Concientes por Cristo.
*Antes que nada, creemos que la conciencia del hombre natural está muerta debido a la caída de Adán, y no nos equivocamos al decir esto. Desde la caída, el espíritu del hombre adánico murió, se apartó de la Vida. Por lo tanto, esta verdad deja en manifiesto que la conciencia no es generada naturalmente* en el hombre adánico; sino que, en el Verdadero Hombre: el Hombre espiritual.
Para comenzar a hablar de esto, debemos poner en claro varios puntos, y comenzaremos diciendo que el Centro de Todo, es Cristo Jesús. La mirada debe ir dirigida hacía* Él, y el Testimonio entregado a nuestro corazón debe ser en plena conciencia de que el Señor Jesucristo, la Imagen de Dios,* nos habita. Esto le da sentido espiritual a todo.
*Por mucho tiempo se ha oído decir por boca de algunos hermanos, que* “La obra maestra de* Dios”, es el hombre. Lo que dicen es cierto, no podríamos nosotros negar aquella verdad; pero, se olvidan de algo. La Obra Maestra de Dios, tiene nombre y apellido. Y no tiene por nombre “Adán”, y ni se apellida “Caído”; sino que, lleva nombre Puesto y Dado por Dios, pues Su nombre es “Jesucristo” y se apellida “el Hijo de Dios.”
Un día oímos a un hermano en Cristo decir, que el día que el Padre reveló a* Su Hijo en el hermano Nee, el Espíritu Santo despertó esta conciencia en él: “…Cristo Jesús, lo es Todo: la Vid Verdadera, los Pámpanos, las Hojas, la Raíz, Todo…” Y el ministerio de Cristo en él, llevaba ese fundamento.* Eso lo pesa todo.
Un hermano cierta vez preguntaba: ¿Por qué dentro de mí se juzga todo? Y el Señor nos reveló: “…el espiritual juzga todas las cosas, y él no es juzgado de nadie.” (1 Corintios 2:15). Ciertamente el Señor en Pablo, hablaba claramente de la realidad existente delante de Dios. En los versículos anteriores, menciona al hombre natural, *y lo hace en singular. Y luego menciona por el Espíritu de Dios, al espiritual, de la misma manera que lo hizo anteriormente: en singular. Vemos entonces que para Dios sólo existen dos hombres, el primero es caído, y el segundo Señor de Todo. Entonces el hermano se daba cuenta que él no era en si mismo espiritual, sino carnal. Entendió por la Gracia de Dios el Padre, que de Quien el Espíritu Santo hablaba era del Hijo de Dios que nos habita y en el cual estamos refugiados, escondidos por Dios. ¿Cuánto del Hijo ha sido formado por Dios en nosotros? Entre más exista por el Espíritu Santo esta conciencia de Cristo morando en nuestro ser, más serán afectados nuestros sentidos por Su presencia permanente. ¿Cómo pues, viviremos en ésta conciencia? Si queremos que la Vida de Resurrección que está en nuestro Señor Jesucristo afecte nuestra conciencia para despertar a esta Bendita Realidad, primero que el Señor nos alumbre la fe. Porque, ¿Cómo recibiremos Vida para que afectará nuestra conciencia, si ni siquiera creemos que Jesucristo es la Verdad y la Vida? El problema nuestro radica en querer el bien propio. Queremos la Vida, para mostrarnos como vivos entre los muertos, pensando que la Vida de Dios nos vivificará a nosotros como individuos; pero eso no es así, la Vida de Dios para los santos en Cristo, comienza primeramente en la cruz del Señor. Y no es para mostrarnos a nosotros, sino para que nosotros desaparezcamos y aparezca el Hijo. Pues es necesario que Él crezca y que yo (EL YO) mengüe. El Espíritu Santo inspiró la palabra necesario no al azar, el que tenga oídos oiga.
Que el Señor nos otorgue para bien de Su Obra esta conciencia: Jesucristo vive en mí. Este Jesús, debe ser formado en Su Iglesia.
Que nos perdonen los hermanos, pero si vamos a ser apedreados por decir la Verdad, bien lo merecemos. Sean encendidos esos corazones apagados y no se provoque tristeza sino arrepentimiento. Debemos decir lo siguiente: En las predicaciones que se compartieron por los predicadores*en cierta ciudad de latinoamerica,*había dentro de muchos un juicio que no negaba lo que decían, pues todo es cierto,* ni desmentía nada; pero una cosa si que se halló, se puso por delante el intelecto, y no la Vida. Se predicó de Cristo y no a Cristo. Y que me perdonen los hermanos pero, de Este Jesús que me habita oí una cosa: Hace mucho que el Amado dejó de ser el Centro, ya no se reúnen en torno al Amado, sino a oír intelectualmente del Amado. Se sabe de un Cristo en los cielos, se habla de una resurrección, se mira a lo lejos. Pero se ha perdido el estar concientes de que el Espíritu del Señor Jesucristo vive en Su. Iglesia. Hace mucho que los predicadores dejaron de predicar a Cristo, y se han dedicado a querer fabricar superhombres espirituales, se han olvidado de la Vida, que no existen delante de Dios hombres espirituales, sino El Hombre espiritual. Y que no debemos parecernos a Él, sino dejar que *Él viva Su Vida en Su Iglesia. Si lamentamos la caída del hombre, entonces desmerecemos la Muerte de Cristo. Si apreciamos el intelecto, entonces desmerecemos al Espíritu Santo y la resurrección del Hijo. Si creemos poder formar hombres espirituales en la iglesia, no conocemos Su Iglesia, ni la Obra Maestra de Dios. Los que no ven, los han puesto como que ven. Y a los que ven, se les quiere sacar los ojos.
Perdonen hermanos nuestro atrevimiento, anhelamos*a Cristo formado en Su Iglesia, no a superhombres. ¿Que posición debemos cuidar? No nos paramos a escuchar al que parece el*más pequeño de los hermanos por cuidar nuestra posición. Llamamos "error", a los que es "pecado". Queremos a fieles, y no al Fiel y Verdadero, formado en Su Iglesia. Que el Señor les dé entendimiento en Todo.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo,* levante a Su Hijo en el cual Él se Complace. Restaure Señor a Su Iglesia, Amén. *
*Antes que nada, creemos que la conciencia del hombre natural está muerta debido a la caída de Adán, y no nos equivocamos al decir esto. Desde la caída, el espíritu del hombre adánico murió, se apartó de la Vida. Por lo tanto, esta verdad deja en manifiesto que la conciencia no es generada naturalmente* en el hombre adánico; sino que, en el Verdadero Hombre: el Hombre espiritual.
Para comenzar a hablar de esto, debemos poner en claro varios puntos, y comenzaremos diciendo que el Centro de Todo, es Cristo Jesús. La mirada debe ir dirigida hacía* Él, y el Testimonio entregado a nuestro corazón debe ser en plena conciencia de que el Señor Jesucristo, la Imagen de Dios,* nos habita. Esto le da sentido espiritual a todo.
*Por mucho tiempo se ha oído decir por boca de algunos hermanos, que* “La obra maestra de* Dios”, es el hombre. Lo que dicen es cierto, no podríamos nosotros negar aquella verdad; pero, se olvidan de algo. La Obra Maestra de Dios, tiene nombre y apellido. Y no tiene por nombre “Adán”, y ni se apellida “Caído”; sino que, lleva nombre Puesto y Dado por Dios, pues Su nombre es “Jesucristo” y se apellida “el Hijo de Dios.”
Un día oímos a un hermano en Cristo decir, que el día que el Padre reveló a* Su Hijo en el hermano Nee, el Espíritu Santo despertó esta conciencia en él: “…Cristo Jesús, lo es Todo: la Vid Verdadera, los Pámpanos, las Hojas, la Raíz, Todo…” Y el ministerio de Cristo en él, llevaba ese fundamento.* Eso lo pesa todo.
Un hermano cierta vez preguntaba: ¿Por qué dentro de mí se juzga todo? Y el Señor nos reveló: “…el espiritual juzga todas las cosas, y él no es juzgado de nadie.” (1 Corintios 2:15). Ciertamente el Señor en Pablo, hablaba claramente de la realidad existente delante de Dios. En los versículos anteriores, menciona al hombre natural, *y lo hace en singular. Y luego menciona por el Espíritu de Dios, al espiritual, de la misma manera que lo hizo anteriormente: en singular. Vemos entonces que para Dios sólo existen dos hombres, el primero es caído, y el segundo Señor de Todo. Entonces el hermano se daba cuenta que él no era en si mismo espiritual, sino carnal. Entendió por la Gracia de Dios el Padre, que de Quien el Espíritu Santo hablaba era del Hijo de Dios que nos habita y en el cual estamos refugiados, escondidos por Dios. ¿Cuánto del Hijo ha sido formado por Dios en nosotros? Entre más exista por el Espíritu Santo esta conciencia de Cristo morando en nuestro ser, más serán afectados nuestros sentidos por Su presencia permanente. ¿Cómo pues, viviremos en ésta conciencia? Si queremos que la Vida de Resurrección que está en nuestro Señor Jesucristo afecte nuestra conciencia para despertar a esta Bendita Realidad, primero que el Señor nos alumbre la fe. Porque, ¿Cómo recibiremos Vida para que afectará nuestra conciencia, si ni siquiera creemos que Jesucristo es la Verdad y la Vida? El problema nuestro radica en querer el bien propio. Queremos la Vida, para mostrarnos como vivos entre los muertos, pensando que la Vida de Dios nos vivificará a nosotros como individuos; pero eso no es así, la Vida de Dios para los santos en Cristo, comienza primeramente en la cruz del Señor. Y no es para mostrarnos a nosotros, sino para que nosotros desaparezcamos y aparezca el Hijo. Pues es necesario que Él crezca y que yo (EL YO) mengüe. El Espíritu Santo inspiró la palabra necesario no al azar, el que tenga oídos oiga.
Que el Señor nos otorgue para bien de Su Obra esta conciencia: Jesucristo vive en mí. Este Jesús, debe ser formado en Su Iglesia.
Que nos perdonen los hermanos, pero si vamos a ser apedreados por decir la Verdad, bien lo merecemos. Sean encendidos esos corazones apagados y no se provoque tristeza sino arrepentimiento. Debemos decir lo siguiente: En las predicaciones que se compartieron por los predicadores*en cierta ciudad de latinoamerica,*había dentro de muchos un juicio que no negaba lo que decían, pues todo es cierto,* ni desmentía nada; pero una cosa si que se halló, se puso por delante el intelecto, y no la Vida. Se predicó de Cristo y no a Cristo. Y que me perdonen los hermanos pero, de Este Jesús que me habita oí una cosa: Hace mucho que el Amado dejó de ser el Centro, ya no se reúnen en torno al Amado, sino a oír intelectualmente del Amado. Se sabe de un Cristo en los cielos, se habla de una resurrección, se mira a lo lejos. Pero se ha perdido el estar concientes de que el Espíritu del Señor Jesucristo vive en Su. Iglesia. Hace mucho que los predicadores dejaron de predicar a Cristo, y se han dedicado a querer fabricar superhombres espirituales, se han olvidado de la Vida, que no existen delante de Dios hombres espirituales, sino El Hombre espiritual. Y que no debemos parecernos a Él, sino dejar que *Él viva Su Vida en Su Iglesia. Si lamentamos la caída del hombre, entonces desmerecemos la Muerte de Cristo. Si apreciamos el intelecto, entonces desmerecemos al Espíritu Santo y la resurrección del Hijo. Si creemos poder formar hombres espirituales en la iglesia, no conocemos Su Iglesia, ni la Obra Maestra de Dios. Los que no ven, los han puesto como que ven. Y a los que ven, se les quiere sacar los ojos.
Perdonen hermanos nuestro atrevimiento, anhelamos*a Cristo formado en Su Iglesia, no a superhombres. ¿Que posición debemos cuidar? No nos paramos a escuchar al que parece el*más pequeño de los hermanos por cuidar nuestra posición. Llamamos "error", a los que es "pecado". Queremos a fieles, y no al Fiel y Verdadero, formado en Su Iglesia. Que el Señor les dé entendimiento en Todo.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo,* levante a Su Hijo en el cual Él se Complace. Restaure Señor a Su Iglesia, Amén. *