Hay determinada ciencia que se ha distinguido por sus fraudes científicos. Eso si, publicitados a bombo y platillo para engañar a la opinión pública y dar un barniz de intelectualidad y ciencia a sus pretensiones prejuiciadas.
Uno de ellos acaba de ser publicado en España por el diario El Mundo, bajo el título: “El cerebro de los gays está feminizado y el de las lesbianas masculinizado”. En él, unos presuntos investigadores suecos han descubierto ¡al fin! que la homosexualidad tiene un origen natural, y está representada en sus características cerebrales.
Esta patochada me ha recordado a aquellos falsos diseños de embriones que había “descubierto” el profesor Haeckel para apoyar las teorías de Darwin, del que el Biographical Dictionary of Scientists trata con benevolencia diciendo: “Su entusiasmo por sus teorías le llevó a intentos de forzar que hechos observados cuadraran con sus esquemas de evolución en lugar de dejar que los hechos ensayaran y si fuera necesario modificaran los esquemas… El permitió en algunas ocasiones que su habilidad artística sustituyera a la precisión científica en la ilustración de sus monografías”. ¡Vaya forma fina de decir que fue un burdo falsificador científico.
Bueno, si en aquel caso fue necesario que muchos científicos saliesen al paso, y concretamente fuese acusado de fraude por cinco profesores y declarado culpable por un tribunal universitario en Jena, ante el que se vio obligado a reconocer que había “alterado” sus diseños, mucho me temo que el valor de la mayoría científica de nuestros tiempos no se arriesgará a acusar ante un tribunal científico a los autores de este nuevo timo, por el seguro vilipendio del que serían objeto por los “pacíficos” lobbies gays que se dedican a otorgar carnés de homófobos a cuantos no apoyan sus pretensiones, apoyados por toda la progresía y una mayoría de los medios de comunicación.
Seguro que alguien me dirá, pero usted que no es científico, ¿cómo puede poner en duda lo que afirman los científicos suecos y además muestran con fotografías? Pues muy fácil, la misma lógica que vivimos a nuestro alrededor demuestra el fraude: Si los homosexuales tienen un cerebro feminizado, y las lesbianas masculinizado, ¿Cómo puede ser que entre las parejas de los homosexuales y de las lesbianas puedan adoptar los roles masculinos y femeninos entre si? Es decir, podemos asumir que el gay que conforma el rol femenino en su pareja tendría un cerebro “feminizado”, pero ¿cómo podría tener un cerebro semejante el que desempeña el rol masculino? Y lo mismo en cuanto a las lesbianas en función de su rol de pareja. ¿Verdad que se entiende sin ser investigador?
Esta pseudo ciencia que sin duda será muy bien recibida en la prensa rosa y amarilla, me recuerda el timo de las dataciones radiométricas. Me explico: Cuando alguien envía a un laboratorio un fósil ó una roca para determinar su antigüedad, está obligado a aportar otros datos tales como: una descripción del estrato en el que fue encontrado así como una opinión del período geológico al que se supone que pertenece. De esta manera el laboratorio puede descartar aquellos datos que se obtienen en las pruebas que no coinciden con las expectativas del contratante. Hay muchos ejemplos cuando el que pide la datación "engaña" al laboratorio con esos datos, el rídiculo de la datación científica puede llegar hasta el caso de certificar que una roca recién formada en una erupción volcánica tenía más de mil millones de años de antigüedad.
Pues para este caso que nos ocupa, también los científicos han partido para su estudio del conocimiento previo de quienes antes han clasificado como homosexuales y heterosexuales y solo después de esto buscar los rasgos que convienen a su prejuiciado estimación. Pero lo científico sería analizar los cerebros sin ese conocimiento previo. Analizar los cerebros y determinar cuales según una “regla” científica objetiva corresponden a homosexuales y cuales a heterosexuales y, a posteriori, que otros científicos comprueben después que tales cerebros realmente coinciden inequívocamente con esos grupos: Que los cerebros del tipo “masculino” solo corresponden a varones heterosexuales y lesbianas con rol masculino y que los cerebros del tipo “femenino” solo corresponden a mujeres heterosexuales y a varones homosexuales con rol femenino. Una clasificación objetiva de ese tipo si que tendría una credibilidad científica. Pero, claro, ¿qué sucedería si en una muestra suficientemente amplia hubiesen clasificado cerebros que no encajasen con esos patrones y se comprobase que han clasificado con cerebros “masculinizados” a mujeres heterosexuales y con cerebros “feminizados” a varones heterosexuales? Pues que toda la teoría se vendría abajo. Pues ahí queda mi desafío: háganlo y traigan sus estudios. Y mientras tanto, como diría el humorista: ¡Buen intento!
Nota.- Por cierto, no quiero que parezca que el único estafador científico fue Haeckel. Usando la hipérbole juanina, no cabrían en el mundo los libros que se podrían escribir con los nombres y casos de los fraudes científicos comprobados y que durante un cierto tiempo tuvieron eco y se le otorgaron reconocimiento. Y que cuando el fraude se descubrió, apenas llegó al conocimiento público la rectificación, sino que no se pubilicitó de la misma forma, y solo se redujo a su reconocimiento en el ámbito académico.
Uno de ellos acaba de ser publicado en España por el diario El Mundo, bajo el título: “El cerebro de los gays está feminizado y el de las lesbianas masculinizado”. En él, unos presuntos investigadores suecos han descubierto ¡al fin! que la homosexualidad tiene un origen natural, y está representada en sus características cerebrales.
Esta patochada me ha recordado a aquellos falsos diseños de embriones que había “descubierto” el profesor Haeckel para apoyar las teorías de Darwin, del que el Biographical Dictionary of Scientists trata con benevolencia diciendo: “Su entusiasmo por sus teorías le llevó a intentos de forzar que hechos observados cuadraran con sus esquemas de evolución en lugar de dejar que los hechos ensayaran y si fuera necesario modificaran los esquemas… El permitió en algunas ocasiones que su habilidad artística sustituyera a la precisión científica en la ilustración de sus monografías”. ¡Vaya forma fina de decir que fue un burdo falsificador científico.
Bueno, si en aquel caso fue necesario que muchos científicos saliesen al paso, y concretamente fuese acusado de fraude por cinco profesores y declarado culpable por un tribunal universitario en Jena, ante el que se vio obligado a reconocer que había “alterado” sus diseños, mucho me temo que el valor de la mayoría científica de nuestros tiempos no se arriesgará a acusar ante un tribunal científico a los autores de este nuevo timo, por el seguro vilipendio del que serían objeto por los “pacíficos” lobbies gays que se dedican a otorgar carnés de homófobos a cuantos no apoyan sus pretensiones, apoyados por toda la progresía y una mayoría de los medios de comunicación.
Seguro que alguien me dirá, pero usted que no es científico, ¿cómo puede poner en duda lo que afirman los científicos suecos y además muestran con fotografías? Pues muy fácil, la misma lógica que vivimos a nuestro alrededor demuestra el fraude: Si los homosexuales tienen un cerebro feminizado, y las lesbianas masculinizado, ¿Cómo puede ser que entre las parejas de los homosexuales y de las lesbianas puedan adoptar los roles masculinos y femeninos entre si? Es decir, podemos asumir que el gay que conforma el rol femenino en su pareja tendría un cerebro “feminizado”, pero ¿cómo podría tener un cerebro semejante el que desempeña el rol masculino? Y lo mismo en cuanto a las lesbianas en función de su rol de pareja. ¿Verdad que se entiende sin ser investigador?
Esta pseudo ciencia que sin duda será muy bien recibida en la prensa rosa y amarilla, me recuerda el timo de las dataciones radiométricas. Me explico: Cuando alguien envía a un laboratorio un fósil ó una roca para determinar su antigüedad, está obligado a aportar otros datos tales como: una descripción del estrato en el que fue encontrado así como una opinión del período geológico al que se supone que pertenece. De esta manera el laboratorio puede descartar aquellos datos que se obtienen en las pruebas que no coinciden con las expectativas del contratante. Hay muchos ejemplos cuando el que pide la datación "engaña" al laboratorio con esos datos, el rídiculo de la datación científica puede llegar hasta el caso de certificar que una roca recién formada en una erupción volcánica tenía más de mil millones de años de antigüedad.
Pues para este caso que nos ocupa, también los científicos han partido para su estudio del conocimiento previo de quienes antes han clasificado como homosexuales y heterosexuales y solo después de esto buscar los rasgos que convienen a su prejuiciado estimación. Pero lo científico sería analizar los cerebros sin ese conocimiento previo. Analizar los cerebros y determinar cuales según una “regla” científica objetiva corresponden a homosexuales y cuales a heterosexuales y, a posteriori, que otros científicos comprueben después que tales cerebros realmente coinciden inequívocamente con esos grupos: Que los cerebros del tipo “masculino” solo corresponden a varones heterosexuales y lesbianas con rol masculino y que los cerebros del tipo “femenino” solo corresponden a mujeres heterosexuales y a varones homosexuales con rol femenino. Una clasificación objetiva de ese tipo si que tendría una credibilidad científica. Pero, claro, ¿qué sucedería si en una muestra suficientemente amplia hubiesen clasificado cerebros que no encajasen con esos patrones y se comprobase que han clasificado con cerebros “masculinizados” a mujeres heterosexuales y con cerebros “feminizados” a varones heterosexuales? Pues que toda la teoría se vendría abajo. Pues ahí queda mi desafío: háganlo y traigan sus estudios. Y mientras tanto, como diría el humorista: ¡Buen intento!
Nota.- Por cierto, no quiero que parezca que el único estafador científico fue Haeckel. Usando la hipérbole juanina, no cabrían en el mundo los libros que se podrían escribir con los nombres y casos de los fraudes científicos comprobados y que durante un cierto tiempo tuvieron eco y se le otorgaron reconocimiento. Y que cuando el fraude se descubrió, apenas llegó al conocimiento público la rectificación, sino que no se pubilicitó de la misma forma, y solo se redujo a su reconocimiento en el ámbito académico.