El perdón, la medicina para el ALMA

Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Encontre esto en la web, espero que sea de ayuda:



La importancia de perdonar
Dan Corner


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Pedro le preguntó una vez al Señor cuántas veces tenía que perdonar a su hermano que pecara contra él. Entonces proveyó una respuesta posible a su propia pregunta. Dijo: ¿hasta siete veces?

A partir de esto el Señor dio una respuesta concisa; luego elaboró en detalle la importancia de perdonar a quienes pecan contra nosotros. ¡Estimado lector, deje a un lado sus preconceptos con respecto a este asunto y siga leyendo con un corazón abierto y disposición a recibir lo que la Biblia llanamente declara!

Como en otras áreas, la enseñanza de Jesús sobre este tema particular ha sido retorcida y modificada para calmar a la gente que tiene comezón de oír y deseos pecaminosos. No se deje engañar por nadie acerca de la importancia de perdonar a otros quienes pecan contra usted.

Este capítulo se enfocará primariamente sobre dos ocasiones claves en que el Señor tocó este tema (Mateo 6:14,15 y Mateo 18:21-35).

Mateo 6:14,15
En Mateo 6:14,15 el Señor enfáticamente declaró una verdad eternamente obligatoria con las siguientes palabras:
Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas (NVI).

Aquellas palabras acerca de perdonar a otros que pecan contra nosotros deben de haber conmocionado a los discípulos del Señor, pues esta es la primera vez en la Biblia que tal cosa es establecida. Nunca leemos de perdonar a otros para que nuestros pecados sean perdonados, en ninguna parte de todo el Antiguo Testamento. ¡Sin embargo, el Señor cambió todo eso cuando nos dio su enseñanza sobre este tema!

¡Por favor, note que los versículos 14 y 15 son dados específicamente a aquellos ya salvados! Esto es evidente, pues Jesús dijo vuestro Padre celestial (v. 14) y vuestro Padre (v. 15). Compare con Mateo 18:35. Jesús nunca afirmó que los no salvos tenían a Dios Todopoderoso como su padre espiritual. El padre espiritual de ellos es claramente el diablo (Juan 8:42-44) y ellos son claramente hijos del diablo (1 Juan 3:10).

¡Además, el diablo no puede perdonar nuestros pecados; sólo Dios Todopoderoso puede, pero solamente si cumplimos la condición de perdonar a otros!

Este hecho acerca de las dos familias espirituales nos ayuda a ver que la enseñanza del Señor sobre el tema de perdonar a otros que pecan contra nosotros está específicamente dirigido hacia aquellos que ya han experimentado una verdadera regeneración (o salvación). ¡Esto basta para refutar a quienes dijesen que uno debe, para comenzar, tener un espíritu perdonador hacia otros, antes de que pueda venir a la salvación inicial, basados en una mala comprensión de este pasaje!

Si tal enseñanza fuera cierta, la veríamos expresada en alguna otra parte del Nuevo Testamento como un prerrequisito para la salvación inicial en alguno de los varios sermones sobre la salvación, pero ¡nunca la vemos! En lugar de esto, la enseñanza de perdonar a otros, de modo que el Padre celestial nos perdone, está siempre dirigida hacia quienes ya son verdaderamente salvos. Este hecho es absolutamente devastador para todos los maestros de UVSSS, quienes dirían que todos nuestros pecados futuros son automáticamente perdonados después de la salvación!

Si los pecados futuros de uno fueran automáticamente (incondicionalmente) perdonados, entonces no deberíamos tener que perdonar a otros, quienes pecan contra nosotros, para obtener el perdón de nuestros pecados, como Jesús claramente enseñó! ¡Alguien está enseñando falsamente sobre este tema, y sabemos que no puede ser el Señor!

Así que, de acuerdo a Jesús, una persona que ha sido salvada por la fe en él debe cumplir la condición de perdonar a otros, o sus futuros pecados cometidos después de su salvación no le serán perdonados. Esta es la enseñanza que provino de Aquel que tiene las palabras de vida eterna (Juan 6:68). ¡Esta es la verdadera enseñanza de la gracia por el mismo Señor, quien nos dio Juan 3:16 y 10:27-29! Recuerde: “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Esta odiada y tergiversada enseñanza del Señor acerca de perdonar a otros para obtener el perdón de los pecados propios está bajo el paraguas de la enseñanza de Jesús sobre la gracia.

Estimado lector, ¿puede ver meramente de esto, el peligro espiritual vinculado intrínsecamente a la enseñanza de UVSSS? Esto debiera ser evidente, ya en este punto, pero hay mucho más que necesita ser dicho, especialmente sobre la importancia de perdonar a otros.

Mateo 18:21-35
En Mateo 18:21-35 tenemos la más exhaustiva enseñanza de la Biblia sobre este tema de perdonar a otros que pecan contra nosotros. En esos quince versículos, se observan muchas cosas a medida que uno medita en ellos. Algunas observaciones son:

(1) Jesús nunca sugirió siquiera que en este mundo no se pecaría contra algunos de sus discípulos. Esto es muy básico, pero de todos modos, es un punto importante para subrayar. ¡Estimado lector, usted no es el único que ha sido “apuñalado por la espalda” por otros que jamás debieran haberle tratado mal!

Escuché una vez a un predicador establecer bien este punto, diciendo: ¡Si estás vivo en este mundo por cinco minutos, ya has sido apuñalado por la espalda por alguien! Aunque esto sea una exageración, él estableció bien este punto.

Sin excepción, se ha pecado contra todos los que viven hoy múltiples veces, aunque sean salvos.

¡Además, si continúa viviendo por mucho más, pronto se pecará de nuevo contra usted! Esta era está desenfrenada con tal clase de cosas. No hay modo de evitar ser maltratado por otros, si uno está cerca de la gente. Se pecó injustamente contra muchas personas piadosas:

José por sus propios hermanos, la esposa de Potifar y el copero principal (Génesis 37-50);
Moisés por sus propios hermano y hermana (Números 12:1-13); y
David por el rey Saúl quien personalmente trató de matarlo más de una vez (1 Samuel 18:11; 19:10).

(2) En el momento de nuestra salvación, nuestra inmensa deuda de pecado que fue perdonada es asemejada a diez mil talentos. Cuando alguien peca contra nosotros, esto es asemejado a solamente cien denarios. ¡Eso es una relación de cerca de 500,000 a 1 entre ambos valores!(1) En otras palabras, ofendimos a Dios 500,000 veces más severamente a través de los años pecando contra él, que lo que lo hace la gente cuando peca contra nosotros!

(3) ¡El hombre que recibió un perdón personal en Mateo 18:21-35, pero se rehusó a perdonar al hombre que le debía sólo cien denarios fue llamado un siervo malvado! Esta misma descripción es usada en Mateo 25:26 y allí aprendemos que tal gente será arrojada a la oscuridad donde habrá llanto y rechinar de dientes (Mateo 25:30).

Limitar un corazón no perdonador a un bloqueo del compañerismo es, obviamente, subestimar grandemente las consecuencias de la falta de perdón:


Ahora déjeme continuar y decir que si una persona se torna un cristiano, y luego más tarde hay una situación en donde hay un corazón no perdonador de parte del cristiano, tenemos aún que darnos cuenta de que la Escritura dice que no hay condenación para quienes están en Cristo Jesús. De modo que el cristiano no será condenado por tal falta de perdón, pero yo creo que habrá un bloqueo del compañerismo.(2)

Aparentemente, una mala comprensión de Romanos 8:1, basado en una interpretación UVSSS, es aquí el obstáculo para ver el peligro definitivo que subyace a la falta de perdón. Vea el capítulo titulado Demolemos argumentos para una explicación de Romanos 8:1.

(4) ¡El mismo modo en que aquel siervo malvado fue tratado es como el Padre celestial le tratará a usted a menos que perdone de corazón a su hermano, versículo 35! Así que, ¿cómo fue tratado? El versículo 34 dice:

Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. (Biblia de las Américas).

¡Increíblemente, él fue de nuevo hecho responsable de pagar su deuda previamente cancelada! En otras palabras, bajo esas circunstancias, sus pecados pasados perdonados en el punto de su salvación inicial le fueron puestos de nuevo a su cargo.

Dios espera, incluso exige, de aquellos que han recibido una increíble misericordia de Él, la cual llegó hasta salvarlos, que en adelante muestren misericordia perdonando a otros.

Cómo detesta el diablo la luz que resplandece desde la palabra de Dios. Esto es así porque él desea condenar a tantos como pueda mediante el engaño, pero la palabra de Dios es un obstáculo fundamental. Con esto en mente, debiera ser evidente por qué usted raramente, si alguna vez, ha oído estas simples verdades con respecto a la importancia de perdonar a otros, como se cita en estos claros pasajes.

¿Qué significa perdonar?

Ahora que usted sabe que debe perdonar a otros que pecan contra usted o su Padre celestial no le perdonará, ¿qué significa perdonar? La palabra perdonar (griego afiemi) significa, entre otras cosas, dejar ir o abandonar.(3)

Esta es la misma palabra que se encuentra en Juan 4:28 y 1 Corintios 7:11:
Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres ... (Biblia de las Américas).

Y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer (Reina-Valera 1960).

En otras palabras, lo que aquella mujer hizo con su cántaro, y lo que el marido no debe hacer con su esposa, es lo que debemos hacer con cualesquiera inquinas, sentimientos de rencor o venganza hacia quienes pecan contra nosotros, para que nuestros pecados sean perdonados después de la salvación inicial.
En otras palabras, dejar que aquellas cosas se vayan. ¡No albergue amargura o un deseo de venganza contra aquellos que han pecado contra usted! La venganza es de Dios. Permita que él retribuya. Vea Romanos 12:19.

Una tentación del diablo

¡Más allá de toda sombra de duda, su enemigo espiritual, el diablo, intentará colocarlo en un estado de falta de perdón para poder destruirlo! Le recordará sus heridas pasadas que ocurrieron hace años, si esto le sirve a él. Al parecer él le hizo esto a David, usando un doloroso incidente pasado con Simí (2 Samuel 16:5-14; 19:18-23; compare 1 Reyes 2:8,9). ¡Recuerde que para él todo vale!

Por favor sepa que el diablo es tanto agresivo como malévolo hasta la médula. ¡Es capaz de darnos pensamientos y prosigue haciéndolo cada día! Con respecto a esto, sería bueno para usted adquirir el hábito cotidiano de hacerse esta pregunta: ¿Qué clase de pensamientos o sugerencias me ha estado dando el diablo hoy?

Usted puede detectar sus destructivos pensamientos y sugestiones comparando lo que haya estado viniendo a su mente con la Palabra de Dios. Si los pensamientos, imaginaciones y sugerencias que han estado viniendo a su mente no entran en la categoría de la simple obediencia a la Palabra de Dios, ¡son del Tentador! ¡No medite ni se entretenga en tales pensamientos, ni por un momento! Resistir estos pensamientos es resistir al diablo (Santiago 4:7). Su enemigo está tratando de hacer que usted los medite lo suficiente para que usted se torne espiritualmente impuro. Resista las tentaciones del diablo.

Cuando el diablo le da el pensamiento (tentación) de alguna herida pasada, tratando de conducirlo a la falta de perdón (o mantenerlo allí), está tratando de iniciar algo en su corazón y su mente que más tarde lo destruirá a usted a menos que le resista activamente. De nuevo, no ceda a estos pensamientos. ¡Usted puede resistir al diablo cuando viene este tipo de ataque, orando por la persona o las personas que han pecado contra usted (Lucas 6:28)! Esteban oró por quienes lo estaban matando (Hechos 7:60).

¡Orar por quienes le ofenden le resultará mucho más fácil si mantiene en mente su deuda de diez mil talentos que Dios le canceló en el momento de su salvación y que esa ofensa contra usted fue de sólo cien denarios! Como se citó antes, se pecó contra la gente piadosa del pasado tanto como contra usted o aun peor. ¡Esto, por supuesto, no achica la herida por actos o palabras crueles que vienen de un amigo de confianza, una persona amada, o incluso alguien a a quien usted ayudó mucho y que luego se vuelve contra usted!

A través de los siglos, los cristianos han sido grandemente heridos y totalmente traicionados por sus cónyuges, padres, hermanos, hermanas, nietos, vecinos, mejores amigos, colaboradores, maestros, jefes, etc. Considere cómo la gente se dio vuelta con Jesús. La misma multitud que él alimentó, sanó y enseñó más tarde gritaba: Crucifícale.

Pese a cómo la gente pueda tratarnos, Jesús dijo que debíamos perdonarlos para que nuestros propios pecados fueran perdonados. Pídale a Él que quite todo resentimiento de su corazón. Lave de su mente esos pensamientos hirientes empleando el tiempo atentamente en la Biblia y escuchando música evangélica. ¡Silbar o cantar canciones basadas en las Escrituras para usted mismo durante todo el día puede significar la diferencia entre la victoria y la derrota en esta área, cuando vienen ciertos ataques con falta de perdón!

“Simplemente no puedo perdonar”

¡Decir que usted no puede perdonar es mostrarse a usted mismo como ya completamente engañado por el diablo! No solamente puede usted perdonar: Usted debe perdonar. Perdonar a otros no es fácil para nadie que es ofendido, especialmente ya que el diablo estará haciendo su mejor esfuerzo por llevarlo a la falta de perdón o mantenerlo en ella. Use las armas espirituales que Dios le ha dado, que son poderosas por medio de Él (2 Corintios 10:4), y resista las tentaciones del diablo a ser no perdonador. No se confíe en sus sentimientos para medir su propio perdón hacia otro.
¡Por favor, sepa que es posible perdonar a otro y sin embargo no confiar en esa persona hasta el punto en que pueda herirlo de nuevo, o incluso peor que antes!

Hay algunas personas en este mundo con quienes nosotros no seremos nunca capaces de reconciliarnos totalmente - quienes continuarán odiándole e hiriéndole tan a menudo como puedan. Encarémoslo, existe tal cosa.

Perdonamos a tales personas, esto es, no albergamos amargura ni deseo de venganza, pero mejor no confiemos en esta singular clase de persona. David nunca confió en la invitación de Saúl para regresar a Jerusalén, ni siquiera después que Saúl aparentemente se arrepintió (1 Samuel 26:21-27:1).

¡También podemos suponer que Pablo perdonó a Alejandro el herrero, quien le hizo mucho daño, pero aún así advirtió a Timoteo contra este mismo hombre (2 Timoteo 4:14,15)! Al parecer, Pablo no pensaba que Alejandro fuera a cambiar.

Más que un obstaculo para la oración

Limitar la seriedad de la falta de perdón a ser sólo un obstáculo a sus oraciones, como lo hacen algunos maestros, es subestimar peligrosamente sus consecuencias. Esto se hace habitualmente a partir de Marcos 11:25. Ese versículo dice:

Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas (Reina-Valera 1960).

¡Claramente vemos aquí, como en los versículos mencionados más arriba, que bloqueamos nuestro propio perdón al ser no perdonadores! También, debíeramos revisar nuestros propios corazones en busca de cualquier falta de perdón tan a menudo como oremos. En otras palabras, ésta debiera ser un área constante de autoxamen. ¡Qué victoria debe de estar ganando a través de la falta de perdón en las vidas de la mayoría! La enseñanza de UVSSS es en gran medida responsable por esto.

De nuevo, no piense que su negativa de perdonar a otros que pecan contra usted meramente obstaculizará su comunión con Dios. ¡Esto nunca se afirma como la única consecuencia de rehusarse a perdonar (Mateo 6:14,15; 18:21-35; Marcos 11:35; Lucas 6:37; 11:4), sino que es otro engaño para disminuir la seriedad de la falta de perdón! No se engañe en esto. Debe perdonar a otros para que sus pecados le sean perdonados. Con esto en mente, medite Santiago 1:14,15:

Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha sido concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte (NVI).

Note que la muerte espiritual es el resultado final del pecado, que comienza con deseos pecaminosos y tentaciones. Este principio está ejemplificado por el Pródigo (Lucas 15:24,32; cf. Romanos 8:13). Ya que la muerte espiritual es el resultado final del pecado no perdonado, entonces que se nos niegue el perdón por causa de nuestra negativa a perdonar a otros tiene que llevar con ello el potencial de ser espiritualmente fatal.

Debe ser por esto que algunos cristianos se tornan tibios y luego se enfrían después de un período con el Señor. Cuando esto ocurre, el diablo ha sido exitoso con sus maquinaciones (Efesios 6:11; cf. 2 Corintios 2:11). ¡No deje que esto le pase a usted!

Viva en paz

Adicionalmente, aunque la falta de perdón no se menciona claramente en Gálatas 5:15, ciertamente está sobreentendida:
Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros (NVI).
¡Pablo afirmó que ellos podían destruirse unos a otros! Con esto en mente, el diablo debe tener gran deleite en las divisiones en las iglesias locales.
También, en Hebreos 12:14 se lee:

Busquen la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (NVI).
Además de ser santos, hemos de “buscar la paz con todos,” es decir, en la medida en que no sacrifiquemos la verdad o los valores cristianos para obtener esta paz. Esto es cuán intensamente deberíamos tratar de evitar el estado de falta de perdón o cualquier cosa que pueda llevar a tal cosa.
¡Recuerde que ser no perdonador hacia otro no destruirá a la persona que lo maltrató! En lugar de esto, lo destruirá a usted, la persona que no perdona. Es por eso que el diablo emplea frecuentemente esto contra la parte ofendida.

¡La falta de perdón debe de ser una de las más sutiles y destructivas tentaciones satánicas, pero pocos aparentemente conocen su seriedad por causa de las falsas enseñanzas que provienen, especialmente, de los maestros de UVSSS! Para continuar caminando con el Señor y tener vida espiritual, debemos perdonar a quienes pecan contra nosotros.

Perdonar a otros es tan importante como obtener el perdón de sus propios pecados, pues sin lo primero no ocurrirá lo segundo, de acuerdo al Señor Jesús.

Medite en esto ...

Limitar la seriedad de la falta de perdón a ser sólo un obstáculo a sus oraciones, como lo hacen algunos maestros, es subestimar peligrosamente sus consecuencias. Esto se hace habitualmente a partir de Marcos 11:25. Ese versículo dice:

Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas(Reina-Valera 1960).

¡Claramente vemos aquí, como en los versículos mencionados más arriba, que bloqueamos nuestro propio perdón al ser no perdonadores! También, debíeramos revisar nuestros propios corazones en busca de cualquier falta de perdón tan a menudo como oremos. En otras palabras, ésta debiera ser un área constante de autoxamen. ¡Qué victoria debe de estar ganando a través de la falta de perdón en las vidas de la mayoría, especialmente cuando uno abraza UVSSS!

También aprendemos en Marcos 11:25 lo que es la falta de perdón. Jesús dijo que era retener algo contra otro.


¡Obedecer a Jesús y perdonar a aquéllos que pecan contra nosotros no significa que ellos se libren de su ofensa! La venganza es de Dios; él retribuirá. Así que perdonar a nuestros ofensores no les está ayudando a ellos. En cambio, le ayuda a usted espiritualmente, basado en la enseñanza de Jesús en Mateo 18:21-35.

El siguiente pasaje de Santiago, que trata acerca de mostrar misericordia, está relacionado con este tema de perdonar a otros:

Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio (2:13, Reina Valera 1960).

Por otra parte, nutrir un rencor contra otro es ser como la malvada y adultera Herodías quien injustamente hizo tal cosa contra Juan Bautista:

En efecto, Herodes mismo había mandado que arrestaran a Juan y que lo encadenaran en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de Felipe su hermano, y Juan le había estado diciendo a Herodes: “La ley te prohíbe tener a la esposa de tu hermano.” Por eso Herodías le guardaba rencor a Juan y deseaba matarlo. Pero no había logrado hacerlo (Marcos 6:17-19, NVI).

Finalmente, perdonar a otros es tan importante como obtener el perdón de sus propios pecados, pues sin lo primero no ocurrirá lo segundo, de acuerdo al Señor Jesús.



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(1) La Biblia amplificada afirma que diez mil talentos son cerca de diez millones de dólares, mientras que cien denarios son aproximadamente veinte dólares.

(2) June Hunt, You Can Have Assurance of Your Salvation [Usted puede tener seguridad de su salvación], casete emitido la semana del 4 de enero de 1993.

(3) James Strong, The Exhaustive Concordance of the Bible [La concordancia exhaustiva de la Biblia] (Nashville: Abingdon, 1976), Greek Dictionary [Diccionario griego] , p. 17, #863.



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Espero que este tema sea de ayuda!!!

Dios les bendiga!


:sorpresa:
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

¿Qué significa perdonar?

"Perdonar no es lo mismo que justificar, excusar u olvidar. Perdonar no es lo mismo que reconciliarse. La reconciliación exige que dos personas que se respetan mutuamente, se reúnan de nuevo. El perdón es la respuesta moral de una persona a la injusticia que otra ha cometido contra ella. Uno puede perdonar y sin embargo no reconciliarse, como en el caso de una esposa continuamente maltratada por su compañero." ("A definition of forgiveness", por Robert Enright, "The World of Forgiveness", octubre/noviembre de l996.)

"El perdón permite liberarse de todo lo soportado para seguir adelante. Usted se acuerda del frío del invierno, pero ya no tiembla porque ha llegado la primavera".

"El perdón opera un cambio de corazón. Debemos ponerle fin al ciclo del dolor por nuestro propio bien y por el bien de futuras generaciones. Es un regalo que debemos proporcionarles a nuestros hijos. Podemos pasar del dolor a la compasión. Cuando perdonamos, reconocemos el valor intrínseco de la otra persona".

"El perdonar no borra el mal hecho, no quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho ni niega el derecho a hacer justicia a la persona que ha sido herida. Tampoco le quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho... Perdonar es un proceso complejo. Es algo que sólo nosotros mismos podemos hacer...Paradójicamente, al ofrecer nuestra buena voluntad al ofensor, encontramos el poder para sanarnos...Al ofrecer este regalo a la otra persona, nosotros también lo recibimos."

Nota: Tomado de Excerpts from the talks at the National Conference on Forgiveness, Universidad de Wisconsin-Madison, marzo de l995.


¿Por qué debemos perdonar?

Un psicólogo norteamericano, Robert Enright, afirmó que las personas que han sido profunda e injustamente heridas pueden sanar emocionalmente perdonando a su ofensor.

Un discípulo de Jesús le preguntó: "¿Maestro, cuántas veces he de perdonar a mi hermano? ¿Siete veces?" "Siete veces no, setenta veces siete", le contestó Jesús. Perdonar es un don de Dios. La oración sincera, procedente de un corazón limpio de pecado, ayuda a "desmantelar" la ofensa, a perdonar al que nos hirió.

Los primeros pasos hacia el perdón

A menudo una mujer que ha sido víctima de maltratos físicos o emocionales durante mucho tiempo, siente ira contra sí misma por todo lo que permitió que le sucediera.

"Para poder perdonar a su agresor, la víctima debe comprender que lo sucedido fue una ofensa. Debe reconocer que ella es tan valiosa como todas las demás personas, y que sus necesidades y sentimientos son importantes. Si intenta perdonar antes de valorarse, su perdón no será apropiado. Hasta que la víctima comprenda el valor que tiene como persona, no se respetará a sí misma." ("Forgiveness and the intrinsic value of persons", Margaret R. Holmgren, American Philosophical Quarterly, octubre de l993.)

"Desde el punto de vista psicológico, según el psiquiatra norteamericano Richard Fitzgibbon, hay tres formas básicas de lidiar con la ira: l. Negarla. 2. Expresarla de muchas maneras mientras pretendemos que no estamos ofendidos. 3. Perdonar.

El Dr. Fitzgibbon y otros psiquiatras y psicólogos, aplican una terapia que induce al paciente a perdonar, y comprueban que hay una mejoría considerable. Aquí se ve que la verdadera Ciencia coincide con el Evangelio de Cristo. Estos son los pasos terapéuticos que ellos recomiendan:

l. Confrontar la rabia interior, la vergüenza, la herida. La persona puede estar deprimida sin saber por qué, hasta que descubre la causa, oculta por muchos años o sólo por horas.

2. Reconocer la fuente de la herida, y descubrir el porqué.

3. Elegir perdonar. Aunque haya base para la ira y la venganza, no se elige eso, sino perdonar. Y no tiene que ser sólo por motivos religiosos, sino también por instinto de conservación: le va a hacer bien psíquica y físicamente.

4. Buscar una nueva forma de pensar sobre esa persona que nos ha hecho mal. Cuando lo hacemos, por lo general descubrimos que es un ser vulnerable, probablemente con heridas.

"Debemos liberarnos del dominio que la persona que nos ha herido ejerce todavía sobre nosotros mediante nuestro odio. Perdonar libera la memoria y nos permite vivir en el presente, sin recurrencias constantes al pasado doloroso.

"Todo insulto recibido puede convertirse en una nueva oportunidad de crecimiento interior, una gracia que nos envía Dios, porque al perdonar somos canales de Su misericordia. Pero además, como dice el "Padre Nuestro", la oración que el mismo Cristo nos enseñó, cuando perdonamos también nosotros somos perdonados por Dios. Si rabiamos por una ofensa, si planeamos vengarnos por un insulto, si el odio se aloja en nuestra alma, el adversario (Satanás), habrá ganado la batalla arrastrándonos al mal mayor."

Nota: Esta información fue tomada del artículo escrito por Dora Amador y publicado en "El Nuevo Herald", junio 5 de l997.

A la pregunta sobre por qué perdonar, los creyentes respondemos que la experiencia de haber sido perdonados muchas veces por Dios nos compromete a perdonar a nuestros semejantes.


Para comprender mejor lo que significa pedir perdón y perdonar
"Perdón es la fragancia que la violeta suelta, cuando se levanta el zapato que la aplastó". (Mark Twain)

"Pedir perdón no es lo mismo que disculparse, porque disculparse es excusar los motivos por los cuales uno ejecutó una acción con el objeto de que la persona afectada por ella pueda comprenderla. Pedir perdón es asumir la totalidad de nuestra falta, con toda ella, y sentir todo el mal que produjo, decir que aunque no puedas del todo repararla, te produjo dolor la acción, lo sientes, estás arrepentido, y quieres de vuelta procurar lo bueno... La estatura humana del perdón por ello es mucho más alta y propia de los grandes, y necesaria en los cristianos porque hemos sido perdonados desde antes de existir, y así como perdonemos se nos perdonará". ("El perdón", C.S.Lewis)

"Un conocido teólogo escribió que ' Los santos, muchas veces al rezar tartamudeaban. Este tartamudeo es más agradable a Dios que las frases retóricas, por más bellas y brillantes que puedan ser '. Muchas veces nos cuesta pedir disculpas a nuestros amigos, compañeros... por un mal acto que hemos cometido. Pedir perdón por una mala acción es la forma más poderosa de demostrar nuestra humildad y honestidad. Sería interesante que hoy recordaras a aquellas personas con las cuales mantienes una enemistad por culpa tuya. ¡Reconcíliate con ellas con palabras fáciles y honestas y si hace falta tartamudea! Hay una frase increíble que te ayudará a pensar: 'El perdón de las flores es tan bonito que llegan incluso a perfumar a aquél que las aplasta con la mano' ".

"Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor, sin amargura, sin la herida abierta; perdonar es recordar sin andar cargando eso, sin respirar por la herida, entonces te darás cuenta que has perdonado.

"En una parte del Padre Nuestro Dios nos dice: ' perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden'. Perdonar, es una decisión que deja en libertad tu corazón, y deja limpia toda herida, la amargura en ti ya no reinará. Si tú quieres experimentar el perdón del Señor, debes primero perdonar.

"Dios dijo: 'Yo soy la vid y ustedes la rama, ustedes lejos de mí no pueden hacer nada' y nada incluye todo, incluye perdonar. Dejemos que Dios nos ayude con nuestra decisión de perdonar. No fuimos hechos para odiar, sino para amar ..." (R.C.A.N.)

"Amar a quien nos ha ofendido desarma al adversario y puede incluso transformar un campo de batalla en un lugar de solidaria cooperación. Éste es un desafío que concierne a cada individuo, pero también a las comunidades, a los pueblos y a la entera humanidad. Afecta, de manera especial, a las familias. No es fácil convertirse al perdón y a la reconciliación. Reconciliarse puede resultar problemático cuando en el origen se encuentra una culpa propia. Si en cambio la culpa es del otro, reconciliarse puede incluso ser visto como una irrazonable humillación. Para dar semejante paso es necesario un camino interior de conversión; se precisa el coraje de la humilde obediencia al mandato de Jesús. Su palabra no deja lugar a dudas: no sólo quien provoca la enemistad, sino también quien la padece debe buscar la reconciliación (cfr. Mt 5, 23-24). Juan Pablo II ." (Extracto del Mensaje de Cuaresma 2001 de Juan Pablo II. )

"Perdonar y pedir perdón, es dejar que actúe el Espíritu en el lugar donde existe nuestro orgullo y nuestro resentimiento."(Anónimo)

Nota: Este último texto fue preparado por el Instituto Tomás Moro en Asunción, Paragüay y se reproduce con su autorización.

"Dios nos mira más allá de nuestros pecados con mucho amor...Cuanto más vemos y sentimos su bondad, más nos enamoramos de Él. En cuanto más nos enamoramos de Él, nuestras vidas automáticamente se van alineando con Él. Toda sanación en nuestras vidas fluye de esta relación amorosa. Al entrar en un profundo conocimiento de su amor, es cuando, de hecho, nos sanamos y tenemos la experiencia más sutil de la unión con Él, sabiendo que su amor puede transformar las más profundas heridas. "

Nota: Tomado del libro Sanación Intergeneracional, del Padre Robert DeGrandis S.S.J. y Linda Schubert.

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He aquí otra forma de ver el tema!


Lo importante siempre es PERDONAR!!!!


Dios les ama!
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Hola hermanos!!!


Soy de México, lindo y querido!!!!


Y desde aquí va un saludo fraternal, para toda Iberoamerica y otros países del mundo....


Dios les bendiga abundantemente!



:pangel1:
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Perdóname Señor

Autor:



Hoy, viajando en autobús, vi una hermosa muchacha con cabellos de oro y
expresión de alegría; envidié su hermosura.
Al bajarse la vi cojear...tenía una sola pierna, y apoyada en su muleta
sonreía.

PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo.
!Tengo dos piernas y el mundo es mío!

Fui a comprar después unos dulces, me atendió un muchacho
encantador, hablé con él; parecía tan contento que aunque se me hubiera
hecho tarde no me habría importado. Ya al salir, oí que me decía:
"Gracias por charlar conmigo....es usted tan amable.
Es un placer hablar con gente como usted...ya ve, soy ciego"

PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo.
!Yo puedo ver, y el mundo es mío!

Más tarde, caminando por la calle, vi un pequeño de ojos azules que
miraba jugar a otros niños, sin saber que hacer.
Me acerqué y le dije Porqué no juegas con ellos?
Siguió mirando hacia adelante sin decir una palabra, entonces comprendí
que no me oía.

PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo,
Yo puedo oír, y el mundo es mío!

Tengo dos piernas para ir a donde quiero....
Ojos para ver los colores del atardecer....
Oídos para escuchar las cosas que me dicen....
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo,
! Lo tengo todo y el mundo es mío!
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Perdóname porque en ese momento no entendí...
Por pensar que no me amabas...
por creer que me olvidaste..por creer que me dejabas..

Lagrimas brotaron a mares y eso no te importo..
solo te lo llevaste y ya nunca regreso...
El dolor de mi madre dolía, Mi padre en su llanto se ahogo..
la pena a mi me afligía y mas nunca termino..

Fueron días de interminable dolor..días que a ti no te importo..
Días que te busque y en los cuales no te encontré!!....
Tu imagen yo veía implorando de tu amor,,
con tristeza veía como te reías de mi dolor!!.

Perdóname padre mío!!
perdóname por no entender ..que la risa que me dabas
era una caricia tuya que con amor tu me entregabas!!..
y que siempre estuviste conmigo y jamás tu me dejabas

El dolor de mi madre ya paso, el llanto de mi padre se seco..
el dolor que yo sentía, en el pasado quedo!...
la sonrisa que ahora tienen es ya sin dolor,
la sonrisa que me dan esta llena de tu amor.



Patricia Rocha
[email protected]
Octubre 28,2005.







































 

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Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Perdóname Señor!!

Perdóname Señor!! Por mi temor para sufrir,
por mi afán en obtener siempre más,
y por mis tropiezos para crecer.

Perdóname Señor! Cuando me tardé para
reponerme del dolor y lo dejé ahí haciéndome
sufrir, desperdiciando las oportunidades
que me das para dejarlo correr.

Perdóname Señor!! Cuando me das la mano
y yo te digo: “¡No puedo!”
Cuando me das la luz y yo te digo: “¡No veo!”
Cuando me llamas y yo te digo: ¡”No oigo”!
Cuando me das tu amor infinito:
y yo cierro mi corazón

Perdóname Señor! Porque muchas veces me he
quedado con muchas sonrisas dentro, con muchas
flores en las manos, con mucha paz en mi alma
y ni siquiera me he dado cuenta!

Perdoname Señor!! Por no saber que lo que
muere en mi corazón todos los días son
espacios que debo preparar para
recibir las alegrías del nuevo amanecer.

Perdóname Señor por no saber aceptar el frío
y las nevadas del invierno con la misma
felicidad con que acepté antes la fragancia
y las rosas de tantas primaveras.

Perdóname Señor los desperdicios que
he hecho en mi vida, pero sabes Padre?
la vida es muy dura y muy compleja,
unas veces he sido yo quien he
querido bebérmela de un sorbo y ahora es
ella la que me está absorbiendo a mí.

Perdóname Señor! Esas pequeñas
indiferencias que duelen más que un pecado,
esa pesadez de algunos días que lastima
más que una ofuscación y esos olvidos
imperceptibles que duelen más que una caída.

Perdóname Señor! Cuando me faltan los
detalles, cuando me aparecen los temores
y se me cansa el alma de luchar y de sufrir …
¡Cuando me siento tan poca cosa!...

Perdoname Señor! Mi ineficacia, mi falta
de fé y mis impedimentos humanos. Por no
darme cuenta de que no hay muerte.
Lo que hay es principio, tierra y cielo,
pero ya lo comprendí Señor!

Y gracias te doy señor! por darme un
principio al nacer! Gracias! por
permitirme conocer el Amor en
toda su intensidad aqui en la tierra!

Perdoneme Señor! Y une tu misericordia
a mi humildad, para ver nacer el perdón…
Perdoname señor! Y quédate conmigo!
mira que anochece y mis dias se oscurecen
a mi alrededor! Pero tu estás en mi
corazón, y tu resplandor me iluminará
porque creo en ti Señor!.

Gracias te doy Señor!!



http://www.karinapoetic.com/4_ReflectionsfilesI/Perdoname/Perdon.htm
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Bueno, aunque no somos del mundo... vivimos en el mundo, y estas cosas son muy reales, igual que la palabra, y como no haye nada de malo en mantenerlo dentro del tema, aquí les dejo este articulo.

Infidelidad versus Perdón ( cuando gana el amor)

La infidelidad es una de las causas más comunes de crisis o rupturas definitivas en la pareja; dentro de las grandes inquietudes de quienes deben enfrentar este problema, está el dilema frente al futuro de la relación: separarse o perdonar y perdonarse a sí mismo.

Separarse y terminar el matrimonio es la solución más fácil y la elegida por la mayoría de las personas que atraviesan por un caso de infidelidad. Con esta actitud se deja de lado la posibilidad de buscar solución a un conflicto, que si bien es grave, puede ser doblegado por la buena disposición que ambos tengan por encontrar juntos la salida a un laberinto complicado, pero superable si existe la iniciativa de lograrlo.

Perdonar implica un profundo proceso de reencuentro con el amor que aún pueda existir, reuniendo a quienes sienten el arrepentimiento verdadero de disculpar un error humano y 'apostar' por un volver a empezar cuando las circunstancias así lo permitan.

Es lógico que un engaño como éste provoque ira, donde la decepción sea el sentimiento primario ante un hecho que quiebra los esquemas y momentáneamente augura un futuro negro; que cambia los sueños por pesadillas y al ser amado lo puede llegar a transformar en el más odiado. Sin embargo, se debe tener en cuenta que, a veces, la víctima de esta traición ha sido quien en alguna medida, e inconscientemente, propició ciertas condiciones para que el adulterio se desarrollara, sin que ello signifique aminorar o justificar la culpa del infiel.

Es válido analizar este tema desde otro punto de vista que no sea el condenatorio, más bien desde una perspectiva que incluya el perdón y el reconocimiento de culpas, con todo el gran sufrimiento que ello implique y el arrepentimiento verdadero que incluye un acto de dicotomía trascendental en una pareja. Por una parte la víctima de una infidelidad debe perdonar a quien provocó una gran herida -donde contradictoriamente el verdugo es el ser más amado-; por otro lado el infiel debe indultarse a sí mismo por el gran error que significó herir a quien se ama.

LA PUNTA DE UN ICEBERG

Esta conducta social provoca un quiebre en la relación conyugal, rompe la armonía doméstica, aunque en algunos casos, la destrucción de los lazos familiares ya estaban rotos antes de ocurrido el adulterio. Así lo afirma el sicólogo y sociólogo Giorgio Agostini, con amplia experiencia en la terapia de parejas con este problema: "La infidelidad, aparece como una de las principales causas de la separación, sin embargo, no es la verdadera sino que es una consecuencia de la falta de comunicación entre los cónyuges. Por ejemplo, el marido se siente postergado por el nacimiento de los hijos y las labores de la casa, no lo dice a su mujer, se lo guarda, y a la primera oportunidad de infidelidad lo ve como un escape".

El hombre por lo general no se siente infiel, sino más bien, que ha tenido una aventura, un complemento sexual a su relación matrimonial. Manteniendo -como lo dice la cultura popular-, "a su mujer como la catedral y a la amante como capilla".

Dentro de los múltiples estudios sobre este tema, caben varios tipos de infidelidad o de traición afectiva, dependiendo de su motivación y el sujeto de acción:

* Un primer caso es la infidelidad física, producto de una curiosidad, una fantasía no satisfecha o una etapa saltada en la vida. La persona tiene deseos de experimentar o conocer con otro que no sea su pareja, en vez de vivir las fantasías dentro del matrimonio las vive fuera, no se compromete el afecto, es sólo una aventura. "Lo curioso de esto -comenta Agostini-, es que la persona que ha sido infiel, no se siente culpable, ni que ha roto su compromiso, siente que se saco una curiosidad actuándola con alguien externo".

* Otro es aquella por enamoramiento o emocional, donde la persona se involucra mucho más con su amante, ya no es sólo una aventura de una noche, implica sentimientos, lo cual dificulta la recuperación de la armonía dentro del matrimonio.

* Una tercera clase es aquella para buscar una cualidad de la que carece la pareja estable. En unos casos, el amante está dotado de una virtud o cualidad -psíquica, anímica, temperamental, sexual, social o de otra índole- de la que carece su pareja. En otros, el infiel se evade de su pareja estable y busca un cómodo refugio donde liberarse de la opresión de la vida y costumbres propias de la vida con su compañera(o).

* Otra variedad es la infidelidad psíquicamente insuperable. Son las personas incapaces de guardar lealtad o compromiso alguno. El deseo sexual les resulta incontrolable. Son 'cleptómanos del corazón', aprovechan la mínima ocasión, anteponiendo su propio placer sobre sus valores. En el caso de los hombres son los llamados 'Juan Tenorio', que dudando de su virilidad, recurren a la infidelidad una tras otra para comprobar su ego de hombre. Por su parte, las mujeres, les cuesta crecer y permanecen en la etapa de la conquista, para mantener una sensación de juventud. Generalmente son infieles con hombres muchos más jóvenes que su marido.

* Existe también una especie de infidelidad platónica, en la cual se siente que el compromiso de comunicación se da con otra persona y no con su pareja, aquí no se llega a la cama, es una especie de "incomunicación afectivo espiritual".

* Otro género, un tanto inusual y menos común, pero que existe, es la traición afectiva 'provocada', aquí los infieles inducen esta situación con el objeto de salvar el matrimonio, sí, tal cual lo leyó: "Personas que no han logrado que su pareja los escuche lo suficiente, que se sienten olvidados, quieren que su compañero(a) se entere de lo mal que se sienten y que hay alguien esperando por si no se les valora lo que ella o él requiere. Es una especie de luz roja. Lo que le interesa es provocar un remezón, que fortalezca el vínculo. Aunque suene extraño, este tipo de infieles no desea esta relación, sino que la provoca como un intento desesperado para salvar su matrimonio", indica Agostini.

Infidelidad masculina básicamente plantea a un hombre inmaduro, que la toma como un complemento a su relación, en vista de su dificultad a la fidelidad o a poder profundizar en una relación. Dentro de este tipo están también aquellos que lo hacen para agredir a la pareja frente al compromiso, haciendo sentir a su mujer que ellos no se sienten limitados al matrimonio, manteniendo una puerta abierta de escape para la aventura ante situaciones de su desagrado dentro del hogar.

La infidelidad femenina al igual que en el varón se produce por el temor al compromiso, por no sentirse lo suficientemente involucrada con su compañero en el plano afectivo-comunicacional. Dentro de las mujeres infieles están aquellas que han tenido una sola pareja en sus vidas y pasado los 35 a 40 años, sienten la curiosidad de experimentar sexualmente con otros hombres. Hay algunos tipos de infidelidad femenina en que la mujer lo hace con el objeto de manifestar su desprecio por la figura masculina, usando al hombre y teniendo la sensación de control, generalmente por una situación de venganza ante episodios de su infancia provocados por su padre u otros hombres. Muchas veces son mujeres frígidas, que hacen todo el espectáculo frente a sus amantes, sintiendo en su fuero interno que son ellas las que dominan la situación y cuando quieren se deshacen del hombre.

También dentro de las infidelidades se debe tener en cuenta la historia familiar de las personas, en familias donde el padre ha sido infiel, generalmente sus hijas en sus propios matrimonios empujan a sus maridos a ello, como para repetir la fatalidad de sus padres.

En un estudio hecho por el sicólogo y sociólogo Giorgio Agostini a una muestra de un total de 287 parejas, entre 18 a los 65 años. Los resultados obtenidos fueron que un 90% de los hombres manifestó en alguna etapa de su vida en pareja haber sido infiel en cualquiera de los tipos de infidelidades antes mencionadas. En el caso de las mujeres la cifra llegó a un 60%.


PAREJAS DE INFIELES AL FRACASO

En otra investigación, también realizada por Agostini, sobre una muestra de 112 parejas formadas producto de una infidelidad, el 72% de ellas fracasó. Según lo sostuvo Agostini, "se tiende a elegir el mismo tipo de persona y caer en la misma clase de errores. Repiten la historia y lo más probable es que fracasen, sin aprender de sus errores".

Otro dato importante es que incluso hasta científicamente se ha tratado de encontrar el gen de la infidelidad, sin resultados positivos hasta el momento. Lo que sí se ha comprobado, desde el punto de vista fisiológico, es que todas las relaciones, incluso aquellas producto de una traición, cuando se basan sólo en la atracción sexual o en términos de pasión, su duración tiene un máximo de cuatro años, a partir de los cuales está comprobado que el interés decae y los conflictos se incrementan, haciendo muy difícil sobrellevar una estructura afectiva armónica con la pareja que tanto se deseó al principio.

La figura del amante puede a su vez ser, bien un episodio meramente transitorio, o bien algo serio y con indicios de permanencia. Tengamos en cuenta, que según las estadísticas, el 37% de las infidelidades son aventuras de una sola noche y apenas el 12% de ellas duran más de un año.

En la decisión del paso hacia la infidelidad ha de sopesarse no sólo el brillo placentero de un flirteo o una "canita al aire" con un cuerpo nuevo, sino el futuro de esa nueva relación que nace y que puede amargar la vida de los tres implicados.

Testimonios:

LOS HOMBRES TAMBIÉN PERDONAN
En una sociedad machista como la chilena, una infidelidad femenina es mucho más difícil de sobrellevar que cuando el infiel es un hombre. La mujer se hace merecedora de una condena social que la estigmatiza y la daña en su honor. Por su parte, el varón víctima del engaño, queda en una posición muy incómoda respecto del estereotipo de "macho dueño de su hembra" y debe cargar con el peso social que significan los llamados "cuernos" de una traición.
En el siguiente testimonio, la pareja entrevistada hizo prevalecer el deseo de reiniciar el proyecto común iniciado el día en que se unieron como marido y mujer. Luchar contra todo el dolor y desencanto que significó la infidelidad de Daniela.

Después de tener a su único hijo, la relación se hizo rutinaria, como suele suceder cuando no se cultiva, había carencia de comunicación.
Daniela comenzó a sentir la falta de algo. Santiago era un tanto distante y poco cariñoso. Apareció la persona que ofrecía más oído a sus necesidades afectivas, ella se deslumbró y cayó en las redes de un encantamiento fugaz, y según lo reconoce hoy, "idealicé una vía de escape que finalmente era sin salida".

Ella comenta: "La persona con quien me enredé, parecía ser lo que yo buscaba, pero... Son momentos en que uno se deja llevar, creía que él sí me iba a escuchar y darme el afecto que yo necesitaba, pero me equivoque y fue un error que tuve que pagar caro".

Al enterarse del engaño Santiago se fue de la casa. Permanecieron cuatro años separados, aunque ella nunca convivió con su amante, cada uno trató de seguir con su vida, unidos fuertemente por el lazo que significaba su hijo.
Santiago manifiesta que durante el tiempo que vivió sin Daniela, siempre tuvo la esperanza de que ella iba a recapacitar: "Luche por ella, tuve que hacer un trabajo de reenamoramiento por la mujer que amaba... Lo ocurrido creo que fue por un desfase en nuestro caminar de pareja, obviamente fue lamentable y doloroso, pero sucedió. Cuando llegaba y cerraba la puerta sentía la soledad, el dolor de un engaño, pero por otra parte se despertaba en mi un aliciente en el amor que nunca murió en mi".

Por su parte Daniela agrega: "Actualmente nuestra relación íntima como pareja es mucho mejor que antes de separarnos. Para llegar a este punto se requiere de mucho amor, cariño delicadeza y, sobre todo, comunicación. Antes nunca hablamos de los gustos en la cama, hoy, incluso eso ha mejorado una enormidad, el deseo de ir explorando… Con esfuerzo nos situamos en el presente con la idea de continuar juntos, convencidos que ambos creíamos en esta apuesta que incluía el perdonar una infidelidad y ser capaces de dar vuelta la página y dejarlo atrás".

Daniela tomó el arrepentimiento y Francisco el perdón como despertadores de aquel amor, que como él lo afirma, "estuvo dormido durante el tiempo que duró su separación". Al parecer la alerta dio resultado. En estos dos años de reencuentro, no han dejado de usar al "amor" como pila de larga duración para continuar en un proceso diario de reconstrucción de la armonía de pareja.

TODO LO SUPERA EL AMOR

En la medida que el vínculo es más sólido existe la posibilidad de seguir con una relación donde hubo infidelidad por parte de uno de los cónyuges. Cuando el amor y la profundidad de la relación permite superar esa aventura, ambos salen fortalecidos.

Andrea y Alejandro, son los nombres ficticios de la segunda pareja que comparte su historia, entregando su enseñanza sobre el valor del amor y del perdón sobre el rencor.

Hoy, con 17 años de casados y tres hijos, parecen una pareja de recién enamorados, que no delata la profunda y grave crisis que significó la infidelidad de Alejandro cuando llevaban ocho años de matrimonio. Una aventura que lo llevó a dejar su familia por dos años de convivencia con su amante.

Las razones que influyeron en este engaño son reconocidas por ambos. Por su parte, Andrea reflexiona que en cierta medida condujo a su esposo a esta aventura. Una postura que le tomo tiempo de meditación y de un verdadero reconocimiento de su culpa dentro del problema: "En ese tiempo era muy introvertida, no daba facilidades para una buena vida en pareja… Tenía mis dos primeros hijos muy pequeños y me dedicaba cien por ciento a ellos y a la casa. Inconscientemente dejé de lado mi labor de mujer y esposa, no lo acompañaba a salir de noche por ejemplo, pues él era muy bohemio y nunca di mi brazo a torcer. No me daba cuenta que además de ser tan buena madre y ama de casa, debía ser también una esposa amante... y a la larga ello fue provocando que mi marido se desencantara de mí".

Alejandro, manifiesta el error que fue llevar esa vida tan bohemia, olvidando que el compromiso con el hogar es prioritario antes que los amigos: "Me sentía con una falta de cariño grande y busqué en otro lugar lo que no encontraba con mi mujer... con ello no quiero quitarme la culpa... Mi error fue nunca decirle lo que me faltaba, lo que necesitaba de ella".

Él nunca reconoció su infidelidad frente a Andrea. Sus frecuentes llegadas tarde y ausencias prolongadas, donde nadie sabía su paradero, hacían que la existencia de un amante fuera evidente. Con todos estos problemas llegaron al acuerdo mutuo que él se fuera de la casa, sin que Andrea supiera efectivamente que se trataba de un adulterio. Supuestamente se fue a vivir con su madre, pero al igual que en su casa se perdía por días.

"Cuando me di cuenta que él no vivía con su mamá, por una cuestión de amor propio y de saber la verdad, me convertí en detective y lo seguía para averiguar con quien vivía. Cometí muchas irresponsabilidades, como dejar a los niños solos en la noche para salir a buscarlo. Finalmente, descubrí lo que sentía ya era obvio: tenía una amante", relata Andrea.

Durante esos dos años, hubo reencuentros fugaces con su esposa, la señora se convertía en amante. Andrea quedó embarazada de su tercer hijo. Al comunicárselo a su marido la respuesta de este fue de rechazo. Ante esta situación, sola con sus otros dos hijos, tomó la decisión de abortar.
Alejandro después de enterarse del aborto y del deseo de separarse legalmente por parte de Andrea, reflexionó sobre su traición, y de lo que su mujer fue capaz de hacer por él. "Un fin de semana, literalmente la rapté. La pase a buscar a su trabajo y me la llevé fuera de Santiago. Me di cuenta que estaba perdiendo a quien además de ser la madre de mis hijos era la mujer de mi vida. Ahora todo estaba en sus manos, si ella me perdonaba sería empezar nuevamente, pero en un amor mucho más profundo y verdadero.

Toqué fondo, pasé por alcohol, drogas e incluso casi el suicidio", comenta Alejandro.
Al consultar a Andrea sobre cómo se puede llegar a perdonar algo tan grave como una infidelidad, ella responde: "me costó mucho reconocer mi culpa en este problema. Pero por esa infidelidad, pude ser más grande como persona y como mujer. Lógicamente también cometí errores gravísimos como buscarlo en la noche dejando solos a mis hijos y un aborto que hasta el día de hoy me duele en el alma. Pero esa pena, rabia y dolor que sentía, estaba dispuesta a compartirla con quien me la había provocado, que era la misma persona que yo no había dejado de amar. Si lo perdonaba de corazón, y también a mí por todo lo que hice, podía vivir en tranquilidad. Mi felicidad la entendí como entender lo ocurrido, comprender sus y mis errores, y sobre todo perdonar para amar, y amar más que antes...", finaliza con lágrimas en sus ojos.
Para muchos, en este testimonio el perdón puede que no tenga cabida, pero más allá de lo que la razón analiza y lo que un subjetivo concepto de dignidad pueda soportar, hay algo más fuerte, que muchas veces no sabemos comprender, y es el amor.

Un poder que cura heridas que parecen imborrables, perdonando errores tan graves como un adulterio y profundiza lazos desconocidamente fuertes e irrompibles como los de una pareja.

A los dos años de su reconciliación, Andrea quedó embarazada de su cuarto hijo, que hoy tiene tres años de edad. Llevan cinco años de reencuentro, donde más que lo que diga una entrevista, lo dicen todo sus ojos que proyectan una relación sólida que doblegó la infidelidad, donde el arbitro más justo fue el amor que ambos mantuvieron a pesar de todo.




MITOS Y VERDADES

Adoptando una postura realista y objetiva, puede afirmarse que el adulterio o infidelidad tiene distinta consideración y efectos para el hombre y para la mujer, así bien lo ilustra el dicho español que dice: "Los hombres llevan la fama y las mujeres cardan la lana". En este aspecto gran influencia han tenido el cine, la literatura y la cultura popular; a través de los cuales se ha sustentado el estereotipo del macho viril que busca la infidelidad; en su contrapartida, se ha estigmatizado que la mujer sólo en circunstancias límites se ve empujada a ella.

Los especialistas coinciden en que no hay hombre ni mujer que sea plenamente fiel en pensamiento. Por muy virtuosa y leal que sea una persona, la infidelidad de pensamiento es instintiva e inevitable. Será difícil probarlo, pero es innegable que nadie es inocente de traición de pensamiento. Recuérdese la defensa de Jesús de la mujer sorprendida en adulterio: "El que esté sin culpa, que tire la primera piedra" (Juan 8:3-8).

Por lo general, "el hombre infiel busca sexo y la mujer persigue sentimiento". En efecto, los psicólogos opinan que el hombre busca el sexo fuera de la pareja y le daña más la infidelidad sexual, aún sin sentimiento de amor, es decir, que su compañera se acueste con otro. Por su lado la mujer busca sentimiento fuera de la pareja y le hiere más el engaño sentimental, aún sin sexo, o sea, que su cónyuge ame a otra.

Existen otros mitos sobre este tema, como que un adulterio siempre acaba con el matrimonio. Falso, ya que un número considerable de parejas superan la crisis producida y salen fortalecidos de esta experiencia. Aquellas personas que creen que todo se acabó con esta deslealtad - cuando existe la posibilidad y las condiciones de reiniciar la relación -, se niegan la oportunidad de aprender de los errores.

Suele creerse que el amor impide que la infidelidad ocurra. Sin embargo, en relaciones donde hay mucho amor también puede presentarse. El amor disminuye las probabilidades, pero no garantiza la total fidelidad. Así como tampoco lo asegura la intensa vida sexual que pueda llevar un matrimonio. Personas que se llevan bien en la cama pueden ser infieles por otras carencias, por encontrarse en una ocasión de alto peligro, cediendo ante la tentación o bien por sentimientos como venganza, resentimiento o simple curiosidad que propicien este tipo de aventuras.


El temor de muchas personas es el perdonar y que luego se vuelva a repetir la situación. Quienes han cometido este engaño y sienten arrepentimiento, optan por enmendarse, terminan con la historia cuando se dan cuenta del dolor que han provocado y valoran su unión por sobre la aventura.

Según investigaciones sobre el adulterio sólo el 10% de las personas que dejaron a sus parejas por otras continúa indefinidamente con ellas. Cuando se acaba el embrujo de lo prohibido y se instala la rutina, se suelen producir los mismos roces que se tenían con la anterior pareja a la que se fue infiel.


"El perdón es el máximo acto de libertad"


Extracto de una entrevista realiza a Javier Sadaba catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en Filosofía de las Religiones y Bioética. Cuenta en su libro El Perdón (1992):

_Usted ha dedicado uno de sus libros a tratar el tema del perdón desde una
perspectiva estrictamente filosófica...

_Me pase mas de un año buscando material filosófico sobre el perdón, y me produjo una sorpresa tremenda encontrarme con que no hay prácticamente nada.. Yo quiero defender que el perdón puede ser una virtud moral y sin embargo siempre se la considera algo relacionado con el mundo de la religión, más concretamente con el mundo judeo-cristiano.

Pero la idea de perdón, la idea de gracia, de poder del soberano, la idea de alguien que en un momento determinado ejerce esta actitud caritativa, se piensa que es religiosa. Y es verdad que viene de ahí, pero yo al perdón lo interpreto como una auténtica soberanía de uno mismo, es decir, el máximo acto de libertad con el cual yo, porque me da la gana, perdono a otro.


En la tradición judeo-cristiana, el perdón esta relacionado en buena medida con el olvido. Olvidar las penas, los deudores, es la condición del perdón...
_No, si uno olvida no ha perdonado. Se ha dicho que hay una paradoja en el perdón, y realmente la hay, y es difícil salir de ella. Si el perdón es justo, entonces ya no es perdón, es justicia.. Y precisamente perdono porque no olvido, porque si olvido ciertamente no tiene ningún mérito.
_¿Para usted el perdón es aplicable como virtud social? _No, creo que es una virtud fundamentalmente individual. Por encima de todo creo que (antes lo he dicho y lo repito) es cierto acto de máxima libertad del yo.

LEY DEL PERDON

PERDONAR ES UN ACTO LIBERADOR, exclusivo de los seres espiritualmente superiores. Se logra sólo después de enfrentar el dolor, valorar el costo y regalar cuanto perdimos.

La IRA es un fuego que quema repentinamente como reflejo sano de todo ser humano que ha sido afectado por otro.

El perdón verdadero son las cenizas de la ira extinta.

El PERDON es la aceptación pacífica de los hechos, la conciencia de que todo lo ocurrido nos ha dado mayor madurez, la renovación del amor propio y del amor a Dios.

Al PERDONAR, se es capaz de bendecir al agresor, brindarle ayuda desinteresada y desearle sinceramente lo mejor.

La mejor manera de extraer de nuestra alma el veneno que nos inyectan otras personas es perdonado.

Quien perdona no le hace ningún favor a su agresor, se lo hace a sí mismo.




Hermanos, espero que esto, también traiga reflexión hacia las parejas: hacia las que ya han sido "traicionadas(os)", y hacia las(os) que aún no, pero desean saber sobre el tema.


El perdón no es opcional, es una obligación real que tenemos como cristianos.

Dios les bendiga!
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Perdonar y pedir perdón

Del conflicto a la reconciliación (II)

«Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la misma manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros» (Col. 3:13)

En el camino que lleva a la reconciliación hay un paso fundamental: el perdón. Es el sello que rubrica el final de una disputa y constituye el ingrediente más distintivo del cristiano en cualquier conflicto. El perdón está en el corazón mismo del Evangelio. Todo el mensaje cristiano gira alrededor del perdón de Dios a través de la cruz de Cristo y nos impele a nosotros, como discípulos suyos, a ofrecer o a suplicar perdón allí donde sea necesario. Fallar u obedecer en este punto viene a ser un test básico de nuestra madurez cristiana.

¿Qué nos enseña la Palabra de Dios sobre este tema? Necesitamos entender bien qué es perdonar y sus implicaciones prácticas.

El perdón va más allá de la paz. La paz no siempre es posible. A pesar de todos los pasos y esfuerzos comentados en el anterior artículo, a pesar de la mejor disposición que uno pueda tener, hay ocasiones cuando no se logra restaurar una relación rota. El apóstol Pablo ya lo deja entrever en su clara exhortación a la paz: «Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres» (Ro. 12:18).

Pablo, hombre curtido en mil conflictos, inicia el versículo con dos notas previas: «si es posible» y «en cuanto dependa de vosotros». Estas dos pequeñas cláusulas le dan un toque de realismo imprescindible y nos liberan de expectativas exageradas. La paz no siempre es posible sencillamente porque es cosa de dos, no depende de una sola parte. Nuestra responsabilidad -lo que se espera de nosotros- es intentarlo, tomar la iniciativa, hacer todo lo posible para llegar a «estar en paz con todos los hombres». Los resultados ya no están en nuestras manos.

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc. 23:34). El ejemplo del Señor Jesús es bien elocuente. En ningún momento él regateó esfuerzos para estar en paz con sus contemporáneos, a los que amó hasta el momento mismo de su muerte. Sin embargo, a pesar de su carácter santo, irreprochable, vivió rodeado de enemigos que, en último término, le llevaron a la cruz. ¿Cómo se explica esta paradoja? No podemos acercarnos al tema de la reconciliación olvidando la realidad del pecado. Vivimos en un mundo donde el diablo tiene como una de sus metas dividir, separar, alzar muros entre las personas. Por esta razón, habrá ocasiones en que todos nuestros esfuerzos por lograr la paz serán baldíos.

El perdón, sin embargo, no necesita de la paz. No depende de la reconciliación, va más lejos de la restauración de la relación. El ejemplo del Señor, de nuevo, nos marca la pauta. Clavado ya en la cruz, ridiculizado y torturado por los enemigos a los que había intentado amar, cerca ya de la agonía, pronuncia unas memorables palabras que contienen, en forma de síntesis luminosa, el meollo del Evangelio: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». (Lc. 23:34)

Aunque la reconciliación no sea posible, siempre hay algo que el cristiano puede y debe hacer: perdonar.

La práctica del perdón

Transformando heridas en cicatrices. Perdonar implica eliminar todos los sentimientos y pensamientos negativos hacia la otra persona. El resentimiento, el odio, el deseo de venganza deben desaparecer con el perdón genuino. En este sentido, perdonar es un proceso similar a la curación de una herida: al principio, está abierta, sangra fácilmente y duele. Pero, una vez se ha convertido en cicatriz, ya no duele ni sangra. El perdón es como transformar heridas abiertas en cicatrices. De esta ilustración se desprenden varios aspectos importantes.

Un proceso largo y costoso. La disposición a perdonar puede –y debería- ser inmediata; ésta es la voluntad de Dios. Pero llegar a completar el proceso emocional y moral del perdón suele llevar su tiempo. Hay un camino a recorrer desde el momento en que se decide perdonar hasta que se hace efectivo. Recordemos el caso de José en el Antiguo Testamento. Perdonó a sus hermanos (ver los emotivos pasajes de Gn. 45 y Gn. 50), pero no antes de pasar por un dilatado proceso (seguramente meses) en el que tuvo que luchar contra sus propias reacciones. Es importante, sin embargo, afirmar desde el primer momento: «estoy decidido a perdonar, aunque la curación de mis heridas requiera más tiempo».

Puedes hacerlo tú solo. El perdón puede ser unilateral: yo puedo, y debo, perdonar aunque la otra persona se muestre reacia a perdonar o ser perdonada. Puedo perdonar en la intimidad de mi corazón, en secreto, sin que la otra parte lo sepa. Este fue el caso de Esteban cuando, a punto de morir exclamó: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado» (Hch. 7:60). Debemos estar dispuestos a perdonar aunque no se nos pida, o incluso cuando siguen ofendiéndonos.

¿Amigos de nuevo? La meta primera del perdón no es que las partes enfrentadas vuelvan a ser amigas, sino que eliminen el veneno de su corazón. Hay veces en que es imposible volver al mismo tipo de relación después de una ofensa grave. Así ocurre, por ejemplo, en algunos casos de divorcio. Dios no nos pide un ejercicio de masoquismo restaurando relaciones imposibles. La reconciliación es un resultado deseable, pero no siempre posible. Pero sí que nos pide amar al ofensor con el amor sobrenatural que es fruto del Espíritu, el agape de Cristo. Alguien dijo que el perdón es la mejor manera de librarse de los enemigos. Esta es exactamente la idea de Ro. 12:20-21.

¿Perdonar requiere olvidar? La mente humana es como un álbum de recuerdos que permanecen para siempre. No podemos esperar que el perdón borre estas memorias. Ello sería absurdo. Cuando hay perdón, el recuerdo de una experiencia dolorosa sigue ahí, pero ya no evoca sentimientos negativos u odio. La idea de la cicatriz nos ayuda a entenderlo: la cicatriz es el recuerdo de un trauma pasado; queda ahí para siempre, pero ya no duele ni sangra ni se infecta. La herida está cerrada. No podemos borrar los recuerdos de nuestra mente, pero sí podemos quitar el veneno de esos recuerdos. En realidad, recordar puede ser positivo porque nos evita repetir los mismos errores o faltas. Alguien dijo, refiriéndose al holocausto judío, que recordar es la mejor vacuna para no repetir.

El problema con la frase «yo perdono, pero no olvido», frecuente en labios de algunas personas, es que siguen albergando deseos de venganza y resentimiento en su corazón. No hay un simple recuerdo; es el recuerdo más su correspondiente dosis de veneno. Esta actitud sí es pecado.

Dios es el único que puede perdonar y al mismo tiempo olvidar porque él está fuera del tiempo «Yo, yo soy el que borro tus rebeliones... y no me acordaré de tus pecados» (Is. 43:25)

Aprendiendo a perdonar

Un antiguo proverbio latino dice: «Errar es humano, perdonar es divino». Si el perdón tiene un origen divino, ¿cómo estimular esta práctica tan importante en las relaciones humanas? El aprendizaje del perdón se fundamenta en dos grandes realidades cuya ausencia va a dificultar mucho un perdón genuino.

Ser conscientes de nuestros pecados.

Tomar conciencia de nuestras propias faltas es el requisito inicial para perdonar. Si no somos capaces de ver primero «la viga» en nuestro propio ojo, difícilmente llegaremos a perdonar al prójimo. Este fue el procedimiento que siguió Jesús en casa de Simón el fariseo (Lc. 7:36-50). Simón veía con nitidez los pecados de aquella mujer, pero estaba ciego ante sus propias faltas. Por ello, Jesús las pone al descubierto: «no me diste agua para mis pies... no me diste beso... no ungiste mi cabeza con aceite» (Lc. 7:44-46). Es interesante observar que eran pecados de omisión: Jesús no le recrimina un mal que había cometido, sino un bien que había dejado de hacer. Y es que, para Dios, tan graves son nuestros pecados de omisión como los de comisión. La reprensión del Señor a Simón apunta a un aspecto crucial: la esencia del pecado no está en el mal que le hacemos al prójimo, sino en el bien que dejamos de hacerle a Dios: dejar de darle la honra y adoración que merece (como se expresa claramente en Ro. 1:21).

Por tanto, perdonar requiere, primero, arrojar luz en los oscuros rincones de nuestra conducta y descubrir la sutileza del pecado que «mora en mí»: el egoísmo en nuestras motivaciones, la soberbia, el orgullo, el laberinto de nuestras pasiones, nuestro potencial violento, la vanidad y una lista larga de «obras de la carne» se ponen al descubierto cuando nos miramos en el espejo de la Palabra de Dios. Los seres humanos tenemos la vista muy fina para ver la «paja» del ojo ajeno, pero sufrimos miopía a la hora de descubrir nuestras faltas.

La incapacidad para reconocer el pecado propio es un gran obstáculo para perdonar porque lleva a la soberbia. Y una persona soberbia trata a los demás con tanta severidad como es indulgente consigo misma. Este fue el problema de Simón en particular y de los fariseos en general. Por ello Jesús, en otra ocasión tuvo que avergonzarles con aquel reto: «el que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella» (Jn. 8:7). Por el contrario, reconocer nuestras faltas nos pone en una situación de humildad, nos hace sentir «pobres» delante de Dios y nos lleva a exclamar la petición del Padrenuestro «perdónanos nuestras deudas (ofensas) como nosotros perdonamos a nuestros deudores (ofensores)». (Mt. 6:12)

Experimentar el perdón de Cristo

Simón tenía dificultades para aceptar y amar a la mujer pecadora no sólo por su orgullo, sino también porque él mismo no había experimentado el perdón: «aquel a quien se le perdona poco, poco ama» le dijo Jesús (Lc. 7:47). En la medida en que yo me siento deudor de Dios -conciencia de pecado- y perdonado por él, seré capaz de perdonar al prójimo.

Es cierto que el perdón no es patrimonio exclusivo de los cristianos; pero el creyente es quien está en mejores condiciones para perdonar porque él mismo lo ha experimentado. Suplicar el perdón de Cristo y recibirlo nos obliga moralmente a perdonar: «si el Señor me ha perdonado tanto a mí, ¿cómo no voy a perdonar yo tan poco a mi prójimo?» Este efecto motivador del perdón divino actúa también por la vía del ejemplo, no sólo de la obligación moral: «De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros» (Col. 3:13). ¡Qué gran privilegio y qué gran reto! Para cumplirlo contamos con el poder de su gracia.

Dr. Pablo Martínez Vila




:Squeeze2:
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Queridos hermanos:

Como no quiero que el material presentado se "envicie" repitiendo este, uno y otra, y otra vez... confio que el Señor, con lo que se expuso nos haya dado fortaleza y sapiensa para estar listos para perdonar...

Por otra parte, si desean contribuir en algo, o consideran necesario exponer otro tipo de perdón, por favor no duden en contribuir. S colaboración puede ser de bendición para otros.

Gracias y que Dios los bendiga abundantemente.

:hola:
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Hola Luzy
Entrè a tu tema y encontrè precioso y edificante lo que vinculaste sobre el perdòn y tambièn me gustò la pàgina de Karina sobre refleciones y otras cosas.
Gracias por tu participaciòn
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Dios la bendiga Hna Vilobe42 junto con los suyos, y a ese hermoso país bendito del Señor (Dios bendiga Colombia!)

Agradecerle a Dios! la apertura de este Foro, y de gente como uds...

Le agradezco sus motivadores comentarios, y esperando en el Señor que otros usuarios e invitados pueden ser bendecidos con los temas expuestos.

Le envío un afectuoso saludo, y que la paz de Dios sea con usted.
 
Re: El perdón, la medicina para el ALMA

Grupo Juda
"Dificil de Perdonar"
Autor: Sergio Mata L
Cd: El Mejor de los Corridos
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