Esta noticia la levantaron varios medios, en este caso, la tomé del diario Clarín, de Argentina, 25 de Junio de 2008.
No tardaron algunos católicos en saltar diciendo que todo se trata de una infamia, calumnias y la misma perorata de siempre.
Lo cierto e irrefutable es que hay una chica de 15 años cuya vida fue truncada.
Y una perla al final, el privilegio de ser enterrado en un templo católico otorgado a un mafioso.
Involucran en un secuestro a un hombre clave de Juan Pablo II
Era el arzobispo Paul Marcinkus, fallecido en 2006. Una testigo, ex amante de un mafioso, dijo que el polémico clérigo, vinculado a la "cosa nostra", ordenó hace 25 años a su pareja la captura de una jovencita cuyo cuerpo jamás apareció. Por: Julio Algañaraz
La caja de Pandora llena de misterios y demonios de los peores escándalos que desprestigiaron a la Iglesia en la época del gran poder del arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, quien controló por años las finanzas del Vaticano, fallecido hace dos años en Arizona, volvió a abrirse de golpe ayer al difundirse una espectacular denuncia. Se llama Sabrina Minardi la supertestigo que acusó ante jueces y policías a Marcinkus de haber instigado el secuestro concluído en asesinato de Emmanuela Orlandi, una chica de 15 años que tenía la nacionalidad vaticana porque era hija de un dependiente cuya familia sigue viviendo hasta hoy dentro de los muros leoninos. El secuestro Orlandi causó una gran conmoción cuando la chica desapareció, el 22 de junio de 1983, mientras regresaba a su casa tras una clase de flauta en un conservatorio de música.
Han pasado 25 años pero parece que hubiera sido ayer. El misterio se conserva intacto y pleno de preguntas inquietantes sin respuesta. La familia de Emmanuela tapizó la ciudad en 1983 con carteles que forman hoy parte de la historia de Roma, que hicieron familiar su bello rostro adolescente. Como en una pesadilla, que sirve para recordar que sigue sin conocerse la verdad, los alrededores del Vaticano están otra vez tapizados con el mismo cartel que además advierte que ha pasado un cuarto de siglo. Emmanuela Orlando es un muerto sin sepultura, una desaparecida. Sabrina Minardi no es totalmente una persona creíble, pero los policías dicen que por primera vez alguien da detalles impresionantes que obligan a volver a investigar este escandaloso caso. Drogadicta, hoy es inquilina de una comunidad de recuperación. A fines de los años "70, fue de campanillas su casamiento con el futbolista Bruno Giordano, del cual más tarde se separó.
Sabrina contó que fue amante de un personaje siniestro. Enrico De Pedis, llamado "Renatino", que fue el último jefe conocido de la banda de la Magliana. En Roma este nombre mete miedo: la banda, integrada por jóvenes del popular barrio de la Magliana, fue la más potente, sangrienta y difundida organización criminal de la Roma moderna. La banda de la Magliana estuvo presente en muchos hechos que siguen hasta hoy rodeados de misterio. De Pedis y otros pistoleros estaban vinculados a la extrema derecha, a los servicios secretos, al Vaticano, al banquero de Dios Roberto Calvi del banco Ambrosiano y a sus socios, el arzobispo Marcinkus y el jefe de la logia Propaganda Dos (P2), Licio Gelli (Ver Una logia...). También hubo oscuros contactos con los ambientes vecinos al entonces todopoderoso 7 veces primer ministro Giulio Andreotti.
El periodista Mino Pecorelli, que lo chantajeaba, apareció cosido a balazos en su automóvil una noche. Andreotti, la mafia siciliana y la banda de la Magliana fueron absueltos por el crimen, que hasta hoy no tiene culpable conocido. Entre los diferentes investigadores había una corriente dominante que atribuyó el secuestro de Emmanuela Orlandi a los Lobos Grises , la organización de extrema derecha a la que pertenecía el turco Alí Agcá, el hombre que atentó y casi asesina al Papa Juan Pablo II en 1981. El secuestro sería para liberarlo a cambio de la ragazza . Pero la nueva versión señala que De Pedis y Marcinkus quisieron lanzar una señal al Vaticano porque el banquero Roberto Calvi se había quedado con mucho dinero que le habían dado para los negocios non sanctos , de los que participaban también la logia P2 de Gelli y la Cosa Nostra siciliana. Los datos nuevos son impactantes. Contó la supertestigo Sabrina Minardi que su amante Enrico De Pedis la obligó poco tiempo después del secuestro a acompañar a una chica, que era Emmanuela Orlandi, hasta el distribuidor de nafta del Vaticano, donde la consignó a un sacerdote. También afirmó que la tuvieron secuestrada un tiempo en un subterráneo enorme que hay en el barrio de Monteverde desde tiempos inmemoriales.
De Pedis le dijo en dos ocasiones que se olvidara de todo lo que veía si quería seguir con salud. Según Minardi, una vez fueron en un automóvil con su amante y un guardaespaldas fuera de Roma y en una máquina hormigonera echaron dos bolsas que contenían el cadáver de la Orlandi, que había sido asesinada por orden de De Pedis, y de un chico de once años, hijo de un padrino de la banda con el que De Pedis estaba en guerra. Las versiones de la mujer contienen muchas contradicciones, pero los investigadores creen que no es mentira todo lo que dice. Sabrina Minardi también sostiene que cada tanto monseñor Flavio, secretario de Marcinkus, le pedía mujeres jóvenes para distraer al arzobispo, que era también el organizador de los viajes del Papa y el presidente del IOR, el banco del Vaticano. El crack del banco Ambrosiano y el asesinado en Londres de Roberto Calvi obligaron al arzobispo Marcinkus a retirarse del Vaticano y refugiarse en una parroquia de Arizona, donde en 2006 falleció de un ataque al corazón. Ayer el Vaticano, alarmado por las dimensiones del caso, calificó en una declaración de acusaciones infamantes sin fundamento a monseñor Marcinkus, muerto y por tanto imposibilitado de defenderse , tanto al testimonio de la Minardi como a los servicios periodísticos que se multiplican por todos lados. La Santa Sede no quiere en algún modo interferir con la misión de la magistratura en su verificación de los hechos y responsabilidades .
Pero la declaración vaticana protesta por el sensacionalismo de los informadores. Se reaviva así el profundísimo dolor de la familia Orlandi, sin demostrar respeto y humanidad por personas que tanto han sufrido . Hace poco el turco Alí Mehmet Agcá, que el 13 de mayo de 1981 casi mató a balazos al Papa Juan Pablo II y desde entonces está preso (ahora en Turquía), declaró a un diario que la verdad de muchas cosas se sabrá buscando la verdad del secuestro de Emmanuela Orlandi . Enrico De Pedis fue asesinado en 1990 a balazos en el centro de Roma, cerca de la plaza Campo dei Fiori. Curiosamente, Renatino fue sepultado después en la vecina basílica de San Apollinare, un privilegio restringido por la Iglesia sólo a muertos ilustres. Otro misterio. En la basílica, algún cura dijo que De Pedis era un benefactor . Una llamada anónima por teléfono a un programa de TV denunció hace un tiempo que para encontrar los restos de Emmanuela Orlandi había que abrir el sepulcro de Renatino en la basílica. Pero los magistrados italianos tienen las manos atadas porque el templo goza de la hermética extraterritorialidad de la Santa Sede.
No tardaron algunos católicos en saltar diciendo que todo se trata de una infamia, calumnias y la misma perorata de siempre.
Lo cierto e irrefutable es que hay una chica de 15 años cuya vida fue truncada.
Y una perla al final, el privilegio de ser enterrado en un templo católico otorgado a un mafioso.
Involucran en un secuestro a un hombre clave de Juan Pablo II
Era el arzobispo Paul Marcinkus, fallecido en 2006. Una testigo, ex amante de un mafioso, dijo que el polémico clérigo, vinculado a la "cosa nostra", ordenó hace 25 años a su pareja la captura de una jovencita cuyo cuerpo jamás apareció. Por: Julio Algañaraz
La caja de Pandora llena de misterios y demonios de los peores escándalos que desprestigiaron a la Iglesia en la época del gran poder del arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, quien controló por años las finanzas del Vaticano, fallecido hace dos años en Arizona, volvió a abrirse de golpe ayer al difundirse una espectacular denuncia. Se llama Sabrina Minardi la supertestigo que acusó ante jueces y policías a Marcinkus de haber instigado el secuestro concluído en asesinato de Emmanuela Orlandi, una chica de 15 años que tenía la nacionalidad vaticana porque era hija de un dependiente cuya familia sigue viviendo hasta hoy dentro de los muros leoninos. El secuestro Orlandi causó una gran conmoción cuando la chica desapareció, el 22 de junio de 1983, mientras regresaba a su casa tras una clase de flauta en un conservatorio de música.
Han pasado 25 años pero parece que hubiera sido ayer. El misterio se conserva intacto y pleno de preguntas inquietantes sin respuesta. La familia de Emmanuela tapizó la ciudad en 1983 con carteles que forman hoy parte de la historia de Roma, que hicieron familiar su bello rostro adolescente. Como en una pesadilla, que sirve para recordar que sigue sin conocerse la verdad, los alrededores del Vaticano están otra vez tapizados con el mismo cartel que además advierte que ha pasado un cuarto de siglo. Emmanuela Orlando es un muerto sin sepultura, una desaparecida. Sabrina Minardi no es totalmente una persona creíble, pero los policías dicen que por primera vez alguien da detalles impresionantes que obligan a volver a investigar este escandaloso caso. Drogadicta, hoy es inquilina de una comunidad de recuperación. A fines de los años "70, fue de campanillas su casamiento con el futbolista Bruno Giordano, del cual más tarde se separó.
Sabrina contó que fue amante de un personaje siniestro. Enrico De Pedis, llamado "Renatino", que fue el último jefe conocido de la banda de la Magliana. En Roma este nombre mete miedo: la banda, integrada por jóvenes del popular barrio de la Magliana, fue la más potente, sangrienta y difundida organización criminal de la Roma moderna. La banda de la Magliana estuvo presente en muchos hechos que siguen hasta hoy rodeados de misterio. De Pedis y otros pistoleros estaban vinculados a la extrema derecha, a los servicios secretos, al Vaticano, al banquero de Dios Roberto Calvi del banco Ambrosiano y a sus socios, el arzobispo Marcinkus y el jefe de la logia Propaganda Dos (P2), Licio Gelli (Ver Una logia...). También hubo oscuros contactos con los ambientes vecinos al entonces todopoderoso 7 veces primer ministro Giulio Andreotti.
El periodista Mino Pecorelli, que lo chantajeaba, apareció cosido a balazos en su automóvil una noche. Andreotti, la mafia siciliana y la banda de la Magliana fueron absueltos por el crimen, que hasta hoy no tiene culpable conocido. Entre los diferentes investigadores había una corriente dominante que atribuyó el secuestro de Emmanuela Orlandi a los Lobos Grises , la organización de extrema derecha a la que pertenecía el turco Alí Agcá, el hombre que atentó y casi asesina al Papa Juan Pablo II en 1981. El secuestro sería para liberarlo a cambio de la ragazza . Pero la nueva versión señala que De Pedis y Marcinkus quisieron lanzar una señal al Vaticano porque el banquero Roberto Calvi se había quedado con mucho dinero que le habían dado para los negocios non sanctos , de los que participaban también la logia P2 de Gelli y la Cosa Nostra siciliana. Los datos nuevos son impactantes. Contó la supertestigo Sabrina Minardi que su amante Enrico De Pedis la obligó poco tiempo después del secuestro a acompañar a una chica, que era Emmanuela Orlandi, hasta el distribuidor de nafta del Vaticano, donde la consignó a un sacerdote. También afirmó que la tuvieron secuestrada un tiempo en un subterráneo enorme que hay en el barrio de Monteverde desde tiempos inmemoriales.
De Pedis le dijo en dos ocasiones que se olvidara de todo lo que veía si quería seguir con salud. Según Minardi, una vez fueron en un automóvil con su amante y un guardaespaldas fuera de Roma y en una máquina hormigonera echaron dos bolsas que contenían el cadáver de la Orlandi, que había sido asesinada por orden de De Pedis, y de un chico de once años, hijo de un padrino de la banda con el que De Pedis estaba en guerra. Las versiones de la mujer contienen muchas contradicciones, pero los investigadores creen que no es mentira todo lo que dice. Sabrina Minardi también sostiene que cada tanto monseñor Flavio, secretario de Marcinkus, le pedía mujeres jóvenes para distraer al arzobispo, que era también el organizador de los viajes del Papa y el presidente del IOR, el banco del Vaticano. El crack del banco Ambrosiano y el asesinado en Londres de Roberto Calvi obligaron al arzobispo Marcinkus a retirarse del Vaticano y refugiarse en una parroquia de Arizona, donde en 2006 falleció de un ataque al corazón. Ayer el Vaticano, alarmado por las dimensiones del caso, calificó en una declaración de acusaciones infamantes sin fundamento a monseñor Marcinkus, muerto y por tanto imposibilitado de defenderse , tanto al testimonio de la Minardi como a los servicios periodísticos que se multiplican por todos lados. La Santa Sede no quiere en algún modo interferir con la misión de la magistratura en su verificación de los hechos y responsabilidades .
Pero la declaración vaticana protesta por el sensacionalismo de los informadores. Se reaviva así el profundísimo dolor de la familia Orlandi, sin demostrar respeto y humanidad por personas que tanto han sufrido . Hace poco el turco Alí Mehmet Agcá, que el 13 de mayo de 1981 casi mató a balazos al Papa Juan Pablo II y desde entonces está preso (ahora en Turquía), declaró a un diario que la verdad de muchas cosas se sabrá buscando la verdad del secuestro de Emmanuela Orlandi . Enrico De Pedis fue asesinado en 1990 a balazos en el centro de Roma, cerca de la plaza Campo dei Fiori. Curiosamente, Renatino fue sepultado después en la vecina basílica de San Apollinare, un privilegio restringido por la Iglesia sólo a muertos ilustres. Otro misterio. En la basílica, algún cura dijo que De Pedis era un benefactor . Una llamada anónima por teléfono a un programa de TV denunció hace un tiempo que para encontrar los restos de Emmanuela Orlandi había que abrir el sepulcro de Renatino en la basílica. Pero los magistrados italianos tienen las manos atadas porque el templo goza de la hermética extraterritorialidad de la Santa Sede.