Florecillas

2 Enero 2008
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"Es necesario, ofrecer a Dios nuestros pasos, nuestro trabajo y nuestro reposo. !Oh, cuan hermoso es hacerlo todo por Dios!

Ea, alma mia, si trabajas por Dios, trabajaras tù, mas Dios bendecira tus obras, seras tu quien andaras, mas Dios bendecira tus pasos. Todo lo tendra en cuenta; la privacion de una mirada, de un gusto, todo quedara escrito.... Hay personas que saben aprovecharse de todo, aun de las inclemencias del tiempo; hace frio y ofrecen a Dios sus pequeñas molestias. !Oh, que belleza ofrecerse a Dios en sacrificio todas las mañanas."

Santo Cura de Ars
 
Re: Florecillas

Iba una vez San Francisco con el hermano León de Perusa a Santa María de los Angeles en tiempo de invierno. Sintiéndose atormentado por la intensidad del frío, llamó al hermano León, que caminaba un poco delante, y le habló así:

-- ¡Oh hermano León!: aun cuando los hermanos menores dieran en todo el mundo grande ejemplo de santidad y de buena edificación, escribe y toma nota diligentemente que no está en eso la alegría perfecta.

Siguiendo más adelante, le llamó San Francisco segunda vez:

-- ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor devuelva la vista a los ciegos, enderece a los tullidos, expulse a los demonios, haga oír a los sordos, andar a los cojos, hablar a los mudos y, lo que aún es más, resucite a un muerto de cuatro días, escribe que no está en eso la alegría perfecta.

Caminando luego un poco más, San Francisco gritó con fuerza:

-- ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor llegara a saber todas las lenguas, y todas las ciencias, y todas las Escrituras, hasta poder profetizar y revelar no sólo las cosas futuras, sino aun los secretos de las conciencias y de las almas, escribe que no es ésa la alegría perfecta.

Yendo un poco más adelante, San Francisco volvió a llamarle fuerte:

-- ¡Oh hermano León, ovejuela de Dios!: aunque el hermano menor hablara la lengua de los ángeles, y conociera el curso de las estrellas y las virtudes de las hierbas, y le fueran descubiertos todos los tesoros de la tierra, y conociera todas las propiedades de las aves y de los peces y de todos los animales, y de los hombres, y de los árboles, y de las piedras, y de las raíces, y de las aguas, escribe que no está en eso la alegría perfecta.

Y, caminando todavía otro poco, San Francisco gritó fuerte:

-- ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor supiera predicar tan bien que llegase a convertir a todos los infieles a la fe de Jesucristo, escribe que ésa no es la alegría perfecta.

Así fue continuando por espacio de dos millas. Por fin, el hermano León, lleno de asombro, le preguntó:

-- Padre, te pido, de parte de Dios, que me digas en que está la alegría perfecta.

Y San Francisco le respondió:

-- Si, cuando lleguemos a Santa María de los Angeles, mojados como estamos por la lluvia y pasmados de frío, cubiertos de lodo y desfallecidos de hambre, llamamos a la puerta del lugar y llega malhumorado el portero y grita: «¿Quiénes sois vosotros?» Y nosotros le decimos: «Somos dos de vuestros hermanos». Y él dice: «¡Mentira! Sois dos bribones que vais engañando al mundo y robando las limosnas de los pobres. ¡Fuera de aquí!» Y no nos abre y nos tiene allí fuera aguantando la nieve y la lluvia, el frío y el hambre hasta la noche. Si sabemos soportar con paciencia, sin alterarnos y sin murmurar contra él, todas esas injurias, esa crueldad y ese rechazo, y si, más bien, pensamos, con humildad y caridad, que el portero nos conoce bien y que es Dios quien le hace hablar así contra nosotros, escribe, ¡oh hermano León!, que aquí hay alegría perfecta. Y si nosotros seguimos llamando, y él sale fuera furioso y nos echa, entre insultos y golpes, como a indeseables importunos, diciendo: «¡Fuera de aquí, ladronzuelos miserables; id al hospital, porque aquí no hay comida ni hospedaje para vosotros!» Si lo sobrellevamos con paciencia y alegría y en buena caridad, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta. Y si nosotros, obligados por el hambre y el frío de la noche, volvemos todavía a llamar, gritando y suplicando entre llantos por el amor de Dios, que nos abra y nos permita entrar, y él más enfurecido dice: «¡Vaya con estos pesados indeseables! Yo les voy a dar su merecido». Y sale fuera con un palo nudoso y nos coge por el capucho, y nos tira a tierra, y nos arrastra por la nieve, y nos apalea con todos los nudos de aquel palo; si todo esto lo soportamos con paciencia y con gozo, acordándonos de los padecimientos de Cristo bendito, que nosotros hemos de sobrellevar por su amor, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta.

-- Y ahora escucha la conclusión, hermano León: por encima de todas las gracias y de todos los dones del Espíritu Santo que Cristo concede a sus amigos, está el de vencerse a sí mismo y de sobrellevar gustosamente, por amor de Cristo Jesús, penas, injurias, oprobios e incomodidades. Porque en todos los demás dones de Dios no podemos gloriarnos, ya que no son nuestros, sino de Dios; por eso dice el Apóstol: ¿Qué tienes que no hayas recibido de Dios? Y si lo has recibido de Él, ¿por qué te glorías como si lo tuvieras de ti mismo? (1 Cor 4,7). Pero en la cruz de la tribulación y de la aflicción podemos gloriarnos, ya que esto es nuestro; por lo cual dice el Apóstol: No me quiero gloriar sino en la cruz de Cristo (Gál 6,14).
 
Re: Florecillas

"La castidad de corazon consiste en la pureza de intension !Oh que rara es esta castidad y esta pureza! Pues para tenerla, es preciso no ver en todas las cosas creadas sino a Dios, y a todas solo en Dios, lo cual viene a ser ya un destello de los gozos del paraiso, en donde Dios es todo para todos"

San Francisco de Sales
 
Re: Florecillas

Todos los hombres, naturalmente, desean saber; mas, ¿qué aprovecha la ciencia, sin el temor de Dios?
Por cierto, mejor es el rústico humilde que a Dios sirve, que el soberbio filósofo que, dejando de conocerse, considera el curso del cielo.
El que bien se conoce, tiénese por vil, y no se deleita en alabanzas humanas.
Si yo supiese cuanto hay en el mundo y no estuviese en caridad, ¿qué me aprovecharía delante de Dios, que me juzgará según mis obras?

No tengas deseo demasiado de saber, porque en ello se halla grande estorbo y engaño.
Los letrados gustan de ser vistos y tenidos por tales.
Muchas cosas hay que, el saberlas, poco o nada aprovecha al alma; y muy loco es el que en otras cosas entiende, sino en las que tocan a la salvación.
Las muchas palabras no hartan el alma; mas la buena vida le da refrigerio y la pura conciencia causa gran confianza en Dios.

Thomas de Kempis
 
Re: Florecillas

"En el momento de la muerte, no se nos juzgarà por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el pedo de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. Este amor debe resultar del sacrificio de si mismos y ha de sentirse hasta que duela."

Madre Teresa de Calcuta
 
Re: Florecillas

"No podeís hacerme ningun servicio; pero podeis acudir en auxilio del prójimo; y si buscais la gloria y la salvacion de las almas, será esta la prueba de que habito en vuestros corazones por la gracia. El alma enamorada de mi verdad no se concede jamas reposo alguno, procurando sin cesar socorrer utilmente a los demas.

Os es imposible darme el amor que yo exijo; pero os he colocado al lado de vuestro projimo para que hagais por el lo que no podeis hacer por Mi; amarle con desinteres sin esperar de él ninguna gratitud ni ninguna recompensa; considero entonces como hecho a Mi mismo lo que haceis a vuestro projimo".

Parte del dialogo entre El Salvador y Santa Catalina de Siena, consignado en el testamento espiritual de la santa.
 
Re: Florecillas

Correccion:

"En el momento de la muerte, no se nos juzgarà por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. Este amor debe resultar del sacrificio de si mismos y ha de sentirse hasta que duela."

Madre Teresa de Calcuta
 
Re: Florecillas

"Si consideramos esta vida nuestra como un VIVIR, somos unos locos; pero si la consideramos como un AMAR, un amar a Dios y un vivir en El, con El y por El, entonces puedo trabajar y preocuparme, entonces puedo sentir hambre y frio, entonces puedo cantar y hasta reventar si fuera necesario, con la risa en los labios y un canto en el corazòn"

Bernardo de Claraval