahán.
(b) Fue Dios mismo quien lo predicó. Por lo tanto, se trata del verdadero y único evangelio.
(c) Se trataba del mismo evangelio que Pablo predicó. Por lo tanto, no hay otro evangelio diferente del que poseyó Abrahán.
(d) El evangelio no es hoy en ningún particular diferente del que existió en los días de Abrahán.
Dios requiere hoy lo mismo que entonces, y nada más que eso.
Aún hay más: el evangelio fue entonces predicado a los gentiles, puesto que Abrahán era gentil, o lo que es lo mismo, pagano. Recibió el llamado siendo pagano, puesto que "Taré, padre de Abrahán y Nacor, ... servían a otros dioses" (Jos. 24:2), y fue un pagano hasta serle predicado el evangelio. Así, la predicación del evangelio a los gentiles no fue un fenómeno inédito en los días de Pedro y de Pablo. La nación judía fue tomada de entre los gentiles, y es solamente en virtud de la predicación del evangelio a los gentiles como Israel tiene existencia y salvación (Hech. 15:14-18; Rom. 11:25 y 26). La existencia misma del pueblo de Israel era y sigue siendo una evidencia del propósito de Dios de salvar a personas, de entre los gentiles. Es en cumplimiento de ese propósito que Israel existe.

Vemos pues que el apóstol lleva a los gentiles, y nos lleva a nosotros, de vuelta a los orígenes, allí donde Dios mismo nos predica el evangelio a nosotros, "gentiles". Ningún gentil puede esperar ser salvo de otra forma, o por otro evangelio diferente de aquel por el que fue salvo Abrahán.
9. Así, los que viven por la fe son benditos con el creyente Abrahán.
10. Porque todos los que dependen de las obras de la Ley, están bajo maldición, porque escrito está: "Maldito todo aquel que no permanece en todo lo que está escrito en el libro de la Ley".

Observa la estrecha relación que guardan estos versículos con el precedente. A Abrahán le fue predicado el evangelio en estos términos: "Por medio de ti serán benditas todas las naciones". "Pagano", "gentil", y "naciones" (del versículo 8), se traducen a partir del mismo vocablo griego. Esa bendición consiste en el don de la justicia mediante Cristo, como indica Hechos 3:25 y 26: "Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios concertó con nuestros padres, cuando dijo a Abrahán: 'En tu Descendiente serán benditas todas las familias de la tierra'. Habiendo Dios resucitado a su Hijo, lo envió primero a vosotros para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad". Dado que Dios predicó el evangelio a Abrahán, diciendo: "por medio de ti serán benditas todas las naciones", los que creen resultan benditos con el creyente Abrahán. No hay otra bendición para el hombre, sea éste cual fuere, excepto la que Abrahán recibió. Y el evangelio que le fue predicado es el único para todo ser humano en la tierra. Hay salvación en el nombre de Jesús, en el que Abrahán creyó, y "en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:12). En Él "tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados" (Col. 1:14). El perdón de los pecados conlleva todas las bendiciones.


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

HOLA A TODOS.

ESTIMADOS HERMANOS, AL PARECER ESTE "PERSONAJE" NO SE DA CUENTA, DE QUE SUS ODIOSOS Y LARGOS "ENLATADOS" NO VAN AL PUNTO ESPECIFICO QUE NOS INTERESA AQUÌ:
DETERMINAR, A QUÈ FUÈ "AÑADIDA" ESA LEY, MENCIONADA EN GÀLATAS 3.

PERO, YO NO SÈ QUÈ SE CREE ÈL QUE GANA, CON SUS EVASIVAS Y "CORTINAS DE HUMO".......

BUENO, PARECE QUE EL SECTARISMO TE TIENE CIEGO. DE NUEVO, TE EQUIVOCASTE DE "ENLATADO".

ESE NO ES EL PUNTO QUE ESTAMOS TRATANDO EN ESTE DEBATE.

LO QUE PRETENDEMOS AQUÌ SOLO ES DETERMINAR, A QUÈ FUÈ "AÑADIDA" ESA LEY, MENCIONADA EN GÀLATAS 3.

Y SOBRE ESO, TENEMOS DOS POSICIONES:

1) FUÈ AÑADIDA AL DECÀLOGO. (COMO SOSTIENE EL adventismo).

2) FUÈ AÑADIDA AL "PACTO ABRAHAMICO". (COMO SOSTENGO YO).

ENTONCES, YO PRESENTÈ LAS EVIDENCIAS BÌBLICAS PARA SUSTENTAR MI POSTURA; SOLAMENTE APOYANDOME EN TODO EL CONTEXTO EXTENDIDO DEL PASAJE Y EN OTROS PASAJES PAULINOS, QUE VAN CON EL TEMA.

FALTA QUE TÙ PRESENTES LAS TUYAS, COMO SEGUIDOR DEL adventismo....
PERO, HACIENDO ALGO SIMILAR, A LO QUE YO HICE; Y NO SIMPLEMENTE PEGANDO "ENLATADOS".
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Estimado equivocado y maldiciente billi. Saludos cordiales.

Tú dices:

HOLA A TODOS.

ESTIMADOS HERMANOS, AL PARECER ESTE "PERSONAJE" NO SE DA CUENTA, DE QUE SUS ODIOSOS Y LARGOS "ENLATADOS" NO VAN AL PUNTO ESPECIFICO QUE NOS INTERESA AQUÌ:
DETERMINAR, A QUÈ FUÈ "AÑADIDA" ESA LEY, MENCIONADA EN GÀLATAS 3.

PERO, YO NO SÈ QUÈ SE CREE ÈL QUE GANA, CON SUS EVASIVAS Y "CORTINAS DE HUMO".......


Respondo: ¡Que pena que encuentres largos y odiosos los textos sobre el tema que se está abordando: Gálatas Cap. 3!

El punto que se aborda quedará más clarificado con estos "enlatados" que no son los enlatados que tú provees.

Así que continuemos con el tema, si te parece.

Un contraste: Bajo maldición

Observa el marcado contraste expuesto en los versículos nueve y diez: "los que viven por la fe son benditos", mientras que "los que dependen de las obras de la Ley, están bajo maldición". La fe trae la bendición. Las obras de la ley traen la maldición; o mejor dicho, lo dejan a uno bajo la maldición. La maldición pesa sobre todos, ya que "el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el Nombre del único Hijo de Dios" (Juan 3:18). La fe revierte esa maldición.

¿Quién está bajo la maldición? "todos los que dependen de las obras de la Ley ". Fíjate que no dice que los que obedecen la ley estén bajo la maldición, lo que sería una directa contradicción de Apocalipsis 22:14: "¡Dichosos los que guardan sus Mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y entren por las puertas en la ciudad!" "¡Dichosos los perfectos de camino, los que andan en la Ley del Señor!" (Sal. 119:1).

Los que son de la fe, son guardadores de la ley, puesto que los que son de la fe son benditos, y los que guardan los mandamientos son también benditos. Guardan los mandamientos por la fe. Pero el evangelio es contrario a la naturaleza humana: venimos a ser hacedores de la ley, no haciendo, sino creyendo. Si obrásemos para obtener justicia, estaríamos simplemente ejercitando nuestra naturaleza humana pecaminosa, lo que jamás nos acercaría a la justicia sino que nos alejaría de ella. Por contraste, creyendo las "preciosas y grandísimas promesas" llegamos a "participar de la naturaleza divina" (2 Ped. 1:4) y entonces todas nuestras obras son hechas en Dios. "Los gentiles que no buscaban la justicia, la alcanzaron, a saber, la justicia que procede de la fe; mientras que Israel, que seguía la Ley de justicia, no alcanzó la justicia. ¿Por qué? Porque no la seguían por la fe, sino por las obras. Por eso tropezaron en la piedra de tropiezo. Como está escrito: 'Pongo en Sión una piedra de tropiezo, y roca de caída. El que crea en él, nunca será avergonzado' " (Rom. 9:30-33).

¿En qué consiste la maldición?

Nadie que lea detenida y reflexivamente Gálatas 3:10 dejará de comprender que la maldición es la transgresión de la ley. La desobediencia a la ley de Dios es en sí misma la maldición, puesto que "el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte" (Rom. 5:12). El pecado encierra la muerte en su seno. Sin pecado la muerte sería imposible, ya que "el aguijón de la muerte es el pecado" (1 Cor. 15:56). "Todos los que dependen de las obras de la Ley, están bajo maldición". ¿Por qué? ¿Será quizá la ley una maldición? En absoluto, puesto que "la Ley es santa, y el Mandamiento santo, justo y bueno" (Rom. 7:12). ¿Por qué, pues, están bajo maldición todos los que se apoyan en las obras de la ley? Porque está escrito: "Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas".

No hay que confundirse: No es maldito porque obedezca la ley, sino porque no lo hace. Así pues, es fácil ver que apoyarse en las obras de la ley no significa que uno esté cumpliendo la ley. ¡No! "Porque la inclinación de la carne es contraria a Dios, y no se sujeta a la Ley de Dios, ni tampoco puede". (Rom. 8:7). Todos están bajo la maldición, y el que piensa en librarse de ella por sus propias obras, continúa en ella. Puesto que la "maldición" consiste en no permanecer en todas las cosas que están escritas en la ley, es fácil deducir que la "bendición" significa perfecta conformidad con la ley.
Bendición y maldición.

"Hoy pongo ante vosotros la bendición y la maldición. La bendición si obedecéis los Mandamientos del Eterno vuestro Dios, que os prescribo hoy. Y la maldición si no obedecéis los Mandamientos del Eterno vuestro Dios" (Deut. 11:26-28). Esa es la palabra viviente de Dios, dirigida personalmente a cada uno de nosotros. "La Ley produce ira" (Rom. 4:15), pero la ira de Dios viene solamente sobre los desobedientes (Efe. 5:6). Si creemos verdaderamente, no somos condenados, porque la fe nos pone en armonía con la ley, la vida de Dios. "El que mira atentamente en la Ley perfecta –la de la libertad– y persevera en ella, y no es oyente olvidadizo, sino cumplidor, éste será feliz [bendito] en lo que hace" (Sant. 1:25).


Continuará.
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Continuación.

Buenas obras

La Biblia no desprecia las buenas obras. Al contrario, las exalta. "Palabra fiel es ésta. En estas cosas insiste con firmeza, para que los que creen en Dios, procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres" (Tito 3:8). La acusación que pesa contra los incrédulos es que niegan a Dios con los hechos: son "reprobados para toda buena obra" (Tito 1:16). Pablo exhortó a Timoteo a que mandase a los ricos de este siglo "que hagan bien, que sean ricos en buenas obras" (1 Tim. 6:17 y 18). Y el apóstol oró por todos nosotros "para que andéis como es digno del Señor, a fin de agradarle en todo, para que fructifiquéis en toda buena obra" (Col. 1:10). Más aún, se nos da la seguridad de ser "creados en Cristo Jesús para buenas obras... para que anduviésemos en ellas" (Efe. 2:10).

Él mismo preparó esas obras para nosotros; las produjo, y las concede a todo el que cree en Él (Sal. 31:19). "Esta es la obra de Dios, que creáis en Aquel a quien él envió" (Juan 6:29). Se requieren buenas obras, pero no podemos hacerlas. Solamente Aquel que es Bueno, que es Dios, puede hacerlas. Si es que en nosotros existe el más mínimo bien, se debe a la obra de Dios. Nada de lo que Dios hace es digno de desprecio. "El Dios de paz, que por la sangre del pacto eterno, resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran Pastor de las ovejas, os haga aptos en toda buena obra, para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable ante él por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén" (Heb. 13:20 y 21).

11. Pero es claro que por la Ley ninguno se justifica ante Dios, porque "el justo vivirá por la fe".

12. La Ley no procede de la fe, pues dice: "El que hace esas cosas, vive por ellas".

¿Quiénes son los justos?

Cuando leemos la repetida declaración: "el justo vivirá por la fe", es imprescindible que comprendamos claramente qué significa el término "justo". Ser justificado por la fe es ser hecho justo por la fe. "Toda injusticia es pecado" (1 Juan 5:17, N.T. Interl.), y "el pecado es la transgresión de la Ley" (1 Juan 3:4). Por lo tanto, toda injusticia es transgresión de la ley; y por supuesto, toda justicia es obediencia a la ley. Vemos por lo tanto que el justo –o recto– es aquel que obedece la ley, y ser justificado es ser hecho guardador de la ley.

Cómo llegar a ser justo

El fin perseguido es la práctica del bien, y la norma es la ley de Dios. "La Ley produce ira" "por cuanto todos pecaron", y "por estas cosas viene la ira de Dios sobre los desobedientes". ¿Cómo vendremos a ser hacedores de la ley, y escaparemos así de la ira o maldición? La respuesta es: "el justo vivirá por la fe". ¡Por la fe, no por las obras, venimos a ser hacedores de la ley! "Con el corazón se cree para justicia" (Rom. 10:10). El que ningún hombre resulta justificado ante Dios por la ley, es evidente. ¿Por qué? Porque "el justo vivirá por la fe". Si la justicia viniese por las obras, entonces no vendría por la fe, "y si es por gracia, ya no es en base a las obras. Si fuera por obras, la gracia ya no sería gracia" (Rom. 11:6). "Al que obra, no se le cuenta el salario como favor, sino como deuda. En cambio, al que no obra, pero cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia" (Rom. 4:4 y 5).

No hay excepción. No hay caminos intermedios. No dice que algunos de los justos vivirán por la fe, ni tampoco que vivirán por fe y por obras; sino simplemente: "el justo vivirá por la fe". Eso prueba que la justicia no viene por las obras procedentes de uno mismo. Todos los justos son hechos justos, y mantenidos en esa situación, solamente por fe. Eso es así debido a la sublime santidad de la ley, que está más allá del alcance del hombre. Solamente el poder divino puede cumplirla. Así, recibimos al Señor Jesús por la fe, y Él vive la perfecta ley en nosotros.


Continuará...
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Continuación...

La ley no procede de la fe

Es a la ley escrita –sea en un libro, o bien en tablas de piedra– a la que se refiere el texto. La ley dice simplemente: 'Haz esto. No hagas aquello'. "El que hace esas cosas vive por ellas". La ley ofrece vida solamente bajo esa condición. Obras, solamente obras, es lo que la ley acepta. Poco importa el origen de las mismas, con tal que estén presentes. Pero nadie ha cumplido los requerimientos de la ley, por lo tanto, no puede haber hacedores de la ley. Es decir, no puede haber nadie cuya propia vida presente un registro de perfecta obediencia.

"El que hace esas cosas vive por ellas". ¡Pero uno tiene que estar vivo, a fin de poder hacerlas! Un muerto no puede hacer nada, y el que está muerto en "delitos y pecados" (Efe. 2:1) es incapaz de obrar justicia. Cristo es el único en quien hay vida, ya que Él es la vida, y Él es el único que cumplió y puede cumplir la justicia de la ley. Cuando no es negado y rechazado, sino reconocido y recibido, vive en nosotros toda la plenitud de su vida, de forma que ya no somos más nosotros, sino Cristo viviendo en nosotros. Entonces, su obediencia en nosotros nos hace justos. Nuestra fe nos es contada por justicia, simplemente porque esa fe se apropia del Cristo viviente. Por la fe sometemos nuestro cuerpo como templo de Dios. Cristo, la Piedra viva, habita en el corazón, que se transforma así en trono de Dios. Y así, en Cristo, la ley viviente viene a ser nuestra vida, "porque de él [del corazón] mana la vida" (Prov. 4:23).

13. Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, al hacerse maldición por nosotros, porque escrito está: "Maldito todo el que es colgado de un madero".

14. Para que en Cristo Jesús, la bendición de Abrahán llegara a los gentiles, para que por la fe recibamos la promesa del Espíritu.

Abordando el tema central

En esta epístola no hay controversia alguna sobre la ley, al respecto de si se la debe obedecer o no. Para nada se considera que la ley haya sido abolida, cambiada, o haya perdido su vigencia. La epístola no contiene el más leve indicio de tal cosa. El asunto a resolver no es si se debe obedecer la ley, sino cómo hay que obedecerla. Se da por sentado que la justificación –ser hecho justo– es una necesidad. La cuestión es la siguiente: ¿Viene por la fe, o por las obras? Los "falsos hermanos" estaban persuadiendo a los gálatas de que debían ser hechos justos por sus propios esfuerzos. Pablo, mediante el Espíritu, les mostraba que todos esos esfuerzos eran vanos, y que tenían por único resultado el que la maldición se ciñese aún más sobre el pecador.
La justicia por la fe en Jesucristo queda establecida para todos en todo tiempo, como la única justicia verdadera. Los falsos maestros se gloriaban en la ley, pero debido a su transgresión de la misma, traían oprobio al nombre de Dios. Pablo se gloriaba en Cristo, y mediante la justicia de la ley a la que quedó así sometido, dio gloria al nombre de Dios.

El aguijón del pecado

La última parte del versículo 13 muestra claramente que la maldición consiste en la muerte: "Maldito todo el que es colgado de un madero". Cristo fue hecho maldición por nosotros al colgar del madero, es decir, al ser crucificado. Ahora bien, el pecado es el causante de la muerte: "el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, pues todos pecaron" (Rom. 5:12). "El aguijón de la muerte es el pecado" (1 Cor. 15:56). Así, virtualmente, el versículo 10 nos dice que "todo el que no permanece en todo lo que está escrito en el libro de la Ley" puede darse por muerto. En otras palabras: la desobediencia equivale a la muerte.

"Cuando su mal deseo ha concebido, produce el pecado. Y el pecado, una vez cumplido, engendra muerte" (Sant. 1:15). El pecado contiene la muerte, y el hombre sin Cristo está muerto en delitos y pecados (Efe. 2:1). Poco importa si se mueve aparentando estar lleno de vida, permanecen las palabras de Cristo: "A menos que comáis la carne del Hijo del hombre, y bebáis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Juan 6:53). "La que se entrega a los placeres, viviendo está muerta" (1 Tim. 5:6). Se trata de una muerte en vida, el "cuerpo de muerte" de Romanos 7:24. El pecado es transgresión de la ley. La paga del pecado es la muerte. Por lo tanto, la maldición consiste en esa muerte que hasta el más atractivo de los pecados esconde dentro de sí. "Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas".
Redimidos de la maldición

"Cristo nos redimió de la maldición de la Ley". Algunos lectores superficiales de este pasaje se apresuran a exclamar: 'No necesitamos guardar la ley, puesto que Cristo nos ha redimido de su maldición', como si el texto dijese que Cristo nos ha redimido de la maldición de la obediencia. Los tales leen la Escritura sin provecho. La maldición, tal como hemos visto ya, es la desobediencia: "Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas". Por lo tanto, Cristo nos ha redimido de la desobediencia a la ley. Dios envió a su Hijo "en semejanza de carne de pecado... para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros" (Rom. 8:3 y 4).

Alguno dirá irreflexivamente: 'Eso me tranquiliza: por lo que respecta a la ley, puedo hacer lo que quiera, puesto que todos fuimos redimidos'. Es cierto que todos fueron redimidos, pero no todos han aceptado la redención. Muchos dicen de Cristo: "no queremos que este hombre reine sobre nosotros", y alejan de ellos la bendición de Dios. Pero la redención es para todos. Todos han sido comprados con la preciosa sangre –la vida– de Cristo, y todos pueden, si así lo quieren, ser librados del pecado y de la muerte. Mediante esa sangre somos redimidos de "la vana conducta" que recibimos de nuestros padres (1 Ped. 1:18).

Tómate el tiempo para pensar en lo que eso significa. Permite que impresione tu alma la plenitud de la fuerza contenida en la expresión: "Cristo nos redimió de la maldición de la Ley", de nuestro fracaso en permanecer en sus justos requerimientos. ¡No necesitamos pecar más! Él cortó las ataduras de pecado que nos esclavizaban, de forma que todo cuanto hemos de hacer es aceptar su salvación, a fin de resultar liberados de cualquier pecado que nos domine. Ya no es más necesario que gastemos nuestras vidas en fervientes anhelos y en vanos lamentos por deseos incumplidos. Cristo no proporciona falsas esperanzas, sino que viene a los cautivos del pecado y les declara: '¡Libertad! Las puertas de vuestra prisión están abiertas. ¡Salid de ella!' ¿Qué más cabe decir? Cristo ha ganado la más completa de las victorias sobre este presente siglo malo, sobre "la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida" (1 Juan 2:16), y nuestra fe en Él hace nuestra su victoria. Todo cuanto hemos de hacer es aceptarla.


Continuará...
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Continuación...

Cristo, hecho maldición por nosotros

Para todo aquel que lea la Biblia, resulta evidente que "Cristo murió por los impíos" (Rom. 5:6). Él fue "entregado por nuestros pecados" (Rom. 4:25). El Inocente murió por el culpable, el Justo por el injusto. "Fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos curados. Todos nos descarriamos como ovejas, cada cual se desvió por su camino. Pero el Eterno cargó sobre él el pecado de todos nosotros" (Isa. 53:5 y 6). Ahora bien, la muerte entró por el pecado. La muerte es la maldición que pasó a todos los hombres, por la simple razón de que "todos pecaron". Puesto que Cristo fue hecho "maldición por nosotros", está claro que fue hecho "pecado por nosotros" (2 Cor. 5:21). "Llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero" (1 Ped. 2:24). Observa que nuestros pecados estuvieron "en su cuerpo". Su obra no consistió en algo superficial. Nuestros pecados no fueron puestos en Él en un sentido meramente figurativo, sino que estuvieron "en su cuerpo". Fue hecho maldición por nosotros, fue hecho pecado por nosotros, y en consecuencia sufrió la muerte por nosotros.

A algunos les parece una verdad detestable. Para los gentiles es locura, y para los judíos piedra de tropiezo, pero para los que somos salvos es poder y sabiduría de Dios (1 Cor. 1:23 y 24). Recuerda que Él llevó nuestros pecados en su propio cuerpo. No sus pecados, puesto que nunca pecó. La misma Escritura que nos informa de que Dios lo hizo pecado por nosotros, destaca que "no tenía pecado". El mismo pasaje que nos asegura que "llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero", especifica que "no cometió pecado".

El que fuese capaz de llevar nuestro pecado en Él mismo y que pudiese ser hecho pecado por nosotros, y no obstante no cometiera ningún pecado, contribuye a su gloria imperecedera y a nuestra eterna salvación del pecado. Sobre Él estuvieron los pecados de todos los hombres, sin embargo, nadie pudo descubrir en Él la más leve sombra de pecado. Aunque tomó todo el pecado sobre sí mismo, su vida jamás manifestó pecado alguno. Él lo tomó y lo sorbió por el poder de su vida indisoluble que vence a la muerte. Es poderoso para llevar el pecado, sin permitir que éste lo manche. Es por su vida maravillosa como nos redime. Nos proporciona su vida para que podamos ser liberados de toda sombra de pecado que haya en nuestra carne.

"En los días de su vida terrenal, Cristo ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte. Y fue oído por su reverente sumisión" (Heb. 5:7). ¡Pero murió! Nadie le quitó la vida. Él mismo la dio, para volverla a tomar (Juan 10:17 y 18). Se desató del lazo de la muerte, "por cuanto era imposible que fuera retenido por ella" (Hech. 2:24). ¿Por qué fue imposible que la muerte lo retuviera, tras haberse puesto voluntariamente bajo el poder de ésta? Porque "no tenía pecado". Tomó el pecado sobre sí, pero estuvo a salvo de su poder. Fue "en todo semejante a sus hermanos", "tentado en todo según nuestra semejanza" (Heb. 2:17; 4:15). Y puesto que de sí mismo nada podía hacer (Juan 5:30), oró al Padre para que lo librara de caer derrotado, quedando así bajo el poder de la muerte. Y fue oído. Hallaron cumplimiento las palabras: "Debido a que el Señor, el Eterno, me ayuda, no seré confundido. Por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. Cerca de mí está el que me justifica. ¿Quién contenderá contra mí?" (Isa. 50:7 y 8).

¿Cuál fue ese pecado que tanto le oprimió, y del que fue librado? No el suyo, pues no tenía ninguno. Fue el tuyo y el mío. Nuestros pecados han sido ya vencidos, derrotados. Nuestra lucha es solamente con un enemigo vencido. Cuando acudes a Dios en el nombre de Jesús, habiéndote sometido a su muerte y vida, de manera que no tomes su nombre en vano –puesto que Cristo more en ti–, todo cuanto has de hacer es recordar que Él llevó todo el pecado y lo lleva aún, y que es el Vencedor. Exclamarás al punto: "Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Cor. 15:57). "Gracias a Dios, que nos lleva siempre al triunfo en Cristo Jesús, y por nuestro medio manifiesta en todo lugar, la fragancia de su conocimiento" (2 Cor. 2:14).


Continuará...
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

continuación...

La revelación de la cruz

El "madero" de Gálatas 3:13 nos lleva de nuevo al tema central de los versículos 2:20 y 3:1: la inagotable cruz.

Consideremos siete puntos en relación con ella:

(1) La redención del pecado y la muerte se efectúa mediante la cruz (Gál. 3:13).

(2) Todo el evangelio está contenido en la cruz, porque el evangelio "es poder de Dios para salvación a todo el que cree" (Rom. 1:16). Y "para los que estamos siendo salvos", la cruz de Cristo "es poder de Dios" (1 Cor. 1:18).

(3) Cristo se revela al hombre caído solamente como el Crucificado y Resucitado. "No hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:12). Por lo tanto, eso es todo cuanto Dios expone ante los hombres a fin de que no haya confusión posible. Jesucristo, y Jesucristo crucificado, es todo cuanto Pablo quería saber. Es todo cuanto necesita saber el ser humano. Lo que necesita el hombre es la salvación. Si la obtiene, posee todas las cosas. Pero sólo en la cruz de Cristo es posible obtener la salvación. Por lo tanto, Dios no pone ante la vista del hombre ninguna otra cosa; le da justamente aquello que necesita. Dios presenta a Jesucristo ante todo hombre como crucificado, de forma que nadie tenga excusa para perderse, o para continuar en el pecado.

(4) Cristo es presentado ante todo hombre como el Redentor crucificado. Y dado que el hombre necesita ser salvo de la maldición, se lo presenta cargando con la maldición. Allá donde se encuentre la maldición, Cristo la lleva. Hemos visto ya cómo Cristo cargó, y carga aún con la maldición de la tierra misma, puesto que llevó la corona de espinas, y la maldición pronunciada sobre la tierra fue: "Espinos y cardos te producirá" (Gén. 3:18). Así, mediante la cruz de Cristo ha sido redimida la totalidad de la creación que ahora gime bajo la maldición (Rom. 8:19-23).

(5) Cristo llevó la maldición en la cruz. El que colgara de aquel madero indica que fue hecho maldición por nosotros. La cruz simboliza, no solamente la maldición, sino también la liberación de ésta, pues se trata de la cruz de Cristo, el Vencedor y Conquistador.

(6) Alguien podrá preguntar: '¿Dónde está la maldición?' Respondemos: ¿Y dónde no lo está? Hasta el más ciego la puede ver, si tan sólo está dispuesto a escuchar la evidencia de sus propios sentidos. La imperfección es una maldición. Sí, constituye la maldición. Y encontramos imperfección en todo lo que tiene relación con esta tierra. El hombre es imperfecto, y hasta el plan más elaborado de los que se diseñan en la tierra contiene imperfección en algún respecto. Todas las cosas que podemos ver se revelan susceptibles de mejoramiento, incluso aún cuando nuestros imperfectos ojos no se aperciban de la necesidad de tal mejora. Cuando Dios creó el mundo, todo era "bueno en gran manera". Ni Dios mismo vio posibilidad alguna de mejorarlo. Pero ahora es muy diferente. El jardinero lucha con empeño por mejorar los frutos y las flores que se le encomendaron. Y si es cierto que hasta lo mejor de la tierra revela la maldición, ¿qué diremos de los frutos defectuosos, yemas marchitas, hojas y tallos enfermos, plantas venenosas, etc? "La maldición consumió la tierra" por doquier (Isa. 24:6).

(7) ¿Debiéramos desanimarnos por ello? No, "porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes. 5:9). Aunque vemos la maldición por doquiera, la naturaleza vive y el hombre vive. Sin embargo, la maldición es la muerte, y ningún hombre o cosa creada puede llevar la muerte, y aún con todo, vivir, ya que ¡la muerte mata! Ahora bien, Cristo vive. Murió, pero vive para siempre (Apoc. 1:18). Solamente Él puede llevar la maldición –la muerte– y en virtud de sus propios méritos volver a la vida. Hay vida en la tierra, y la hay en el hombre a pesar de la maldición, gracias a que Cristo murió en la cruz. En cada brizna de hierba, en cada hoja en el bosque, en cada arbusto y en cada árbol, en cada fruto y cada flor; hasta en el pan que comemos, está estampada la cruz de Cristo. Lo está en nuestros propios cuerpos. Donde sea que miremos, hay evidencias de Cristo crucificado. La predicación de la cruz –el evangelio– es el poder de Dios revelado en todas las cosas que Él creó. Tal es "el poder que opera en nosotros" (Efe. 3:20). La consideración de Romanos 1:16-20, junto a 1ª de Corintios 1:17 y 18, muestra claramente que la cruz de Cristo se revela en todas las cosas que Dios hizo, incluso en nuestro propio cuerpo.


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

HOLA A TODOS.

ESTIMADOS HERMANOS, AL PARECER ESTE "PERSONAJE" NO SE DA CUENTA, DE QUE SUS ODIOSOS Y LARGOS "ENLATADOS" NO VAN AL PUNTO ESPECIFICO QUE NOS INTERESA AQUÌ:
DETERMINAR, A QUÈ FUÈ "AÑADIDA" ESA LEY, MENCIONADA EN GÀLATAS 3.

PERO, YO NO SÈ QUÈ SE CREE ÈL QUE GANA, CON SUS EVASIVAS Y "CORTINAS DE HUMO".......
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS


Hola Billy

No he leido todo lo expuesto pero
DETERMINAR, A QUÈ FUÈ "AÑADIDA" ESA LEY, MENCIONADA EN GÀLATAS 3.

Al decalogo.
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Hola Billy. No he leido todo lo expuesto pero
DETERMINAR, A QUÈ FUÈ "AÑADIDA" ESA LEY, MENCIONADA EN GÀLATAS 3.Al decalogo.

BUENO, "joelice", YO CREO HABER DEMOSTRADO QUE NO ES ASI. PERO, LEE MIS APORTES, Y LUEGO TRATA DE REFUTARLO, SIGUIENDO UN METODO SIMILAR AL QUE YO UTILICÈ......
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Estimados hermanos. Saludos cordiales.

Siguiendo con este importantísimo estudio del Libro de Gálatas, para determinar la respuesta que hace el licenciado. Añado las siguientes páginas para vuestro conocimiento, y esclarecer los puntos en cuestión.

"Consuelo a partir del desánimo

"Me han rodeado males sin número. Me han alcanzado maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla" (Sal. 40:12). Pero no es solamente que podamos clamar a Dios con confianza –"de lo profundo"– sino que en su infinita misericordia Él ha dispuesto que en esas mismas profundidades hallemos la fuente de nuestra confianza. El hecho de que vivamos a pesar de estar en las profundidades del pecado prueba que Dios mismo, en la persona de Cristo en la cruz, nos asiste para librarnos. Así, mediante el Espíritu Santo, hasta aquello que está bajo la maldición (y todo está bajo ella), predica el evangelio. Nuestra propia fragilidad, lejos de ser causa de desánimo, es, si creemos al Señor, una prenda de la redención. Sacamos "fuerza de la debilidad". "En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Rom. 8:37). Ciertamente Dios no ha dejado al hombre sin testimonio. Y "el que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo" (1 Juan 5:10).

De la maldición a la bendición

Cristo llevó la maldición para que pudiéramos tener la bendición. Su muerte es vida para nosotros. Si llevamos voluntariamente en nuestros cuerpos la muerte del Señor Jesús, su vida se manifestará también en nuestra carne mortal (2 Cor. 4:10). Él fue hecho pecado por nosotros, a fin de que seamos hechos justicia de Dios en Él (2 Cor. 5:21). La bendición que recibimos mediante la maldición que Él lleva, consiste en la liberación del pecado. Para nosotros, la maldición resulta de la transgresión de la ley (Gál. 3:10). La bendición consiste en que nos volvamos de nuestra maldad (Hech. 3:26). Cristo sufrió la maldición, el pecado y la muerte, "para que en Cristo Jesús, la bendición de Abrahán llegara a los gentiles".

La bendición de Abrahán consiste, tal como Pablo afirma en otra de sus epístolas, en la justicia por la fe: "David habla también de la dicha del hombre a quien Dios atribuye justicia aparte de las obras. Dice: 'Dichoso aquel a quien Dios perdona sus maldades, y cubre sus pecados. Dichoso el hombre a quien el Señor no cuenta sus pecados contra él' " (Rom. 4:6-8).
Pablo continúa exponiendo que esa bendición se pronuncia sobre los gentiles que creen, tanto como sobre los judíos que creen, puesto que Abrahán mismo la recibió siendo aún incircunciso. "Así llegó a ser padre de todos los que creen" (vers. 11).

La bendición es la liberación del pecado, y la maldición es la comisión del pecado. Dado que la maldición revela la cruz, el Señor hace que esa misma maldición proclame la bendición. El hecho de que estamos físicamente vivos, aunque seamos pecadores, nos asegura que la liberación del pecado es nuestra. "Mientras hay vida, hay esperanza", dice el refrán. La vida es nuestra esperanza.

¡Gracias a Dios por la bendita esperanza! La bendición ha venido a todos los hombres. "Así como por el delito de uno vino la condenación a todos los hombres, así también por la justicia de uno solo, vino a todos los hombres la justificación que da vida" (Rom. 5:18). Dios, que no hace acepción de personas, nos bendijo en Cristo con toda bendición espiritual en los cielos (Efe. 1:3). El don es nuestro, y se espera que lo guardemos. Si alguien no tiene la bendición, es porque no ha reconocido el don, o bien porque lo ha rechazado deliberadamente.


Continuará...
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Continuación...

Una obra consumada

"Cristo nos redimió de la maldición de la ley", del pecado y la muerte. Lo realizó "al hacerse maldición por nosotros", y nos libra así de toda necesidad de pecar. El pecado no puede tener dominio sobre nosotros si aceptamos a Cristo en verdad y sin reservas. Eso era verdad tan actual en los días de Abrahán, Moisés, David e Isaías, como en los nuestros. Más de setecientos años antes de que aquella cruz fuese levantada en el Calvario, Isaías, quien testificó de las cosas que comprendió cuando una brasa encendida tomada del altar purificó su propio pecado, dijo: "Él llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores... fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos curados... el Eterno cargó sobre él el pecado de todos nosotros" (Isa. 53:4-6). "Yo deshice como a nube tus rebeliones, y como a niebla tus pecados. Vuélvete a mí, porque yo te redimí" (Isa 44:22). Mucho tiempo antes de Isaías, David escribió: "No nos trata como merecen nuestras iniquidades, ni nos paga conforme a nuestros pecados". "Cuanto está lejos el oriente del occidente, alejó de nosotros nuestros pecados" (Sal. 103:10, 12).

"Los que hemos creído entramos en el reposo", puesto que "sus obras estaban acabadas desde la creación del mundo" (Heb. 4:3). La bendición que recibimos es "la bendición de Abrahán". No tenemos otro fundamento que el de los apóstoles y profetas, siendo Cristo mismo la Piedra del ángulo (Efe. 2:20). La salvación que Dios ha provisto es plena y completa. Cuando vinimos al mundo, nos estaba ya esperando. No liberamos a Dios de ninguna carga si la rechazamos, ni le añadimos peso alguno al aceptarla.


Continuará...
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Siguiendo con este importantísimo estudio del Libro de Gálatas, para determinar la respuesta que hace el licenciado...

BUENO, YO NO VEO AQUÌ NINGUN "ESTUDIO". LO QUE SÌ VEO ES UNA SERIE INTERMINABLE DE "ENLATADOS".....
¿ASÌ ES QUE TÙ PRETENDES REFUTARME??????...

!ESTÀS HACIENDO EL RIDICULO!!!!!....
 
RESULTADOS EN HECHOS

RESULTADOS EN HECHOS

La "ley de Cristo" (1 Corintios 9:21), o "doctrina de Cristo" (Hebreos 6:1), es todo el Nuevo Testamento. Esta “ley de Cristo” no es el “antiguo pacto” de Moisés meramente “espiritualizado”, sino un “nuevo pacto” (2 Corintios 3:6). No un pacto renovado, pero con los mismos mandamientos, sino un nuevo pacto con nuevos enfoques y nuevos mandamientos.

-Aclaración: los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan figuran en el Nuevo Testamento porque contienen algunas directrices y enseñanzas de Cristo que integran el “nuevo pacto” sellado con su sangre (Mateo 26:28), el cual entraría en vigor con su muerte, siendo él el testador (Hebreos 9:15). Es preciso tener presente que el Antiguo Testamento estaba en vigor durante la vida de Cristo en la tierra, naciendo el Señor “bajo la ley” (Gálatas 4:4) y cumpliéndola a perfección (Mateo 5:17-20). Cumplida perfectamente, fue quitada, entrando en vigor el Nuevo Pacto en Pentecostés, diez días después de la ascensión del Señor (Hechos 2).

La “ley de Cristo”, punto por punto.

A continuación, algunos mandamientos del Señor (Juan 14:15-21), a manera de ejemplos, no encontrándose estos en el Antiguo Testamento. “Mis mandamientos”, apunta Cristo, contrastándolos con los mandamientos de Moisés, incluso con los del decálogo. (Pensamos que el estudioso hambriento de la verdad consulte los textos no copiados con el ánimo de apreciar el lenguaje de los nuevos mandamientos de Cristo.)

-“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo” (Mateo 5:38-39). Cristo no “espiritualiza” la Antigua Ley. Más bien, emite nuevas leyes fundamentalmente diferentes en sustancia y aplicación. En este ejemplo, podemos apreciar que la nueva “ley de Cristo” es el inverso completo de la ley dada en Sinaí. Eso de “espiritualizar” la antigua, dejándola intacta y vigente durante la Era Cristiana, lo catalogamos como una artimaña humana confeccionada para sostener lo insostenible.

-La Gran Comisión de llevar el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15-16). No había tal “Gran Comisión” para Israel bajo el Antiguo Pacto, pues este pacto fue hecho solo con Israel, y no con los gentiles (Éxodo 31:12-17; Efesios 2:11-18).

-Creer en Cristo como el Hijo de Dios (Juan 17:3; Marcos 16:16). Tal fe viene por oír al evangelio (Romanos 10:17), y no por someterse al Antiguo Pacto. De ahí, que el Nuevo Pacto también se identifica como “la ley de la fe” (Romanos 3:27).

-El bautismo “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:18-20), "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38; Marcos 16:16). La circuncisión, no, sino la inmersión en agua.

-Ser añadido a la iglesia (Hechos 2:47; 1 Corintios 12:12-13). ¿Existía la iglesia bajo el Antiguo Pacto? ¡Claro que no! Se trata de una nueva institución divina para la nueva Era Cristiana. Nueva institución gobernada por una nueva ley: esto es lo lógico, y esto mismo es lo que hay. La iglesia vive, adora y trabaja bajo “el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:6). ¿Cómo expresar con más claridad esta doctrina fundamental?

-En el Nuevo Testamento se encuentran muchas leyes y directrices para la organización y el funcionamiento de la iglesia (1 Timoteo 3; 2 Timoteo; Tito 1; Hechos 14:23; 1 Corintios 14:37-38, etcétera).

-Todo lo concerniente a la iglesia está expuesta en el Nuevo Testamento. El Antiguo no la rige. Esta realidad incontrovertible constituye, por sí sola, un argumento irrefutable contra imponer al pueblo cristiano el Antiguo Testamento.

-Un nuevo sacerdocio espiritual que ofrece sacrificios espirituales, y no materiales (1 Pedro 2:1-10). “Cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley” (Hebreos 7:12).

-La Cena del Señor a celebrarse el primer día (domingo) de cada semana (Hechos 2:42; 20:7). La pascua judía, no, ni Pentecostés, etcétera, sino la Cena del Señor (1 Corintios 10:16-22; 11:17-34).

-Cantar himnos y cánticos espirituales, sin tocar instrumentos músicos (Efesios 5:19; Colosenses 3:16).

-Ofrendas voluntarias dadas el primer día de cada semana, apartadas para obras benévolas y de evangelismo (1 Corintios 16:1-2; 2 Corintios 8:1-2; 9:1-15; Filipenses 4:10-20). El diezmo, no, ni ofrendas mecidas, etcétera, sino ofrendas voluntarias.

-Bajo el Nuevo Testamento, no hay que guardar días, incluso el séptimo día (Romanos 14; Colosenses 2:14-16; Gálatas 4:8), ni abstenerse de alimentos prohibidos bajo el Antiguo Pacto (1 Timoteo 4:1-5). Cristo mismo hizo “limpios todos los alimentos” (Marcos 7:18-19).

¿Es necesario alargar la lista para probar que la “ley de Cristo” se compone de nuevos mandamientos?

Creer en Cristo, o llamarse “cristiano”, no es suficiente para salvación. Es necesario obedecer sus mandamientos. “Si me amáis, guardad mis mandamientos. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre… El que me ama, mi palabra guardará… El que no me ama, no guarda mis palabras…” (Juan 14:15-24).

El creyente que guarda los mandamientos de la antigua ley, ¡en vano lo hace! De nada le vale. Es más, hacerlo lo hace desligarse de Cristo. Se cae de la gracia. Peca. “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4).

“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo” (Hebreos 8:6-7). Pese a esta explicación tan clara y elemental, millones de personas profesantes de fe en Cristo siguen bajo el primer pacto, defectuoso y muy inferior al segundo, siendo este el “mejor pacto establecido sobre mejores promesas”. El llamado es que salgan de esa esclavitud, que se quiten ese yugo y que acepten con alegría “la libertad con que Cristo nos hizo libres” (Gálatas 5:1), pues “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17).
 
Re: RESULTADOS EN HECHOS

Re: RESULTADOS EN HECHOS

La "ley de Cristo" (1 Corintios 9:21), o "doctrina de Cristo" (Hebreos 6:1), es todo el Nuevo Testamento. Esta “ley de Cristo” no es el “antiguo pacto” de Moisés meramente “espiritualizado”, sino un “nuevo pacto” (2 Corintios 3:6). No un pacto renovado, pero con los mismos mandamientos, sino un nuevo pacto con nuevos enfoques y nuevos mandamientos.

-Aclaración: los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan figuran en el Nuevo Testamento porque contienen algunas directrices y enseñanzas de Cristo que integran el “nuevo pacto” sellado con su sangre (Mateo 26:28), el cual entraría en vigor con su muerte, siendo él el testador (Hebreos 9:15). Es preciso tener presente que el Antiguo Testamento estaba en vigor durante la vida de Cristo en la tierra, naciendo el Señor “bajo la ley” (Gálatas 4:4) y cumpliéndola a perfección (Mateo 5:17-20). Cumplida perfectamente, fue quitada, entrando en vigor el Nuevo Pacto en Pentecostés, diez días después de la ascensión del Señor (Hechos 2).

La “ley de Cristo”, punto por punto.

A continuación, algunos mandamientos del Señor (Juan 14:15-21), a manera de ejemplos, no encontrándose estos en el Antiguo Testamento. “Mis mandamientos”, apunta Cristo, contrastándolos con los mandamientos de Moisés, incluso con los del decálogo. (Pensamos que el estudioso hambriento de la verdad consulte los textos no copiados con el ánimo de apreciar el lenguaje de los nuevos mandamientos de Cristo.)

-“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo” (Mateo 5:38-39). Cristo no “espiritualiza” la Antigua Ley. Más bien, emite nuevas leyes fundamentalmente diferentes en sustancia y aplicación. En este ejemplo, podemos apreciar que la nueva “ley de Cristo” es el inverso completo de la ley dada en Sinaí. Eso de “espiritualizar” la antigua, dejándola intacta y vigente durante la Era Cristiana, lo catalogamos como una artimaña humana confeccionada para sostener lo insostenible.

-La Gran Comisión de llevar el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15-16). No había tal “Gran Comisión” para Israel bajo el Antiguo Pacto, pues este pacto fue hecho solo con Israel, y no con los gentiles (Éxodo 31:12-17; Efesios 2:11-18).

-Creer en Cristo como el Hijo de Dios (Juan 17:3; Marcos 16:16). Tal fe viene por oír al evangelio (Romanos 10:17), y no por someterse al Antiguo Pacto. De ahí, que el Nuevo Pacto también se identifica como “la ley de la fe” (Romanos 3:27).

-El bautismo “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:18-20), "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38; Marcos 16:16). La circuncisión, no, sino la inmersión en agua.

-Ser añadido a la iglesia (Hechos 2:47; 1 Corintios 12:12-13). ¿Existía la iglesia bajo el Antiguo Pacto? ¡Claro que no! Se trata de una nueva institución divina para la nueva Era Cristiana. Nueva institución gobernada por una nueva ley: esto es lo lógico, y esto mismo es lo que hay. La iglesia vive, adora y trabaja bajo “el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:6). ¿Cómo expresar con más claridad esta doctrina fundamental?

-En el Nuevo Testamento se encuentran muchas leyes y directrices para la organización y el funcionamiento de la iglesia (1 Timoteo 3; 2 Timoteo; Tito 1; Hechos 14:23; 1 Corintios 14:37-38, etcétera).

-Todo lo concerniente a la iglesia está expuesta en el Nuevo Testamento. El Antiguo no la rige. Esta realidad incontrovertible constituye, por sí sola, un argumento irrefutable contra imponer al pueblo cristiano el Antiguo Testamento.

-Un nuevo sacerdocio espiritual que ofrece sacrificios espirituales, y no materiales (1 Pedro 2:1-10). “Cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley” (Hebreos 7:12).

-La Cena del Señor a celebrarse el primer día (domingo) de cada semana (Hechos 2:42; 20:7). La pascua judía, no, ni Pentecostés, etcétera, sino la Cena del Señor (1 Corintios 10:16-22; 11:17-34).

-Cantar himnos y cánticos espirituales, sin tocar instrumentos músicos (Efesios 5:19; Colosenses 3:16).

-Ofrendas voluntarias dadas el primer día de cada semana, apartadas para obras benévolas y de evangelismo (1 Corintios 16:1-2; 2 Corintios 8:1-2; 9:1-15; Filipenses 4:10-20). El diezmo, no, ni ofrendas mecidas, etcétera, sino ofrendas voluntarias.

-Bajo el Nuevo Testamento, no hay que guardar días, incluso el séptimo día (Romanos 14; Colosenses 2:14-16; Gálatas 4:8), ni abstenerse de alimentos prohibidos bajo el Antiguo Pacto (1 Timoteo 4:1-5). Cristo mismo hizo “limpios todos los alimentos” (Marcos 7:18-19).

¿Es necesario alargar la lista para probar que la “ley de Cristo” se compone de nuevos mandamientos?

Creer en Cristo, o llamarse “cristiano”, no es suficiente para salvación. Es necesario obedecer sus mandamientos. “Si me amáis, guardad mis mandamientos. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre… El que me ama, mi palabra guardará… El que no me ama, no guarda mis palabras…” (Juan 14:15-24).

El creyente que guarda los mandamientos de la antigua ley, ¡en vano lo hace! De nada le vale. Es más, hacerlo lo hace desligarse de Cristo. Se cae de la gracia. Peca. “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4).

“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo” (Hebreos 8:6-7). Pese a esta explicación tan clara y elemental, millones de personas profesantes de fe en Cristo siguen bajo el primer pacto, defectuoso y muy inferior al segundo, siendo este el “mejor pacto establecido sobre mejores promesas”. El llamado es que salgan de esa esclavitud, que se quiten ese yugo y que acepten con alegría “la libertad con que Cristo nos hizo libres” (Gálatas 5:1), pues “donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17).

ESTO ES LO QUE TODOS LOS QUE NO CREEN QUIEREN LEER, PERO PARA SO FORTUNA TRAIGO NUEVAS BUENAS, HABLAN PERO CALLAN
ESTE TIPO DE ESTUDIOS LO HE PUESTO APROPOSITO PARA QUE VEAN LOS ENGAÑOS DE SATANAS, Y AHORA PONDRE LUZ A LA RAZON
 
Re: RESULTADOS EN HECHOS

Re: RESULTADOS EN HECHOS

ESTO ES LO QUE TODOS LOS QUE NO CREEN QUIEREN LEER, PERO PARA SO FORTUNA TRAIGO NUEVAS BUENAS, HABLAN PERO CALLAN..
ESTE TIPO DE ESTUDIOS LO HE PUESTO APROPOSITO PARA QUE VEAN LOS ENGAÑOS DE SATANAS, Y AHORA PONDRE LUZ A LA RAZON

Estimados hermanos, aquì tenemos a un nuevo sectario, que viene como el "chapulin colorado": !A SALVARNOS!!!!....JA, JA, JA, JA, JA, JA.....
 
Re: RESULTADOS EN HECHOS

Re: RESULTADOS EN HECHOS

Estimado equivocado y maldiciente billi. Saludos cordiales.

Tú dices:

Estimados hermanos, aquì tenemos a un nuevo sectario, que viene como el "chapulin colorado": !A SALVARNOS!!!!....JA, JA, JA, JA, JA, JA.....


Respondo: ¡¡¡Tú risa nuevamente te delata!!!

¡Pobrecito!


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: LOS adventistas Y LA LEY "AÑADIDA" DE GÀLATAS

Analicemos ahora, el segundo punto critico: ¿Què significa “a causa de las transgresiones”?....

Con el asunto del origen de la “herencia” debidamente aclarado, Pablo pasa a explicar la manera en que operò el asunto:

Galatas 3:
21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. 22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. 23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.

Y aquí hay dos frases claves:
-“22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes”.
-24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo.

Analicemos la primera frase; ¿Què quiere decir: “La Escritura lo encerró todo bajo pecado”.

Si leemos a Pablo en Romanos, lo aclararemos aùn mejor……

Romanos 5
“20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundò, sobreabundò la gracia”.
Romanos 11
7 ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; 11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. 25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 31 así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. 33 !!Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! !!Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?(H)
Entonces, el Apostol està diciendo aquì, que “la ley se introdujo para que el pecado abundase”; pero, ¿el pecado de quièn?; se entiende que los pecados o “transgresiones” de Israel, a quien se le habìa dado “la ley”.

Luego, por las “transgresiones” de Israel, fue que se produjo la entrada de los gentiles al plan de salvaciòn:
“32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos”.

O sea, el “pacto de la ley” que era ineficaz y excluyente, fue “añadido” al “pacto Abrahàmico” (un “misterio” solo conocido por Dios), para que de esa manera se pudiera cumplir lo dicho a Abraham: “En ti seran benditas, todas las naciones”.

De esa forma, el “pacto de la ley” se constituyò en el “ayo” que llevarìa, a todos los creyentes a Cristo, por medio de la fe en èl:
“De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo”. (Gal.3:24).

En conclusión, cuando Pablo dice en Gàlatas 3, que “la ley” fue “añadida a causa de las transgresiones”; realmente se està refiriendo a que el “pacto de la ley” fuè añadido al anterior “pacto Abrahàmico”, para que por las “transgresiones” de Israel a ese “pacto de la ley”, los gentiles tambièn alcanzasen la salvaciòn, por medio de la fe en Jesús.

Y CON ESTO, QUEDA ASÌ REFUTADA LA POSICIÒN DEL adventismo, DE QUE "LA LEY AÑADIDA" DE GALATAS 3, FUE "AÑADIDA" AL DECALOGO....